Quim González Muntadas
Nunca había sentido
la rabiosa necesidad de expresar mi indignación en una hoja de papel, como la
que he sentido hoy, 18 de marzo, al oír, en la rueda de prensa de Alba Vergés i
Bosch (Consellera de Sanitat) decir que: “está indignada por la confiscación
de material sanitario hacia Madrid”.
Después de estas
declaraciones, las Redes Sociales en décimas de segundo han explotado, inundándose
de comentarios. Evito reproducir algunos por vergüenza de proceder de
conciudadanos. Van en la línea del “ingenioso” mensaje de Clara Ponsati y
Carles Puigdemont sobre “Madrid y el cielo”.
No sé si el gobierno
de España preveía esta estrategia de Torra y Puigdemont, los cuales no dejarían
escapar esta gravísima crisis sanitaria para abrir un nuevo frente en sus
intentos de erosionar al Estado Español,
aprovechando la ansiedad social con la acusación de ser incompetente y
despectivo con Catalunya por no aceptar su propuesta de cerrar las fronteras de
su imaginaria República Catalana como solución milagrosa.
Estamos acostumbrados
a escenarios y performances en las que se aparenta ser una República independiente
y el President un jefe de estado, lo que no es lo grave, sólo ridículo y caro.
Hemos visto estos días contraprogramando medidas y replicando iniciativas, con
el intento de que aparezcan como propias y anticipadas a las del gobierno
central. Presentando a alguno de nuestros científicos descalificando a los del
gobierno central. Esto tampoco es grave, ya estamos acostumbrados.
Tampoco es excepcional presentar
constantemente todas las iniciativas solidarias de la sociedad catalana, un
ejemplo, os aplausos desde las ventanas y balcones a los profesionales de la
sanidad, como algo propio de Catalunya, obviando que es una iniciativa de toda
España, y una copia, con buen criterio, de lo que venía haciendo el pueblo
italiano hace ya semanas atrás. Es la práctica habitual de pretender
identificar épicas virtudes como propias de un territorio. Pero la tierra no es
la que da las virtudes, da judías verdes, patatas o cebollas etc.
Ocultan que los
valores los dan las personas. Pero esta verdad no la puede aceptar el
nacionalismo porque se le hundiría el andamio que aguanta su proyecto “queremos
estar solos porque lo haremos mejor, y lo haremos mejor porque somos mejores”.
Y por esto, también, el gobierno de la Generalitat ha expresado su queja e
incomodidad con la campaña institucional que dice: "este
virus lo paramos unidos".
Ante una crisis sideral
como la que estamos viviendo se inventan agravios que encienden a la ciudadanía,
(razonables si fueran verdad), como el de que “la policía del Estado español
está confiscando material clínico necesario para atender a nuestros enfermos”.
Insisten en presentar
a Madrid como el foco de la infección con el objetivo de que cada ciudadano
saque como conclusión lo que militantemente expresan en las redes: “como la
burocracia, el centralismo, la monarquía, el régimen del 78, no quieren cerrar
Madrid, las muertes futuras tendrán un responsable”.
Lo grave es lo que
destila esta estrategia en la parroquia independentista: que en Cataluña no necesitamos
coordinar estrategias, políticas, recursos y medios, porque nosotros nos
comparamos con los verdaderos países europeos Francia, Alemania o Bélgica,
aunque sus medidas sean calcadas a las de España. Tenemos mejores
instalaciones, medios y profesionales, nuestro científico es más listo que el
madrileño y, por supuesto, también nuestra consejera de sanidad lo es más que
el socialista Salvador Illa. Con esto
nos vienen a decir a los catalanes y catalanas que si el gobierno de España
crea, como ha hecho, un mando único es una afrenta, es un 155 sanitario, “un
ataque cargado de envidia, porque nosotros lo haríamos mejor y quedarían en
evidencia”. Argumentos textuales en boca de tertulianos y opinadores de ese
mundo.
Pero los dirigentes del independentismo, en
primer lugar, Torra y todo el Govern, deberían saber que estos mensajes son
munición muy gruesa, tremendamente destructiva socialmente. Insinuar que la
responsabilidad de las muertes en Catalunya puede ser de Gobierno de España.
Es, insisto, socialmente destructivo.
Creo que hemos de
decirles a estos dirigentes: “por favor parad”. Nunca se sabe si en unas
semanas, lo que hoy se desprecia, se veta o incluso se insulta con prepotencia,
el posible trabajo de la Unidad Militar de Emergencias (UME), mañana sintamos
imprescindibles sus servicios, también aquí, dado que de esta crisis sabemos
que será larga e incierta. “Por favor parad” porque de seguir en esta estrategia,
cuando sabemos que las personas buscamos responsables a nuestras desgracias, se
pasará del grito “España nos roba”, a “España nos mata”. Un juego muy
peligroso.