jueves, 15 de diciembre de 2016

La ministra Báñez y su macguffin

Un macguffin  es la expresión acuñada por  Sir Alfred Hitchcook para definir la maniobra o excusa argumental, carente de relevancia en la película, donde apoyado por un elemento como un maletín, un sombrero, un elefante,  etc,  que el espectador no había apreciado hasta ese momento, realiza el director para despistar al espectador y provocar un giro en la trama.

Algo muy parecido acaba de hacer la Ministra Báñez. Nos ha presentado a bombo y platillo, en mitad del relato de inicio de legislatura que estamos viviendo y de preparación de la agenda de negociación del Dialogo Social en materias como pensiones, reforma laboral y renovación del Acuerdo para la Negociación Colectiva, su propuesta de modificar los horarios de trabajo para favorecer la conciliación de la vida laboral y personal, una idea recurrente y compartida por la inmensa mayoría de la sociedad y las fuerzas políticas y sociales.

El macguffinde la ministra Báñez, no debería cambiar el foco ni rebajar la preocupación social y la denuncia de las deplorables condiciones de trabajo y de salario de amplios colectivos de trabajadores y trabajadoras, fruto de los abusos en la contratación de la mayoría de las empresas multiservicios, o las diferencias salariares entre directivos y trabajadores, de las más agudas de Europa, o la devaluación que han padecido los salarios entre los jóvenes y las nuevas contrataciones en las empresas, una auténtica lacra social que empieza a ser denunciada por la mayoría de las instituciones económicas por representar un serio riesgo para la salud y el equilibrio de nuestra economía.

Unos temas que precisan negociación, diálogo y decisión para afrontarlas con máxima urgencia que están situadas en la agenda social y política y hasta ahora ocupaban las primeras páginas en los medios de comunicación y no deberían ser relegados por este macguffinde la ministra Báñez en forma de iniciativa política novedosa del gobierno Y que, como el espectador en el cine, no desviemos la mirada,
en este caso, las prioridades y las urgencias, mientras nos cambian la trama.

Esperemos que se reafirme la agenda política y se aceleren las negociaciones de los temas pendientes, que son difíciles y urgentes pero necesarios de resolver como la brecha salarial, la Inspección de Trabajo o la reforma del Estatuto de los Trabajadores,  además de las ya citadas.

Ello no quiere decir, muy al contrario, que no debamos afrontar también la racionalización horaria con seriedad y rigor, trabajando medidas que faciliten la conciliación de la vida personal, familiar y laboral. Conscientes de la necesidad  de poner en común los tres espacios ahora tan difícil de armonizar, para tantas personas, como son los horarios de trabajo, los escolares y comerciales y los personales, de ocio y relaciones sociales, lo que supone introducir cambios, en algunos casos muy profundos, en los hábitos y costumbres de la sociedad, y que precisará de un conjunto de pactos y acuerdos sociales para que sea posible.

Pero una muestra importante del grado de madurez de  nuestra sociedad en relación a la demanda de reformas horarias nos la dará también cuantas medidas y derechos se pactarán en los convenios colectivos que favorezcan e impulsen la conciliación, en línea con la afirmación de Miguel Ángel Aller, director de personas, organización y cultura de Gas Natural Fenosa, en el periódico Expansión del 13/12/2016, donde afirma la necesidad de que se pacte en las empresas  “un horario de gran flexibilidad de entrada, salida y pausas para la comida, Bancos de Tiempo para la realización de gestiones personales en horario laboral etc, …… acciones que contribuyen a la mejora de la calidad de vida de las personas y a su autorrealización personal, que tienen un efecto de retorno en mejora social y muy probablemente en mejorar la productividad nacional”.


Conciliar la vida laboral, personal y profesional, racionalizar los horarios, cambiar las costumbres. Pongámonos a ello, que no sea uno de esos espacios comunes que sirven para hablar y hablar pero que luego la vida de los hechos, los convenios colectivos, las leyes, van en dirección contraria. Al final solo sirven para entretener, cuando no es para despistar como un macguffin, pero este es un tema demasiado serio y necesario para jugar con él.


lunes, 12 de diciembre de 2016

Sindicato 4.0 para una Industria 4.0

“Los más apasionantes avances revolucionarios del siglo XXI no ocurrirán por la tecnología, sino por un concepto expansivo de aquello que implica ser humano” ,
John Naisbitt


Sabemos que el cambio tecnológico basado en la digitalización y en la Industria 4.0 (algoritmos, robots, inteligencia artificial, Internet de las cosas, impresoras 3D, nuevos materiales etc.), no consiste sólo en unos cuantos robots, en operarios con tablets en la cadena de producción, o compañeros y compañeras trabajando en teletrabajo desde casa, sino que representa un profundo cambio en la visión misma de la empresa en todos sus niveles. Supone un rediseño de su propia esencia, su organización de la producción, su relación entre proveedores, productores y clientes, y por supuesto una transformación muy profunda de las relaciones laborales y sindicales. Hay incluso quienes afirman que estamos ante un nuevo salto en la historia de la Humanidad.

Pero no sabemos, con tanta seguridad, las consecuencias que este profundo y acelerado cambio tecnológico va a representar en el empleo, en las condiciones de trabajo o en la distribución de la riqueza. Ni quién, entre los diversos gurús y expertos que pronostican el futuro, tendrá razón. Si los tecno-optimistas, que describen una futura sociedad del ocio con más y mejor empleo gracias a la  tecnología, o los pesimistas que afirman, con igual contundencia, que el resultado de esta transformación representará la masiva destrucción de empleo, porque entienden que llegaremos al colapso tecnológico, y por tanto se romperá el círculo virtuoso que ha existido hasta ahora entre innovación tecnológica, reparto de la productividad y nuevos empleos.

Dos visiones que por su larga experiencia el movimiento sindical sabe que pueden ser igual de perniciosas para los trabajadores. Ambas convergen en un mismo mensaje: el determinismo que invita a la subordinación, a la pasividad de los actores sociales y políticos y a la resignación ante los cambios. Una visión que invita a quedarse sentado a contemplar cómo pasa el tiempo y a esperar que  la tecnología traiga por sí misma el progreso, el empleo y la humanización del trabajo y la otra, también perdedora, que representaría para el sindicalismo izar la bandera de la resistencia para conseguir lo imposible: impedir el cambio tecnológico y renunciar a intervenir en la transformación en marcha.

Por esto, consciente de la trascendencia de los cambios y de su papel, el sindicalismo sabe que deberá trabajar duro para ganarse un papel relevante en este proceso de transformación y transición digital en las empresas. Para ello necesita mantener una posición activa, tener propuestas e iniciativas propias sobre los nuevos empleos y condiciones de trabajo, en salario, seguridad, formación permanente o participación de los trabajadores. El sindicalismo sabe que no valdrán sólo las grandes declaraciones y eslóganes, y precisará formar a sus equipos de sindicalistas, buscando nuevos conocimientos y construyendo nuevas alianzas con sectores profesionales, técnicos y centros de estudio del mundo del trabajo. Y tendrá que reforzar al máximo la cooperación sindical internacional para intercambiar conocimientos, experiencias y las mejores prácticas entre los sindicatos de los diversos países y de las grandes empresas transnacionales que ya están viviendo la transformación digital.

Tendrá que volver a definir y, en muchos casos, conquistar espacios de participación en los centros de trabajo, como nos propone José Luis Lopez Bulla, en su muy conocida reflexión publicada en abril de 2015 http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/09/la-parabola-del-sindicato.html, sobre los retos para el sindicalismo en  esta fase, como la necesidad de “interpretar adecuadamente los procesos reales que se desarrollan en los ecocentros de trabajo, lo que va surgiendo y lo que desaparece …… y los nuevos derechos propios de esta fase tecnológica; y con qué amistades preferentes vamos a caminar en tan largo recorrido que tiene que construir”

La Industria 4.0 puede ser una oportunidad para fortalecer el papel del sindicalismo, si es capaz de aprovechar una de las características propias de esta nueva fase, como la transparencia y la implantación del trabajo colaborativo entre funciones y departamentos, o la cultura de mayor trabajo de equipo entre trabajadores, técnicos e ingenieros, ante la desaparición de los departamentos estancos o las estructuras cerradas de la vieja empresa.

Una oportunidad para corregir el actual déficit de representación del sindicalismo entre los colectivos de trabajadores más cualificados y más jóvenes, e intentar representar también sus intereses específicos junto al resto de colectivos de la empresa. Una buena oportunidad para motivar su implicación  y sumar conocimientos imprescindibles  para construir la estrategia sindical ante la Industria 4.0, de un sindicato más fuerte y útil.

Digamos un Sindicato, también, 4.0, capaz de organizar y representar la cada vez mayor diversidad del trabajo en la empresa donde se han incorporado nuevas herramientas digitales en la gestión de las personas, cuyo derecho de utilización debería ser exigido por los representantes sindicales en la negociación colectiva. Nuevas herramientas que han cambiado radicalmente la concepción y la vieja dirección de recursos humanos, que han revolucionado tanto las formas de control y comunicación interna de la empresas como entre los propios trabajadores.


Sindicato 4.0 para esta era de los grandes datos y la inteligencia artificial, donde esperemos que la capacidad de iniciativa, fuerza y talento sindical impidan que esa nueva “fábrica inteligente” del futuro, no acabe siendo la fábrica “estúpida”  e injusta para sus trabajadores y trabajadoras, donde el trabajo haya perdido toda consideración y valor social. Ahí está el reto, esperemos que la inteligencia sindical sepa responderle. 

lunes, 21 de noviembre de 2016

28 NOVIEMBRE, POR UN PACTO DE ESTADO POR LA INDUSTRIA

Abrimos una nueva legislatura que debería ser determinante para corregir políticas y afrontar en serio las reformas que tenemos pendientes, pero seguimos, parece que por mucho tiempo, en un clima político preñado de desconfianzas y en una batalla permanente de todos contra todos, lo que añade serias dificultades para acometerlas con un mínimo de éxito. Seguimos con la demostrada incapacidad de los protagonistas políticos e instituciones para escucharse, dialogar y sumar compromisos y voluntades necesarias para  afrontar los desafíos que reclaman respuestas en  la actual situación y en tantos campos.

En contraste con este ambiente general de falta de diálogo, el próximo día 28 de noviembre, en la sede del Consejo Económico y Social, tendremos un buen ejemplo del valor de la suma de voluntades y el acuerdo entre diversos, con la firma de la ‘Declaración de los Agentes Sociales por la Industria’ por parte de siete organizaciones empresariales que representan a los sectores industriales de la química, automoción,cemento, papel, petróleo, alimentación  y la siderurgia (FEIQUE,ANFAC, AFICEMEN, ASPAPEL, AOP, FIAB,, UNEDIS)y las Federaciones Sindicales del ámbito industrial de CCOO y UGT.

Esta iniciativa exige cambios, reformas y acción política en los campos de energía, infraestructura y transporte, formación, empleo, I+D+i, internacionalización, unidad de mercado nacional y europeo en materia de regulación en el ámbito industrial y ambiental, financiación, sostenibilidad, etc. Políticas, en definitiva, que potencien la industria, que es la condición indispensable para generar crecimiento económico y empleo de calidad necesario para mantener y ampliar nuestro Estado del Bienestar.

Nada nuevo, si se quiere, porque la mayoría de estas demandas son propuestas y exigencias que se vienen repitiendo por todas las fuerzas políticas, económicas y sociales; las vienen reiterando los medios de comunicacióny los profesionales en la materia. No hay un solo discurso, debate o exposición que haga referencia a las urgentes necesidades como país que no nos recuerde la necesidad de potenciar la industria y reclamar el repetido y necesario cambio de modelo productivo. Y ahora, más recientemente, ante la acelerada transformación tecnológica, no añada también la demanda de iniciativas, recursos y atención política para acompañar e impulsar la digitalización y la Industria 4.0 en nuestra economía y empresas. 

Por ahora, solo llegamos a repetir eslóganes, pues la cruda realidad es que se reduce la inversión en I+D+i; se cierran centros tecnológicos; se sigue deteriorando el mercado de trabajo, avanzamos poco, por no decir  prácticamente nada, en la formación profesional; y seguimos a cuestas con la siempre pendiente reforma educativa, que debe ser la base de cualquier transformación y cambio productivo. De igual forma que seguimos, profundizando cada día más, en una total y absoluta falta de coordinación de recursos, objetivos y estrategias entre el Gobierno Central y las Comunidades Autónomas, y éstas entre sí, a la hora de dirigir los recursos y afrontar sus políticas industriales o  sus particulares iniciativas en torno a la Agenda Digital.

Por esto, el principal valor  de la  Declaración de los Agentes Sociales que se firmará el próximo 28 de noviembre -y esperemos no se convierta en un papel mojado más-, por los representantes de empresas y trabajadores de los más importantes sectores industriales, es la acertada reclamación de un Pacto de Estado por la Industria que promueva la suma de esfuerzos y voluntades para convertir la apuesta por la industria en el centro de las preocupaciones de la acción política en nuestro país. Que construya los necesarios compromisos a largo plazo entre las administraciones públicas: central, autonómicas y locales; los partidos políticos, agentes económicos, sociales, la comunidad del conocimiento, en definitiva, del conjunto de la sociedad.

Un Pacto de Estado que responda a los nuevos retos que nos exige la acelerada transformación tecnológica y digital de la industria, la economía y la sociedad. Que sitúe la mejora competitiva de la industria y la creación de empleo de calidad en una de nuestras principales prioridades, también en los ámbitos que les son propios a las organizaciones firmantes como es la negociación colectiva. Que convierta esta nueva legislatura que empieza, en la Legislatura de la Industria. Y para ello, debemos pasar, sin más dilación, de las palabras a los hechos, antes que se nos vuelva a escapar, una vez más, el tren del futuro.



viernes, 11 de noviembre de 2016

LA HORA DE CC.OO Y UGT: CON INTELIGENCIA Y AUTONOMÍA

“I governi passano, il sindacato resta”. Luciano Lama.

El 25 de enero de 2012, tras cuatro años de grave crisis económica y destrucción de más de dos millones de puestos de trabajo, con 5,4 millones de personas desempleadas y más de 1,5 millones de familias con todos sus componentes en el paro, las confederaciones sindicales de CCOO y UGT y las organizaciones empresariales firmaron un acuerdo para el empleo y la negociación colectiva. Era el II ANEC, una clara expresión de los agentes sociales y económicos de aunar sus voluntades y sumar esfuerzos y compromisos para hacer frente a la acelerada destrucción de tejido productivo y al constante cierre de empresas y despidos.

Como no puede ser de otra forma, estaba cimentado en la coincidencia en el diagnóstico sobre la grave crisis económica y la necesidad de hacerle frente. Se trataba de mejorar las exportaciones, cortando la sangría que representaba nuestro alarmante déficit comercial; de invertir la tendencia, vivida durante décadas, de una mayor inflación con respecto al resto de la Unión Europea, evitando la pérdida constante de competitividad de nuestra economía. Para ello, como refleja la introducción del propio acuerdo, se precisaba incrementar la productividad, acentuando los esfuerzos en innovación, calidad e internacionalización de nuestros productos y servicios, para lo cual, la modernización de las relaciones laborales, la participación de los trabajadores y la negociación colectiva podría ser importantes palancas.

El II AENC, un acuerdo sin parangón en cualquier otro país europeo en lo que se refiere a su contenido y objetivos, asumía la contención del crecimiento de los salarios, pero acompañada del compromiso empresarial de moderación en el reparto de sus beneficios y su reinversión en innovación y renovación tecnológica para mejorar la competitividad de las empresas. Significaba también la apuesta de afrontar, de una vez, la reforma de nuestra estructura de la negociación colectiva, con criterios novedosos de racionalización, tanto para los convenios colectivos de los sectores, como para su encaje y articulación con la negociación en el ámbito de las empresas. Representaba un paso de gigante en la política sindical, con nuevos criterios para afrontar el eterno dilema de la flexibilidad de jornada o la flexibilidad salarial, y las posibilidades de ésta como alternativa, en muchas casos, a los despidos, junto a la participación de los trabajadores y sus representantes frente a la desregulación y al autoritarismo tan extendido aún en las formas de gestión de nuestras empresas.

Pocas semanas después, la soberbia de la mayoría absoluta del Gobierno de Mariano Rajoy, sumado a una visión reaccionaria de amplios sectores empresariales, hicieron propio el para qué negociar si lo podemos imponer. Se lanzaba así un torpedo a la línea de flotación del esfuerzo de concertación del II AENC, un paso de gigante en las relaciones laborales en nuestro país. Un Acuerdo que aspiraba reforzar y convertir la negociación colectiva en la principal y más segura herramienta para modernizar las relaciones laborales, mejorar la productividad y la competitividad de las empresas. Una apuesta en la  dirección contraria de la impuesta por la Reforma Laboral, claramente dirigida a debilitar la negociación colectiva y promocionar la desregulación, con fatales consecuencias sobre el deterioro de nuestro mercado de trabajo y las condiciones salariales y de trabajo de amplios colectivos de trabajadores y trabajadoras, especialmente los más jóvenes. Constituyó una oportunidad perdida por el vaciamiento de una de condición indispensable: el necesario equilibrio entre las partes, en este caso entre los empresarios y los trabajadores, los sindicatos y las patronales.

Ahora se abre una nueva etapa económica, con crecimiento de la economía, a la par que una nueva etapa política con una legislatura y un gobierno sin mayoría absoluta. Por ello, la inteligencia de CCOO y UGT puede intervenir incidiendo en las reformas aún pendientes y necesarias en el plano social, industrial y laboral. Una nueva etapa de recuperación del protagonismo sindical para proponer y negociar, y si es preciso movilizar, acordando con el gobierno unas materias y con la patronal otras, con objetivos recogidos en la propuesta  RECUPERAR A LAS PERSONAS, CONSTRUIR JUNTOS EL PROGRESO, la agenda de prioridades de ambos sindicatos. Vienen nuevos tiempos y con él nuevas oportunidades para el sindicalismo confederal. Los necesita el país, la economía y, sobre todo, los trabajadores y trabajadoras. Los necesita el futuro.


martes, 1 de noviembre de 2016

Seat: Escuchar a los millennials, una buena iniciativa

Los millennials somos creativos y buscamos nuevos caminos porque no tenemos lugar alguno en lo ya establecido, porque el presente nos obvia o no nos paga. (Anna Castro Barquero. Barcelona. Cartas al Director El  Pais 11 de mayo 2016)



Cuando en nuestro país se habla de “millennials” o “de generación Y”, lo habitual es hacerlo sobre una juventud atrapada en la economía irregular, empleos de bajos salarios, falsos becarios y en prácticas, jóvenes trabajadores viviendo en una competencia feroz. Por eso es una buena noticia que la empresa SEAT haya puesto en marcha una interesante iniciativa bajo el nombre "El futuro del trabajo en SEAT” dirigida a sus empleados menores de 30 años, al colectivo de ‘millennials’, cuyo objetivo es promover una “escucha activa”, como lo ha definido el vicepresidente de Recursos Humanos de esta empresa,Xavier Ros, para conocer qué dice y piensa sobre el futuro y las nuevas formas de trabajar este colectivo, que hoy representa el 24% de su plantilla.


Promover la participación y conocer la opinión de los ‘millennials’ debería ser una necesidad para toda empresa y organización que piense afrontar el futuro con éxito. Intentar, saber sus ideas sobre: cultura y liderazgo, desarrollo y aprendizaje, compensación, salarios y rendimiento, es una necesidad para toda empresa que quiera adaptar sus relaciones laborales a los tiempos y a la nueva organización del trabajo que incorporará la transformación digital. Además de una buena idea que reconoce que la innovación es una fuerza potencial que está dentro de las empresas, entre las personas que trabajan en su interior. Es una experiencia que debería interesar a otras muchas empresas y organizaciones y una necesidad para no cometer graves errores en la gestión de las personas.

Porque hablar del futuro de la economía, la digitalización y la Industria 4.0 sólo desde los foros y seminarios especializados o en los ámbitos académicos o institucionales, dejando fuera la creatividad de los trabajadores y trabajadoras, especialmente, en este caso, de los jóvenes, será una política incompleta. Diseñar los cambios, como están haciendo tantas empresas, sin facilitar, ni promover la participación en todos los colectivos que la forman despreciando conocer cómo están viviendo los cambios y cómo intuyen el futuro los jóvenes, y los no tan jóvenes, trabajadores, también desde la imprescindible participación de los sindicatos, será un grave error que no suelen cometer las mejores empresas.

Como tampoco suelen cometer, las mejores empresas, el error --que esperemos que SEAT no lo haya hecho-- de dirigirlo sólo al colectivo de indirectos, dejando fuera a quienes están en producción. Porque es repetir y seguir manteniendo, en las puertas de la 4ª Revolución Industrial, aquella vieja división jerárquica del trabajo taylorista, que es necesario superar, entre inteligencia y fuerza. O sea, que unos trabajadores piensan y otros sólo ejecutan, porque esto es pasado. Ya que los cambios que se anuncian de transformación,  digitalización, acceso y uso de las tecnologías colaborativas en el trabajo y la conectividad casi permanente, la necesidad la mayor flexibilidad o la disminución de las jerarquías en la organización del trabajo, se darán en todos y cada uno de los niveles, secciones, estatus y departamentos de las empresas.

Es bueno saber qué piensan y sienten de verdad estos jóvenes que crecieron en una era de rápido desarrollo de las nuevas tecnologías, que casi no recuerdan cómo era el mundo sin Internet, activos en las redes sociales online, sobre las formas de trabajar, la responsabilidad, la autonomía y la flexibilidad, el trabajo colaborativo, la formación continua y digital, etc.. Qué piensan y demandan, más allá de los estereotipos que los han definido como individualistas, idealistas, impacientes, faltos madurez y poco amantes del esfuerzo.

Porque comprobaremos cómo se contradicen esos estereotipos cuando se responde desde un empleo estable, afiliado a un sindicato fuerte, como los implantados en SEAT. Cuando intuyen en el horizonte un futuro abierto, con motivaciones para su formación continua y progresión profesional y unas condiciones de trabajo y salariales dignas, etc. En estos casos, sus exigencias y lo que esperan de una empresa a la hora de  otorgarle su compromiso e implicarse en el trabajo, es muy probable que no sea tan diferentes a la generación de sus padres.


La iniciativa "El futuro del trabajo en SEAT” podría ser una buena oportunidad para las organizaciones sindicales en esta empresa. Para conocer y explorar, ellos también, como ven estos jóvenes a los sindicatos y su papel de representación colectiva.  Cuáles son sus prioridades y demandas,  qué les exigen y qué esperan aportar ellos “al futuro de los sindicatos en SEAT”. Porque deberían saber que, de igual forma,  esta empresa es hoy lo que es también por sus sindicatos, así seguirá siendo en el futuro.

viernes, 28 de octubre de 2016

29 de octubre 2016 ¿Un Golpe de Estado? ¡NO!

Se ha convocado para el día 29 de octubre una manifestación en los alrededores del Parlamento para protestar por la más que previsible investidura este sábado de Mariano Rajoy como Presidente de Gobierno. Nada que objetar a la convocatoria, incluso puede ser un positivo signo de salud e inquietud democrática y de sano pluralismo político. Y puede tener pleno sentido para muchos expresar públicamente la denuncia y el desacuerdo de mantener al frente del Gobierno al dirigente político y al partido que han amparado la Gurtel, la Púnica, al del “Luis, sé fuerte …” etc. etc.

Lo que entiendo que no está tan claro como signo de salud y pluralidad democrática son algunos de los argumentos que explican la convocatoria y los eslóganes que llaman a participar en esta movilización. Porque tanto la manifestación ante el Congreso, como el voto que hará Presidente a Rajoy, serán un ejercicio formal de democracia.

Vale la pena detenerse a considerar el significado del slogan de la convocatoria “Ante el golpe de la mafia, democracia” por la exageración del lenguaje ya que, como nos recuerda el sabio refrán, “con frecuencia, el exceso empequeñece el tema”. Es una enorme exageración, un evidente y grave error y,  peor aún, identificar esta operación política con la imagen gráfica del golpe de estado de Tejero.

Nada que objetar, insisto, ante el derecho a manifestarse de los ciudadanos y ciudadanas que quieran expresar su rechazo y protesta con lo que se debate y decide en el hemiciclo en ese momento; o diputados que simpaticen o participen también en la protesta si la consideran justa y necesaria. Llamar “golpe de estado”, a lo que algunos,  legítimamente, pueden entender como grave error político, y calificar de “mafia” a los miembros de la dirección del Partido Socialista Obrero Español por el sentido del voto que van a expresar es, además de un gratuito insulto, un grave error político para la causa que dicen defender los que convocan y participan en la movilización.

Un “golpe de estado”, sabemos bien qué es, lo miremos donde lo miremos: “la acción grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado, usurpando las atribuciones de otro (Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española)”, “la acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un país alguno de los poderes del mismo, por ejemplo, el ejército (Diccionario de uso del español, María Moliner)”, “la usurpación ilegal y violenta del poder de una nación (Espasa Calpe)”.

La historia ha ido demostrando los peligros de banalizar el lenguaje y con ello   devaluar el sentido de algunos conceptos que, para todos los demócratas, deberían significar lo mismo, sin dobles interpretaciones o matices, como son “fascista”, “nazi” o “golpe de estado”. No deberíamos usarlos en vano para que no pierdan contundencia, ni como moneda de uso corriente para ganar un titular de prensa  o para llamar la atención en una acalorada discusión en el debate político. Los ciudadanos y ciudadanas de este país sabemos bien qué es un “golpe de estado”, un “fascista”, o un “nazi”. Para recordar su significado no hace falta que vayamos muy lejos pues por desgracia, el recuerdo de nuestra historia social y política explica, con dramática claridad, el sentido y significado de cada una de estas malditas palabras.

Relacionar, como se está haciendo, la imagen del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 y un golpista, pistola en mano, entrando al Congreso de los Diputados, con la votación libre los diputados y diputadas el próximo 29 de octubre, como si formaran parte del mismo fotograma es, además de una barbaridad, un gravísimo error que, por otra parte, beneficia indudablemente a Tejero, ya que supone banalizar su acto criminal al compararlo, aunque sea de lejos, o en sentido metafórico, con una acción cien por cien democrática legal y legítima de una parte de los representantes de la soberanía popular. Aunque, miles, o incluso millones, de ciudadanos y ciudadanas consideren que puede ser un desacierto, un error político imperdonable, o incluso que con esta votación están asistiendo al funeral del PSOE.

Aunque pueda desagradar profundamente, aunque se considere un grave error de algunos o de muchos, lo que ocurrirá el 29 de octubre 2016 será el ejercicio de la más absoluta normalidad democrática, nada parecido a un “golpe de la mafia”, por suerte para todas las personas de este país.



viernes, 21 de octubre de 2016

¿Un Ministerio del Futuro?

“El mundo cambia a cada momento sin esperarnos, y por eso debemos repensar nuestro modo de vivir cada día”,  Kristina Persson,  Ministra del Futuro del Gobierno de Suecia.



El futuro y el largo plazo son conceptos con los que tenemos grandes dificultades para relacionarnos, pues centrados en el corto plazo, en la actual legislatura, en nuestra generación, en la proximidad territorial, en el beneficio rápido frente la inversión, en la reducción de costes y los resultados inmediatos frente a la responsabilidad social y la implicación de los trabajadores en el futuro de la empresa, practicamos, como lo ha definido el filósofo Daniel Innerarity “un imperialismo que ya no es espacial, sino temporal, del tiempo presente que lo coloniza todo”. Las propuestas y la gestión política solo responden a un presente que hace que el futuro quede desatendido, donde nadie se ocupa de él, pues no es objeto de preocupación ni atención política, tampoco de movilización social.

Posiblemente para corregir este déficit, el gobierno sueco, presidido por el socialdemócrata Stefan Löfven, creó en febrero de 2015 el Ministerio del Futuro. Su objetivo fue traer el largo plazo a la gestión política de hoy  incorporando el futuro en la gestión de cada ministerio,  dirigido por Kristina Persson, una mujer de 70 años con una larga y solvente experiencia profesional, hasta que concluyó la misión de anticipar el futuro para la sociedad sueca. en abril del año 2016, que resumió con la afirmación: "El trabajo ha sido el cemento del estado de bienestar sueco. Si el mercado de trabajo no funciona, Suecia no funcionará”.


Reconciliar competitividad y generación de empleo, trabajar para conseguir un desarrollo inclusivo y sostenible han sido las bases del proyecto del Ministerio del Futuro, desarrollado desde tres ejes estratégicos: el primero tiene que ver con “el futuro del trabajo”, el segundo con “la transición verde y la competitividad” y  el tercero con "la cooperación global”. Ha contado con una amplia participación social articulada en torno a múltiples comisiones de estudio, plataformas de reflexión y discusión y grupos de investigación con todos los agentes económicos sociales, profesionales y académicos;  sindicatos, patronales, asociaciones profesionales, universidades, ONGs etc, y con el objetivo común de analizar y describir los desafíos y las oportunidades, de proponer prioridades políticas para mantener los niveles de bienestar del país en el medio y largo plazo.

Un ministerio para identificar las nuevas tendencias y los puntos críticos, para estudiar y comprender los cambios que se avecinan, y situar el futuro en un lugar privilegiado en la agenda de las preocupaciones, los compromisos políticos y las urgencias sociales. Porque sería bueno que las medidas inmediatas y las reformas de hoy estén pensadas con la responsabilidad del largo plazo, pues de ello dependerá el mantenimiento y mejora de los servicios públicos esenciales, la demografía, la inmigración, el medio ambiente, el sistema de pensiones, la educación y la formación. Y de cómo se resolverán las inquietantes preguntas sobre el futuro del trabajo. Cómo y cuánto las nuevas tecnologías, la automatización, la digitalización y la continua transformación de la empresa afectarán en las condiciones el empleo y el futuro del mercado de  trabajo.


No se trata de predecir el mañana, pues si siempre ha sido más que difícil, hoy lo sería todavía más. Se trata de incluir el futuro y sus incertidumbres en el horizonte del pensamiento y la acción de hoy. Para ello sería bueno mirar y aprender, en este caso del gobierno de Suecia, de su Ministerio del Futuro, de una iniciativa que expresa un compromiso político que nos debería  ayudar a salir del corto plazo en el que vive la gestión política de nuestro país y que esconde altas dosis de egoísmo, mediocridad y, sobre todo, una evidente falta de proyecto colectivo. Y si no, solo tenemos que repasar, cada día,  las portadas y los titulares de nuestros medios de comunicación para comprobar lo lejos que estamos de estar viviendo un serio debate social y político sobre el futuro de las nuevas generaciones y nuestro país. Que hace, que mientras nosotros estamos con  nuestras cosas,  otras sociedades nos esperen andando y preparándose para el futuro que ya está aquí.



viernes, 14 de octubre de 2016

El zugzwang del PSOE


 Estrategia sin táctica es el más lento camino hacia la victoria. Las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota. El arte de la guerra.
Sun Tzu (general y filosofo de la antigua China)

Quienes entienden, dicen que no hay que confundir estrategia con táctica. La función más importante a la que se enfrenta cualquier líder es resolver si lo que se precisa es una reacción táctica, o es necesario cambiar de estrategia. Reevaluar objetivos y decidir qué recursos tienen más valor para la organización y cuáles se pueden eliminar. Como en una partida de ajedrez, la táctica es definir cómo se maniobra, las combinaciones o las piezas a sacrificar, mientras la estrategia es la planificación del conjunto de acciones para lograr un fin.

Precisamente, esa falta de estrategia y la sobredosis de táctica, parece ser una de las razones que podrían explicar la difícil situación que estos días están viviendo los dirigentes del Partido Socialista Obrero Español. Volviendo al ajedrez, la situación es muy parecida al zugzwang, como se define la  posición de un jugador cuando está frente a la obligación de realizar una jugada y cualquiera de las opciones que elija le supondrá empeorar su situación precedente. Es decir, precisamente lo que ya saben dirigentes socialistas: no pueden seguir, por más tiempo, con la ficha en la mano sobre el tablero pensando dónde la colocarán, y tienen que tomar ya la trascendental decisión.

Unos dirigentes que saben que el movimiento que van a realizar, fuera el que fuere, está envenenado, ya que las urnas han querido que este partido fuera el único con la llave para decidir la formación del gobierno o la convocatoria de nuevas elecciones. Una capacidad que, en circunstancias normales y con una estrategia acertada, podría ser una gran ventaja política. Pero, como ya nos advierte el general y filósofo de la antigua China, en ausencia total de ésta, sólo queda el ruido de la táctica y, en este caso, una evidente derrota.  Derrota que se expresa en la desmoralización y la división que vive la militancia del este partido y la incomprensión de una parte importante de sus votantes. Todo por no haber sabido, mejor dicho,  por no haber querido desde el primer momento de la noche electoral, situar con claridad y precisión cuál era su estrategia,  en lugar de esa inflación de tacticismos, llenos de contradictorias declaraciones y juegos de despiste dignos de un jeroglífico que, durante meses, han alimentado el desconcierto total.  

Pero la responsabilidad primera de este desconcierto y de la frustración con la que está viviendo la mayoría de la militancia y una parte muy importante de los votantes del PSOE, la tienen los silencios de esos dirigentes que, en la sombra, han sido críticos con  la política de estos últimos meses. Por no de hablar, pues para eso se les paga y se les supone la profesionalidad, de decir en voz alta y clara en los órganos de dirección y a la opinión pública lo que pensaban, tal como han hecho en esta última semana, explicando y argumentando, incluso con alguna brillantez, sus razones.

Es muy probable que sólo con un poco de valentía, los dirigentes de ese partido no estarían viviendo este Zugzwang, este callejón sin salida, si hubieran defendido y argumentado sólo un tercio de las razones y argumentos que hoy declaran públicamente en los medios de comunicación que la política exige saber convivir con la decepción” y “aquello que no es posible, en política no existe”.


Esperemos que se haya aprendido de la experiencia que representa la falta de una estrategia y la de alimentar tacticismos que sólo aplazan los problemas. Esperemos que esos responsables políticos se pregunten por  las razones de su desleal silencio y si ello no es también la expresión de alguno de los serios problemas que padece este partido, que deberán resolver con urgencia, sin complejos, ni miedos, si aspira aser una organización política del siglo XXI, que sigue aspirando a ser una herramienta de solidaridad, progreso y justicia social.


miércoles, 5 de octubre de 2016

El sindicalismo global y las preguntas de Isidor Boix

Sabemos que el inicio de todo avance científico está en la pregunta y la manera de formularla, pues es la palanca que permite transformar y convertirse en la llave para abrir la puerta, asomarnos y encontrar nuevas posibilidades que se nos mantenían ocultas. Precisamente desde la pregunta se inicia el diálogo y la indagación que invita a pensar, escuchar y a hablar, y cuando es poderosa, nos asombra, inspira y motiva, y se convierte en el trampolín para mirar más allá de la inercia y el conservadurismo de lo que conocemos.

Es lo que ha formulado Isidor Boix Lluch, dirigente de IndustriALL Global Union,  en su último articulohttp://iboix.blogspot.com.es/2016/10/7-de-octubre-jornada-mundial-de-accion.html desde Brasil en el II Congreso de la Federación Internacional Sindical que representa a 50 millones de trabajadores del sector minero, energético e industrial en 140 países, sobre la Jornada Mundial  del 7 Octubre por el Trabajo Decente, que se convoca desde el año 2008 por la Confederación Sindical Internacional (CSI).

Preguntas como:  ¿Por qué el 7 de octubre tiene tan escasa traducción en los centros de trabajo? y ¿Por qué rehuimos su análisis?, ¿Por qué sólo hay 48 Acuerdos Marco Globales en las multinacionales industriales y no se analizan las dificultades para conseguir un Acuerdo Marco Global en las cadenas de producción de muchas multinacionales, entre ellas todas las grandes marcas norteamericanas (GAP, NIKE, Walmart), o muchas italianas (Benetton, Prada, Armani, Gucci)?, ¿Cuáles han sido las iniciativas sindicales para conseguirlo, y cuáles las dificultades encontradas?, ¿Por qué no se ha conseguido reunir en los países  que extienden las cadenas de producción multinacionales, a los sindicatos de las casas matrices de estas multinacionales con los sindicatos locales, para examinar cómo defender el trabajado decente en cada una de sus cadenas de suministro?.

¿Por qué no analizamos cómo asumir las particulares responsabilidades de los sindicatos de las casas matrices de las multinacionales en la lucha por la dignidad del trabajo en el mundo para conseguir hacer realidad lo que fácilmente gritamos: “otro mundo es posible”? ¿Por qué no afloran y se discuten las diferentes posiciones sindicales en torno a un tema de tanta importancia como los tratados de “libre comercio”¿O las medidas antidumping cuando son apoyadas por los sindicatos de los países más desarrollados frente a los planteamientos de los sindicatos de los países exportadores?.

Preguntas ‘poderosas’ formuladas por Isidor Boix, como se denomina en la disciplina del couching. Preguntas  incordiantes, formuladas desde el compromiso y el conocimiento que las convierten en una valiosa aportación a las muchas  reflexiones que tiene pendiente  el movimiento sindical. Más útil incluso que algunos de esos largos informes reiterando intenciones y frases hechas sobre los retos que tiene ante sí el sindicalismo, en particular el sindicalismo internacional, en las empresas globales con centros de trabajo en diversos países, compitiendo entre sí o ante los miles de trabajadores y trabajadoras de las empresas proveedoras de países lejanos que forman parte de su cadena de producción. Retos sobre cómo implicar el sindicalismo de los países desarrollados y de la empresa matriz para organizar la solidaridad que debe garantizar el respeto de todos los derechos básicos del trabajo en toda la cadena de valor.

Preguntas incómodas pero valientes que vienen desde el propio sindicalismo, de la mano de quien lleva más de una década dedicado a trabajar en el ámbito de la acción sindical internacional. Preguntas que miran al futuro y que algún día el sindicalismo debería atreverse a responder, más allá de la conocida retórica. Preguntas que merecen respuestas, desde la humildad y el reconocimiento de los serios déficits que sufre y debe resolver el sindicalismo europeo e internacional. Siempre desde el firme convencimiento, si aspiramos a un mundo con más igualdad y justicia, de la necesidad de que el sindicalismo global sea cada día más representativo,  fuerte y útil.