jueves, 29 de noviembre de 2012

ARTUR MAS O CUANDO LA OPORTUNIDAD ERA OPORTUNISMO


Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO.



En la gestión del liderazgo existe una máxima: en el ámbito de dirección de empresas o en la política, hay un alto riesgo de embriagarse de los honores que se reciben por el cargo que se ocupa. Para ilustrarla, se recurre a la fábula que cuenta del asno que creía que el incienso quemado ante la estatua de la diosa y que portaba en su lomo, se destinaba a sí mismo. 

Algo parecido le ha podido suceder a Artur Mas al leer el sentido de la manifestación del 11 de septiembre, que provocó su decisión de disolver el Parlament, para convocar nuevas elecciones políticas, las más ‘trascendentales en 300 años’, se dijo. Artur Mas se creyó su propia escenografía: "no voy a la manifestación, pero estaré en espíritu. Y luego recibiré en el Palau a los convocantes para recoger el testigo y el mandato del pueblo catalán hacia mi persona, para dirigirlo a la independencia”. Por lo que reflejan los resultados del 25 de noviembre, parece que este no era el mandato, o al menos no era el elegido, como sin duda malinterpretó de las voces del 11 de septiembre.

También equivocó el análisis del seguimiento de la huelga general y, más en concreto, la voz de las también inmensas manifestaciones del 14 de Noviembre vividas en las plazas y calles de Catalunya. Se equivocó porque pensó que el incienso que transportaban los manifestantes era para su proyecto, cuando precisamente él era uno de los principales destinatarios de la protesta y de la indignación de las gentes. Se equivocó porque intentó presentar la protesta contra los recortes, como la expresión de la clase trabajadora y popular para su objetivo de un "estado propio". 

Se equivocó porque quiso hacernos creer que la crítica de los trabajadores y trabajadoras de Catalunya a la política económica y social, por injusta e ineficiente, que día a día se expresa ante los recortes de los servicios esenciales era, en realidad, una crítica sólo al gobierno del PP de Madrid. Y quiso hacernos ver que la solución estaba en cortar amarras con España como si las políticas las definiera, como el vino, la denominación de origen, y no la ideología, la derecha o la izquierda. 

Se equivocó --y es mucha equivocación-- al pensar que si los recortes los hacía él en nombre del nacionalismo, se entenderían mejor y dolerían menos, porque eran para el bien del país, como hace el buen padre con sus hijos cuando les hace llorar. Se equivocó al no entender que los manifestantes rechazaban su injusta política fiscal porque impide un reparto equitativo de los esfuerzos al sustentarse exclusivamente en los sectores más débiles.

¿Y ahora qué? Pues modestia y diálogo, Sr. Mas, y despertar de ese sueño con la mirada al infinito que transmitía el cartel electoral colgado en las paredes, pretendiendo trasmitir un mensaje mesiánico. Y bajar la mirada a la triste realidad de la calle, de los hospitales, las escuelas, las fábricas, las oficinas y laboratorios. Bajar la mirada desde el infinito a la realidad de Catalunya de hoy. Ahora toca, Sr. Mas, sustituir las cosas de la política por la política de las cosas. O mejor, dimitir.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Encendamos la luz también en los centros de trabajo


Joaquim González Muntadas | Secretario General de FITEQA CCOO

La Reforma Laboral y la crisis económica han fundido muchas de las bombillas necesarias para realizar la acción sindical en las empresas y centros de trabajo. Se percibe la oscuridad en el bloqueo de la negociación colectiva y en las dificultades para alcanzar acuerdos en cientos de convenios pendientes de renovar hace uno, dos e incluso tres años. Una oscuridad que contrasta con la claridad que percibimos en nuestras plazas y calles llenas de trabajadores y trabajadoras movilizados en defensa de sus derechos convocados por los sindicatos. El 14 de noviembre ha sido un claro ejemplo de liderazgo sindical en la acción sociopolítica, como lo expresaron en todo el país las inmensas manifestaciones.
Pero esa luz, o incluso el resplandor de la movilización sostenida en la calle, no nos debería hacer olvidar que para muchos de los problemas de la clase trabajadora, en particular los relacionados con su puesto y condiciones de trabajo (salario, futuro profesional, formación, etc.), es imprescindible buscar la solución a través de la acción sindical y la negociación colectiva, y ésta sólo es posible en y desde los centros de trabajo, por mucha oscuridad que percibamos en ellos. Las soluciones están ahí, aunque en muchos de ellos nos sintamos débiles, pero donde nadie más que el sindicalismo, la fuerza organizada de los trabajadores y las trabajadoras, las puede plantear y conquistar. Y ello incluso, o mejor dicho con más motivo, si hay poca luz, porque no podemos hacer lo del paisano de la metáfora:
Había un paisano que estaba buscando afanosamente algo alrededor de una farola. Un transeúnte pasó junto a él y se detuvo a contemplarlo. No pudo por menos que preguntar:
 ¿qué se le ha perdido?, ¿qué busca Vd.?
Sin dejar de gemir, el paisano, con la voz entrecortada por los sollozos, pudo responder a duras penas:
 Busco mi anillo que he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz, he venido a buscarlo junto a este farol.

Así como el paisano no encontrará su anillo en la calle, aunque esté más iluminada, el sindicalismo tampoco encontrará su función si no se corrige el déficit de la poca organización en la empresa, la sección sindical. Ahora más que nunca, precisamos articular una ofensiva, casi tan potente en medios y esfuerzos como los desarrollados en todas las movilización generales, que trate de desatascar la negociación colectiva y construya un nuevo cuadro reivindicativo para atender la nueva heterogeneidad de intereses en las empresas. Son intereses cada día más complejos de representar, y la ausencia de atención sindical facilita, en muchas ocasiones, la total libertad de maniobra para el empresario. Cuando los convenios colectivos son rígidos en su estructura salarial y en su clasificación profesional, con decenas de categorías profesionales pensadas para el trabajo fraccionado en tareas e incluso repetitivo y poco cualificado todavía, revelan que en la mayoría de empresas, están desfasados con la realidad y necesidades  de estas.
Salvo excepciones, la negociación pone de manifiesto que en España ni los partidos de izquierda, ni lo sindicatos, hemos sabido cortar, como sí han hecho en otros países europeos, con el viejo pensamiento fordista que hoy sigue mayoritariamente vigente en nuestra sociedad. Así lo reflejan las muchas empresas verticalmente organizadas y sin participación de los trabajadores. Así lo defiende, con uñas y dientes, nuestra anticuada derecha política y económica, como ha reflejado la última reforma laboral. Un pensamiento reaccionario, retrógrado, cuya superación hemos de conseguir con urgencia si aspiramos a cambiar el modelo productivo de este país.
La nueva empresa precisa de un marco laboral distinto al actual, que supere el viejo postulado de que "la organización del trabajo es facultad exclusiva del empresario", como se recoge aún en muchos convenios colectivos, y como la Reforma Laboral pretende perpetuar. Hay que corregir urgentemente ésta, que además ha impulsado de forma abusiva la opción de incidir en el volumen del empleo, en su cantidad, a través de los despidos como respuesta a los cambios en el ciclo económico, en lugar de incentivar la opción de su calidad, del coste del producto, a través de la mejora de la productividad, salarios, los cambios organizativos, la formación etc. convirtiendo la flexibilidad interna en la principal herramienta.
El II AENC podría o puede seguir siendo un buen instrumento. CCOO y UGT lo firmamos con la intención de avanzar en un nuevo marco laboral. Y así podría ser si muchas de las patronales dejaran de jugar con ventaja pretendiendo reducir su contenido exclusivamente al capítulo salarial, y éste sólo a la moderación de los salarios, obviando el resto de materias que refuerzan la negociación colectiva y el papel de los sindicatos. 
El Movimiento Sindical tiene muchos retos a los que responder: seguir combatiendo las injustas políticas iluminando las calles con la movilización social, y también para ello, desarrollar un esfuerzo añadido para impulsar la afiliación y organizarla en las empresas -sección sindical-, para generar la energía que nos permita encender también todas las bombillas en los centros de trabajo para la acción sindical, y para que, como aconseja el dicho catalán, "Que el llegir no ens faci perdre l'escriure".

LA BALNZA COMERCIAL DE CATALUNYA Y LA EXPORTACIÓN


Joaquim González Muntadas
Secretario general de Fiteqa-CC.OO. 


Un buen amigo, directivo de una importante empresa multinacional con plantas de producción industrial en Catalunya desde hace décadas, me cuenta desde la ironía y condescendencia que aporta ver el mundo en la atalaya de una multinacional líder mundial de su sector --acostumbrada, como todas ellas, a mirar la política y a los políticos como un mal necesario pero nada inquietante para sus intereses-- la sorpresa que le causó escuchar al President Mas en el Hotel Palace de Barcelona el pasado 8 de noviembre en el “Fórum Europa: Tribuna Catalunya”. Mas hablaba de forma exageradamente positiva de las ventajas que la independencia reportaría a los niveles de exportación de las empresas catalanas y a la balanza comercial de Catalunya, que incluso doblaría la capacidad exportadora, al exportar también a la futura España sin Catalunya.

El mensaje del President Mas y el discurso de todas las fuerzas políticas defensoras de la independencia han convertido las cifras de exportación en algo más que un buen o mal parámetro económico. Para el independentismo catalán, las cifras de exportación representan un valor político de capital importancia y un vector patriótico, al significar --y así se cuenta con claridad en mítines y conferencias-- poder reducir a la mínima expresión la actual dependencia comercial y económica con España. No deja de ser una dificultad muy importante para cualquier proceso de secesión tener, como tienen muchas de nuestras pequeñas y medianas empresas industriales y de servicios, más de dos tercios de sus clientes más allá del Ebre.

Para tener una visión más real de la exportación, es exigible ir más allá de las cifras globales (aún muy modestas para que nos podamos definir como una economía avanzada y exportadora), e incorporar a los porcentajes de crecimiento factores como el precio al que se exporta, sus costes de transporte, los gastos añadidos, plazos de cobro, seguros etcétera, porque reflejarán que la apuesta exportadora de hoy de muchas de nuestras empresas no es para ellas una noticia económica tan buena como lo es para la utilidad política o para las cifras macroeconómicas. 

Para muchas empresas, catalanas y españolas, la exportación es un mal menor y una acción defensiva que intenta sustituir la fuerte contracción de la demanda interna en su mercado natural, y en no pocos casos, se realiza a precios extremadamente bajos, incluso en pérdidas.

A la hora de hablar de exportación, autonomía de decisión y dependencia o independencia de los mercados, es preciso considerar los profundos cambios en la mayoría de las multinacionales que, desde la especialización productiva de cada una de sus plantas europeas, se han concentrado en productos o familias de productos para mejorar su competitividad. Cambios con los que, en algunos casos, Catalunya ha salido ganando al reforzarse nuestras unidades productivas y, con ello, se han incrementado las exportaciones de esos productos. En otros, lamentablemente los mayoritarios, nos han perjudicado, al desplazar o deslocalizar líneas de producción y fábricas enteras en Catalunya hacia otros países.

No considerar todos los datos y, en particular, las dificultades de las pequeñas y medianas empresas para abrirse en nuevos mercados más allá de nuestras fronteras, sin créditos y sin los imprescindibles apoyos institucionales para la innovación, y quedarnos en que Catalunya es la economía más exportadora de España, y que se doblaría con la independencia, nos puede llevar a conclusiones erróneas o distorsionadas. 

La importancia de tener todos los datos para comprender lo que ocurre a nuestro alrededor, especialmente si se trata de política y economía, se ilustra en la conocida historia de 
Isócrates (Atenas 436 a C- 338 a C). Isócrates, filósofo griego, falleció como consecuencia de la huelga de hambre que se impuso para protestar contra la tiranía que afligía a Atenas. Esto quizás sea cierto, pero la conclusión cambia sustancialmente si nos aclaran que este ilustre competidor de Platón murió con los noventa y ocho años cumplidos.

Igual que en la historia del orador y educador griego, que ciertamente murió en la huelga de hambre, Catalunya ha incrementado levemente la exportación y es la comunidad más exportadora de España. Pero tan cierto como los noventa y ocho años cumplidos de Isócrates que matiza y mucho su gesta, es que las pequeñas y medianas empresas que son la mayoría del tejido productivo y del empleo de Catalunya, siguen teniendo un escaso apoyo a la innovación y la internacionalización y una nula financiación y crédito. 

Ésta es también la realidad catalana aunque reflejarla desafine la bucólica melodía que nos presenta el discurso de la independencia en relación al futuro comercial. 

lunes, 19 de noviembre de 2012

HUELGA GENERAL DEL 14 N Y LA "GENERACIÓN OLVIDADA"


Joaquim González Muntadas | Secretario General de FITEQA CCOO

"España encabeza el fracaso escolar y el desempleo juvenil en Europa”. Este titular nos ha acompañado en todos los medios de comunicación y sintetiza los datos recogidos por la UNESCO en la edición 2012 del estudio anual "Educación para Todos" (EPT). "Indigno y una vergüenza para Europa que entre sus países miembros haya algunos con el nivel de paro juvenil como el de España, que el pasado julio alcanzó el 52,9% y pide a Europa que actúe” declaraba hace unos días en Bruselas el presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz. "No es aceptable e insoportable que haya un Estado miembro donde el paro de los jóvenes roce el 50%. Es indigno, una vergüenza para Europa. Hace falta que Europa actúe" afirmaba François Hollande hace unas semanas en un encuentro con la prensa en París.
Y el Gobierno español sigue sin proponer, sin dialogar y sin actuar frente al desempleo juvenil, cuando es difícil encontrar un problema más grave y urgente al que responder. Más bien al contrario, provoca conflictos: ideológicos, de administración y organización en la enseñanza, reduce y cierra centros de investigación, inventa virtuales e ineficaces modelos de contratación, aunque, eso sí, se esfuerza en hacer propaganda de planes de empleo en las empresas para jóvenes que se frustran uno tras otro, como nos demuestra el incremento mensual del desempleo juvenil.
Tanto por las causas como por las acciones políticas a realizar, la experiencia de las crisis pasadas, también muy graves, difíciles y muy distintas, no sirve: en las crisis económicas vividas en los años 1977-85 y 1991-94 se afrontó una reconversión del aparato productivo en la que nuestra industria necesitaba transformarse y especializarse en sectores para nosotros bastante nuevos y de fuerte demanda, como eran la química, farmacia, electrónica, aeronáutica etc., y paralelamente acometer una fuerte reducción de la capacidad instalada, a la vez que se mejoraba la productividad de sectores que hasta entonces respondían esencialmente a nuestro mercado interior, protegido por aranceles a la importación y premiado con desgravaciones fiscales en la exportación, como el textil y confección, el cuero y el calzado, la siderurgia o el naval.
La Reconversión Industrial se abordó con Planes de Reestructuración de sectores enteros que fueron acompañados por planes sociales a los que se destinaron ingentes recursos públicos, que también se destinaron a la renovación de instalaciones y maquinaria para su mejora tecnológica y productiva. Planes Sociales que facilitaron la salida con protección a los trabajadores de más edad y la entrada a los jóvenes con contratos temporales. Se impuso así un relevo generacional marcado por el abismo existente entre la formación de los trabajadores que salieron y los que demandaban entrar.
Se aplicaron instrumentos de negociación y diálogo sólidos, hoy ausentes, entre el gobierno, los sindicatos y la patronal, que permitieron poner en marca jubilaciones anticipadas, fondos para el empleo, planes sectoriales de reconversión, etc. La mayor diferencia es que hoy la crisis no es el resultado de una reconversión tecnológica, ni reclama un relevo generacional, ya que la diferencia de formación se ha acortado mucho entre una persona cualificada o titulada de 55 años y una de 35 o de 25 años, que son los que conforman la mayor bolsa de desempleo y de falta de expectativas de futuro.
Los desempleados de hoy no son iguales a los de crisis pasadas, y menos a los de los 90. Son más jóvenes y no pueden enlazar con la jubilación. Son más nuevos en el mercado de trabajo y tienen prestaciones más cortas. Viven en estructuras familiares que también han cambiado. Hoy hay más mujeres y jóvenes en paro que son ya responsables de la unidad familiar.
En crisis anteriores las redes de protección fueron los sistemas públicos de pensiones y desempleo, hoy debilitadas por el déficit, y también las familias. Hoy los jóvenes son los menos protegidos por el sistema de desempleo, no sólo porque tienen prestaciones contributivas cortas, sino porque cumplen difícilmente los requisitos de algunos subsidios. Y como ya han trabajado tienen hábitos de consumo y compromisos de gasto.
De no resolverse rápidamente, el mayor riesgo y principal problema para la cohesión social y nuestro futuro está en que puede acabar siendo estructural e irreversible. La imagen que mejor ilustra las consecuencias de una juventud atrapada en la nada, son las masas de jóvenes pegados en las paredes en las ciudades de algunos países del Norte de África. El riesgo es que no seamos capaces de evitar que la crisis sea un corte laboral difícil de recuperar para los jóvenes desempleados de hoy, especialmente de aquellos no cualificados que abandonaron los estudios para trabajar, y para los que han acabado los estudios y deberían empezar a trabajar ahora. Ambos grupos tienen todas las papeletas para no poder desempeñar más que empleos temporales.
Es precisamente la urgente necesidad de revertir esta situación uno de los principales objetivos de la Huelga General del 14 de noviembre. La exigencia de un cambio radical de la actual política económica del Gobierno para que atienda e impulse los sectores industriales; para que comprometa y promueva la necesaria inversión pública y privada en I+D+i, y para que se corrija la política educativa garantizando su calidad y equidad desde el diálogo necesario que el Gobierno del Partido Popular desprecia con su forma de gobernar.
La Huelga General y la movilización social del 14 de noviembre serán la gran pancarta que denuncia esta situación, exigiendo que "Europa y España actúen”, que se pongan en marcha urgentes y eficaces políticas de generación de empleo para los jóvenes, esa generación que cínicamente se ha bautizado como el calificativo de "generación perdida", que parece insinuar que es el resultado de un accidente fortuito y con escasas responsabilidades políticas y económicas, en lugar de lo que es: "la generación olvidada". Una cuestión que merece ser considerada como el primer y más urgente problema social que tenemos en España porque, como se gritó en las calles de todo el mundo el 7 de octubre en el día mundial por el trabajo decente: “¡Juventud sin empleo, sociedad sin futuro!”.