Joaquim González Muntadas*
Director de Ética Organizaciones SL
Si a alguien se le ocurriera impulsar la convocatoria anual de
un "Premio a la
Poesía Empresarial ", no hay duda de que
tendría un éxito considerable de público y crítica, y no tendría dificultad
para encontrar material necesario para concursar, pues lo hallaría en los
centenares de Compromisos Éticos, Códigos de Conducta y Balances de RSC empresariales,
llenos de hermosas palabras y abundante rima poética.
Premio de Poesía, pues, según la socorrida Wikipedia, si poesía
es "la manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de
la palabra, en verso o en prosa", algunos de los Compromisos, Informes y
Balances de RSC, que publican muchas empresas, son auténtica poesía lírica que
transmiten sentimientos, emociones y compromisos, pero muy pocas cifras que
verifiquen con rigor el cumplimiento de los compromisos declarados.
Balances e Informes de Responsabilidad Social en los que, por
poner algunos ejemplos, se afirma: "Nuestra visión estratégica de la
responsabilidad empresarial recoge el legado de valores que rigen la toma de
todas nuestras decisiones", o: "Nuestro modelo de gestión es capaz de
alcanzar la productividad con integridad y generar crecimiento con honestidad;
todo ello sin sacrificar la ética ni los compromisos adquiridos con los grupos
de interés", o: "La misión de nuestra empresas radica en aportar
valor reforzando los valores" o: "Nuestro modelo de responsabilidad
empresarial tiende con cada grupo de interés sólidos puentes que trazan un
camino que fomente relaciones de confianza y desemboque en una generación de
valor para todos ellos".
No me dirán que este ramillete de declaraciones referidas a la
RSC sólo
puede sonar como poesía, y poesía romántica, a aquellos trabajadores, que son
muchos, que el único conocimiento que tienen de estas nobles intenciones de su
empresa les llega a través de los medios de comunicación o de la intranet
de la compañía y muchas veces acompañadas de la comunicación de los
premios y certificaciones sobre RSC que ha obtenido su empresa. Porque cuando
no se ha sabido lograr el compromiso de los trabajadores con los valores que se
declara respetar y promover en torno a la
RSC , éstos acaban entendiendo que estamos
hablando de la
RSC como
una cuestión exclusiva de la gerencia realizada para su mayor brillo.
Son muchas las empresas, certificadas, premiadas y laureadas por
su vanagloriada política de RSC, que aún deben conseguir algo
imprescindible para el éxito: que la mayoría de sus trabajadores y trabajadoras
conozcan, compartan, y asuman como propios los valores y resultados de
Responsabilidad Social de la empresa.
Éste es un déficit real, que conocen bien muchas empresas y que
se verifica en los resultados de los estudios de clima laboral cuando reflejan
la enorme distancia y el escepticismo que manifiestan en algunos casos los
trabajadores con el trabajo, y los esfuerzos que dice realizar su empresa para
implantar esos valores por los que supuestamente transita su gestión.
Esta baja credibilidad en la mayoría de las ocasiones responde a
la deficiente o nula información y participación que reciben los empleados
sobre las acciones de Responsabilidad Social y de Acción Social que realiza su
empresa, porque el único foco está dirigido en exclusiva hacia los medios de
comunicación o, en todo caso, hacia algunas entidades y organizaciones sociales
(las partes implicadas) fuera del centro de trabajo.
Dejar fuera de la comunicación a los trabajadores y trabajadoras
y a sus sindicatos, aunque así lo hagan la mayoría de los manuales de las
Escuelas de Negocio, orientar la gestión de la
RSC obviando
la participación de los trabajadores es un grave error. Como es un grave error
concebir a los trabajadores como una parte pasiva, que nada puede aportar ni
proponer en la mejora de la gestión de las empresas. Un error que, en la
práctica, provoca el lógico escepticismo entre los trabajadores, al percibir que la
RSC no
va más allá del marketing y la publicidad.
Que los trabajadores y las trabajadoras sean escépticos al
respecto devalúa el sentido de la
RSC y
perjudica muy seriamente a aquellas otras empresas, que las hay y muchas, que
apuestan con seriedad y rigor para que los Compromisos y los Balances sean algo
más que palabras, que cuantifican los compromisos y traducen en hechos y cifras
verificables sus esfuerzos.
Potenciemos los compromisos de RSC más allá de los seminarios y
jornadas. Potenciemos la
Responsabilidad Social
también desde el esfuerzo de formar, informar, preguntar y escuchar la
opinión de los trabajadores y de sus representantes sindicales sobre esos
objetivos, valores y compromisos que la empresa dice atender. Sabemos que
las empresas mejores son aquellas que saben escuchar a sus trabajadores, las
que saben aprovechar sus propuestas, sus ideas e iniciativas.
Sabemos que las mejores empresas, las que aspirar a ir más allá
de la poesía y de los premios, son aquellas que han entendido que para el éxito
de su Responsabilidad Social es necesario la implicación de sus trabajadores. Y
por ello, los sindicatos en esas empresas deberían también hacer los
necesarios esfuerzos para reivindicarse y estimular el interés de los trabajadores
y las trabajadoras, porque saben que es determinante para el presente y el
futuro de su empleo y sus condiciones de trabajo