sábado, 29 de abril de 2017

La Responsabilidad Social del Canal Isabel II. Sin palabras




Dicen que la evidencia no se demuestra, que no hace falta argumentarla, ni incluso explicarla, porque habla sola. Y esto es lo que sucede con el escándalo que hemos conocido estos últimos días en relación a la gestión de la empresa pública Canal Isabel II, al comprobar lo falsas que pueden llegar a ser las menciones honoríficas, y los premios que se otorgan a las empresas por su Responsabilidad Social; lo insolventes que pueden ser las entidades, organismos e instituciones que prescriben la reputación de las empresas, o lo tramposas las que auditan y estampan su firma autentificando los datos de las memorias y la transparencia en la gestión de empresas y  organizaciones.

¿Por qué estas afirmaciones? Al generalizar, existe el riesgo de que paguen justos por pecadores, pues habrá excepciones que respondan lo que firman y afirman  con rigor.

Los compromisos y honores reflejados en el portal de transparencia de la empresa Canal Isabel II, conocida la realidad, suenan al menos a una tomadura de pelo, si no a un insulto a sus empleados, a los clientes y al conjunto de la sociedad.

A la empresa Canal Isabel II le fue otorgada, por sexto año consecutivo, la mención honorífica a la gestión transparente y responsable por el Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact), una entidad cuya misión es precisamente promover los 10 principios básicos que universalmente se entienden como responsabilidad social empresarial y que agrupan en cuatro áreas: derechos humanos, trabajo, medio ambiente y anticorrupción. Visto el resultado en el Canal Isabel II, resulta desolador, y debería ser objeto de preocupación para los dirigentes de esta aún prestigiosa entidad de las Naciones Unidas.

Ésta es la evidencia que se muestra sola y que no precisa comentario alguno. Textual:

“El Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact) ha otorgado por sexto año consecutivo el grado Advanced al Informe Anual corporativo de Canal de Isabel II, la máxima calificación que concede la mayor iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresarial en el mundo. Esta distinción reconoce la calidad de la información facilitada por las empresas en sus memorias anuales”.

El Informe Anual de la empresa pública de agua se elabora siguiendo las indicaciones de la Guía G4 para la elaboración de memorias de sostenibilidad del Global Reporting Initiative (GRI), el principal estándar internacional en este ámbito, en su opción Comprehensive.

Los contenidos de este informe han sido sometidos a una verificación independiente por parte del auditor de cuentas de la compañía. En el ejercicio 2015 esta verificación la ha realizado KPMG.

Tras su publicación, el Informe es enviado al Pacto Mundial para su evaluación. Canal de Isabel II ha obtenido el grado Advanced “como reconocimiento al esfuerzo realizado en ser transparentes y en declarar e informar públicamente de la adopción de buenas prácticas en materia de sostenibilidad y gestión responsable”.

Sin palabras.

Todas aquellas personas que trabajamos y estamos interesadas o comprometidas   con la Responsabilidad Social en los distintos niveles (profesionales, empresariales, sindicales, académicos, etc.) deberíamos aprender de realidades como las vividas en tantas empresas e instituciones en las que, hasta que no salta por los aires un escándalo, no se descubre la falsedad de sus compromisos de Responsabilidad Social, aunque hayan sido certificados e incluso premiados por su buen ejemplo y avalados por instituciones creadas al efecto.


Más allá de la falsedad de esos gestores, en este caso presuntos delincuentes, ejemplos como el del Canal Isabel II nos advierte de la debilidad y falta de rigor de tantos auditores y certificados que hacen que, cuando se descubre la  falsedad, tengamos que decir: ¡Sin palabras! Y tengamos que exigir más rigor a todo lo que rodea la Responsabilidad Social Empresarial: profesionales, organizaciones e instituciones.

viernes, 14 de abril de 2017

El futuro del trabajo. ¿De la hoja de salarios a la factura?

En los últimos años ha ido surgiendo una nueva figura laboral, definida por unos como “trabajador independiente” o “falso autónomo”, y por otros como “post asalariado”, pero más pronto que tarde se impondrá un término inglés que nos permitirá su identificación con más precisión y, así, parecerá una innovación o resultado del progreso tecnológico.

Pero mientras,  nos quedaremos en la descripción de las condiciones de la mayoría de estos trabajos: son trabajadores y trabajadoras contratados para micro tareas y trabajos esporádicos, la gran mayoría en condiciones que no cubren los mínimos derechos laborales ni sociales, y expuestos a los avatares coyunturales y comerciales del momento.

Una figura en el mundo del trabajo cada día más numerosa, que surge de la  tendencia generalizada por parte de las empresas a externalizar la mayor cantidad de trabajos posibles a través de modalidades como el outsourcing y el crowdsourcing, y  de la proliferación de plataformas tecnológicas que ofrecen aplicaciones de servicio y permiten a las empresas llevar la flexibilidad a sus máximos extremos, convirtiendo la remuneración del trabajo en una negociación entre cada empresa y cada una de las personas prestatarias del servicio.

Son trabajadores por cuenta propia y son “su propio patrón”, contratados para un proyecto o una misión determinada. Es una nueva opción de trabajo que en muchos foros es presentada como la gran solución innovadora ante la falta de empleo para los jóvenes, como la panacea para el trabajador libre, al que se remunera según sus méritos y capacidades, en lugar de por un salario preestablecido desde un “viejo” convenio colectivo.

Pronto, la mayoría de estos jóvenes, y en especial en el caso de que no pertenezcan a la élite del conocimiento, descubren la cruda realidad al comprobar que no salen muy bien parados. Si no son parte de esos pocos casos que representan menos del uno por ciento, (consultores, especialistas informáticos o expertos de alto nivel en cualquier materia con escasa oferta), y no poseen las excepcionales y escasas competencias más buscadas por las empresas, ese trabajo independiente está muy lejos de ser la fuente de una mayor libertad para el trabajador. Más bien todo lo contrario, pronto comprueban que la mayoría de ellos trabajan a precios y en condiciones que los asalariados de muchas empresas juzgarían inaceptables.

Ésta ha sido una de las consecuencias de la externalización sin reglas que se ha dirigido a bordear la regulación y las leyes yque la última Reforma Laboral ha potenciado en nuestro país. Su triste resultado es que hoy tengamos el mercado de trabajo más golfo, más precario y con las mayores desigualdades sociales y salariales, por la drástica depresión de las rentas del trabajo, que proviene esencialmente de la precariedad de las condiciones de trabajo y salario de estos trabajadores y trabajadoras jóvenes.

Una externalización sin reglas, que está permitiendo que muchas empresas puedan restablecer para unaproporción creciente de personas las condiciones sociales que existían a comienzos del siglo XIX. Vemos queson contratados solo para tareas específicas y en la mayoría de las ocasiones en condiciones precarias, a destajo o de manera intermitente. Vemos que las empresas no están obligadas a pagar seguros sociales, ni licencias, ni indemnizaciones por despido, ni formación. Vemos que han conseguido reemplazar la negociación colectiva por la negociación individual, los salarios convencionales por las remuneraciones individualizadas, la relación laboral por la relación comercial. Vemos que han conseguido pasar de la hoja de salarios a la factura.

Ante ello, el movimiento sindical deberá atender a estos colectivos, que son parte de la clase trabajadora con especiales y específicas problemáticas. Tendrá que poner todo su saber, experiencia, recursos y fuerza para organizar esta fuerza de trabajo. Tendrá que innovar, copiar y transferir experiencia. Sabedores que estos colectivos ocupan cada día más los lugares estratégicos para que funcionen las empresas y la sociedad. El reto del sindicalismo está en demostrarles su utilidad, está en organizándolos con nuevas formas. Está en conseguir que tomen conciencia de su fuerza, que es mucha.  De ello depende su y nuestro futuro como sociedad.