Desde hace unos años, en la mayoría de los análisis económicos e
industriales y, en particular, en todo aquello vinculado con la energía, se ha
incorporado un nuevo término: "fractura hidráulica" o
"fracking", una nueva tecnología para la recuperación de reservas de
gas no convencional del subsuelo hasta hoy inaccesible. Esta nueva tecnología
ha permitido, por ejemplo, a EEUU ser autosuficiente en gas natural y, con
ello, poder incorporar nuevos y potentes factores de mejora de competitividad
en su industria química y petroquímica, competidora muy directa de la industria
química europea con no pocas amenazas de descolonización. El desarrollo de las
técnicas de fracturación ha alimentado la esperanza de reducir la dependencia
energética de muchos países.
.¿Deberíamos
estar preocupados los ciudadanos europeos -donde ni siquiera ha comenzado la
explotación con esta nueva tecnología- por si pudiera representar que perdamos
la próxima revolución energética? Más bien parece que no, ya que en Europa el
volumen de las reservas de gas existentes, según la Agencia Internacional
de la Energía ,
no serían tan importantes como en EEUU o China. Pero podría ser muy importante
y positivo para la economía y la industria de aquel país europeo que tuviera un
volumen importante de estas reservas energéticas.
También en
esto, Europa -donde en junio de 2011 la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y
Seguridad del Parlamento Europeo publicó un informe en el que se planteaban
interrogantes sobre el uso de la fractura hidráulica como técnica de
investigación y extracción de gas-, tiene una realidad heterogénea. Heterogénea
en relación a la oposición y contestación social frente a los inciertos riesgos
a la salud y medioambientales, que en España es importante. También en relación
a las autorizaciones y reglamentaciones para realizar estas exploraciones de
gas porque son competencia de cada país miembro, lo cual podría llevar a
prácticas diversas y contradictorias dentro de la EU. Por ejemplo, podrían
llevarse a cabo en Polonia y no en Francia, con prácticas tan diversas entre sí
como su cobertura y su mix energético, donde Polonia cuenta con importantes
reservas de carbón subvencionado y Francia con una alta cobertura energética
gracias al peso de su energía nuclear.
Así, sería
muy positivo que un día la explotación de las reservas de gas no convencionales
pudieran ser utilizadas en nuestro país. Para ello es imprescindible una
legislación más estricta que obligue a los productores a adoptar las últimas
tecnologías, y realizar todos los esfuerzos científicos y técnicos en descubrir
y comprender todos y cada uno de los impactos. Y para que los efectos sobre la
salud y el medioambiente estén plenamente investigados y regulados, y resueltos
positivamente, y sobretodo entendidos socialmente, es necesario un debate
social y político que huya de la exageración y el maniqueísmo, que se sustente
en el rigor científico, y especialmente esté guiado por el bien común por
encima de las rentabilidades y de los intereses económicos o políticos particulares.
Así es muy posible que podamos responder la pregunta con la que se encabeza
esta reflexión: ¿factura energética o fractura hidráulica?