lunes, 28 de marzo de 2016

Sindicalismo de regadío. El acuerdo CC.OO. -- Repsol




He cogido prestado de José Luis López Bulla el término “sindicalismo de regadío”, su  definición del sindicalismo que consigue resultados concretos vía negociación colectiva en los centros de trabajo. En sus artículos, escritos y conferencias, López Bulla, estudioso del mundo del trabajo y comprometido con el sindicalismo, reclama a los protagonistas sindicales que den a conocer la rica experiencia que surge de la negociación colectiva en las empresas y los sectores cada día, poniendo en valor los resultados que se plasman en los convenios colectivos y en los pactos. Y también para corregir la visión tan extendida pero incompleta de que el sindicalismo confederal es solo, o casi exclusivamente, su acción social y política, pues apenas se conoce el fruto de la acción sindical en los centros de trabajo y en la negociación colectiva, núcleo y principal razón de ser de un sindicato y, con ello, la utilidad de la afiliación y la organización del sindicato en la empresa.

Compartiendo su reclamación, me he tomado la libertad de calificar de “sindicalismo de regadío” el  acuerdo: Protocolo de acuerdo entre la dirección de REPSOL y CCOO INDUSTRIA para la coordinación y colaboración en aspectos generales de las condiciones de trabajo en las empresas auxiliares en los complejos industriales de REPSOL PETROLEO, firmado el pasado 15 de marzo, pues es un buen ejemplo del fruto de la negociación colectiva.

La Reforma Laboral, la crisis y las nuevas tendencias de gestión para abaratar costes han llevado a que un gran número de actividades y servicios se externalicen a empresas que nada tienen que ver con la empresa principal. Empresas donde abundan los contratos precarios y la ausencia de representación sindical, y donde sus trabajadoras y trabajadores tienen serias dificultades para responder y denunciar los abusos que padecen. Por esto, las Confederaciones Sindicales de CCOO y UGT insisten que entre sus prioridades más urgentes, está la exigencia de nuevas leyes y más acción e implicación de las administraciones públicas para el control de los abusos y una mayor tutela de estos colectivos presentes en todos los sectores de la producción y los servicios.

El Acuerdo de CCOO Industria con Repsol es precisamente eso, un valioso instrumento con nuevos cauces de información, coordinación y de colaboración entre Repsol y CCOO para que el  sindicato, desde la empresa principal, donde cuenta con más medios, más fuerza, más influencia y mayor capacidad de presión, se comprometa a velar por el respeto y el cumplimiento de las normas legales o contractuales aplicables a los trabajadores y trabajadoras de cada una de las empresas auxiliares que prestan servicios dentro de los complejos industriales de esta multinacional.

Estos instrumentos se concretan en potenciar un Comité Intercontratas de Seguridad y Salud con los representantes de las empresas concurrentes y con los sindicatos, mediante reuniones periódicas y obligatorias con el Comité de Salud Laboral de Repsol. Y como una garantía más, al sindicato de la empresa principal se reconoce el derecho de vigilancia para garantizar que todas las personas que se incorporen a las empresas auxiliares reciban la formación técnica y práctica suficiente en materia preventiva, como la reciben los trabajadores pertenecientes a la plantilla de Respsol.

Es cierto que estos instrumentos no corrigen todos los déficits de una legislación deficiente y unos  peores gobernantes que permiten el abuso y la  precariedad en el trabajo, donde centenares de miles de personas que trabajan en las cadenas de subcontratación lo hacen sin control, y es ahí donde se producen la mayoría de los accidentes de trabajo. Pero estos instrumentos responden también a las obligaciones y los compromisos asumidos por la empresa en su Responsabilidad Social Empresarial (RSC) y, sobre todo, son la expresión inequívoca de la voluntad y el compromiso de unos sindicalistas  que, ante los posibles abusos e ilegalidades en relación a las personas que comparten oficina o taller, aunque no sean de la misma empresa, no quieren mirar para otro lado.

Además de exigir cambios legislativos, en la negociación colectiva de las grandes empresas hay mucho que hacer, como escribe Jesús Cruz Villalón, Catedrático de Derecho del Trabajo Universidad de Sevilla en su ponencia ‘LA ACTIVIDAD SINDICAL EN LA EMPRESA: VIEJOS Y NUEVOS PROBLEMAS’: “Desde la perspectiva de la acción sindical en la empresa, el gran dilema deriva de la circunstancia tampoco casual de que allí donde el sindicato mantiene un poder de influencia notable es justamente en aquellos ámbitos correspondientes a las empresas grandes, coincidentes con la empresa principal …….por cuanto que se puede estar conformando un espacio sindicalizado con fuerte capacidad de acción sindical y de otro espacio no sindicalizado que para entendernos denominaríamos de ‘precariedad laboral’. Indiscutiblemente en un modelo sindical que tradicionalmente ha rechazado opciones de defensa corporativa de intereses, en beneficio de ciertos grupos fuertes y en perjuicio de otros débiles, necesariamente este modelo de segmentación ha de ser rechazado”

Precisamente al rechazo a este riesgo, esencia misma que inspira al sindicalismo confederal, responden estos instrumentos pactados en este acuerdo, que merecen la pena conocer y valorar, e incluso el calificativo de sindicalismo de regadío.




jueves, 17 de marzo de 2016

La pajarita de Pablo Iglesias

Es evidente que Pablo Iglesias, el Secretario General de Podemos, es unnúmero uno en  comunicación por su capacidad de situar mensajes que impacten de lleno en los marcos mentales de su público. El líder de Podemos muestra su sexto sentido para la anticipación, lo que le lleva a condicionar, cuando no mandar, en la agenda del resto de las organizaciones políticas y de la mayoría de los medios de comunicación. Es un fuera de serie en el marketing, solo hay que ver el éxito en la promoción de la marca Pablo Iglesias, con todo lo que ello conlleva. Lo demostró con éxito cuando su perfil fue el logotipo en las papeletas electorales de la candidatura de Podemos en las elecciones europeas. Y lo podemos comprobar constantemente cuando convierte en noticia de primera plana, con polémica incluida,  todo lo que hace, habla, come, bebe, canta o viste.
Pablo Iglesias, como personaje mediático, no puede pedir más. Ha conseguido aquello que solo las primeras estrellas consiguen: tener casi tantos enemigos acérrimos como seguidores incondicionales. Una meta que sólo es alcanzable por las grandes figuras de la música, el arte,  la gastronomía o el deporte. Sabe que su principal capital está en el número y calidad de sus enemigos y, consciente de su valor,  los cultiva con mimo y esmero, sabedor de  que el mejor abono para que crezca su prestigio entre sus incondicionales es hacer bueno el dicho: "la importancia de una persona se la dan el número y nivel de sus enemigos".
El líder de Podemos juega con sus detractores al visitar al Rey en mangas de camisa. Con ello consigue convertirse en la noticia principal de la audiencia y, a la vez, el centro de críticas que le sirven para retroalimentar las alabanzas y la adhesión de los suyos, no tanto por el acuerdo con su particular indumentaria, sino como respuesta apasionada a los que le atacan con enfurecidos argumentos que acaban convirtiendo una acción de marketing, muy estudiada pero irrelevante, en una verdadera hazaña del protagonista. Y así crea un inmejorable terreno de juego para la dialéctica política, que le permite seguir centrándose en eslóganes de Twitter y en la simplificación que favorecen las redes sociales, donde este partido político se ha revelado imbatible. Y obviar las serias dificultades que representa concretar y sobre todo evaluar las propuestas.
Pablo Iglesias es un gran marketiniano, y lo volvió a demostrar la noche de los Goya al convertir su esmoquin en la noticia más relevante y viral de ese fin de semana. Y él, en el protagonista indiscutible de la Gala, por encima de los escotes más atrevidos y las rajas de las faldas más sexys.  Un esmoquin y pajarita para redondear el mensaje y ser el contrapunto a la camisa arremangada en la audiencia en la Zarzuela. Y para completar el mensaje, como en el mejor spot publicitario, el famoso esmoquin era tres tallas más grande, dejando bien claro que la intención del político no era presumir. Como ese presumido que va peinado despeinado, aunque sea el peinado más difícil como saben bien los profesionales de la estética.
Un marketing que es capaz de fabricar permanentemente imágenes televisivas y materiales muy valiosos para las tertulias que sirven para llenar horas y horas de descalificaciones y críticas. Unos tertulianos calificando de sacrilegio y otros de heroicidad unos hechos tan irrelevantes como el peinado de un diputado, un bebé en las rodillas de su madre sentada en su escaño, el pico entre dos colegas del mismo grupo parlamentario o una pajarita en una gala en la entrega de los premios del cine.
Política espectáculo, descalificaciones que premian y promueven tanto la intransigencia como la victimización, argumentos ad hominem que consiguen centrar la atención de la opinión pública en una pajarita que, aunque no fuera la intención de Podemos, al final adquiere, en nuestra actualidad política, más importancia que el paro juvenil, la marginación de los mayores de 55 años que han perdido el empleo, el fracaso escolar o el incumplimiento de la ley de dependencia. Lo que demuestra que en muchas ocasiones, también en política, la principal virtud puede acabar siendo el principal defecto.

lunes, 7 de marzo de 2016

8 DE marzo ¡Vivan las trabajadoras del textil!




Homenaje de este blog a María Muntadas Nadeu (1925--2015) 

"Por cada mujer fuerte, cansada de tener que aparentar debilidad, hay un hombre débil cansado de tener que parecer fuerte". (Anónimo)

Se acerca el 8 de Marzo y, como cada año, los medios de comunicación dedicarán páginas, programas e informativos especiales dedicados al Día de la Mujer, dando cuenta de las múltiples iniciativas y actos que con motivo de esta fecha se realizarán a lo largo y ancho de nuestro país. Mientras, seguirán sin resolverse en los centros de trabajo, en la sociedad y en el mundo, discriminaciones, abusos, violencia hacia las mujeres. Queda mucho por hacer y por luchar.

Para muchas personas en todo el mundo el 8 de Marzo es un día para recordar a aquellas obreras textiles que en el invierno de 1857 salieron a las calles de Nueva York, y a las más de 15.000 que en marzo de 1908, medio siglo más tarde, marcharon por la misma ciudad al grito de “¡Pan y rosas!”, sintetizando la exigencia de mejora de sus condiciones de trabajo, de una jornada laboral de 8 horas, de igualdad salarial, cuestiones pendientes aún hoy en muchas empresas, y por el derecho de las madres a amamantar a sus hijos durante las 10 horas de trabajo. Y un día de homenaje a las 140 obreras que fueron asesinadas en la madrugada del 25 de marzo de 1911 al arder la fábrica textil Triangle Shirtwaist en la que trabajaban, porque los propietarios habían bloqueado todas las salidas.

El 8 de Marzo es una buena fecha para reivindicar el trabajo de miles de mujeres sindicalistas luchadoras del textil y la confección de todo el mundo. Sindicalistas que han escrito páginas heroicas del movimiento sindical que en la mayoría de las ocasiones, injustamente, no consta en los libros. Luchadoras de ayer en los talleres e industrias europeas y de EEUU, que hoy siguen escribiendo sus luchas en el norte de África, en Asia, en las maquilas de Centro América, mujeres que son la principal riqueza de sus países, que tejen y cosen para las grandes marcas de la moda, que crean sindicatos y luchan por unas condiciones dignas de trabajo y de vida.

Este 8 de Marzo es una buena ocasión para recordar la gran  importancia que tuvieron para el movimiento obrero de nuestro país, y para los derechos de las mujeres trabajadoras, las duras huelgas que en los años 1976 y 1977 protagonizaron las más 6.000 trabajadoras de la empresa Induyco de Madrid en defensa de unas reivindicaciones tan antiguas, pero también tan actuales, como la mejora del salario y la reducción de la jornada, la creación de una guardería, el cobro del cien por cien del salario real durante el embarazo, la supresión de las categorías  profesionales discriminatorias, la igualdad salarial para trabajos de igual valor, el respeto personal y el fin del autoritarismo empresarial. 

Y fue otro 8 de marzo, en este caso del año 1977, cuando se escribía otra página de la historia de la lucha sindical y por los derechos de la mujer. Ese día las cientos de huelguistas de Induyco, reunidas en asamblea en la iglesia de Moratalaz (Madrid), acordaban terminar su dura huelga que había durado más de un mes.

Las trabajadoras de Induyco protagonizaron una dura lucha en esta empresa que sembró una cultura sindical de diálogo y acuerdos que, con las crisis y problemas vividos en el textil, ha representado una referencia positiva para el conjunto de este sector industrial. Una semilla de la que brotó, durante décadas, una representación sindical que, desde una sólida afiliación a los sindicatos, ha sido un ejemplo de activismo por sus conquistas en favor de los derechos de la mujer y de compromiso con todas las luchas sociales.


Más allá de los actos institucionales que se celebrarán el 8 de Marzo, sería bueno no olvidar que empezó siendo el “Día de la Mujer Trabajadora”. Y con ello poner luz a las miles de luchas y al sacrificio de millones de mujeres trabajadoras de todo el mundo, protagonistas de la historia del movimiento sindical, que han quedado ocultas en demasiadas ocasiones, como una discriminación más hacia la mujer. Es una buena ocasión para renovar compromisos e impulsar nuevas iniciativas, desde la acción sindical, social y política, para la defensa de tantos derechos aún pendientes por conquistar en el trabajo y en la sociedad. Por esto, a la vez que hemos querido recordar como un ejemplo más entre muchos la lucha de las trabajadoras de Induyco por los derechos de la mujer, queremos gritar: “¡Vivan las obreras del textil! ¡Viva la lucha de todas las sindicalistas del mundo!