Se ha convocado para el día 29 de octubre una manifestación en los
alrededores del Parlamento para protestar por la más que previsible investidura
este sábado de Mariano Rajoy como Presidente de Gobierno. Nada que objetar a la
convocatoria, incluso puede ser un positivo signo de salud e inquietud
democrática y de sano pluralismo político. Y puede tener pleno sentido para
muchos expresar públicamente la denuncia y el desacuerdo de mantener al frente
del Gobierno al dirigente político y al partido que han amparado la Gurtel, la
Púnica, al del “Luis, sé fuerte …” etc. etc.
Lo que entiendo que no está tan claro como signo de salud y
pluralidad democrática son algunos de los argumentos que explican la
convocatoria y los eslóganes que llaman a participar en esta movilización.
Porque tanto la manifestación ante el Congreso, como el voto que hará
Presidente a Rajoy, serán un ejercicio formal de democracia.
Vale la pena detenerse a considerar el significado del slogan de
la convocatoria “Ante el golpe de la mafia, democracia” por la exageración del lenguaje ya
que, como nos recuerda el sabio refrán, “con frecuencia, el exceso empequeñece
el tema”. Es una enorme exageración, un evidente y grave error y, peor
aún, identificar esta operación política con la imagen gráfica del golpe de
estado de Tejero.
Nada que objetar, insisto, ante el derecho a manifestarse de los
ciudadanos y ciudadanas que quieran expresar su rechazo y protesta con lo que
se debate y decide en el hemiciclo en ese momento; o diputados que simpaticen o
participen también en la protesta si la consideran justa y necesaria. Llamar
“golpe de estado”, a lo que algunos, legítimamente, pueden entender como
grave error político, y calificar de “mafia” a los miembros de la dirección del
Partido Socialista Obrero Español por el sentido del voto que van a expresar es,
además de un gratuito insulto, un grave error político para la causa que dicen
defender los que convocan y participan en la movilización.
Un “golpe de estado”, sabemos bien qué es, lo miremos donde lo
miremos: “la acción grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado,
usurpando las atribuciones de otro (Diccionario Ideológico de la lengua
española, Julio Casares de la Real Academia
Española)”, “la acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un
país alguno de los poderes del mismo, por ejemplo, el ejército
(Diccionario de uso del español, María Moliner)”, “la usurpación ilegal
y violenta del poder de una nación (Espasa Calpe)”.
La historia ha ido demostrando los peligros de banalizar el
lenguaje y con ello devaluar el sentido de algunos conceptos que,
para todos los demócratas, deberían significar lo mismo, sin dobles
interpretaciones o matices, como son “fascista”, “nazi” o “golpe de estado”. No
deberíamos usarlos en vano para que no pierdan contundencia, ni como moneda de
uso corriente para ganar un titular de prensa o para llamar la atención
en una acalorada discusión en el debate político. Los ciudadanos y ciudadanas
de este país sabemos bien qué es un “golpe de estado”, un “fascista”, o un
“nazi”. Para recordar su significado no hace falta que vayamos muy lejos pues
por desgracia, el recuerdo de nuestra historia social y política explica, con
dramática claridad, el sentido y significado de cada una de estas malditas
palabras.
Relacionar, como se está haciendo, la imagen del intento de golpe
de estado del 23 de febrero de 1981 y un golpista, pistola en mano, entrando al
Congreso de los Diputados, con la votación libre los diputados y diputadas el
próximo 29 de octubre, como si formaran parte del mismo fotograma es, además de
una barbaridad, un gravísimo error que, por otra parte, beneficia
indudablemente a Tejero, ya que supone banalizar su acto criminal al
compararlo, aunque sea de lejos, o en sentido metafórico, con una acción cien
por cien democrática legal y legítima de una parte de los representantes de la
soberanía popular. Aunque, miles, o incluso millones, de ciudadanos y
ciudadanas consideren que puede ser un desacierto, un error político
imperdonable, o incluso que con esta votación están asistiendo al funeral del
PSOE.
Aunque pueda desagradar profundamente, aunque se considere un
grave error de algunos o de muchos, lo que ocurrirá el 29 de octubre 2016 será
el ejercicio de la más absoluta normalidad democrática, nada parecido a un
“golpe de la mafia”, por suerte para todas las personas de este país.