jueves, 21 de junio de 2012

APOSTAR POR LA INDUSTRIA Y MIRAR A LA ECONOMÍA REAL



Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO

Muchos nos preguntamos, con una mezcla de sorpresa, frustración e indignación, qué pieza del reloj ha fallado de nuestra economía y quiénes son los culpables. ¡Si parecía que funcionaba como un reloj suizo! ¡Si éramos envidiados como el generador de más de la mitad del empleo europeo, el mayor receptor de inmigración, el mayor inversor en America Latina! Empezamos a intuir que las razones que nos dimos o nos dieron en los primeros compases de la crisis, a pesar de ser más ciertas que las verdades del barquero, no son suficientes, porque la mayoría de los países afectados por la crisis financiera, hoy están mejor que nosotros, incluso algunos están saliendo de ella.

La particularidad es que nuestra economía había agotado y saturado su crecimiento, impulsado por el potente motor de la construcción y, más en concreto, por la vivienda, que absorbió y agotó nuestros recursos financieros propios y prestados. Porque, en definitiva, hemos embalsado la mayoría de los recursos y ahorros de una generación y media en hipotecas a larguísimo plazo. Nuestra economía era como una gran turbina que, por un lado, expulsaba ingentes cantidades de euros en la importación de productos energéticos, bienes de equipo y de consumo, mientras que por el otro absorbía ingentes masas de recursos en crédito del exterior (proveniente esencialmente de Alemania, Francia y Reino Unido), ya que ni nuestra productividad, ni nuestro ahorro (que no alcanzaba a cubrir el valor de las nuevas hipotecas), eran suficientes para alimentar nuestro crecimiento, el mayor de Europa.

Dicen que nadie se dio cuenta y que nadie advirtió los riesgos futuros, pero es legítimo pensar que quizás la razón reside en que había fuertes intereses, ya que en este gran negocio, se hicieron grandes fortunas, y los bancos generaron enormes beneficios. Todos aplaudían, también los gobiernos, el central, los autonómicos y los locales, cuando afirmaban que el crecimiento era gracias a su política particular. El crecimiento de la economía tenía muchos padres.

Y ahora sería muy útil acudir a las hemerotecas para releer los estudios e informes realizados en estos años por el Gabinete Económico de la Confederación Sindical de CC.OO. que, con mayor detalle desde 2003, anunciaba y denunciaba el error y los peligros de esa política económica y sus previsibles consecuencias. En estas hemerotecas encontraremos también las reacciones y respuestas que muchos economistas de relumbrón, de prestigiosos gabinetes de estudios de los bancos y cajas dieron a estas advertencias. También veremos en las hemerotecas a la flor y nata de nuestra economía felicitando a los gobiernos por su buena política y reclamando solo la eterna Reforma Laboral, el abaratamiento del despido y la bajada de las cotizaciones sociales.

Un  periodo en el que, como denunciamos desde CCOO, se aplicaron erróneas políticas procíclicas, se destruyó la capacidad de recaudación y se creó un sistema tributario profundamente desequilibrado con el nivel de gasto, al considerar como ingresos ordinarios los que tenía un carácter claramente extraordinario ¿Quién? primero, la derecha y, luego, con mucha diligencia, los sucesivos gobiernos de Zapatero que inflaron y exprimieron la burbuja inmobiliaria, apoyados por unas teorías seudo-modernas de los valores de la izquierda, que hoy, al recordarlo y a la vez escuchar a la izquierda francesa o alemana, nos debería como mínimo ruborizar.

La importante tasa de ahorro que tuvo España la malgastó íntegramente en la compra de viviendas a un precio inflado. Tan inflado que necesitó ingentes cantidades de dinero de inversión internacional para financiarlas, generando de esta forma una altísima deuda con el exterior; la deuda privada más alta del mundo, una deuda que genera elevados intereses a pagar y que en su momento nos dejó sin recursos para la ampliación del capital productivo de la economía. Se pinchó la burbuja y nos quedamos con la deuda. Los responsables deberían explicar lo sucedido porque, de otra manera, la sociedad dejará de creer en sus instituciones.

Esta es la razón por la que las soluciones a los problemas actuales son tan difíciles, porque se han agotado los márgenes y hemos quebrado la confianza de quienes nos deberían seguir financiando. Y ahora solo nos queda mirar hacia el tejido productivo, que nunca se debería haber olvidado, y en especial hacia la actividad industrial, donde debemos fijar nuestro futuro, ya que tenemos posibilidades de mejora muy importantes en una parte muy significativa de nuestras empresas y sectores.

Si no queremos amanecer un día sin industria, precisamos con urgencia apoyar los motores de la innovación para proteger y fomentar el empleo cualificado, que acompañado con  instrumentos de naturaleza fiscal y crediticia, den facilidades a las pequeñas empresas que intenten asociarse para afrontar el salto tecnológico, en definitiva, la causa de  muchas de nuestras debilidades.

Nuestra industria ha perdido competitividad porque sus sectores viven en la competencia global -cada día más global- y, por ello, los efectos de nuestra mayor inflación (la fiebre de nuestra economía enferma) provocada irresponsablemente por el desenfrenado incremento del precio de la vivienda junto con los servicios no sujetos a la competencia global. Mayor inflación que la de nuestros competidores y, en las empresas multinacionales, mayor aumento de los precios españoles que los de otros países con centros que compiten con los nuestros. Mayor inflación que ha empujado, debemos decirlo sin complejos, a un incremento de los costes de los  salarios, de los beneficios distribuidos y de los servicios, un incremento mayor que el de su competencia. Sabedores, y hay que dejarlo claro, que estos mayores costes salariales no han representado mejoras significativas del poder adquisitivo de los salarios cuando se deducía la inflación, como tampoco un mayor peso de las rentas salariales en este periodo. Más bien todo lo contrario.

Hemos padecido una pérdida constante de competitividad de nuestros productos y de nuestra economía, indizada mes a mes de forma estridente por la balanza de pagos, la más descompensada del planeta con excepción de Islandia. Importábamos muchos productos, algunos caros, con valor añadido que nosotros no fabricamos. Tampoco fabricamos aquellos otros productos de bajo valor que se hacen en los países emergentes, frente a los cuales los nuestros por su coste habían perdido competitividad tras la liberalización total de los mercados y la desaparición de los aranceles proteccionistas.

Tenemos márgenes para reforzar y recuperar la competitividad de nuestro tejido productivo si todos acertamos en nuestra acción; si insistimos en la filosofía y el mensaje  reflejados en el preámbulo y el contenido del II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, que desde CC.OO defendemos como un instrumento para la generación de empleo. Y además porque España necesita un fortísimo control y una bajada de precios que necesariamente implique una fuerte moderación de las rentas para todos (salarios y beneficios distribuidos), y que esta moderación de rentas sea dirigida a la inversión productiva junto con el aumento de los ingresos públicos.

Es imprescindible sumar esfuerzos del conjunto de actores: empresas, sindicatos y los distintos gobiernos, central y autonómicos. Esfuerzos orientados a realizar políticas concertadas para mejorar la competitividad y establecer las acciones que corrijan el insuficiente esfuerzo empresarial en I+D+i, uno de los déficits que más seriamente perjudica nuestra capacidad competitiva. Y precisamos mayores inversiones en capital humano y en investigación, en desarrollo y en educación a todos los niveles – primaria, secundaria, formación profesional y universitaria-, junto con el apoyo a la investigación pública y al I+D empresarial, a la vez que garantizamos los puentes para llevar el conocimiento desde dondequiera que se produzca (universidad, gran empresa, AA.PP) a todos los lugares donde hay espacio para el cambio y muy especialmente hacia la industria y sus sectores tradicionales y a sus pequeñas y medianas empresas porque así y desde ahí podremos crecer, exportar y crear empleo.

Sabemos que la debilidad de la demanda y el elevado déficit público no facilitan que un plan de inversiones active el crecimiento si al mismo tiempo no se acompaña de un cambio en la política europea, y con ella, de nuevos recursos para impulsar nuestro crecimiento. Necesitamos y merecemos el apoyo de nuestros socios europeos con recursos y financiación, sabedores que no nos exime de la necesidad de cambiar nuestras prioridades políticas, para que miremos hacia la economía real y desaparezcan las fantasías de pensar que un país puede progresar desde la economía virtual y sin el apoyo a su industria y el valor al trabajo.

miércoles, 13 de junio de 2012

LA EFICACIA DEL DIÁLOGO EN LAS EMPRESAS


Joaquim González Muntadas | Secretario General de FITEQA CCOO

No es habitual desde el sindicalismo resaltar el valor de un acuerdo como el alcanzado en estos días en la empresa gallega de moda Adolfo Domínguez (AD) que, tras una compleja negociación, contempla una rebaja salarial. Lo habitual es dar solo publicidad a aquellos acuerdos que contengan mejoras salariales y sociales para que puedan ser referencia positiva e intentar disimular el contenido de los otros por el temor de que se conviertan en un mal referente.
¿Donde está, entonces, el valor positivo de este acuerdo que afecta a más de 600 personas, mayoritariamente mujeres? En que ha sido aprobado por el 69% de las personas afectadas y ha sido el resultado de una negociación trasparente; en que ha facilitado compartir las debilidades y también las fortalezas de la empresa; en que sus duras medidas de sacrificio son parte de un Plan Estratégico que apuesta por el futuro en las difíciles circunstancias de un sector de consumo como es el de la moda; en que las medidas intentan en lo posible la proporcionalidad del esfuerzo entre los diversos colectivos, en que la vigencia responde al tiempo que duren las circunstancias que lo motivan y, en justicia, introduce también, recuperación y mejoras en proporción a los beneficios de la empresa, con un lógico grado de variabilidad según los resultados de la empresa.
Este Acuerdo es una expresión clara hacia el público, los clientes, las administraciones públicas, los bancos y especialmente hacia los accionistas, del compromiso de los trabajadores y trabajadoras por el futuro de AD como una de las referencias más potentes de la moda gallega y española. El Acuerdo expresa la exigencia de los trabajadoras/es para que los gestores de la empresa redoblen sus esfuerzos en una apuesta por la internacionalización y mejora de sus actuales sistemas de gestión, que deberán garantizar el futuro.
Este Acuerdo enseña a los sectores políticos que ven las Reformas Laborales solo como elementos de debilitamiento de la capacidad de representación colectiva de los sindicatos, y también enseña a los empresarios que tan solo saben afrontar las situaciones difíciles con sus trabajadores desde el autoritarismo y el abuso de poder. Ambos deben saber que jamás obtendrán los resultados positivos y los compromisos que producen el diálogo y la negociación equilibrada y transparente.
AD es parte de un sector industrial, el textil y la moda, que vive un largo periodo de práctica paralización del consumo en nuestro país, y que debe atacar grandes retos que le exigen día a día mejorar la calidad, la innovación, la formación y abrir nuevos mercados internacionales. También deben corregir errores de comunicación, ya que los mensajes fuera de contexto, transmiten una imagen distorsionada de la marca y, sin duda también, de su principal accionista. Las trabajadoras y trabajadores de AD y con ellos FITEQA CCOO queremos que la marca sea reconocida por su ética, su estética y su transparencia porque de ello depende su empleo de hoy y del futuro.


sábado, 9 de junio de 2012

ACUERDO EN NAVARRA, UNA BUENA NOTICIA Y UN BUEN EJEMPLO



Joaquim González Muntadas | Secretario General de FITEQA CCOO


La recientemente aprobada Reforma Laboral contiene el falaz mensaje de que el problema de nuestras relaciones laborales son los trabajadores y la solución los empresarios, o que el problema son los sindicatos y la patronal, y la solución el gobierno. Por su parte, en Navarra los agentes sociales CEN, UGT y CCOO se están esforzando en desmentir este mensaje y han alcanzado un acuerdo que pone en valor el diálogo y el consenso: "Los firmantes de este acuerdo, más allá de los condicionantes citados, consideramos que estamos obligados ante la sociedad navarra a hacer frente a la situación desde el compromiso de todas las partes y desde la búsqueda de consenso, que rompa la inercia de conflicto que está asentándose en nuestras relaciones sociales y laborales."

Un acuerdo que aspira a reforzar los instrumentos de diálogo y compromiso de los trabajadores con las dificultades y los éxitos de sus empresas, justo lo contrario que inspira la recién aprobada Reforma Laboral. De ahí viene la especial importancia de que la Patronal, CCOO y UGT de Navarra expresen su sincero convencimiento de las bondades de que "reglas pactadas y no impuestas en las relaciones laborales, son el mejor impulso a la competitividad de las empresas y de la economía regional".

Es muy relevante que los firmantes compartan el diagnóstico de la crisis y sus efectos, su preocupación por el retroceso de conquistas sociales de los trabajadores, y por los riesgos que están viviendo la mayoría de las empresas. Lo más esperanzador es comprobar que, como en las sociedades maduras y avanzadas, la apuesta para hacer frente a las dificultades es la suma, el diálogo y el esfuerzo común. Navarra saldrá mejor y antes de esta grave situación porque los agentes sociales más representativos aspiran en el Acuerdo a: "ser protagonistas del cambio de modelo productivo necesario para poder competir y afrontar el dinamismo del mercado global como elementos clave para la salida de la crisis y la creación de empleo".

Alguien puede decir ‘Palabras, sólo palabras’ y si Patronal y Sindicatos perciben este Acuerdo como la rutina y uno más de los firmados durante los últimos 20 años así es, o lo que es peor, si se mantiene la actitud, que se compadece poco con este Acuerdo, por la dureza de los empresarios en sus empresas y las patronales en los convenios de sector en Navarra puede que tenga razón, solo palabras y se pierda una oportunidad. Y sin embargo este Acuerdo puede ser de especial utilidad para avanzar por su contenido, y en especial considerando su continente -la actual situación política, económica, industrial, de empleo- que estamos viviendo al representar una referencia alternativa a las negativas consecuencias que provocará el nuevo marco legal que impone la Reforma Laboral que generará gruesas barreras para el diálogo y fuerte conflictividad en las empresas.
Navarra es una economía con industrias muy exigentes en la mejora constante de su productividad, innovación y formación. Objetivos que requieren, como contempla el Acuerdo de "la apertura de espacios de diálogo y participación permanentes que fomenten el consenso frente al conflicto desde una visión capaz de articular los diferentes intereses en un proceso de suma positiva".
Ahí reside el principal valor de este Acuerdo si todas las partes al final lo ven con la pretensión de servir de acicate para el compromiso común ante la situación gravísima de destrucción de empleo y ante la urgente necesidad de producir más y con mejor empleo como se expresa con ambición y nitidez: "La competitividad de las empresas, y su mejora, debe construirse sobre la valorización del trabajo y en el compromiso compartido por el futuro de la empresa".

La ambición es mucha y su gestión compleja. Los frutos para Navarra serán seguros si las palabras y buenas intenciones se convierten en hechos que refuercen el empleo como elemento básico de inclusión social. Esta es la opinión desde de la Federación Sindical de CCOO que organiza a múltiples sectores industriales en Navarra y en el conjunto del estado: químicos, auxiliar del automóvil, energéticos, textil, etc todos sujetos a la fuerte competencia global y conscientes que la prioridad para el sindicalismo de clase hoy es salvar y reforzar, como contempla este Acuerdo, los instrumentos de regulación que son los convenios colectivos y que la Reforma Laboral debilita cuando no disuelve, por esto este Acuerdo es una buen mensaje más allá de Navarra, en estos momentos de saturación de malas noticias, desconcierto, enfrentamientos y prepotencias, donde las altas esferas de la gobernación no son capaces de construir referentes positivos de estimulo al entendimiento, el esfuerzo común y a la generosidad política que destierre el sectarismo tan dañino en la historia de España.