El peor error que podríamos cometer los trabajadores, empresarios, sindicatos y patronales de este país sería esperar que, una vez terminada la profunda crisis que estamos padeciendo, todo, o casi todo, fuera igual en el mundo del trabajo o al menos fuera muy parecido al de ayer.
Porque esta es la lógica a la que parecen responder muchas de las medidas que se están aplicando en la mayoría de nuestras empresas. Cuando la respuesta para recuperar la productividad perdida se dirige casi exclusivamente a reducir costes por la vía de despidos o reducción de salarios, o que el eslogan preferido sea "hacer lo mismo con menos".
No sólo debemos hacer lo mismos con menos, como se repite constantemente en las empresas, instituciones y organizaciones. Conseguirlo no tiene mucha ciencia, al comprobar que los gestores no reparan en las consecuencias sociales o económicas futuras.
El verdadero reto al que debemos responder urgentemente está en conseguir hacer cosas diferentes o hacerlas de forma distinta a como se han venido haciendo. Cambio al que incluso se puede llamar innovación. Innovación en el producto, en la gestión, en la organización del trabajo, en la relaciones laborales, y en la formas de gestionar y dirigir.
Nuestro país necesita romper ese conservadurismo desmoralizador porque precisamos remover y liberar todas las energías transformadoras que hemos tenido tanto tiempo dormidas. Y debemos expulsar los miedos al cambio, fruto de esa lógica desconfianza por errores pasados en las empresas, universidades, administraciones públicas y también, como no, en las organizaciones sociales y políticas.
Somos un país creativo, de gente alegre y comprometida cuando nos sentimos llamados a la implicación. Se nos trata como adultos y no se nos presentan soluciones fáciles ante realidades complejas como la que vivimos.
Si hablamos de innovación, lo están demostrando día a día algunas redes de solidaridad que se construyen en los barrios más pobres, y lo vemos en las iniciativas de cooperación. Fijémonos como se están reinventando las fuentes de financiación y gestión en muchas ONGs confirmando con ello el valor de la innovación social para fortalecer el sentimiento de la ciudadanía.
Precisamos de esa innovación fundamentada en la creatividad para encontrar y desarrollar nuevas ideas, y asumir el riesgo de llevarlas a la práctica. Por eso sólo hay innovación allí donde hay compromiso y cooperación, dos condiciones muy necesarias para que nuestras empresas y el conjunto de la sociedad expulsen el pesimismo y el conservadurismo de esperar mejores tiempos pasados que no volverán.
Porque ha cambiado la demanda y las costumbres, y con ello el mercado y la sociedad. Y mientras se impone "el hacer lo mismo con menos", se olvida la conocida cita de Albert Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".
Lo primero que tenemos que conseguir es no volver a repetir los errores pasados que explican con mucha claridad la grave situación que estamos padeciendo, al menos en campos que hemos de reconocer no les hemos dedicado suficiente atención: la educación y la enseñanza, la investigación, el mercado de trabajo, la cooperación empresarial y las relaciones laborales.
Precisamos innovar en nuestras viejas relaciones laborales para modificar la concepción rígida y poco participativa de la actual organización del trabajo de muchas de nuestras empresas. Es necesario revertirlas hacia una gestión más adecuada de los recursos humanos con el objetivo de conseguir una mano de obra más cualificada, más flexible y más polivalente. Pero también más valorada y, con ello, más comprometida con el futuro de su empresa. Porque son los trabajadores y trabajadoras los que condicionan el nivel tecnológico a utilizar y, más importante todavía, su grado de aprovechamiento y un recurso esencial para la innovación de cada empresa.
Evitemos repetir viejos errores aunque sean más baratos y hagamos caso al sabio Einstein: no hagamos siempre lo mismo si no queremos llegar al mismo sitio.
Porque esta es la lógica a la que parecen responder muchas de las medidas que se están aplicando en la mayoría de nuestras empresas. Cuando la respuesta para recuperar la productividad perdida se dirige casi exclusivamente a reducir costes por la vía de despidos o reducción de salarios, o que el eslogan preferido sea "hacer lo mismo con menos".
No sólo debemos hacer lo mismos con menos, como se repite constantemente en las empresas, instituciones y organizaciones. Conseguirlo no tiene mucha ciencia, al comprobar que los gestores no reparan en las consecuencias sociales o económicas futuras.
El verdadero reto al que debemos responder urgentemente está en conseguir hacer cosas diferentes o hacerlas de forma distinta a como se han venido haciendo. Cambio al que incluso se puede llamar innovación. Innovación en el producto, en la gestión, en la organización del trabajo, en la relaciones laborales, y en la formas de gestionar y dirigir.
Nuestro país necesita romper ese conservadurismo desmoralizador porque precisamos remover y liberar todas las energías transformadoras que hemos tenido tanto tiempo dormidas. Y debemos expulsar los miedos al cambio, fruto de esa lógica desconfianza por errores pasados en las empresas, universidades, administraciones públicas y también, como no, en las organizaciones sociales y políticas.
Somos un país creativo, de gente alegre y comprometida cuando nos sentimos llamados a la implicación. Se nos trata como adultos y no se nos presentan soluciones fáciles ante realidades complejas como la que vivimos.
Si hablamos de innovación, lo están demostrando día a día algunas redes de solidaridad que se construyen en los barrios más pobres, y lo vemos en las iniciativas de cooperación. Fijémonos como se están reinventando las fuentes de financiación y gestión en muchas ONGs confirmando con ello el valor de la innovación social para fortalecer el sentimiento de la ciudadanía.
Precisamos de esa innovación fundamentada en la creatividad para encontrar y desarrollar nuevas ideas, y asumir el riesgo de llevarlas a la práctica. Por eso sólo hay innovación allí donde hay compromiso y cooperación, dos condiciones muy necesarias para que nuestras empresas y el conjunto de la sociedad expulsen el pesimismo y el conservadurismo de esperar mejores tiempos pasados que no volverán.
Porque ha cambiado la demanda y las costumbres, y con ello el mercado y la sociedad. Y mientras se impone "el hacer lo mismo con menos", se olvida la conocida cita de Albert Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".
Lo primero que tenemos que conseguir es no volver a repetir los errores pasados que explican con mucha claridad la grave situación que estamos padeciendo, al menos en campos que hemos de reconocer no les hemos dedicado suficiente atención: la educación y la enseñanza, la investigación, el mercado de trabajo, la cooperación empresarial y las relaciones laborales.
Precisamos innovar en nuestras viejas relaciones laborales para modificar la concepción rígida y poco participativa de la actual organización del trabajo de muchas de nuestras empresas. Es necesario revertirlas hacia una gestión más adecuada de los recursos humanos con el objetivo de conseguir una mano de obra más cualificada, más flexible y más polivalente. Pero también más valorada y, con ello, más comprometida con el futuro de su empresa. Porque son los trabajadores y trabajadoras los que condicionan el nivel tecnológico a utilizar y, más importante todavía, su grado de aprovechamiento y un recurso esencial para la innovación de cada empresa.
Evitemos repetir viejos errores aunque sean más baratos y hagamos caso al sabio Einstein: no hagamos siempre lo mismo si no queremos llegar al mismo sitio.