Desde hace 5 años, el 7 de OCTUBRE los
sindicatos de todo el mundo, respondiendo al llamamiento de la Confederación Sindical Internacional,
junto con otras muchas asociaciones y entidades comprometidas en la defensa del
trabajo y los derechos, celebran LA
JORNADA POR EL TRABAJO
DECENTE. Una jornada de actividades y movilización
donde se organizan múltiples actos informativos y reivindicativos, reuniones,
seminarios, asambleas, manifestaciones y huelgas para sensibilizar a los
trabajadores y a la opinión pública sobre la defensa del trabajo decente en el
mundo.
El 7 de Octubre es, o debería ser, una fecha especial
para aquellas personas, sindicalistas o no, trabajadores y ciudadanos en
general, que sienten la necesidad de un mundo más justo y más democrático,
donde se respeten los derechos laborales hasta el último rincón del planeta.
Personas que son conscientes de que no hay pleno respeto a los derechos
humanos, ni a la dignidad de las personas, ni democracia y justicia sin trabajo
decente. Que hay millones de personas en el mundo que trabajan sin garantías de
seguridad y salud en el trabajo, que viven con salarios que no cubren el mínimo
vital y sin la necesaria Protección Social para ellos y sus familias. Millones
de personas que viven en países y trabajan en empresas sin derechos de igualdad
entre hombres y mujeres, donde no se respetan los derechos del trabajo
fundamentales y básicos que la
Organización Internacional del
Trabajo ha ido definiendo desde 1919.
Este año 2013 la
Jornada del
7 de Octubre adquiere un especial significado, no sólo por la particular
gravedad de la crisis, con 6 millones de personas sin empleo y el constante
deterioro que están sufriendo las condiciones laborales de muchos trabajadores
y trabajadoras. No sólo, ni especialmente, por esto. Este año tiene un especial
significado LA
JORNADA POR EL
TRABAJO DECENTE porque se han vivido hechos, situaciones y momentos
especialmente graves que han evidenciado la profunda injusticia de un mundo sin
reglas, y se ha visto hasta dónde puede llegar la explotación más extrema.
Hemos vivido escandalizados los atentados a la vida de miles de trabajadores y
trabajadoras que morían en sus puestos de trabajo por incendios o bajo los
escombros de la fábrica donde trabajaban en Bangladesh y en Pakistán. Hemos
sentido los ataques a la libertad sindical, incluido el asesinato de
sindicalistas en diversos puntos del planeta, pero de manera particular, un año
más, en Colombia. Y en estos días asistimos de nuevo a las manifestaciones de
cientos de miles de trabajadores de Bangladesh que salen a la calle denunciando
salarios de menos de 1 € al día.
Pero 2013 es también el año de avances importantes en
la exigencia y movilización social por los derechos laborales y el trabajo
decente, que deben explicarse y darse a conocer porque han sido el fruto de la
movilización de los trabajadores y sus sindicatos, legales o no en algunos
países, pero que han conquistado espacios de libertad ayudados en algunos casos
por las exigencias de respeto de los Códigos de Conducta y compromisos de RSC
de algunas, muy pocas aún, empresas globales.
Por todo ello esta Jornada debería redoblar esfuerzos
en la
RSC de
las empresas, y debería ser un día de exigencia a las empresas españolas para
que garanticen el trabajo decente en todos sus centros de trabajo, los propios
y los de sus proveedores, contratas y subcontratas, en toda su cadena de valor,
estén donde estén.
En la denuncia de la violación de derechos laborales
es bueno saber y saludar, que en estas últimas semanas se han vivido
importantes movilizaciones colectivas, como las de los mineros de Perú, de
Sudáfrica y de El Salvador, éstos con la solidaridad de los mineros chilenos en
la cabecera de la correspondiente multinacional. O los importantes convenios
cerrados estos días en la refinería colombiana de Cartagena de Indias y en el
textil de Turquía; la solidaridad en Tailandia con dirigentes sindicales
represaliados; la movilización de los trabajadores del cuero de Irak; las
manifestaciones en Indonesia por aumentos salariales.
Y como colofón de todo ello conviene referirnos de
nuevo a Bangladesh. Mencionamos antes ese país como ejemplo de las mayores
brutalidades contra los más elementales derechos del trabajo, pero hay que
mencionarlo también como referencia de un hecho nuevo en este panorama
internacional. A raíz de la mayor catástrofe industrial, en Rana Plaza, el
pasado 24 de abril, se ha producido el primer acuerdo mundial empresarial con
el sindicalismo global organizado. A día de hoy son ya 93 las empresas globales
que han suscrito el acuerdo para la prevención de incendios y derrumbes en los
centros de trabajo del país. Desde mayo se está trabajando para poner en pie un
sistema eficaz a tal objeto. También para la indemnización de las víctimas de
las catástrofes producidas.
Por todo ello hemos de asumir, precisamente en este 7
de octubre, que la defensa del trabajo decente en el mundo no es sólo un buen
deseo, sino también un objetivo en el que son posibles avances importantes.
Corresponde ahora que esta certeza se convierta en activa conciencia solidaria.