Mucho se habla sobre la RSC , o Responsabilidad Social Empresarial y del nuevo papel que la empresa debería jugar en el siglo XXI. Sobre estas cuestiones los idealistas afirmamos que nuestra aspiración y nuestro empeño se dirigen a conseguir que la empresa sea una realidad para y por las personas.
En esta lógica ha surgido un fenómeno, en unos casos de forma colateral, y en otros con mayor relevancia, que merece nuestra atención: se trata del Voluntariado Empresarial en el marco de la Acción Social de las empresas que, cuando es sincero y eficaz en sus resultados, se convierte en un valioso activo para las personas que en él participan, y también para la empresa si se compromete, lo promueve y lo impulsa.
En nuestro país contamos con experiencias notables por parte de algunas empresas en materia de Voluntariado Empresarial como son los bancos de tiempo, el apoyo a iniciativas concretas de los empleados, las contribuciones compartidas o el apoyo financiero de la empresa a proyectos presentados por ONG y apadrinados por los empleados; así como otras acciones más sofisticadas como los servicios Pro Bono a partir de los cuales las compañías prestan a través de sus empleados, sus servicios habituales a asociación sin ánimo de lucro de forma gratuita.
Son acciones que se enmarcan en la "innovación social", nacidas del entusiasmo y el compromiso de trabajadores y trabajadoras cuyas empresas han sabido canalizar y potenciar, y que contribuyen a construir lo que hoy se conoce como "voluntariado empresarial o corporativo" y que puede llegar a constituir una expresión más de la estrategia de las empresas en su RSC.
La experiencia muestra la suma de beneficios que el voluntariado corporativo puede representar cuando va más allá del marketing y se gestiona con eficacia y profesionalidad. En primer lugar, es una suma para los receptores de los resultados de las acciones, pero también para los empleados que los realizan y sus empresas. Y es una suma para la comunidad en la que se integran las partes involucradas. Además, son iniciativas que generan marcos necesarios de diálogo entre ONG y las empresas que permiten mejorar los escasos recursos de que disponen la mayoría de estas organizaciones para cumplir con su misión.
La experiencia de la acción social de las empresas con participación activa de sus trabajadores comenzó en el mundo anglosajón con una lógica asistencial, pero ya ha evolucionado hacia un voluntariado que permite a las personas participantes aportar algo más que recursos económicos, también sus habilidades y competencias, posibilitando que su compromiso sea devuelto en compañerismo, cohesión, satisfacción, motivación y orgullo de pertenencia, aspectos todos ellos necesarios en el ambiente de trabajo y en las relaciones interpersonales donde se aspire a retener el talento y a mejorar el clima laboral y la propia imagen de la empresa.
La experiencia muestra que los programas de voluntariado empresarial más exitosos son aquellos que se cimentan en la integración de los conocimientos de las empresas y las necesidades de la comunidad, aquellos en los que la empresa promueve, incentiva y reconoce el voluntariado de sus empleados, en el que desarrollan sus conocimientos y su experiencia profesional, su “expertise".
El objetivo es lograr la movilización de los trabajadores en busca de la mejora del entorno en el que opera la compañía, donde si cumple con el resto de compromisos para con sus empleados, proveedores, etc., pueda transmitir también su cultura y comportamiento ético como empresa ciudadana y responsable por medio de sus profesionales.
Queda todavía mucho camino por explorar en el campo del voluntariado empresarial como vía de implicación y compromiso en la tarea de sostener y fortalecer los valores de la solidaridad y el ejercicio de los derechos y responsabilidades con la comunidad. Mucho que explorar para desarrollar más y mejor el potencial, que es mucho, del voluntariado corporativo en los campos que reclaman compromisos y soluciones, en los que una sincera y eficaz gestión de este voluntariado puede aportar su grano de arena.
Son todavía escasas las empresas en nuestro país con programas de acción social que integran de manera efectiva a empleados y muy poco avanzaremos en este campo sin la complicidad y el impulso de los representantes de los trabajadores en las empresas y de sus sindicatos incorporando también en sus programas de acción la exigencia de compromisos a las empresas para que faciliten e impulsen la participación voluntaria de trabajadores y trabajadoras en su acción social para contribuir eficazmente a responder a las muchas necesidades de nuestra sociedad