miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿TIENE CABIDA EL SINDICALISMO EN LA EMPRESA ABIERTA?

Quienes por su actividad profesional, como es mi caso, conozcan los variados materiales que las escuelas de negocios editan y publican sobre las nuevas filosofías en la gestión de los recursos humanos, comprobarán que, cuando se refieren a la "nueva empresa", a la "empresa abierta" e innovadora en la gestión de las personas, en su gran mayoría ignoran, o está prácticamente ausente, el  papel del sindicalismo y la función de los representantes sindicales. Y de manera explícita o implícita, sostienen que en las empresas con nuevas formas y estilos de gestión participativa y abierta, los sindicatos son un agente extraño, por no decir  distorsionador.

La renuncia de muchas empresas a facilitar las condiciones que promuevan la implicación de la representación sindical en las nuevas formas de gestión y cambio, es una de las razones de la desconfianza o rechazo que en muchas ocasiones expresan los representantes sindicales, dificultando el éxito de las iniciativas innovadoras  o devaluando en gran medida su sentido al dejar fuera a determinados colectivos de trabajadores de la empresa y generar con ello dos mundos en las relaciones laborales. Uno, el representado por los sindicatos, impermeable al cambio y gestionado con las viejas formas y valores. Otro, donde prima la relación individual, la formación, la carrera profesional, la diversidad y la participación en la marcha de la empresa, donde la representación sindical tiene poco que ver y decir.

Dos mundos dentro de algunas empresas que el sindicalismo necesita unir si aspira a intervenir y participar más que hoy en la marcha de la empresa y desmentir esa interesada creencia de que su hábitat natural sólo está en la vieja empresa, representando exclusivamente el trabajo poco cualificado, demandante de escasa formación, y que el sindicalismo solo puede germinar frente a las viejas maneras de gestión y ante la organización del trabajo rígida y jerárquica. 

El movimiento sindical debería ser el primer interesado en desmentir, con hechos e iniciativas, la creencia de que solo puede representar derechos colectivos a costa de no atender los individuales y profesionales, algo que de ser verdad le apartaría definitivamente de amplios y diversos colectivos de trabajadores y trabajadoras cualificados, preocupados por su carrera profesional, por su retribución variable, interesados en participar e intervenir en la marcha de la empresa. Unos colectivos a los que el sindicalismo no debería renunciar a representar y no debería permitir ser excluido de la gestión de las carreras profesionales, de la información y discusión de los criterios de la retribución por objetivos y resultados, ni estar al margen de los nuevos canales de comunicación abiertos en esas empresas que borran jerarquías y generan nuevos e informales liderazgos. 

El sindicalismo no debería renunciar a ser parte activa y proactiva en aquellas iniciativas que impulsan la formación, ni en las acciones que promueven el emprendimiento interno en la empresa.  Ni debería estar al margen de los criterios de Acción Social que realiza la empresa, ni del voluntariado corporativo de éstas cuando participan en él un porcentaje muy considerable de personas.

Y como parte implicada más relevante que es, urge dar un firme paso al frente para exigir su papel activo en aquellas empresas que declaran su compromiso de Gestión por Valores, y reclamar su protagonismo en las políticas de Responsabilidad Social, entre otras razones, porque será la mejor forma de convertir en realidad muchas de las buenas palabras y buenas intenciones. 

Pasar a la ofensiva con propuestas de negociación y acción que respondan a los nuevos conocimientos, a  los cambios tecnológicos y a las nuevas formas de trabajar y de relacionarse los trabajadores, con iniciativas que permitan atender y representar a las nuevas diversidades en los centros de trabajo y nuevas iniciativas que estimulen la participación de los trabajadores y trabajadoras en la vida sindical para participar en la marcha de la empresa.


Claro que sí, el sindicalismo no solo tiene cabida en la nueva empresa, sino que puede y debe ser, con su implicación y compromiso, una fuerza determinante para el éxito de los cambios en la empresa y la humanización del trabajo. Y para esto, el sindicalismo, con todo el descaro del mundo, tendría que pasar a la ofensiva con nuevas iniciativas que respondan a los cambios profundos que se están viviendo las empresas más dinámicas e innovadoras. Porque puede y debe. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

QUIN GOIG!

Joaquim González Muntadas
Ex Secretario General de FITEQA CCOO

El jueves 20 de noviembre,  se celebraron los actos del 50 aniversario de CCOO de Catalunya. No asistí,  las razones son largas de explicar y a buen seguro que no vienen al caso. Por esto, no pude escuchar la intervención que hizo Montse Maresma, en el acto central, en nombre del Comité del Cincuentenario. Me perdí la fuerza de su voz y no pude sentir el amor con que la hizo. Con el mismo intenso amor, seguro,  conel que ha realizado el trabajo en sus años de militancia en CCOO, en su empresa, en la dirección de su Federación (FITEQA CCOO) y enla CONC. 

Por la profundidad y la fuerza de estas breves palabras, me apetece compartir su contenido, en este blog,  en el que José Luis López Bulla me da cobijo de tarde en tarde, con las muchas personas que, como yo, no tuvieron la oportunidad de escucharlas en el Casino l’Aliança del Poble Nou, para comprobar  que sintetizan el sentir mejor que discursos de muchas páginas.

Quin  goig Montse i quin orgull.   

Companyes, companys, autoritats, secretaris generals, amics i amigues; 

QUIN GOIG !
El de la celebració dels 50 anys del nostre sindicat, 

QUIN GOIG !
el que feu, el que fem plegats avui i aquí, els que hi som i els que no han pogut ser-hi.

QUIN GOIG! 

quina responsabilitat i quina il·lusió dirigir-me a vosaltres. (i quins nervis, no tants però, i sabeu de que parlo, com els de les assemblees complicades a la fàbrica, les de les vagues,  les dels preacords ...)

I fer-ho en nom del Comitè del Cinquantenari, gairebé sempre n’hem sabut de donar nom a les coses oi?, un Comitè que les CCOO de Catalunya voldrien fos la veu de les moltes i moltes persones que al llarg delsanys i ara mateix s’han compromès, estan compromeses  i vinculades amb el sindicat, moltes i diverses, moltes i tossudes, moltes i mai indiferents, moltes i honrades, sí, d’una estirp de titans, que deia l’estimat poeta, homes i dones reals que teníem, en un temps,  per cognom la fàbrica,  el ram: el Paco de Solvay, l’Aurora de banca, en Carles de PESA, la, en...tants i tantes homes i dones treballadores dins i fora de la feina, homes i dones lluitadors, homes i dones solidàries, convençuts, tossudament convençudes i convençuts de que només junts, organitzadament junts, podem. convençuts de que si pensem, decidim i actuem col·lectivament som més forts, més útils que si ho femsumant individualitats per genials que siguin, o si esperem que ens vinguin instruccions i consignes des de fora. 

Amb 50 anys començar a dir que venim de lluny, que hem viscut, no és gosadia;

Al llarg dels anys, aquesta organització dels treballadors i les treballadores,  hem anat guanyantrepresentativitat i legitimitat tant en la proposta,  la reivindicació i la mobilització,  com legitimitat i representativitat per signar convenis i acords. 

El sindicalisme i en la part que ens toca les CCOO hem sigut importants, útils, en la construcció delsequilibris del segle XX als centres de treball i a la societat, en la millora de les condicions de treball i de vida de la nostra gent, en la construcció de Catalunya.

Hem demostrat que quan ens hi posem, sabem. 

I ens han passat coses i no sempre ho hem fet bé.

Hereus, com som, d’un gran llegat de lluites socials i de valors ètics, preservar aquest patrimoni ésimprescindible. 
Els reptes avui són grans, els canvis, i no a millor, molts, dins i fora dels centres de treball. 
Ras i curt, els drets conquerits, els convenis, el sindicalisme, no son els responsables de l’atur, de la fragmentació del mon del treball, de la precarietat. 
Ara bé  en aquesta realitat, avui més de defensa que de conquesta, com CCOO, pot, ha de continuar, sent l’espai d’autoorganització dels treballadors i treballadores? Fer sindicalisme no és pas més senzill avui que ho era fa 50 anys. Avui quan el treball quotidià, valent i durde tantes i tants homes i dones del sindicat no només queda en l’anonimat, masses vegades es qüestionà, de vegades es menysté.

Es difícil? , cal? també

CCOO amb els peus plantats als centres de treball- que siguin les sabates el nostre pedestal- ensrecomanava Joan Brossa,  en el cor els ideals de llibertat, justícia, i solidaritat que inspiraven fa 50 anys la creació d’ aquella primera Comissió Obrera i el cap endreçat en l’estudi, el coneixement de la realitat, la reflexió, el debat i l’organització, CCOO cal, igual o potser més que mai.

Companys i companyes:
PER MOLTS ANYS,
LLARGA VIDA A LES CCOO,
SALUT I BON TREBALL.

martes, 25 de noviembre de 2014

50 aniversario de CC.OO. de Catalunya

El próximo día 20 de noviembre se celebra el 50 aniversario de la fundación de CCOO de Catalunya. Medio siglo de unas Comisiones Obreras forjadas por aquellas personas que actuaban de portavoces de las reivindicaciones laborales de sus compañeros y compañeras de trabajo, compuestas por hombres y mujeres presentes en centenares de empresas, capaces de vencer el miedo a la represión política  y a las represalias laborales.

Recordar y celebrar en estos días la reunión de cerca de trescientas personas hace cincuenta años en la Iglesia de Sant Medir, en Sants de Barcelona, es reconocer la historia de CCOO en Catalunya y la del conjunto de España, y es reconocer, sobre todo, la entrega, la inteligencia, el compromiso y la lucha de miles de trabajadores y trabajadoras que en los primeros años hicieron de Comisiones Obreras una organización determinante también en la lucha por las libertades democráticas. Y  más tarde, en la democracia, trasformada ya en el primer sindicato confederal y en la principal organización social, un instrumento esencial en la lucha por los derechos sociales y la mejora de las condiciones trabajo.

La historia de CCOO de Catalunya, como la del conjunto del movimiento sindical español y mundial, está escrita con las luchas y sacrificios de sus protagonistas,  hombres y mujeres que han dirigido y participado en miles  negociaciones, acuerdos, movilizaciones, conflictos y huelgas, sin los cuales no se podría entender el progreso social, ni la mayoría de los derechos laborales y sociales conquistados.

Pero el sindicalismo, y en particular CCOO, además de historia, tiene presente. Un presente que precisa tanta voluntad, inteligencia y arrojo de sus militantes como la demostrada por aquellas personas presentes aquel 20 de noviembre de 1964 en la Parroquia de Sant Medir. Voluntad, inteligencia y arrojo para representar el mundo del trabajo que cada día resulta más complejo por la diversidad de la clase trabajadora y la globalización de los mercados.
Este Aniversario es una buena ocasión para el reconocimiento y agradecimiento a los miles de militantes que durante estos 50 años han dedicado lo mejor de sí mismos a la noble causa sindical. Y reconocer y valorar también a las decenas de miles de sindicalistas que hoy están en las empresas, en un entorno más hostil que ayer, como expresan las encuestas de valoración social, que mantienen el orgullo de representar a sus compañeros y compañeras de trabajo en las ingratas y difíciles condiciones que representa la grave y larga crisis económica y las nuevas leyes pensadas precisamente para debilitar la función sindical.

Medio siglo de compromiso de sindicalistas que responden a la definición que hizo hace más de 100 años Pablo Iglesias fundador de UGT el año 1888: "los representantes de la clase obrera son los que tienen que dar la cara con más frecuencia, los que tienen que alentar a los trabajadores en los momentos de desaliento, los que tiene que darles ejemplo arrostrando las arbitrariedades de los patronos, de las autoridades y de todo el mundo..... De modo que no pueden ser de madera de vividores que engañan a los suyos; por el contrario han de ser hombres  incorruptibles que dan ejemplo a los suyos de cómo han de cumplir la lucha".

Una definición que describe a la inmensa mayoría de hombres y mujeres que hoy, sin grandilocuencia, trabajan en las pequeñas, grandes y medianas empresas, dando la cara en estos momentos  difíciles y con la pasión de unos ideales tan nobles como son el representar a los tuyos afrontando: regulaciones de empleo, suspensiones y cierres de empresas, negociación de difíciles y complejos convenios y acuerdos. 
Un trabajo honrado y silencioso que precisa de tanta valentía y compromiso como la exigida en aquellos tiempos heroicos, en décadas pasadas, que debería merecer el reconocimiento de la sociedad en este 50 aniversario de historia de compromiso y que se podrá conocer en la exposición: “CCOO, 50 años de historia de Cataluña desde 1.964 hasta 2014”, en el Museo de Historia de Catalunya.

Feliz 50 Aniversario CCOO y mucha inteligencia y valentía para encontrar la respuesta a los cambios del mercado laboral. Cambios profundos que han modificado el qué, el cómo, el quién y el dónde se produce, que demandan del sindicalismo nuevas formas, ideas y propuestas.
Adelante CCOO, la clase trabajadora, Catalunya y la sociedad española os necesita. 




jueves, 30 de octubre de 2014

DOS DÍAS, UNA NOCHE


Se está proyectando en los cines de nuestro país la hermosa película Dos días, una noche, escrita y dirigida por Jean-Pierre y Luc Dardenne. Con un argumento sencillo y real como la vida misma, la última película de los hermanos Dardenne muestra, mejor que decenas de ponencias, la compleja realidad del mundo del trabajo enla Europa de hoy. 

De manera especial trata la realidad laboral de muchas pequeñas empresas donde no existe organización sindical que pueda mediar y canalizar el conflicto de forma colectiva, quedando así solo la relación individualizada y muy desigual de cada trabajador con su empresa.

La película nos muestra las contradicciones entre los intereses individuales y los colectivos. Cómo la crisis y el paro pueden hacer perder la confianza y debilitar la dignidad de las personas. En la película no hay juicios de valor, ni buenos ni malos, sólo realidades, necesidades, prioridades y miedos.  

La historia es muy simple: los jefes de Sandra, una trabajadora belga de una pequeña empresa manufacturera deciden despedirla ante las dificultades económicas que vive la empresa. Pero, en lugar de asumir la responsabilidad de la decisión, presentan al resto de la plantilla la posibilidad de que si la mayoría vota a favor de renunciar a la paga anual de mil euros que estaba comprometida, Sandra puede mantener su puesto de trabajo. 

La trabajadora, animada por su marido y una compañera de trabajo, tiene un fin de semana, Dos días y una noche, para tratar de convencer a la mayoría de sus dieciséis compañeros de trabajo para que el lunes voten rechazar el cobro de los mil euros para evitar su despido. 

No es mi intención explicar más el argumento, sólo decir que la película muestra sin exageraciones ni panfletos, el dilema que hoy se vive en el mundo del trabajo, cada día más fragmentado y dispar donde convive la realidad de las grandes empresas y los sectores públicos con negociación colectiva y representantes sindicales con la realidad, cada vez más numerosa en Europa, de millones de trabajadores y trabajadoras de pequeñas empresas sin convenio, sin presencia sindical y sin derechos.

Más allá del resultado final de la votación, si Sandra gana o pierde, si consigue conservar o no su puesto de trabajo, la película nos muestra un magnífico ejemplo de dignidad obrera, de valentía y de resistencia frente a la adversidad

La lección no la determina el resultado final, sino la difícil decisión de luchar por conseguir la solidaridad de sus compañeros y mantener su puesto de trabajo. O mejor dicho, la valentía para conseguir la conciencia de grupo, esa conciencia que durante décadas ha sido la esencia y la principal base que ha permitido a los trabajadores y trabajadoras construir y mantener sus organizaciones sindicales y la lucha por la conquista de los avances vividos en derechos, mejora de las condiciones de vida y trabajo y progreso social. 

Hora y media de película que pasa volando, pues describe esa geografía tan presente en nuestro mundo del trabajo real, pero al mismo tiempo tan ausente o disimulado por los medios de comunicación: el paro, la pobreza, la depresión, la solidaridad o el miedo. Es un valioso documento que va más allá de las historias habituales que presentan un mundo del trabajo compuesto por empleados irreales de sectores absolutamente minoritarios como los tecnológicos, los medios de comunicación, las finanzas o la moda. 

Por esto, como recomienda a sus alumnos el profesor de Derecho del Trabajo, Eduardo Rojo, en su artículo Dignidad, solidaridad, respeto, miedo, egoísmo, individualismo: el mundo del trabajo hoy”, hay que ver este película, donde “aunque no haya mucho contenido jurídico, hay mucha realidad social, mucho mundo del trabajo frágil y precario”. 

Creo que este consejo puede ser igualmente útil para aquellas personas comprometidas con la causa sindical y para quienes se preocupan por las relaciones laborales, pues encontrarán evidencia de que éstas son mucho más que leyes y normas, por muy importantes que éstas sean. 

Es determinante el factor humano, el que se teje desde las relaciones individuales y colectivas, que construye la unidad, el compañerismo y la solidaridad que han sido y son los cimientos del sindicalismo tan necesitado hoy de reforzar y tan imprescindible en las empresas para poder decir, como se oye en el final de película: “Hemos luchado bien”.

jueves, 23 de octubre de 2014

¡Cuidado, que nos pierde el sectarismo!

"La forma más segura de corromper al joven es enseñarle a apreciar más a los que piensan como él que a los que piensan de manera diferente" (Nietzsche)

Quizá la historia explique nuestras malas formas de hacer política, que están marcadas por el sectarismo. Sin él, difícilmente podrían entenderse los desgraciados episodios históricos y las dificultades que demostramos ante la regla básica de la democracia que es respetar la opinión del contrario. 

Sectarismo patrio es lo que vemos a diario en tantos medios de comunicación a la hora de dar y valorar las noticias en función de si son amigos o no. Lo apreciamos en artículos de opinión, llenos de ofensas indisimuladas o en las tertulias garbanceras y pseudopolíticas, cargadas de sarcasmos e insultos. Si alguien cree que los adjetivos empleados en estas líneas son exagerados, solo debe leer, escuchar y analizar las informaciones y opiniones que cualquier día son arrojadas en la arena de esta gran plaza de toros que es España.

Ese sectarismo facilita la ausencia de autocrítica en la función pública y permite explicar el fracaso siempre desde razones ajenas, endosando la responsabilidad al otro con el “tú más”, lo cual nos impide apreciar y valorar con valentía y sin reservas el éxito de nuestros competidores, siempre sospechosos de todo lo peor y merecedores de las descalificaciones más contundentes.

Nuestra particular cultura política hace que el acuerdo sea una excepción que genera decepciones y rupturas en las organizaciones. En cambio, el enfrentamiento, la confrontación y el enemigo externo se convierten en ese tan preciado bálsamo para la cohesión interna y facilita aparentar firmeza, cuando a veces no es más que disimulo y miedo a compartir riesgos y también soluciones. 

Ese conmigo o contra mí imposibilita ver y atender la compleja realidad que está llena de matices y grises que van más allá del radical blanco y negro. Así es difícil imaginar una solución a los problemas que exige solidaridad, diálogo y suma de esfuerzos, algo imposible de ver con esos anteojos que dañan la convivencia, paralizan la inteligencia política e impiden la modestia necesaria para afrontar los muchos retos que debemos resolver: la crisis económica, el desempleo, el paro juvenil, la enseñanza, la mejora de la productividad o la desconfianza hacia la política y las instituciones. 

Unas formas políticas que describió bien Daniel Innerarity con su habitual brillantez en el articulo La posibilidad de entenderse (El País 22 de febrero de 2006) donde dice: "La incapacidad de ponerse de acuerdo tiene no pocos efectos retardatarios, como los bloqueos y los vetos, pero sobre todo constituye una manera de hacer política muy elemental, a la que podría aplicarse aquella caracterización que hacía Foucault del poder como “pobre en recursos, parco en sus métodos, monótono en las tácticas que utiliza, incapaz de invención".

Se trata de una forma de hacer política que describe bien la actuación del Gobierno de España en el conflicto catalán, que por estar inflado de pasiones y emociones, es un campo ideal para el sectarismo de muchos españoles con todo aquello que tenga que ver con Cataluña.

Cuidado, pues con el sectarismo ha demostrado ser capaz, no solo de anular la inteligencia, sino incluso la pura percepción de los datos más elementales. Ésta debería ser la primera preocupación del Gobierno de España, quien debería hacer oídos sordos a quienes apelan a órdagos y nos amenazan con las siete plagas si se reforma nuestra Constitución, aunque fuera para hacerla más adaptable a las exigencias de una realidad social y política que ha cambiado y para garantizar la convivencia. 

La preocupación para evitar que se extienda y se pueda enquistar el sectarismo en generaciones de la sociedad catalana y hacia el resto de España debería ser también la prioridad del señor Mas y del conjunto de fuerzas políticas y sociales catalanas que lideran el movimiento independentista. 

Porque sabemos --negarlo sería una irresponsabilidad-- que hoy estamos viviendo en el mejor campo para que florezca el virus del sectarismo y que estamos demasiado cerca de prácticas que siempre han sido el abono que mejor lo potencian: la simplificación de argumentos, el cliché de buenos y malos, la exhibición de superioridades morales, el desmesurado apasionamiento con "la causa" de algunos medios de comunicación y en particular los públicos. Y lo más determinante, la melancolía que provoca la frustración por tacticismos y alternativas políticas sin salida.



En todo caso, solo decir: ¡cuidado!, que no nos pierda una vez más el sectarismo. Porque ya sabemos que al final la cabra siempre tira al monte. 

jueves, 9 de octubre de 2014

EL ESTRAPERLO POLÍTICO CON EL 9 N

Joaquim González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL


Estraperlo era como se denominaba a una ruleta eléctrica trucada que en los años treinta dos holandeses trajeron a España. Su control quedaba asegurado mediante el accionamiento de un mecanismo que garantizaba que la banca siempre ganara y nunca arriesgara. El nombre proviene del acrónimo de la fusión de esos dos pillos, Strauss y Perlowitz, que la quisieron extender en nuestro país y que tantos dolores de cabeza trajeron a los políticos de la Segunda República.

Como estraperlo o ruleta trucada podríamos calificar el resultado del Consell Nacional del pasado domingo de Unió Democrática de Catalunya cuando, tras horas de debate, resolvieron que “no se pronuncian sobre si están a favor de la independencia o no”. Como si no fuera la decisión política más transcendente en décadas y el eje que determina y determinará cualquier proyecto político en Cataluña. Lo dejan a la libre opinión de sus militantes, simpatizantes y electores.

Sabemos que hoy, para un partido político y su programa de acción, no hay pregunta más necesaria que definir si apuesta, trabaja y milita por una Cataluña independiente o no. 

UDC y otros partidos políticos pueden hoy estar en el mismo dilema: o, por una parte, saben que no se va a producir la votación y no quieren desgastarse o, por otra, son conscientes de que el riesgo no está en defender el derecho a preguntar.

Saben que la zona caliente está en la obligación de responder sí o no a la independencia, y arriesgar, como se emplaza a que arriesgue al conjunto de la sociedad catalana cuando se le convoca el 9N.

Por esto creo que es estraperlo político. Al igual que aquella ruleta trucada que no tenía riesgo para una banca que siempre ganaba. El Consell de UDC ha preferido no arriesgar y renunciar a la función que le es propia como partido político: la de aspirar a liderar con sus propuestas e iniciativas la acción política. Si es que aceptamos que un partido político no es un club de debate. Si aceptamos que un partido político no es solo la suma de las opiniones de sus líderes por muy carismáticos y prestigiosos que puedan ser y que, en este caso, lo son. Y si aceptamos que un partido político es algo más, y para ello tiene unos órganos de dirección que elige democráticamente donde se construye la opinión colectiva y la síntesis desde donde la sociedad le da su confianza o no.

Lo preocupante de este estraperlo político es que han dejado sin una referencia imprescindible, la de UDC, para el sí-sí o para el sí-no. Porque es ahí donde está la esencia y donde se juega, o se jugará en el futuro, la final. Es ahí donde está el debate en Cataluña y no en el no radical “de dejar las cosas como están”, como nos comunicaban con grandilocuencia lo que habían decidido en el Consell Nacional.

El debate real en la sociedad catalana, más allá de leyes y tribunales, está y estará en independencia sí o no. Y en este debate, UDC, como fuerza política, estará ausente. Y esto no es una buena noticia. Ni es un buen ejemplo para aquellos ciudadanos y ciudadanas en Cataluña que reclamamos un debate abierto, democrático, dentro de la ley y liderado con rigor por las fuerzas políticas y en las instituciones.

Pero lo más decepcionante, incluso más que la renuncia a aportar su opinión en el debate, es el argumento y las razones que han aconsejado a este partido político no tomar ninguna posición sobre votar sí-no o sí-sí. Que como nos han informado, son el temor a dividir y fracturar la organización donde, dicen, conviven diversas y distintas opiniones.

Lo ha explicado, como nadie, Josep Antoni Duran i Lleida en su carta semanal del pasado 3 de octubre, “El posicionamiento de nuestro Consell Nacional tiene que permitir que todo el mundo se pueda identificar. Sería un error histórico, de un partido histórico con consecuencias históricas. Vaya, lo que más desea una parte del Estado y otros que no son el Estado: que una vez roto el PSC, también se rompa Unió”.

En otras palabras, lo que se ha acordado es: "si sale con barbas, San Antón y si no, la Purísima Concepción". Y en este caso, mencionar a los santos no pretende ser ironía.

viernes, 26 de septiembre de 2014

¡CATALANS!: Por favor, debatamos antes de que nos pille el tren

Hoy podemos decir, sin duda alguna, que la táctica que ha venido desarrollando el movimiento independentista en Catalunya ha sido brillante y que merece un 10, dado que ha conseguido invertir a favor de su causa,  en menos de cuatro años, las encuestas de opinión. 

Ha sabido llegar a los marcos mentales (“frames”, concepto acuñado por George Lakoff, lingüista y profesor de la Universidad de Berkeley, en a su libro “No pienses en un elefante”) de la mayoría de la ciudadanía en Catalunya,  consiguiendo lo más difícil a la hora de construir un proyecto: que, los convocados a la movilización y a la acción,  sientan la épica y el convencimiento de que están haciendo historia. 

Ha sabido aprovechar a su favor los fuertes aires resultantes de la grave crisis económica que vivimos, presentándola no tanto como el resultado de unas malas políticas de derechas o izquierdas, sino como responsabilidad del gobierno español, obviando así toda responsabilidad, con estas políticas, de CiU. Ha sabido aprovechar el desprestigio de los políticos, la indignación por los recortes, el deterioro de la marca España, los errores garrafales y el electoralismo a la hora de tratar los problemas territoriales por parte de las fuerzas políticas y los gobiernos de España. Ha aprovechado también la manifiesta inquina que desprenden los medios de comunicación de la derecha española más extrema hacia Catalunya y los catalanes. Medios que son presentados como la voz de España o de los españoles,  cuando no son más que una minoría,  aunque con potentes altavoces. 

Y, todo hay que decirlo, han contado con la ventaja posicional que representa la ausencia durante meses de la izquierda social y política catalana en el campo de juego del debate. Consecuencia de sus dudas, complejos y contradicciones a la hora de contraponer argumentos y debatir alternativas a la independencia, dejando así el atril a la derecha centralista con argumentos que hacen sonrojar a un demócrata. O en manos de algunos con posiciones que destacan por su extremado ataque a derechos inalienables de la lengua y la cultura catalana, lo que ha representado el mejor regalo para el independentismo.
  
Un silencio, el de la izquierda social y política, que le ha llevado durante demasiado tiempo: a unos contemplar el baile de la fiesta por la independencia desde el balcón con las manos en la cabeza de preocupación  y a otros a responder con medias palabras, argumentando que aún no toca el debate sobre independencia, no toca debatir sí o no. Sentados y tristes en un rincón de la plaza, para que nadie diga que no están con la mayoría social, pero sin bailar, o bailando solos, porque, aunque el cartel de la entrada anuncie "por el derecho a decidir”, la música, la letra, el baile, la alegría y el entusiasmo del público, como repiten insistentemente por la megafonía, responde al son de la independencia.

El otro gran acierto del independentismo, que merece otro diez en táctica, ha sido, cuando se anuncia y se presume por tantos foros la muerte de las ideologías, el haber sabido crear e impulsar instrumentos y plataformas a favor de la independencia que permitieran disimular al partido hegemónico en este proceso, ganando a la vez la prestigiosa y cotizada marca de “trasversales” y de “sociedad civil” y superar, como tantos predican, la tan dichosa división de derechas e izquierdas. Hoy lo que toca y manda es algo más potente y menos terrenal: el patriotismo y  “la libertad de un pueblo”.

Por esto vemos en los balcones, en las fiestas mayores de las ciudades y pueblos, en los pasillos de los institutos o de la universidad de Catalunya, la movilización por la independencia, un movimiento que ha sabido encontrar ese lenguaje positivo y amigable, para los marcos mentales de una sociedad  democrática,  como son “votar es democracia”, “democracia frente a leyes”, “independencia es futuro”, “España es el pasado” y etc, etc.

El mensaje positivo que ha sabido construir el independentismo, debido también a la ausencia de un debate de lo sustantivo sobre la independencia, sus contenidos y consecuencias, merece ser respondido por algo más que las consignas, tristes y grises, como son: la ley, los fiscales y la nada movilizadora “todo está bien y no hay nada que tocar” del Partido Popular. Porque aquellos catalanes que no compartimos la opción de la independencia, que creemos que sería un error, subrayo un error no un delito, necesitamos, porque somos los primeros interesados, se vote o no el 9 de noviembre, que de una vez por todas se abra el debate en serio con propuestas, positivas y también ilusionantes. Contraponiéndole un proyecto real  de reformas profundas que permita un debate real más allá de las emociones y más propio del Siglo XXI en una sociedad moderna, como es Catalunya, que no necesita ir a encontrase a si misma en los romances de tres siglos atrás.

Es urgente abrir el debate real, no se puede secuestrar por más tiempo la discusión  sustancial, que no es otra que el sí o no a la independencia, y ahí están llamados, no pueden esperar más para hablar y dar su opinión, los grandes, medianos y pequeños empresarios, los colegios profesionales, las universidades, las patronales con sus empresas etc. No pueden esperar más los sindicatos para abrir al debate en sus estructuras, con sus afiliados y con los trabajadores en las empresas. 

Debatamos por favor, al menos para evitar que cuando llame a mi puerta algún voluntario de la ANC estas próximas semanas para preguntarme qué Catalunya quiero para el futuro, yo haya podido leer, estudiar y escuchar algo más que la propaganda de colorines de unos y el BOE de otros. 

Por favor, abran los medios de comunicación públicos y privados el debate de lo sustantivo y abandonen el espectáculo en sus tertulias. Elaboren estudios, contrasten  opiniones y análisis. Por favor, comportémonos como un país maduro y democrático.  Guarden los panfletos. Atrevámonos a debatir con rigor y libertad. Debatamos antes que nos pille el tren.
  


jueves, 4 de septiembre de 2014

Repsol, empresa que mejor concilia": un reconocimiento a los sindicatos




Joaquím González Muntadas 
Director de Ética Organizaciones SL



Un año más los medios de comunicación informan que Repsol es la empresa de España que más se ha destacado en la implantación de acciones para fomentar la diversidad y trabajar para la conciliación  y el equilibrio entre la vida laboral y personal de sus trabajadores y trabajadoras. Digamos que Repsol es la empresa donde, sin ser la perfección de nada, sus relaciones laborales expresan un serio esfuerzo por avanzar en el campo de la conciliación entre el trabajo y la vida personal. Algo tan imprescindible y, a la vez tan descuidado en la sociedad española, que provoca que seamos uno de los países de Europa más atrasados en materia de conciliación y horarios. Un déficit del que se habla mucho y se hace menos, y del que pagamos las consecuencias en nuestra calidad vida y de trabajo, también con la pérdida de eficiencia social y empresarial.

Aunque los medios de comunicación y las entidades que otorgan estos reconocimientos y premios nunca lo mencionen o lo desconozcan, el reconocimiento a la política laboral de esta gran empresa precisa ser complementado, y es bueno que se conozca, con el conocimiento del activo papel que han jugado CCOO y UGT a la hora de alcanzar estos objetivos. Pues desde los diversos ámbitos de participación sindical que existen en esta empresa cuyas relaciones laborales están fuertemente sindicalizadas y con unos altos índices de afiliación. Los sindicatos han intervenido con sus propuestas e iniciativas en la elaboración y puesta en marcha de forma muy activa de las mismas.

La positiva mención de "Repsol, la empresa que mejor concilia vida personal y laboral", debería ser un reconocimiento también a estos sindicatos por su capacidad de iniciativa y de propuesta que, junto con la indiscutible y especial sensibilidad de la Dirección de la Empresa en la gestión de las personas, son parte muy activa de los buenos resultados en esta materia.

Junto a ese merecido reconocimiento otorgado a "Repsol como primera empresa en conciliación en España" es de justicia que se valore una práctica sindical constante y valiente, realizada año a año, que ha sabido ir más allá de la rutina de la negociación colectiva que ha sabido construir propuestas innovadoras y ambiciosas en materias de igualdad, diversidad, conciliación, teletrabajo, capacidades diferentes, participación, salud y seguridad, organización del trabajo, estabilidad en el empleo, salario variable, política industrial. Una práctica sindical que no ha querido estar ausente en la los aspectos de la RSC, que aporta sus opinión y valoración a la Memoria SocialAnual y que ha creado una activa y estable Red Sindical de diálogo social con los sindicatos de los países latinoamericanos donde Repsol tiene centros de trabajo.

Una práctica sindical que ha sabido construir, desde la propuesta, la acción y la negociación, un particular y valioso instrumento como es su Acuerdo Marco, referencia de la negociación colectiva para el conjunto de las empresas que conforman este grupo industrial y a sus más de 17.000 trabajadores en España, que de no existir, es muy posible que las relaciones laborales y sindicales en este grupo industrial fueran muy distintas, en especial para muchos de los miles de trabajadores y trabajadoras de las empresas filiales que no pertenecen al núcleo principal (como sucede, en no pocos, grupos de empresas donde nada tienen que ver los derechos y política empresarial de quienes pertenecen a las empresas del núcleo, con el resto de filiales o empresas que componen el grupo empresarial).

Es obligado también reconocerle a la acción sindical su parte en el éxito porque nos permite ilustrar con precisión el valor del sindicalismo y tener un ejemplo más, entre los miles que se pueden encontrar, del liderazgo cooperativo y cercano a la realidad que precisa defender y conquistar nuevos derechos, tanto colectivos como individuales, que los cambios sociales y económicos y el en particular el mundo del trabajo demandan. Porque podrán surgir mil leyes, y buenas leyes, que hablen de políticas de igualdad y diversidad, que hablen de mil derechos, derecho a la conciliación, a la formación, a la información, etc., pero si no hay trabajadores organizados en sindicatos interesados y comprometidos en promoverlos, defenderlos y aplicarlos, muchas se quedarán en las puertas de las empresas y no germinarán en los centros de trabajo.

Por esto es bueno que se conozca el buen trabajo que realizan los sindicatos, en esta y en miles de empresas más. Estas actividades deberían explicarse más y mejor a la sociedad, porque ahí están también muchas de las respuestas a preguntas hoy tan de moda en algunos círculos, como: ¿para qué sirven, en estos tiempos tan modernos, unas organizaciones tan centenaria.

martes, 2 de septiembre de 2014

RSC, SINDICATOS Y ACUERDOS MARCO GENERALES

RSC, Sindicatos y Acuerdos Marco Globales



Joaquim González Muntadas 
Director de Ética Organizaciones SL


El sindicalismo empezó desconfiando de las iniciativas empresariales de “responsabilidad social” por su percepción, y muchas veces realidad, de que constituyen tan sólo operaciones de marketing como respuesta a la por lo general difusa exigencia de la sociedad en relación con los problemas medioambientales o sobre las condiciones de trabajo en las empresas de los países emergentes proveedoras de las multinacionales del mundo más desarrollado. Pero una vez más la vida se encargó de demostrarle también al sindicalismo que sólo con cautelas y denuncia de las malas intenciones del otro no se construye ningún proyecto ni es posible la iniciativa social.

Pronto una parte del sindicalismo entendió que esos compromisos unilaterales de algunas empresas, “voluntarios” los llamaban (como si los pactados no lo fueran), son también exigibles socialmente. Y se empezó a construir una nueva práctica sindical propositiva que ha culminado a fecha de hoy en unos 100 “Acuerdos Marco Globales” (AMG), suscritos por otras tantas multinacionales en el mundo, la mitad en el sector industrial. Acuerdos promovidos y firmados con las empresas por Federaciones Sindicales Internacionales, por las organizaciones sindicales de sus casas matrices, o por ambas. Unos acuerdos que suelen incluir en su ámbito de aplicación la empresa matriz y sus filiales y, en las mejores prácticas, también toda la cadena de valor. En su contenido recogen la revisión sindical de los compromisos empresariales de RSC, los sistemas de auditoría de los derechos en toda o parte de su cadena de valor y los órganos paritarios de seguimiento.

Unos 100 Acuerdos Marco, pero que sólo corresponden a un 1% de las multinacionales del mundo. En España tenemos el privilegio de contar con una experiencia que es hoy referencia en el sindicalismo mundial, me refiero al Acuerdo Marco con Inditex, firmado con la multinacional gallega creada por Amancio Ortega, y hoy presidida por Pablo Isla, con La Federación Sindical Internacional “IndustriALL Global Union” dirigida hoy por Jyrki Raina.

El paso de los compromisos empresariales unilaterales a los AMG no significa solamente ponerle la firma sindical al Código de Conducta. Supone también conferir al sindicato una posición, y una responsabilidad, distinta. Se ha pasado del necesario grito, de la denuncia, ante violaciones de derechos básicos cuando se producen, y se conocen, a asumir por parte sindical la responsabilidad de participar en la prevención de tales violaciones, a tener una activa intervención en el seguimiento de las condiciones de trabajo en las cadenas de producción de las multinacionales. Ello exige instrumentos pactados con éstas para que el sindicalismo organizado pueda acercarse a su cadena de valor, se le abran puertas para que sean los propios trabajadores de esta cadena los que se organicen solidaria y coordinadamente, y puedan contribuir a tales objetivos. Si hiciera falta algún ejemplo de ello, de nuevo Bangladesh viene a dárnoslo. En el sector textil-confección la puesta en práctica del ACCORD suscrito con IndustriALL y UNI por parte de 160 multinacionales ha significado ya multiplicar por 5 la afiliación sindical en este sector de este país tan martirizado por la irresponsabilidad y la codicia de sus instituciones y de muchos de sus empresarios. 

¿Pero, por qué sólo un 1% de las multinacionales? Cuando los contenidos, compromisos de RSC, y la implicación sindical que pueden representar los AMG, parece que deberían interesar a todas las multinacionales y a todos los implicados, pero en realidad no es aún así. En mi opinión ello no se debe tanto a que algunas multinacionales consideren la política de RSC solamente como una operación de marketing, que aún las hay, sino que no han entendido o no participan del sentido de la corresponsabilidad sindical, probablemente lo mismo que seguramente debe suceder en otros ámbitos más inmediatos en la propia empresa y en el día a día en su relación con las organizaciones representativas de los trabajadores. O, también se da el caso, porque las estructuras sindicales, empezando por las de la casa matriz, no han entendido, aún, cuánto les interesa la defensa de los derechos del trabajo en el mundo, y no sólo por solidaridad, sino también para proteger sus propios derechos. 


En un mundo cada día más globalizado, con estructuras de producción y comercio cada día más internacionalizadas, es evidente la carencia de un ordenamiento jurídico internacional eficaz, es decir con instrumentos coercitivos capaces de hacer frente a las violaciones de los derechos humanos. Existen ciertamente los Convenios de la OIT, pero ésta es impotente para hacer frente a sus violaciones. Sólo la Organización Mundial del Comercio podría intervenir eficazmente para bloquear el comercio de productos sin garantías laborales o medioambientales en su fabricación. Pero hasta ahora no quiere.