lunes, 16 de febrero de 2015

CC.OO. y los titulares de El País

Un amigo le decía a otro: ‘mira esa desgraciada familia, el hijo drogadicto, la hija borracha  y el padre se acuesta con la madre’. Así, o muy parecida, es la noticia que el pasado  domingo 15 y lunes 16  de febrero, ofreció en su portada, editorial incluida, el muy “serio y riguroso” diario EL PAÍS. Entre líneas presenta, en esta España plagada de escándalos, que un hecho normal y legal como si fuera un fraude o una inmoralidad desde un titular cargado de intención y juicio que prácticamente no hace falta seguir leyendo : "CCOO de Banca gastó 14 millones en comidas  y viajes en cinco años. Se destinaron grandes partidas a restaurantes, hoteles y a organizar congresos.

Ya podríamos felicitar a este periódico, porque si su objetivo, como parece por razones que desconocemos, es perjudicar a este sindicato y por extensión al sindicalismo confederal, no hay ninguna duda de que lo ha conseguido con creces y con nota. Lo ha conseguido con su titular en la portada del domingo cuando dice "CC OO de banca pagó a sus delegados 3,7 millones en sobresueldos" aunque luego la noticia describa que son "complementos salariales" reflejados en su presupuesto y en los balances aprobados en los órganos de dirección y de auditoría, lo que nada tiene que ver con los miles delegados sindicales de esta Federación, ya que responden a criterios objetivos y medibles de las personas con responsabilidad en los órganos de dirección y con plena dedicación a su responsabilidad sindical.

La pregunta lógica que se hace cualquier persona que conozca la función y la actividad de un sindicato, al leer el  titular de que COMFIA CCOO destina un gran parte de su presupuesto a viajes y a organizar reuniones y congresos, es: ¿Qué tiene de condenable que una organización sindical emplee sus recursos en su misión y función principal, que es atender y organizar a los trabajadores en todo el territorio que le es propio?, Y se pregunte ¿Qué tiene de malo que gaste la parte más importante de sus recursos, en actividad, y por esto,  en celebrar encuentros, reuniones, seminarios, cursos, asambleas y congresos hasta en el último rincón de la geografía española? Siendo lógico, por no decir de cajón de madera de pino, que esta actividad precisa de muchos desplazamientos, como seguro que reflejan los planes de trabajo de esa organización. Y por  ello, necesita realizar muchísimo gasto en billetes de tren, avión, autobús, mucho gasto en gasolina, alquiler de coches, parkings, autopistas, comidas, alquiler de salas y locales, etc, etc. La pregunta sigue siendo la misma ¿dónde está el problema?. 

La pregunta es si lo que quiere insinuar este periódico cuando titula su portada que COMFIA CCOO se ha gastado en desplazamientos una media de 2,8 millones de euros al año es que juzga que es demasiado, y por ello lo califica como un lujo impropio de la actividad de un sindicato de clase, impropio de una  organización como COMFIA CCOO  o lo que quiere es levantar sospechas interesadas sobre la honestidad de los dirigentes de esta organización. Aunque esta Federación, como ha hecho, abra sus armarios y cajones como ninguna en este país y explique con detalle la razón y causa de ese esfuerzo económico y de medios para poder responder con eficacia a su función de representar y defender los intereses de los trabajadores y trabajadoras de sus sectores que como demuestran con su afiliación y su voto elección tras elección sindical. 

EL PAÍS con su denuncia parece que nos quiere decir a sus lectores que son excesivos los esfuerzos y los gastos en viajes para una organización que tiene que promover y negociar decenas de convenios estatales de sector y con ello atender a sus respectivas comisiones negociadoras y comisiones paritarias y financiar sus respectivas reuniones mensuales o trimestrales. 

Pero en el fondo, la pregunta, principal y determinante, que supongo que en las próximas semanas o meses nos podremos responder es: "para qué estos titulares" o “a qué intereses responden". El tiempo lo dirá. Como también el tiempo, la militancia sindical de miles de personas, el trabajo honrado, la ética y la decencia de los sindicalistas de CCOO de Banca conseguirán limpiar su  nombre y sus siglas manchados por este ataque injusto. 



martes, 10 de febrero de 2015

¡Sí!: reivindiquemos la Transición

¿Qué le está pasando a esa generación que durante los años de la transición, la Constitución, los Pactos de la Moncloa y la adhesión ala Comunidad Europea, vivió con orgullo su militancia política, sindical, empresarial, así como en entidades profesionales y ciudadanas, y hoy no pide la palabra para, desde su experiencia, rebatir con argumentos y conocimiento, las descalificaciones de la acción política de aquellos años?

¿Qué le retiene a esta generación y la acalla, cuando por primera vez en este país, con una larga historia tan poco edificante en el arte de la política, en aquellos momentos especialmente complejos y difíciles, fue capaz de construir un edificio de convivencia democrática que ha sido ejemplo de inteligencia, madurez y generosidad?

¿Qué razones --o complejos-- explican el silencio de quien conoce bien el valor del trabajo realizado, que con orgullo e ilusión abrió un tiempo nuevo de esperanza y supo enterrar los viejos demonios que tantas veces han perseguido nuestra convivencia, haciendo de España durante décadas un lugar injusto, triste, pobre y atrasado?

¿Qué hace que permanezca muda ante las críticas feroces de esos sectores de la opinión pública y de dirigentes políticos, que nos explican que aquello fue un pacto entre élites y que la razón y causa de todos nuestros problemas de hoy están en el pragmatismo, el diálogo y el consenso entre diferentes de aquellos años que edificó nuestra convivencia, una práctica, por cierto, ajena a nuestra historia y presente y al parecer podría también ser ajena a nuestro futuro?

¿Qué le pasa a esa generación comprometida, idealista y activista, en la que la parte más brillante de cada disciplina y actividad se comprometió en la cosa pública y en mejorar su país, que hoy no es capaz de salir en tromba a defender una de las pocas obras decentes de nuestra negra y triste historia política llena de desprecio de la cosa pública, de sectarismo e individualismo que explican muchas de las razones de nuestro histórico retraso social y económico?

Porque deberíamos saber que nuestros problemas no vienen, ni están en los fundamentos del edificio que se construyó desde el dialogo, el consenso y la concertación. Ni tampoco son la causa de nuestra incapacidad de ver como día a día se iban degradando los muros, vigas y columnas fundamentales de ese edificio que constituyen las reglas democráticas, el control y la transparencia de las instituciones y que han provocado la pérdida de su credibilidad.

Nuestros males no están en el edificio ni en sus materiales, por deficientes que éstos fueran. La razón deberíamos buscarla en sus habitantes porque nos ha fallado la ética política y ciudadana  equivocando las prioridades, devaluando injusta y temerariamente el valor del trabajo, la formación y el esfuerzo frente a la especulación y el endeudamiento, devaluando el valor de lo colectivo y la cooperación frente la mistificación del individualismo.

El edificio está destrozado por el mal uso y la falta de cuidados por parte de sus vecinos que somos la sociedad española. Un edificio, España y sus instituciones, que precisa una urgente reparación que sólo puede venir desde el diálogo y el compromiso común. Que no vendrá de las soflamas de "pared contra pared", aunque a corto plazo puedan dar altos réditos electorales a los dos extremos que la defiendan. Ni tampoco vendrá por dinamitarlo o que una parte de sus vecinos abandonen el edificio para construir otro más pequeñito con los mismos materiales degradados.

Saldremos de esta crisis si nuestras instituciones son capaces de repararse y ejercer su liderazgo, con valentía e inteligencia. Cosa que es muy probable que nos demuestren en estos días, una vez más por cierto, las dos grandes Confederaciones Sindicales, CCOO y UGT, con la firma del Acuerdo con la Patronal, dando un buen ejemplo del valor del diálogo y la negociación y que sería justo que sus protagonistas recibieran el reconocimiento social que merecen. Pero es muy posible que no sea así, porque sabemos bien que, en nuestras tierras y en estos tiempos, las posiciones más proclives a las complejidades de la sutil negociación y el diálogo no salen bien en la pantalla de televisión. Como tampoco el reivindicar y defender hoy el valor de aquella transición.