Director de Ética Organizaciones SL
Gracias
Irene Montero y Pablo Iglesias, gracias por el hermoso mensaje que contiene
vuestra carta abierta a la sociedad
española, “A quienes nos habéis acompañado”,
publicada el pasado 3 de septiembre. Pero, sobre todo, gracias por
este potente párrafo firmado por dos líderes políticos de
especial relevancia de la izquierda política y social en el que nos decís que:
´Enseñaremos a nuestros hijos que sean siempre respetuosos con el que
piensa distinto porque la humanidad, la decencia y la amistad no son el
patrimonio exclusivo de ninguna causa”.
Es éste un
mensaje que llevado a la práctica ahora ya, sin esperar a
las futuras generaciones, sin duda haría mucho bien a una sociedad como
la nuestra, especialmente propensa al sectarismo y al desprecio de las ideas
del contrario.
Dejó escrito el filósofo Nietzsche que "La forma más segura
de corromper al joven es enseñarle a apreciar más a los
que piensan como él que a los que piensan de
manera diferente.” Y es precisamente esta falta de respeto
hacia aquellos que piensan diferente, lo que explica muchas de las desgracias
de la historia de nuestro país y las malas formas de hacer
política, por haber estado contaminadas por el sectarismo que vemos
diariamente.
Las palabras
de Pablo e Irene afirmando que la humanidad y la decencia no son patrimonio
exclusivo de ninguna causa son un potente mensaje. Otro gallo nos cantaría si se
tradujera en la acción política y social del conjunto de
las fuerzas políticas y sociales de nuestro país,
empezando, claro está, por la propia organización que ellos dos
dirigen y en la que, en no pocas ocasiones, el sectarismo ha estado muy
presente en el discurso de sus dirigentes.
Otro gallo
nos cantaría, porque es precisamente ese sectarismo el
que facilita la tan extendida ausencia de autocrítica en la
función pública y el que permite ese comportamiento tan
común de explicar siempre el fracaso propio desde razones ajenas,
endosando, así, la
responsabilidad al otro, como estamos oyendo diariamente. Actitud que nos impide apreciar y valorar con valentía y sin
reservas el éxito de nuestros competidores, siempre sospechosos de todo lo peor y
merecedores de las descalificaciones más contundentes.
Es ese
sectarismo tan presente el que hace que el acuerdo sea una excepción en nuestra
práctica política y que genere tantas decepciones y
rupturas en las organizaciones. Por el contrario, el enfrentamiento, la confrontación y el
enemigo externo se convierten en el preciado bálsamo para
la cohesión interna de las organizaciones, aparentando firmeza cuando la mayoría de las
veces no es más que disimulo y miedo a compartir riesgos y
también soluciones.
Son los
anteojos del sectarismo los que paralizan la inteligencia e impiden la modestia
necesaria para afrontar la acción política con eficacia. Los que nos
llevan al “conmigo o contra mí” que
imposibilita ver y atender la compleja realidad que, por suerte, siempre está
llena
de matices y de grises que van más allá del radical
blanco y negro.
Como pienso
en catalán y escribo estas líneas desde Catalunya, siento aún
más
el valor y la importancia del mensaje de Irene y Pablo a sus dos hijos Leo y
Manuel sobre la necesidad de ser “respetuosos con el que piensa
distinto”. Algo que,
cada día que pasa, está más ausente en la sociedad
catalana, como podemos leer, oír y ver en los comportamientos
de instituciones, medios de comunicación, políticos y
particulares que desprecian, e incluso ridiculizan, a aquellos que piensan
distinto a su verdad.
Por esto,
ese “vamos, vamos”, como grito de combate que nos dicen en su
carta que tanto han repetido Pablo e Irene a sus dos hijos, también nos lo
deberíamos repetir los ciudadanos y ciudadanas para que las reglas de juego
en la política sean el respeto a los demás y el
desprecio a la prepotencia, al supremacismo y a la superioridad moral que
expresan algunos sectores. Entre otras
razones porque es difícil imaginar que la solución a la mayoría de los
problemas o conflictos que padecemos hoy la sociedad no venga desde la
solidaridad, el diálogo y la suma de esfuerzos.
Felicidades
a los padres, y mucha suerte a Leo y Manuel.