miércoles, 26 de diciembre de 2012

ALTERNATIVAS SINDICALES ANTE LA CRISIS Y EL CONVENIO DE LA INDUSTRIA QUÍMICA


Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO

La firma del AENC por UGT y CCOO representó la expresión más clara del compromiso sindical que sitúa la defensa del empleo como prioridad, y a éste como eje principal de la acción sindical de ambas Confederaciones, que sirva para afrontar los cambios que se están produciendo en las empresas y en los sectores productivos, unos provocados por la crisis y otros agravados por las retrógradas Leyes del Trabajo aprobadas por el gobierno del PP.

El AENC II ha sido una apuesta clara y constructiva del sindicalismo español que no ha tenido  correspondencia  por la parte del Gobierno ni por demasiados sectores empresariales. Por parte del Gobierno, a los pocos días de su firma, se aprueba una reforma laboral que introduce recorte de derechos, discrecionalidad por el desequilibrio provocado por el poder concedido a una de las partes, y por parte de algunas patronales, desprecian el diálogo y extreman la peor lectura de la reforma laboral. Todo ello ha significado una grave agresión a las bases construidas durante largo tiempo por la negociación colectiva mediante numerosos convenios hoy bloqueados.

Constructivas son, una vez más, las iniciativas contenidas en las "Propuestas sindicales para promover el crecimiento, el empleo y la cohesión social, ante la crisis de la economía española", presentadas el pasado 21 de diciembre por Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez con las que  se reclama la recuperación de algo que Gobierno del PP ha venido despreciando de forma reiterada, el Diálogo Social con mayúsculas, como forma de afrontar la crítica situación que atraviesa la sociedad española y para salir de la crisis con menos costes y con unos cimientos más sólidos que los pasados.

Recuperar el Diálogo Social significa también desbloquear los cientos de convenios colectivos sin resolver durante meses o incluso años. Recuperar el Diálogo Social, como reclaman las propuestas presentadas por los Secretarios Generales de CCOO y UGT el pasado viernes 21 de diciembre, es hacer de la negociación colectiva el instrumento eficaz y equilibrado que regule las relaciones laborales, tan deterioradas por la Reforma Laboral.

En la misma dirección, el mismo día 21 de diciembre se ha firmado un Principio de Acuerdo del Convenio General de la Industria Química para 2013 y 2014 (XVII CGIQ) que desarrolla algunos aspectos de la articulación entre empresa y sector,  como son: la aplicación de los acuerdos salariales del AENC II en el periodo 2012-2014. la prolongación de la ultraactividad hasta 24 meses, diversas fórmulas para los contratos de teletrabajo, formación y aprendizaje, reforzamiento de la mediación y el arbitraje y una reformulación de la cláusula de inaplicación del convenio colectivo que amortigua el actual Art 83 del Estatuto de los Trabajadores. Estos son algunos aspectos del contenido del  Principio de Acuerdo del CGIQ 2013 y 2014,  que aspiran a reafirmar la importancia que tienen hoy los convenios colectivos para mantener la cobertura de la negociación colectiva a la mayoría de los trabajadores y trabajadoras de este país y parar en seco la peligrosa tendencia de que cada día haya más personas sin convenio colectivo.

El sector químico ha hecho del Convenio General de la Industria Química (CGIQ) la principal fuente de regulación de sus relaciones industriales y laborales durante los más de treinta años de su historia para la gran mayoría de las empresas en todos sus sectores (farmacia, petroquímica, plástico, caucho, química orgánica, etc.), tanto para los grandes grupos multinacionales como para las pequeñas empresas, tanto para aquellas empresas y sectores intensivos en capital como para los intensivos en mano de obra. Un convenio de ámbito estatal que apuesta por ser una herramienta útil y eficaz en la mejora del empleo y las condiciones de trabajo, los derechos laborales y sindicales, y también en la mejora de la competitividad de las empresas, que por ello y para ello impulsa la intervención sindical activa en la formación permanente, la seguridad y medio ambiente y las políticas de igualdad. Es precisamente el interés mutuo patronal y sindical por mantener y reforzar el convenio colectivo lo que explica el intento de renovar el convenio colectivo en el mes de enero para evitar el  debilitamiento de una negociación dilatada.
  
Por todo ello hay que saludar la recuperada unidad sindical con la adhesión de FITAG UGT, también el día 21 de diciembre, al convenio vigente, corrigiendo así su posición de hace dos años (contraria al acuerdo) y el Principio de Acuerdo para 2013 y 2014, que por su contenido refuerza y reafirma que el AENC II sigue vivo, que el Diálogo Social es de interés tanto sindical como empresarial, y a la vez la única vía eficaz para hacer frente a la crisis. Como se reitera en las "Propuestas sindicales para promover el crecimiento, el empleo y la cohesión social, ante la crisis de la economía española", estas propuestas, junto con la necesaria movilización social y sindical, y su explicación en los centros de trabajo, deberían ser una prioridad para CC.OO y UGT.

jueves, 20 de diciembre de 2012

POLÍTICA INDUSTRIAL, ¿dónde está la innovación?


Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO


A la pregunta de dónde está la innovación, esa innovación tan necesaria y reclamada por todos y en todos los ámbitos de debate y opinión, que tanto tiempo ha estado ausente  en las prioridades de nuestra realidad económica e industrial, se puede responder que cuando nuestra realidad política y social se movía sobre unas bases más alegres y divertidas que la triste y gris realidad actual, donde afloran con toda su crudeza nuestros déficits, ya entonces era ignorada.

Al hablar de innovación me viene a la memoria un hecho que presencié hace algunos años con ocasión del homenaje a un trabajador por su jubilación en una empresa química de Tarragona. Con él, sus compañeros y la dirección de la empresa querían expresarle un reconocimiento especial, por lo que tanto la dirección como la representación de los trabajadores solicitaron, y le fue concedida, la Medalla al Trabajo de la Generalitat de Catalunya, que le entregó el Molt Honorable Jordi Pujol.

En su discurso, y después de unas emocionadas palabras de agradecimiento, mi compañero se  dirigió a los máximos responsables de la dirección de su empresa y les dijo "Sepan ustedes, queridos amigos, que durante cuarenta años han tenido mis manos, pero habrían tenido también mi cerebro, si me lo hubieran pedido, por el mismo precio".  Creo que ha sido la crítica más feroz de un trabajador  y la definición más cruda que he oído de una empresa por antigua donde es muy previsible que de ella salga poca o ninguna  innovación.

Deberían quedar muy lejos aquellos tiempos en que las empresas se inspiraban en la conocida queja de Henry Ford cuando dijo: "Cada vez que pido un par de brazos, me vienen con un cerebro", porque la persona se consideraba un apéndice de la máquina. Y  muy lejos quedan ya aquellos tiempos en los que la innovación y las fuentes del conocimiento de las empresas industriales se encontraban en el apoyo de un inventor externo e independiente, porque los conocimientos técnicos eran fáciles de encontrar, copiar y aplicar, y esencialmente porque su organización taylorista del trabajo era rígida, repetitiva y sin iniciativa. Así funcionaba mayoritariamente la empresa nacida de la revolución industrial, algo muy distinto a la realidad actual, donde la innovación por lo general es más el resultado de un proceso interno de transformación de los conocimientos existentes en la empresa.

Ante la grave crisis que padecemos hoy,  todos los programas, iniciativas, plataformas o informes, reconocen la necesidad de impulsar la industria como vía de salida de un modelo de crecimiento sustentado por una economía de bajo valor añadido y empleo poco calificado, que está agotado. Todos reiteramos insistentemente que la economía tiene la urgente necesidad de impulsar la mejora competitiva de nuestra industria, para lo cual necesita una apuesta fuerte y decidida por la innovación de cuyo éxito dependerá nuestra capacidad de competir en los mercados y con ello salir, o no, de la actual situación.

A pesar de la insistente retórica sobre la necesidad de impulsar, apoyar y extender la innovación, la realidad es que la mayoría de nuestras empresas siguen padeciendo bajos niveles de innovación, donde la mayoría no va más allá de concentrar sus esfuerzos en reducir costes -por la vía de reducir plantillas o contratar servicios externos- que naturalmente pueden mejorar los resultados económicos, pero al mismo tiempo, cuando el mercado está estancado y la competencia es solo por precios, en no pocas ocasiones se acaba creando un verdadero círculo vicioso que obliga a una espiral de constante deterioro de las condiciones de trabajo y a la vez de destrucción de empleo y, con ello, de debilitamiento del proyecto mismo de la empresa.

La innovación que precisamos potenciar y extender con todo los medios, públicos y privados, es la innovación centrada en explorar mercados y en comprender las necesidades y los problemas de los clientes, la de crear nuevos productos y servicios, esa innovación que conlleva una nueva concepción del trabajo cooperativo y con la participación de los trabajadores. La innovación que precisamos  es la que surge de una nueva organización del trabajo capaz de convertirse en un ámbito de generación de valor, reflexión, diseño y aprendizaje individual y colectivo. La innovación que surge de unas relaciones laborales no autoritarias, donde se reconoce el esfuerzo individual y colectivo, porque permite desarrollar la innovación de los productos y procesos en los que interviene cada trabajador más allá de la posición que ocupa en el proceso productivo.

En resumen, cuando se motiva y se reconoce que además de las manos, lo más importante es el cerebro de todas y cada una de las personas que conforman la empresa, y por extensión, el lugar de trabajo se convierte en el ámbito más importante para la formación y la innovación, se entiende que los recursos humanos son un bien a cuidar, por no decir a mimar, ya que por mucha crisis y desempleo que soportemos, las personas son el recurso principal de una empresa y de un país y el lugar de donde saldrá gran parte de la innovación que todos reclamamos, porque la mayoría de la organizaciones y empresas tienen el conocimiento en el interior, y el mérito de sus gestores está en encontrarlo, porque ahí se encuentra mucha de la innovación que están buscando.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

NO HAY EXCUSAS PARA LOS 137 MUERTOS EN UNA FÁBRICA TEXTIL DE BENGLADESH


Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO.



Al conocer el 25 de noviembre las noticias del terrible incendio en la fábrica textil Tazreen Fashion de Bangladesh que causó 137 muertos, me asaltó, junto a los sentimientos de dolor, indignación y solidaridad, una preocupación. La misma que seguro han tenido las trabajadoras y trabajadores de las empresas españolas del textil, la confección y el calzado, y que espero de verdad que hayan tenido también los accionistas y directivos de las empresas españolas con proveedores en ese país. Incluso sería muy saludable que los consumidores, los compradores de las marcas de moda se hicieran la misma pregunta: ¿Se estarían fabricando en condiciones infrahumanas en esta empresa de Bangladesh algunas de las prendas de ropa que llevan nuestras etiquetas, de la ropa que nos hemos puesto o nos vamos a poner mañana? Y, si fuera así, ¿tendríamos que considerarnos responsables, por activa o por pasiva, de tan terrible suceso? 

Tras la comprobación, se ha aclarado que las empresas españolas del sector no tenían a esta empresa como proveedora, y es una buena noticia. De la misma forma es muy mala noticia que importantes marcas líderes mundiales se proveyeran de una empresa que no garantizaba el más mínimo derecho a la seguridad del trabajo y con ello de los mínimos derechos laborales.

Estos 137 muertos en Bangladesh --unidos a los causados por los incendios del pasado mes de septiembre en Pakistán, en Ali Enterprise, fábrica del textil de Karachi, donde fallecieron 290 personas y que producía también para marcas multinacionales, como los 25 muertos en Golden Shoes, fábrica de calzado de Lahore-- constituyen no sólo un drama para los trabajadores y las familias directamente afectados, sino una terrible señal de alarma para el mundo empresarial, las instituciones y organismos internacionales, la sociedad entera. Como insistentemente se reclama desde el movimiento sindical, debemos asumir que el remedio pasa necesariamente por la globalización de todos los derechos laborales en el mundo.

La Federación Sindical Internacional, IndustriALL Global Union, exige la inmediata investigación de las causas del incendio de la fábrica textil Tazreen Fashion de Bangladesh, para que todas las partes implicadas, incluidas las potentes multinacionales que fabrican allí sus prendas, asuman su responsabilidad. Y para ello hay que empezar por las responsabilidades criminales que comportan las nulas medidas de seguridad en los edificios y en el trabajo, y seguir con las indemnizaciones a las familias de las víctimas, de los heridos y de los trabajadores que perdieron su empleo en el incendio. 

Y que asuman la urgente necesidad de activar ya, un plan de emergencia de prevención y seguridad de las fábricas para que no se vuelvan a producir catástrofes como consecuencia de instalaciones eléctricas en constante riesgo, sin escaleras de incendios, sin salidas de emergencia, con ventanas con rejas, convirtiendo las fábricas donde trabajan miles de personas en auténticas ratoneras de muerte segura.

No existe excusa ni coartada para los cerca de ochocientos muertos por incendio en empresas textiles en Bangladesh en los últimos cinco años. No es una catástrofe natural, sino la consecuencia de la avaricia, la desidia y la mala gestión empresarial, porque hay instrumentos para evitarlo: auditorías, inspecciones, peritajes y cooperación y colaboración con los sindicatos locales.

Llevar el control de cientos o de miles de proveedores a miles de kilómetros de la sede central de la multinacional, esté en EE.UU o Europa, no es ni fácil ni barato, pero colocar, como se está haciendo, en el puerto de Chittagong prendas por uno o dos euros de coste de fabricación, debería hacernos intuir que es posible que las empresas pueden asumir el coste de garantizar que las personas que fabrican sus prendas no estén en régimen de esclavitud, aunque las leyes locales se lo faciliten y los corruptos gobernantes y empresarios sin escrúpulos de ese país lo promuevan. 

No hay excusa para Wallmart, Carrefour, C&A, Casino, International Direct Group Inc, importantes y famosas marcas para las que estaban trabajando los 137 muertos y cientos de heridos. Como no habría excusa ni explicación para ninguna empresa de la moda española si hubiera estado en esta indeseable lista, por muchos esfuerzos que estuvieran haciendo, como así es, para mejorar y avanzar día a día en el control de las condiciones de trabajo y el respeto de los derechos laborales de sus proveedores.

Y ahí está. Ahí debe estar con toda su fuerza, el compromiso del sindicalismo internacional y de las organizaciones sindicales y de los trabajadores y trabajadoras de los países y las empresas multinacionales españolas para exigir el trabajo decente y para intervenir en su verificación, en toda su cadena de producción, en todas sus filiales, proveedoras, contratas y subcontratas. Aunque estén a miles de kilómetros de la sede de la multinacional y aunque los trabajadores y trabajadoras de esas empresas de su cadena de producción no lleven en su ropa de trabajo el logotipo de la multinacional. Ahí está el empeño sindical diario y constante por el trabajo digno en el mundo, ahí está también una respuesta clara a aquellos que nada inocentemente se preguntan ¿para qué sirven los sindicatos?: para combatir la injusticia y organizar la solidaridad.