Quim
González Muntadas
Este mes de agosto he tenido la suerte de
convivir con mi sobrino de 15 años, recién cumplidos, que tiene más de 60.000
seguidores en su cuenta de Instagram. Una experiencia que me ha llevado a dedicar
algunas horas a bucear en los pocos estudios y trabajos sobre esta generación
de adolescentes nacidos al inicio de este siglo XXI y que forman la denominada
Generación Z.
Unos chicos y chicas que han hecho viejos a los millennials. Son la primera generación que realmente ha crecido dentro de la Red, en la que viven conectados. Son los verdaderos nativos digitales. Se han educado y socializado con internet plenamente desarrollado. No conciben un mundo sin Wi-Fi, YouTube, o Instagram, Tik Tok, y Snapchat, ni sin seguidores o ‘likes’. No han vivido lo que era conectarse a internet a través de un módem ligado a la línea telefónica, ni esperar para poder realizar descargas y conexiones, ni han sufrido el incordio de esas paradas en la reproducción on-line de un video cuando la velocidad de reproducción es mayor a la de bajada. Han crecido en la cultura de lo instantáneo, de lo inmediato, en el “lo quiero todo y lo quiero ahora”.
Es una generación que espera que todo funcione a la perfección. Que exigen el acceso a las cosas que necesitan, pero sin tener realmente el deseo de poseerlas tanto como las generaciones anteriores. Son quizás la expresión de una nueva realidad social que apunta, basada en el “acceso a” en lugar de la “propiedad de”. Una tendencia, que de ser cierta como apuntan los estudios sobre su comportamiento, representaría sin duda un cambio radical en las normas de consumo. Y por ello en el sistema económico futuro.
Los chicos y chicas de la Generación Z son autodidactas, aprenden vía tutoriales en Internet desde donde hacen todas sus tareas y labores online. Habituados a hacer múltiples tareas y procesar al mismo tiempo varías fuentes de información. Son la primera generación que rompe el concepto de formación formal y cerrada. Valoran las titulaciones, pero saben que en un mundo cambiante van a serles más útiles las habilidades, la autoformación y los perfiles profesionales al ad hoc. El acceso a la nube, desde la soledad de su habitación, les ha dado las herramientas necesarias para encontrar la manera de construir su propio mundo y encontrar de forma inmediata cualquier tipo de respuesta.
Si a los millennials se les ha identificado a menudo como la generación del ‘Yo, todo apunta que la Generación Z pueda ser más bien la de “Nosotros”. Son más pluralistas cuando, a los 15 años, han conseguido una impresionante red social digital, a menudo internacional, lo que hace que vivan en una realidad más global que cualquier otra generación anterior porque la tecnología les permite formar parte de una sociedad mucho más amplia que su entorno inmediato.
A esos ocho millones de chicos y chicas que forman la Generación Z en España los que percibimos irreverentes y algo soberbios. No dudan en llevar la contraria a sus padres, profesores o mayores, pero, ¿serán los que construirán un país y un mundo mejor?. Esperemos que sí, aunque la generación de la inmediatez deberá adaptarse a los tiempos de un sistema político en el que las decisiones nacen del diálogo, del análisis meditado, del consenso entendido como pacto y compromiso. Por esto será necesario, como explica Nuria Vilanova (autora con el director de Deusto Business School, Iñaki Ortega, del libro “Generación Z” en Plataforma Editorial), “Por un lado, que los sistemas políticos sean más flexibles y sepan adaptarse a una nueva cultura política emergente. Por otro lado, los Z tienen su propio reto, el de aprehender los valores implícitos que caracterizan a una democracia, para así aprender lo que significa ser ciudadanos en una democracia”
Que los jóvenes inquieten a los adultos no es nada nuevo, es algo que ha sucedido desde la antigüedad. Debe ser normal que nos cueste entender que se pasen el día mirando la pantalla de smartphone, viendo Instagram o TikTok, y no jugando en la calle. Pero en lugar de escandalizarnos por su forma diferente de comportarse, deberíamos hacer todo lo posible para convertir este relevo generacional en una oportunidad, mejorando el entorno educativo, laboral, empresarial y político que les facilite aprovechar y poner en práctica sus extraordinarias capacidades. Para que lideren esté Siglo y contribuyan a la construcción de un mundo mucho mejor.