Joaquim González Muntadas
En la Industria Química se entiende por ‘revamping’ las acciones de mejora de una
determinada planta química dirigidas a modernizar equipos y procesos y a la
incorporación de nuevas herramientas con el objetivo de mejorar la producción.
Con ellas se optimiza y se facilita la operativa, se reduce el consumo y se
incrementa la seguridad, y todo ello sin necesidad de construir una nueva
planta cuyo coste sería inasumible.
Como esa planta química, España precisa urgentemente de un
‘revamping’ porque están fallando casi todos los indicadores de
funcionamiento: el institucional, el político, el económico y el social. Todos
se han deteriorado y la razón, como en la planta química, es que no
ha habido el necesario mantenimiento ni la innovación constante. Cuando más se
precisa en la crisis económica, falla la red social, los tirantes
institucionales y las políticas de cooperación, de diálogo, de compromiso
compartido y de consenso.
Falla la transparencia y la solidaridad institucional y
aflora el sectarismo, social, político e institucional, y el desprestigio de
todos los agentes por los que necesariamente debe pasar la solución, ahondando
en una particularidad muy nuestra, como es el desapego a la participación
activa de la ciudadanía en la política.
Partimos de una cultura ciudadana acostumbrada a convivir
con la apatía hacia la política, con el "apoliticismo": España es el
país de Europa con los niveles de participación política y social más bajos;
cuatro de cada diez españoles considera que es mejor no meterse en política;
tan sólo el 2,8% pertenece o participa, de alguna forma en un partido político.
La única actividad en donde los españoles estamos por encima del resto de los
europeos es en la participación en manifestaciones. Igual es que en
determinadas circunstancias somos un país que nos sobra temperamento y nos
falta carácter.
Así, a veces, parece que no existen ideologías, mi
políticas de derechas o de izquierdas, justas o injustas, acertadas o
equivocadas, que no existen empresas que especulan o deslocalizan, ni otras que
invierten y crean riqueza, innovación y empleo, etc. Nada de esto existe, han
desaparecido del debate público, de las ideas, de los buenos y los malos
ejemplos, mientras encontramos la explicación a todos nuestros males en la
política y los políticos. Explicación cuanto menos curiosa para una sociedad
apolítica y que apenas interviene, participa, controla y fiscaliza la gestión
pública, porque considera que no va con ella, que son cosas de “esos” políticos.
La culpa la tienen los políticos. Qué suerte tienen y qué
poco miedo les da a algunos sectores esta conclusión y esta denuncia, aunque
llene la calle de cacerolas y manifestantes gritando "el próximo parado un
diputado", o incluso que en las tertulias familiares se oiga decir
"todos son iguales”. A algunos les puede parecer muy innovador, e incluso
revolucionario, pero en este país es más viejo que el hilo negro. Expresiones
que, quizás, sólo se explican por los largos periodos que hemos vivido sin
democracia.
Así que estamos ante el curioso -por no decir
contradictorio- convencimiento social de que la responsabilidad única de la
grave crisis económica es de los políticos y, a la vez, persistimos en una
escasa participación ciudadana a través de partidos y asociaciones, que
deberían ser los cauces principales para transformar el statu quo de las cosas.
Seguimos renunciando y desmotivando, cuando no denostando,
la afiliación y la militancia política y sindical, y seguimos sin entender que
prescindir de los partidos, de las patronales y de los sindicatos, de estos
instrumentos necesarios e insustituibles, hará más difícil cualquier solución,
porque sin organizar la participación ordenada de la ciudadanía como resultado
de la militancia social y del compromiso político estable, no habrá alternativa
a la improvisación, a las tertulias y cenáculos o a la atomización corporativa,
y no habrá propuestas coherentes y razonables que nos saquen de ésta.
Necesitamos hacer un "revamping" a este
país como a esa planta química, para mejorar su seguridad, productividad
y calidad, y para ello, es necesario que en el Parlamento este la
centralizad política y no sólo la pelea y que la sociedad invada los partidos
políticos para que rompan su autismo. Un "revamping" que
unos le llamaran "Nuevo Pacto Constitucional" o "Nueva
Transición" y otros " Gran Pacto" y que todos expresan que
hemos agotado una época y que hay que actuar.
Actuar como todas las sociedades democráticas que han
superado una crisis de esta naturaleza e identidad, que ha sido con diálogo y
consenso. Y para ello se precisa la activa participación de todos los
implicados, es decir del conjunto de la sociedad, y con ella un efectivo
liderazgo, no efigies en la pantalla de plasma.
(1) La ciudadanía
europea en el siglo XXI. Mariano Torcal Loriente.