Muy pocos colectivos han sido tan
encuestados, analizados y estudiados como los millennials. Esa
generación, nacida entre los años 1981 y 1995 que se hicieron adultos en el
cambio de milenio, en plena prosperidad económica y antes de la crisis.
Un colectivo, que en el año 2025, representará el 75% de la fuerza laboral del
mundo.
Se han publicado toneladas de
encuestas y estudios sobre el comportamiento social, la escala de valores
y los compromisos políticos de esta generación. Se ha estudiado su relación con
las nuevas tecnologías y las redes sociales, sus particulares hábitos de
consumo y las formas de relacionarse. Pero, de lo que más se ha escrito y
especulado ha sido sobre sus supuestos comportamientos, preferencias y
aspiraciones en el terreno laboral.
Los grandes gurús y consultores de
las nuevas tendencias en la gestión empresarial y de los RRHH, nos han
explicado las grandes diferencias a la hora de valorar y situarse ante el mundo
del trabajo entre los millennials y otras generaciones. Nos han dicho, que esta
nueva generación no tiene interés en encontrar un trabajo estable, porque
era una reliquia del pasado. Que prefieren un trabajo temporal para tener
tiempo libre y más vacaciones, Que rechazan la seguridad laboral, porque son
fans de la flexibilidad y porque prefieren ir saltando de un trabajo a otro ya
que son alérgicos al arraigo laboral y, por ello, a toda relación con la
representación colectiva en la empresa.
Nos han explicado, e incluso
teorizado, que esos jóvenes ya no percibían el salario como una de las formas
más importante de reconocimiento y valoración de su trabajo. Que para esta
generación pesan mucho más otros factores, menos prosaicos, como son: el buen
ambiente en el trabajo, la flexibilidad horaria, el tiempo libre, o incluso, el
buen nombre y reputación social de la empresa para la que trabajan.
Nos deben querer decir, que no es tan
grave que la mayoría de sus empleos no sean estables y que los salarios sean ridículos
por los niveles de responsabilidad y formación que tienen. Porque ello está
dentro de las nuevas preferencias y aspiraciones de estas nuevas generaciones
en contraposición a las anteriores que están ancladas a un mundo del
trabajo como son: la estabilidad del empleo, el salario digno, la relaciones
laborales colectivas y la afiliación sindical.
Pero, parece que no era así que
los millennials, son jóvenes pero no tontos. Que las reiteradas teorías sobre
sus preferencias que han servido, durante años, para construir justificaciones
al generalizado deterioro de las condiciones trabajo, como si ello fuera una
parte consustancial de la modernidad y de la nueva realidad social y económica;
que esas justificaciones respondían a las nuevas preferencias y
aspiraciones de las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras, en
lugar, a la avaricia y falta de escrúpulos de algunas empresas.
Pero no, ahí están, entre otros
muchos, el resultado y conclusiones del reciente estudio mundial publicado por
ManpowerGrup (Expansión 06/06/2016) que nos revela que, entre las
personas de 21 y 35 años, lo que valoran y buscan es un salario y
seguridad en el trabajo por encima de otros factores. El 83% afirma
valorar la oportunidad de aprender y adquirir nuevas competencias al considerar
un nuevo empleo. El 87% declara como prioridad la seguridad laboral cuando
busca empleo y el 92 % valora el salario. Estos datos están muy por
encima de factores que se venían identificando como típicos de millennials. La
aspiración obtener un contrato fijo, (ese contrato “antiguo y obsoleto” para
algunos como el presidente de la CEOE) sigue siendo, para para los
millennials, la base principal para afrontar las necesidades vitales.
Sabemos, que más allá de que los
tiempos cambian y las generaciones también y que cada una tiene necesidades,
problemáticas y reivindicaciones específicas. Pero la realidad es que las
dificultades y los intereses en el mundo del trabajo entre las distintas
generaciones son comunes. Esa nueva generación, llena de líderes en influencia
social, con mejor formación académica de media; comunicativa e innovadora
social; que ha sido también tantas veces calificada de superficial, frívola,
cómoda y, en el mundo del trabajo, individualista, escéptica y poco comprometida
con la acción colectiva en las empresas, tiene la oportunidad de modificar las
circunstancias que les condicionan.
Es la hora de dar el salto a
intervenir y afiliarse a las organizaciones sindicales para ejercer la
transparencia, integridad y compromiso social. esos valores con los que se
le ha identificado a esta nueva generación. La hora de proponer, innovar
y comprometerse con la modernización y acción de los sindicatos y estos la de
realizar todos los esfuerzos necesarios para facilitar y promover el salto a la
militancia sindical de las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras.
Porque, de la fuerza e inteligencia del sindicalismo dependerán también sus
condiciones de trabajo y su futuro. Y porque, al contrario de lo que algunos desearían,
los millennials son jóvenes, si, pero no tontos.