Joaquim González Muntadas
Había una pareja muy enamorada pero a la
vez muy pobre. El marido quería hacer un bonito regalo a su mujer para el
aniversario de boda. Sabía que le hacía mucha ilusión una peineta de oro para
su hermoso cabello, así que se vendió su reloj de bolsillo que había heredado
de su bisabuelo para comprarla .Su mujer, que también quería demostrarle su
amor al marido, vendió su hermoso y largo cabello para poder comprarle una
cadena para el reloj de bolsillo.
Esta breve historia, utilizada
en las técnicas de negociación para explicar que no siempre se
puede alcanzar un objetivo sólo con el sacrificio, aun lleno de buenas
intenciones, si no ha estado debidamente coordinado.
Es precisamente lo que nos ha
ocurrido con los fuertes sacrificios realizados en estos años por los
trabajadores en materia salarial en muchas empresas y sectores cuando
se han realizado de forma desordenada, sin relacionarse con beneficios, empleo,
inversión, precios, etc., como establecía el II Acuerdo para
el Empleo y la
Negociación Colectiva (II
AENC) para los años 2012, 2013 y 2014 firmado el 25.2.2012 por CEOE, CCOO y UGT.
Ahora, se ha vuelto a situar
la política salarial en el centro del debate por la absurda propuesta de
los sabios del FMI emplazándonos a rebajar el 10% los
sueldos. Puede ser un buen momento para hacer balance del II AENC, de su
resultado en relación con su objetivo principal. Recordemos, éste era
explícitamente facilitar el equilibrio y reparto de esfuerzos
entre el factor trabajo y el capital para conseguir la necesaria reducción de
costes y mejorar la competitividad de nuestros bienes y servicios con el
objetivo de consolidar el empleo desde una negociación fluida de
los convenios.
Pero la realidad ha sido muy
distinta. Ha imperado la crispación, el bloqueo y dilatación en la
mayoría de los convenios durante 2012 y 2013, incluso se ha reducido el número
de trabajadores y empresas cubiertos por éstos. ¿La razón? La
Reforma Laboral aprobada
por el PP poco después de la firma del II AENC que modificó de raíz las reglas
de juego y debilitó, por no decir dinamitó, las bases sobre las que se había
negociado este acuerdo. Así, dejó prácticamente sin efecto los tímidos
estímulos al dialogo y a la participación de los trabajadores en las empresas.
Porque se trata de dos orientaciones contrapuestas que han generado para los
sindicatos españoles una situación de extrema dificultad. Debían negociar los
convenios con un pie en el tren en marcha de la
Reforma Laboral y
el otro pie en el andén de los criterios acordados con CEOE en el II AENC.
¿Ha sido una estrategia
equivocada la que expresa el II AENC? No, en absoluto, fue una estrategia
equivocada. Siguen siendo válidos, por necesarios, tanto los criterios
recogidos en este acuerdo sobre flexibilidad en la organización del trabajo y
la jornada, como los profundos cambios introducidos en la tradicional política
salarial con las nuevas referencias alternativas al IPC y la revisión salarial.
O los nuevos criterios sobre el salario variable, que, por cierto, la
experiencia ha confirmado las serias reservas para implantarlo que, más allá de
la retórica, tienen muchas empresas cuando precisa negociación e información
veraz sobre la marcha y resultados de la misma.
Porque el problema real, más
allá de FMI o AENC, como explica en su excelente artículo, el profesor de la
URJC, Miguel Ángel García Díaz, “es
la sensación de desequilibrio en los esfuerzos que tienen los trabajadores
asalariados, porque después de realizar un importante esfuerzo…. comprueban con
rabia que la tasa de desempleo sigue siendo indecente”.
Día a día se demuestra esta
situación en las muchas negociaciones en empresas donde los sacrificios son
negociados y acordados; tanto donde los sacrificios responden al conocimiento
de las causas y razones que los justifican como cuando los sacrificios se
traducen en clara contrapartidas en empleo o mayor carga de trabajo.
Estos sabios --el
Gobierno, la
CEOE, el FMI y el Comisario Olli Ilmari
Rehn--, deben saber, como sabe la gran mayoría de la sociedad
española, que ya querrían para si poder demostrar con hechos y decisiones los
niveles de responsabilidad que los trabajadores y las trabajadoras españoles y
sus sindicatos están ejerciendo en los dos últimos años cuando se habla de
sacrificios.