Quim González Muntadas
El independentismo
político
y civil lleva varias semanas anunciando y organizando su respuesta, dicen
contundente, a la sentencia que el Tribunal Supremo hará pública en pocos días,
en este mes de octubre. Han anunciado,
entre otras muchas acciones, unas conocidas y otras llevadas en secreto por la
amalgama de instituciones, organizaciones y entidades independentistas una
Huelga General, aunque, seguramente por pudor semántico de la palabra huelga,
algunos sectores más de derechas y neoliberales, lo bautizan como “una aturada de país”. de unas horas, un día, tres días
o incluso hay colectivos que defiende indefinida.
A fecha de hoy faltan concretar los
detalles del alcance y la duración de esa movilización, aunque ANC, los CDR, EL
TSUNAMI DEMOCRATIC, ENS PLANTEM, etc., etc., nos anuncian que aspiran a
que sea una “acción estratégica y unitaria, con el epicentro en las principales
vías de comunicación”. Se supone que nos quieren decir lo que todo el mundo entendemos, con “principales
vías de comunicación”.
Para garantizar el éxito de la
movilización, como informan diariamente los medios de comunicación, están
sondeado a representantes de las diversas patronales a fin de evitar un rechazo frontal de las
empresas a la huelga, sea general o parcial y, con ello, evitar el riesgo de
que el seguimiento no vaya más allá de los botiguers del centro de los pueblos
y de muchos de los empleados públicos de la Generalitat y Ayuntamietos con
mayoría independentista.
Apoyando la convocatoria hace semanas que ya se han
pronunciado los principales dirigentes de todos los partidos y asociaciones
independentistas, y, por supuesto, también el President de la Generalitat y sus
Consellers y a la que se le ha sumado la última Resolución del Parlament
respaldando la desobediencia civil e institucional, lo que marca una clara
referencia de por dónde pueden ir las cosas tras conocerse la sentencia. Y, una
vez más, ahí están en su papel de agitación y propaganda todos los medios de
comunicación públicos dependientes de la Generalitat que llevan semanas, sin pudor, y con todo el
descaro, alentando y promoviendo esta movilización que busca desde el primer
momento la referencia en aquel 3 de octubre de 2017, convertida ya en otra
fecha más del glosario independentista preñado de efemérides históricas.
Hemos oído pronunciarse a alcaldes y
alcaldesas, asociaciones de comerciantes, de payeses, de estudiantes y de
PYMES. Incluso los directivos de la Cambra de Comerç de Barcelona se han
declarado a favor de una "aturada de país”. Pero falta una pieza fundamental,
faltan CCOO y UGT, ya que en aquella movilización del 3 de octubre del 2017,
con mucho o poco entusiasmo según los barrios, estuvieron presentes los dos
grandes sindicatos confederales en Catalunya, lo que le dio el sobado argumento
de “movilización trasversal”, reiterado en la mayoría de los actos y acciones
que organiza el secesionismo con el eslogan de que esto “no va de
independencia, va de democracia”. Aunque siempre, con todo el descaro, al final
vemos que no dejan duda que sí es a
favor de la independencia.
Conscientemente, CCOO y UGT no
convocarán paros en las empresas, como ya no lo hicieron en el pasado mes de
febrero, ante la huelga general convocada coincidiendo con el inicio del juicio
del 1-O en el Tribunal Supremo. La negativa del sindicalismo confederal,
abrumadoramente mayoritario en la clase trabajadora de Catalunya, de participar
en la estrategia del independentismo es trascendental porque clarifica dónde
están los intereses de los trabajadores y trabajadoras catalanes y, sobre todo,
define con claridad la colocación y las prioridades del sindicalismo de clase
en el conflicto social, tanto en Catalunya como en el resto de España. Porque
CCOO y UGT no son una organización más, ni una de tantas entidades,
plataformas, colectivos o coordinadoras que se han ido creando y deshaciendo en
estos años en Catalunya al calor de los acontecimientos del procés.
Ambos sindicatos tienen historia, estructuras representativas de la pluralidad
social y la diversidad del mundo del
trabajo. Tienen capacidad de criterio propio para expresar su opinión autónoma
sin necesidad de aparecer confundidos con intereses y tácticas electorales que
en el fondo es a lo que responden las anunciadas movilizaciones para este mes
de octubre.