Quim González Muntadas
Europa nos ha asignado, fruto del Acuerdo de Recuperación
Económica alcanzado en la Unión Europea, un volumen de recursos
muy considerable. Al mismo tiempo se han marcado, con bastante
claridad, los objetivos y prioridades a los que se deben destinar esos
recursos. Por ello, España se encuentra en la urgente necesidad de definir su
Plan, digámosle, estratégico, que responda del uso y destino de unos recursos
que deberán ir dirigidos a alcanzar los objetivos de la Agenda de la ONU
para el desarrollo sostenible 2030.
Dicho
de otra forma, estamos ante la gran ocasión en la que deberíamos saber acertar
en nuestras prioridades y distinguir los sectores económicos y productivos
a potenciar. Acertar en distinguir qué necesidades sociales son
las que exigen mayor atención y qué colectivos precisan mayor protección.
Estamos
en el momento de encontrar la valentía y la fuerza política necesaria para
acometer las reformas que llevan décadas esperando en el cajón.
El momento de evitar la improvisación, el clientelismo, los electoralismos
populistas, tan comunes en nuestra práctica política cuando se trata de
distribuir recursos.
Estamos ante la ocasión del
protagonismo de la política en la que prime el rigor. De pasar de las palabras
a los hechos. De convertir los reiterados proyectos y las teorías de lo que “se
debería hacer” en acción política.
En
definitiva, estamos ante la hora de la verdad, para el gobierno de España por
supuesto, pero también para todas y cada una de las Comunidades Autónomas,
para los partidos políticos, las patronales y los sindicatos, los
empresarios y los trabajadores etc. Porque todos tendremos que elegir.
Una
opción es repetir los viejos errores y que finalmente el reparto de estos
recursos sea el resultado de la fricción y el combate feroz de los agravios
comparativos al que apelen todos y cada uno de los territorios y
sectores económicos. Y que el resultado final quede en la espontánea
dinámica del mercado y en la suma agregada de los proyectos aislados de
cada una de las Comunidades Autónomas como esferas que no se tocan ni se
articulan en el proyecto común que es España.
O
por el contrario, esta vez sí, somos capaces de construir, desde un Proyecto
Común de futuro del país, impulsando lo que podría y debería ser un Plan
Estratégico de país a 10 años. Un Plan que gire en torno a los
objetivos de la Agenda 2030 y que da sentido a la intervención pública como
motor de la economía. Y desde tal Plan, con el mismo eje y articuladas,
todas las iniciativas, planes y proyectos autonómicos y locales sumando
sinergias, tal como se define la articulación mecánica la articulación.
¿Sabremos
aprovechar la oportunidad? Puede ser. Serias dudas surgen de las maneras con
las que diversos partidos políticos e instituciones públicas abordan el Pacto
del Gobierno central con la Federación de Municipios sobre los 15.000 millones.
Una “revuelta” que ha sido capaz, desde el agravio comparativo, unificar todo
el arco político del PP a la CUP. Todos juntos, al grito de “van a robar
los ahorros de los ciudadanos de nuestra ciudad”.
Si lo que estamos viviendo
estos días es el preámbulo de lo que nos espera a la hora de la discusión del
destino de esos 140.000 millones en los que tantos tenemos puesta tantas
esperanzas de un buen destino y de palanca para construir un país mejor, más
competitivo, cohesionado y más solidario, si es así, estamos jodidos y
habremos perdido nuestra última oportunidad.