La señora Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, expuso hace
unos días ante los medios de comunicación donde veía los problemas de la
economía española, explicando, según su entender, las causas del
elevado desempleo, y específicamente del juvenil, y cómo resolverlo. Unas
declaraciones, que por crudas y algo desalmadas, recuerdan a ese estereotipo de empresario del
pasado en nuestro país, que tanto daño ha hecho a la imagen
empresarial.
En los años 60, en la fábrica textil de Sabadell donde trabajó mi madre durante más de 30 años, se contaba una historia que bien podríamos aplicar a la sensación que, probablemente, muchas personas hayan tenido al escuchar el mensaje de la señora Mónica Oriol. Se trata de una historia que nunca supe si era cierta o inventada pero se non è vero, è ben trovato que dirían en Italia.
En una gran fábrica de hilatura en la que trabajaban más de 500 mujeres, para explicar la dureza y escasa sensibilidad del empresario --conocido como el tuerto-- se contaba la siguiente historia:
"El dueño de la fábrica, que había perdido un ojo, se fue a EEUU para que le pusieran uno de cristal que le costó un buen dinero; estaba tan contento del trabajo perfecto de la clínica americana que cuando volvió a su fábrica lo primero que hizo fue enseñar el prodigio médico a varias trabajadoras de su empresa. Orgulloso, les preguntó: ¿decidme, sabríais distinguir cual de los dos ojos es el de cristal? y ellas sin dudar le contestaron: el ojo de cristal es el derecho. El empresario, sorprendido, insistió en cómo habían acertado con tanta seguridad si eran idénticos. Y sonriendo le contestaron: sí, son idénticos, pero en el ojo de cristal se aprecia un poco de humanidad en la mirada.".
Sin duda, falta de humanidad es lo que desprenden las declaraciones de la presidenta del Círculo de Empresarios. Sin embargo, creo que estas declaraciones no son representativas del pensamiento de la mayoría de los empresarios de este país, porque si lo fueran, nuestra sociedad tendría un gravísimo problema: el de tener una clase empresarial que entiende que los sectores de la sociedad más débiles y desfavorecidos "no valen para nada", precisamente lo contrario del discurso que con dificultad quiere abrirse camino: el de la gestión empresarial por valores y como centro de la empresa, las personas, sus oportunidades y diversidades.
Lo más decepcionante de las declaraciones de la señora Oriol, heredera de una larga tradición empresarial familiar, presidenta de uno de los lobbys empresariales más influyentes de nuestro país, Mujer líder 2010 y Empresaria del año 2009, no son las soluciones para salir de la crisis, ni los juicios de valor por los que ha pedido lógicas disculpas, todo hay que decirlo.
Lo más preocupante es la nula asunción, que expresa esa clase social, de sus responsabilidades y dando a entender que no han tenido nada que ver con el descalabro económico y social que padecemos. E incluso creen que la responsabilidad la tienen las pocas luces de las víctimas, los parados y ese millón de jóvenes desempleados sin formación que ella describía de forma gráfica y campechana, como: “salían del colegio sin cualificación, ganaban mil y hasta mil quinientos euros. Eran los reyes del mambo el viernes y el sábado. Los amigos en el cole, sin un puñetero duro, y ellos invitando a todas las niñas".
Según la señora Oriol, nada tiene que ver el abandono escolar con nuestra fracasada política educativa, donde incluso en 2013, en plena crisis económica, situaba a España a la cabeza de Europa en abandono escolar temprano entre los jóvenes de18
a 24
años. Un 23,5% de jóvenes
españoles había abandonado la enseñanza prematuramente el pasado año, el doble
de la media comunitaria. La diferencia es que ahora no
podrán "invitar a todas las niñas" porque son jóvenes desempleados.
Así que, según la señora Oriol, nada tiene que ver el abandono escolar de esos "reyes del mambo" con la altísima tasa de suspensos en la enseñanza obligatoria ni con los eternos y mal resueltos problemas de la educación y la formación profesional en nuestro país. Ni tampoco, según su elitista visión del mundo, los graves déficits de formación que hacen que en España los graduados en FP de grado medio fueran en 2011 el 29% frente al 45% de Europa.
Por suerte, hay otro pensamiento empresarial, seguro que mayoritario, que entiende que no hay personas sin valor, empresarios que no responsabilizan a las víctimas y que creen que el futuro de sus empresas, como el de la sociedad, está en valorar a las personas, que deben ser el centro de la gestión de sus empresas. Se trata de empresarios conscientes de que el progreso está en sustentar la gestión sobre unos valores que respondan al humanismo yla
Responsabilidad Social Empresarial
y que este año, es muy posible, que la señora
Mónica Oriol no sea nombrada ‘empresaria de RSC del año', como no lo habría sido
nuestro empresario tuerto de Sabadell.
En los años 60, en la fábrica textil de Sabadell donde trabajó mi madre durante más de 30 años, se contaba una historia que bien podríamos aplicar a la sensación que, probablemente, muchas personas hayan tenido al escuchar el mensaje de la señora Mónica Oriol. Se trata de una historia que nunca supe si era cierta o inventada pero se non è vero, è ben trovato que dirían en Italia.
En una gran fábrica de hilatura en la que trabajaban más de 500 mujeres, para explicar la dureza y escasa sensibilidad del empresario --conocido como el tuerto-- se contaba la siguiente historia:
"El dueño de la fábrica, que había perdido un ojo, se fue a EEUU para que le pusieran uno de cristal que le costó un buen dinero; estaba tan contento del trabajo perfecto de la clínica americana que cuando volvió a su fábrica lo primero que hizo fue enseñar el prodigio médico a varias trabajadoras de su empresa. Orgulloso, les preguntó: ¿decidme, sabríais distinguir cual de los dos ojos es el de cristal? y ellas sin dudar le contestaron: el ojo de cristal es el derecho. El empresario, sorprendido, insistió en cómo habían acertado con tanta seguridad si eran idénticos. Y sonriendo le contestaron: sí, son idénticos, pero en el ojo de cristal se aprecia un poco de humanidad en la mirada.".
Sin duda, falta de humanidad es lo que desprenden las declaraciones de la presidenta del Círculo de Empresarios. Sin embargo, creo que estas declaraciones no son representativas del pensamiento de la mayoría de los empresarios de este país, porque si lo fueran, nuestra sociedad tendría un gravísimo problema: el de tener una clase empresarial que entiende que los sectores de la sociedad más débiles y desfavorecidos "no valen para nada", precisamente lo contrario del discurso que con dificultad quiere abrirse camino: el de la gestión empresarial por valores y como centro de la empresa, las personas, sus oportunidades y diversidades.
Lo más decepcionante de las declaraciones de la señora Oriol, heredera de una larga tradición empresarial familiar, presidenta de uno de los lobbys empresariales más influyentes de nuestro país, Mujer líder 2010 y Empresaria del año 2009, no son las soluciones para salir de la crisis, ni los juicios de valor por los que ha pedido lógicas disculpas, todo hay que decirlo.
Lo más preocupante es la nula asunción, que expresa esa clase social, de sus responsabilidades y dando a entender que no han tenido nada que ver con el descalabro económico y social que padecemos. E incluso creen que la responsabilidad la tienen las pocas luces de las víctimas, los parados y ese millón de jóvenes desempleados sin formación que ella describía de forma gráfica y campechana, como: “salían del colegio sin cualificación, ganaban mil y hasta mil quinientos euros. Eran los reyes del mambo el viernes y el sábado. Los amigos en el cole, sin un puñetero duro, y ellos invitando a todas las niñas".
Según la señora Oriol, nada tiene que ver el abandono escolar con nuestra fracasada política educativa, donde incluso en 2013, en plena crisis económica, situaba a España a la cabeza de Europa en abandono escolar temprano entre los jóvenes de
Así que, según la señora Oriol, nada tiene que ver el abandono escolar de esos "reyes del mambo" con la altísima tasa de suspensos en la enseñanza obligatoria ni con los eternos y mal resueltos problemas de la educación y la formación profesional en nuestro país. Ni tampoco, según su elitista visión del mundo, los graves déficits de formación que hacen que en España los graduados en FP de grado medio fueran en 2011 el 29% frente al 45% de Europa.
Por suerte, hay otro pensamiento empresarial, seguro que mayoritario, que entiende que no hay personas sin valor, empresarios que no responsabilizan a las víctimas y que creen que el futuro de sus empresas, como el de la sociedad, está en valorar a las personas, que deben ser el centro de la gestión de sus empresas. Se trata de empresarios conscientes de que el progreso está en sustentar la gestión sobre unos valores que respondan al humanismo y