lunes, 3 de marzo de 2014

RSC ¿poesía empresarial?



Joaquim González Muntadas*
Director de Ética Organizaciones SL

Si a alguien se le ocurriera impulsar la convocatoria anual de un "Premio a la Poesía Empresarial", no hay duda de que tendría un éxito considerable de público y crítica, y no tendría dificultad para encontrar material necesario para concursar, pues lo hallaría en los centenares de Compromisos Éticos, Códigos de Conducta y Balances de RSC empresariales, llenos de hermosas palabras y abundante rima poética.

Premio de Poesía, pues, según la socorrida Wikipedia, si poesía es "la manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa", algunos de los Compromisos, Informes y Balances de RSC, que publican muchas empresas, son auténtica poesía lírica que transmiten sentimientos, emociones y compromisos, pero muy pocas cifras que verifiquen con rigor el cumplimiento de los compromisos declarados. 

Balances e Informes de Responsabilidad Social en los que, por poner algunos ejemplos, se afirma: "Nuestra visión estratégica de la responsabilidad empresarial recoge el legado de valores que rigen la toma de todas nuestras decisiones", o: "Nuestro modelo de gestión es capaz de alcanzar la productividad con integridad y generar crecimiento con honestidad; todo ello sin sacrificar la ética ni los compromisos adquiridos con los grupos de interés", o: "La misión de nuestra empresas radica en aportar valor reforzando los valores" o: "Nuestro modelo de responsabilidad empresarial tiende con cada grupo de interés sólidos puentes que trazan un camino que fomente relaciones de confianza y desemboque en una generación de valor para todos ellos". 

No me dirán que este ramillete de declaraciones referidas a la RSC sólo puede sonar como poesía, y poesía romántica, a aquellos trabajadores, que son muchos, que el único conocimiento que tienen de estas nobles intenciones de su empresa les llega a través de los medios de comunicación o de la intranet  de la compañía y muchas veces acompañadas de la comunicación de los premios y certificaciones sobre RSC que ha obtenido su empresa. Porque cuando no se ha sabido lograr el compromiso de los trabajadores con los valores que se declara respetar y promover en torno a la RSC, éstos acaban entendiendo que estamos hablando de la RSC como una cuestión exclusiva de la gerencia realizada para su mayor brillo. 

Son muchas las empresas, certificadas, premiadas y laureadas por su vanagloriada política de RSC,  que aún deben conseguir algo imprescindible para el éxito: que la mayoría de sus trabajadores y trabajadoras conozcan, compartan, y asuman como propios los valores y resultados de Responsabilidad Social de la empresa. 

Éste es un déficit real, que conocen bien muchas empresas y que se verifica en los resultados de los estudios de clima laboral cuando reflejan la enorme distancia y el escepticismo que manifiestan en algunos casos los trabajadores con el trabajo, y los esfuerzos que dice realizar su empresa para implantar esos valores por los que supuestamente transita su gestión. 

Esta baja credibilidad en la mayoría de las ocasiones responde a la deficiente o nula información y participación que reciben los empleados sobre las acciones de Responsabilidad Social y de Acción Social que realiza su empresa, porque el único foco está dirigido en exclusiva hacia los medios de comunicación o, en todo caso, hacia algunas entidades y organizaciones sociales (las partes implicadas) fuera del centro de trabajo. 

Dejar fuera de la comunicación a los trabajadores y trabajadoras y a sus sindicatos, aunque así lo hagan la mayoría de los manuales de las Escuelas de Negocio, orientar la gestión de la RSC obviando la participación de los trabajadores es un grave error. Como es un grave error concebir a los trabajadores como una parte pasiva, que nada puede aportar ni proponer en la mejora de la gestión de las empresas. Un error que, en la práctica, provoca el lógico escepticismo entre los trabajadores, al percibir que la RSC no va más allá del marketing y la publicidad. 

Que los trabajadores y las trabajadoras sean escépticos al respecto devalúa el sentido de la RSC y perjudica muy seriamente a aquellas otras empresas, que las hay y muchas, que apuestan con seriedad y rigor para que los Compromisos y los Balances sean algo más que palabras, que cuantifican los compromisos y traducen en hechos y cifras verificables sus esfuerzos. 

Potenciemos los compromisos de RSC más allá de los seminarios y jornadas. Potenciemos la Responsabilidad  Social también  desde el esfuerzo de formar, informar, preguntar y escuchar la opinión de los trabajadores y de sus representantes sindicales sobre esos objetivos,  valores y compromisos que la empresa dice atender. Sabemos que las empresas mejores son aquellas que saben escuchar a sus trabajadores, las que saben aprovechar sus propuestas, sus ideas e iniciativas. 

Sabemos que las mejores empresas, las que aspirar a ir más allá de la poesía y de los premios, son aquellas que han entendido que para el éxito de su Responsabilidad Social es necesario la implicación de sus trabajadores. Y  por ello, los sindicatos en esas empresas deberían también hacer los necesarios esfuerzos para reivindicarse y estimular el interés de los trabajadores y las trabajadoras, porque saben que es determinante para el presente y el futuro de su empleo y sus condiciones de trabajo