martes, 17 de noviembre de 2015

Acuerdo Interprofesional de Catalunya, ahora toca la letra


Viejo refrán sueco: “Quién paga a sus trabajadores con cacahuetes solo tendrá monos”.  

Ahora, en los que tantos le dedican más tiempo a las esencias que a las existencias, es  una buena noticia para el mundo del trabajo, las empresas y la economía de Catalunya, que el próximo 27 de noviembre se firme por CCOO y UGT y las patronales Foment del Treball, Fepime y Pimec el Acuerdo Interprofesional de Catalunya (AIC) 2015-2017. También para el conjunto de España lo fue la firma el 8 de junio del III AENC, aunque padeciera un sospechoso vacío en los medios de comunicación. Ambos acuerdos apuntan a la voluntad de los Agentes Sociales y Económicos de mirar la realidad de los centros de trabajos, y la urgente necesidad de reformar y mejorar desde su principal instrumento que es la negociación colectiva.

Una negociación colectiva que debería, como anuncia este Acuerdo, ser capaz de incorporar nuevos instrumentos de flexibilidad y nuevos derechos de participación de los trabajadores y trabajadoras y sus representantes, e información transparente de la marcha de las empresas sobre los resultados, los proyectos, y unos convenios colectivos colectivos que deberían ser un acicate y una base sólida para el necesario cambio de modelo de relaciones laborales e industriales, basadas en la cooperación y el esfuerzo común.

Como el Acuerdo firmado para 2011-2014, el AIC para 2015-2017 es, o eso nos gustaría entender,  una positiva y clara expresión de la voluntad patronal y sindical para superar esa vieja flexibilidad externa que se sustenta en el desequilibrio entre derechos y obligaciones desde un mercado de trabajo desregulado y precario. Esa flexibilidad, a la que nos tiene acostumbrados tantas empresas en nuestro país, que provoca desregulación y deterioro de las condiciones de trabajo y que, como hemos visto en los últimos años, cuando las empresas afrontan dificultades, da adiadas consideran el despido como la primera y única opción.

A partir de ahora, la música contenida en el AIC, sus recomendaciones,  directrices y declaración de intenciones deben traducirse en realidad y en letra en los cientos y miles de convenios colectivos. Y estos deberían poder responder a las exigencias de cada realidad sectorial y de empresa y, en la  práctica, deben pasar de regular, en muchos casos, las condiciones de trabajo de solo los colectivos menos cualificados de las empresas, a atender también las necesidades de los grupos de personas con mayor cualificación y responsabilidad,  cuyo salario real y sus condiciones prácticas están al margen del convenio colectivo.

Desde la música de este nuevo AIC se debe iniciar un cambio en la actitud,  tan extendida en tantísimas empresas, de falta de confianza  mutua,  uno de los principales escollos de nuestras relaciones laborales y, con ello, avanzar en un modelo que permita establecer una adecuada relación entre los costes laborales, la situación de la empresa y también sus  beneficios. Avanzar en una relación de diálogo, construyendo el compromiso de los trabajadores y trabajadoras con la mejora de la productividad, entendida como ese mix de esfuerzo, mejora formativa, aplicación de tecnología, reinversión de excedentes y gestión eficaz, que exige compromiso por ambas partes. Y sí, cuando las cosas van bien, los beneficios deben ser para todos.  

Conscientes de que avanzar  en la música del AIC exige, inexorablemente, que los empresarios confíen en ellos mismos, en su capacidad de negociación y acuerdo, y que dejen de esperar que todas las soluciones vengan de las reformas legislativas porque, como se demuestra en muchas ocasiones, desde la autonomía de las partes, desde la negociación y el acuerdo, es  donde se alcanzan las mejores soluciones, que siempre son infinitamente más eficaces cuando la letra está escrita conjuntamente por las dos partes. Y también exige a los sindicatos aceptar que no están jugando en campo contrario cuando hablan de mejorar la eficiencia del trabajo, ni cuando hablan de mejorar la productividad y la competitividad de la empresa.

El AIC es una llamada a superar de una vez  la vagancia negociadora de quienes han esperado que las leyes y  las reformas legislativas resuelvan el complejo mundo del trabajo y su déficit de cultura de negociación. En estos tiempos necesitados de una ofensiva sindical, el Acuerdo tiene especial relevancia para atender y mejorar las condiciones de trabajo (salud laboral, accidentes de trabajo, igualdad, formación, información….), que necesitan una fuerte innovación en las propuestas tanto sindicales como empresariales, para que sean capaces de responder a las demandas y exigencias de los profundos cambios que vive la empresa y las formas de trabajar y reparar el grave estropicio creado en los últimos años a nuestro deteriorado mercado de trabajo.



Ahora, solo cabe exigir y esperar  de las organizaciones firmantes el esfuerzo y compromiso para poner letra a la música de este Acuerdo, y el rigor, tan poco practicado, para hacer el  balance y la evaluación de la aplicación y el resultado de lo pactado. Ahora solo falta que los firmantes pongan la letra y hagan realidad las intenciones que recoge el AIC. 

viernes, 6 de noviembre de 2015

Las camareras de piso, auténticas estrellas de los hoteles

Encontramos pocos libros de investigación o ensayo relacionados con las condiciones de trabajo en los distintos sectores productivos y oficios en las estanterías de las librerías. En comparación con la generosa cantidad de trabajos y estudios que se generan en la mayoría de países europeos, en nuestro país se estudia muy poco el mundo del trabajo. Quizás podríamos encontrar la razón en el escaso valor que nuestra sociedad da al trabajo, prácticamente desaparecido de nuestra cultura, sea cine, teatro, música o literatura, donde los protagonistas suelen ser profesionales liberales, periodistas, profesores,  altos ejecutivos o empresarios, y donde muy pocas veces las historias giran en torna a la vida de la mayoría de la sociedad, reflejando la realidad de las condiciones de trabajo en un oficina, una fábrica o un hotel. 

Por esto, es casi un acontecimiento la reciente publicación del libro “Las que limpian los hoteles” de la editorial Icaria sobre las condiciones de trabajo de las camareras de pisos que limpian los hoteles, escrito por el investigador Ernest Cañada con la colaboración de las federaciones del sector de servicios de CCOO y UGT, presentado en Barcelona y en Madrid  los días 5 y 6 de noviembre, y donde se describe la dura realidad del trabajo de las casi 100.000 trabajadoras encargadas de la limpieza de las habitaciones de los hoteles.

El libro ha dado la voz a decenas de trabajadores limpiadoras de piso de hoteles de todas las zonas turísticas y grandes ciudades españolas que explican sus condiciones trabajo y las enfermedades musculares y óseas con que suelen acabar. Se ha convertido en una herramienta eficaz para reforzar la campaña mundial por la dignificación y la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de las centenares de miles de mujeres “limpiadoras de piso” que hay en el mundo.

Dolores, Angelina, Isabel, Soledad, María, Lola, Eulalia, Antonia, Esther, Melani y así hasta treinta mujeres trabajadoras en hoteles de Baleares, Costa Brava, Valencia, Costa del Sol, Extremadura, Barcelona, Madrid, Galicia que dicen: “ Estamos hechas polvo, seguimos trabajando a fuerza de pastillas”; “Vamos sobrecargadas, llevamos un trabajo enorme y el cuerpo pasa factura”; “vamos reventadas”; “Donde se necesitan 20 camareras solo hay 14 o 15” “A mí me han robado la salud y como a mí a todas mis compañeras”, “Siento que no tengo tiempo para hacer el trabajo bien, después de tantísimos años no te sientes profesional”,  “te hacen un contrato de un año y luego te echan a la calle, porque si no te tiene que hacer fija”, “Recibimos un burofax diciendo que habíamos sido externalizadas. Desde entonces vivimos en la incertidumbre”, “El hotel fue prescindiendo de las supervisoras porque cogían a estudiantes de turismo en prácticas”, “No sabes cuándo vas a trabajar hasta el día antes, tienes que estar siempre disponible”, “La externalización ha sido un desastre” "casi ninguna de nosotras llega  trabajando a la edad de la jubilación" 

Dicen que los bajos salarios, las lumbalgias, las ciáticas y los dolores de espalda, la falta de pausas, de descansos y de criterios ergonómicos en el mobiliario de las habitaciones, quedan tapados por las estrellas de los lujosos hoteles. Facilitada por la última Reforma Laboral, cuentan la infernal tendencia de que los hoteles externalicen el servicio con Empresas de Servicios Integrales, que aplican el salario de un convenio propio pues les permite pagar salarios por debajo del convenio del sector, y fraccionar un contrato en dos para mejorar la productividad, como si de una carrera de relevos se tratara, entendiendo que en un trabajo duro como éste, producen más dos empleadas de cuatro horas, que una de ocho horas. Nos han contado que muchos hoteles pagan 0,90 euros por habitación, un euro por habitación doble y 1,25 euros por suite. 

Aunque iniciada hace pocos meses, esta campaña sindical global y mundial está teniendo ya efectos positivos, porque está permitiendo dar conocer a las instituciones públicas, a las fuerzas políticas y al conjunto de la sociedad la necesidad dignificar una de las figuras profesionales más decisivas para garantizar el buen servicio al cliente en un hotel, como es la limpieza de las habitaciones. Está motivando el activismo de centenares de militantes sindicales para promover la afiliación sindical como mejor garantía para la defensa de los derechos, impulsando la creación de redes sociales  y la innovación en formas de comunicación entre las camareras de pisos de los distintos hoteles y de diferentes países para difundir sus experiencias y apoyarse. Nuevas formas que están significando una verdadera innovación en las formas coordinación sindical que acabarán, sin duda, siendo un ejemplo del sindicalismo en red, a imitar por otros muchos otros sectores de la producción. 

Esta es una lucha que merece el compromiso también de los clientes. Por esto, apoyando a esta campaña sindical, sería muy útil y positivo que los huéspedes de los hoteles, cuando leemos las hermosas palabras de la publicidad formando grandes frases referidas a la sostenibilidad, los valores de la responsabilidad social y empresarial, además del saludo y una sonrisa de reconocimiento de la dureza del trabajo de las camareras de piso, convendría interesarse por las condiciones de trabajo y si responden a contratos precarios y de explotación, para en el caso de que así sea, hacerlo constar en ese generoso libro de sugerencias o esas encuestas de satisfacción que tienen la mayoría de los hoteles. Porque no habrá turismo responsable y de calidad sin trabajo de calidad de sus trabajadores y trabajadoras.

“Las que limpian los hoteles” han empezado una larga e inteligente lucha que merecen el total apoyo del sindicalismo nacional e internacional. Ellas son las auténticas estrellas de los hoteles y así lo demuestra el brillo de su lucha