Estos días los
medios de comunicación han informado de la ruptura del Consejo Intertextil Español (CIE),
creado hace 35 años con el objetivo de representar de forma unitaria a las
empresas y gremios que forman el sector de la industria del textil-confección.
La patronal, en lugar de afrontar la modernización de sus estructuras para adaptarlas a los cambios experimentados en las empresas del sector, que exigen un nuevo papel a las asociaciones empresariales para recuperar afiliación y representatividad, muy debilitada en estos años de crisis, decide romperse y litigar internamente porque no querer, o no saber, gobernar sus diferencias. Los particularismos de cada sector específico priman cuando es más necesario que nunca reforzar el papel y la fuerza de toda la industria del textil y la confección, el conjunto del sector de la moda española, para sumar fuerza institucional, económica y social.
Una patronal, el CIE, que fue capaz, precisamente por su unidad, junto con CCOO Industria y Fitag UGT (las federaciones sindicales mayoritarias que organizan y representan a los trabajadores del sector textil-confección), de construir y mantener durante tres décadas el convenio colectivo general de la industria textil y de la confección así como de negociar el único plan de reconversión de un sector sin empresas públicas en los años ochenta. También, y más recientemente, de negociar, firmar y gestionar el plan de apoyo al textil-confección con un protagonismo de los agentes sociales nunca visto en nuestro país.
La patronal se divide, cuando la tendencia se orienta a integrar los procesos productivos más allá de donde se realizan; cuando la mayoría de los sectores productivos, al menos los más avanzados e innovadores, están trabajado para combinar todas las fases del producto y aprovechar la transferencia de conocimientos que promueven la innovación, compartiendo recursos y esfuerzos para aprender unos de otros.
Mientras en el ámbito internacional y nacional la gran mayoría de organizaciones sindicales y patronales están realizando amplios procesos de fusión, integrando subsectores y sectores enteros para disponer de más y mejores medios y aprovechar los escasos recursos a partir de una visión integrada del mercado y del producto, la patronal española del textil y confección, el CIE, se rompe y retrocede varias décadas.
Justo cuando es más necesario que nunca aunar el sector de la moda y crear un eficaz sistema moda como tienen otros países, integrando calzado, piel, complementos, vestuario, etc.; exprimiendo al máximo las evidentes fortalezas competitivas que ello podría representar. En este objetivo, cuando las patronales deberían aportar liderazgo y cohesión, se dividen.
Precisamente ahora, en un sector de pequeñas y pequeñísimas empresas necesitadas más que nunca de liderazgo empresarial y de compromiso de sus grandes empresas y marcas para que puedan ejercer de locomotora que empuje y ayude a la necesaria reindustrialización y a recuperar producciones que en su día fueron deslocalizadas. Precisamente ahora, la patronal se disgrega y se debilita.
Ahora, cuando las empresas de retail, las distribuidoras y las marcas de la moda necesitan relacionarse con todo el proceso productivo, diseño, materia prima, textil de cabecera, confección y vestuario. Y cuando son más necesarios los esfuerzos para mejorar la formación y las cualificaciones profesionales en el sector, la patronal española decide confrontarse entre sí y poner en riesgo el diálogo social que ha sido un valor constante en la última década, debilitando con ello el convenio colectivo del sector. Un convenio que constituye el único ámbito que proporciona a un sector industrial disperso y de pequeñas empresas. La entidad y el volumen que necesita para exigir, ahora más que nunca, el apoyo social y político como sector generador de riqueza y de empleo industrial mayoritariamente femenino.
Hay mucho trabajo pendiente en el sector textil-confección de nuestro país, importante para el mercado laboral y la economía, y muy importante para algunos territorios. Hay muchos cambios que acometer en sus relaciones laborales e industriales para mejorar las condiciones de empleo de sus trabajadores, y también para mejorar su competitividad.
Hay muchos ámbitos de diálogo y negociación por crear en un sector que necesita mejorar su imagen y atraer talento. Hay muchos apoyos que conquistar para un sector con futuro, a pesar de que muchos lo hayan enterrado una y mil veces. Un sector con futuro, aunque sus patronales hoy se empeñen en ir en sentido contrario al de los tiempos. Esperemos que quieran y sepan rectificar antes de que sea demasiado tarde.
La patronal, en lugar de afrontar la modernización de sus estructuras para adaptarlas a los cambios experimentados en las empresas del sector, que exigen un nuevo papel a las asociaciones empresariales para recuperar afiliación y representatividad, muy debilitada en estos años de crisis, decide romperse y litigar internamente porque no querer, o no saber, gobernar sus diferencias. Los particularismos de cada sector específico priman cuando es más necesario que nunca reforzar el papel y la fuerza de toda la industria del textil y la confección, el conjunto del sector de la moda española, para sumar fuerza institucional, económica y social.
Una patronal, el CIE, que fue capaz, precisamente por su unidad, junto con CCOO Industria y Fitag UGT (las federaciones sindicales mayoritarias que organizan y representan a los trabajadores del sector textil-confección), de construir y mantener durante tres décadas el convenio colectivo general de la industria textil y de la confección así como de negociar el único plan de reconversión de un sector sin empresas públicas en los años ochenta. También, y más recientemente, de negociar, firmar y gestionar el plan de apoyo al textil-confección con un protagonismo de los agentes sociales nunca visto en nuestro país.
La patronal se divide, cuando la tendencia se orienta a integrar los procesos productivos más allá de donde se realizan; cuando la mayoría de los sectores productivos, al menos los más avanzados e innovadores, están trabajado para combinar todas las fases del producto y aprovechar la transferencia de conocimientos que promueven la innovación, compartiendo recursos y esfuerzos para aprender unos de otros.
Mientras en el ámbito internacional y nacional la gran mayoría de organizaciones sindicales y patronales están realizando amplios procesos de fusión, integrando subsectores y sectores enteros para disponer de más y mejores medios y aprovechar los escasos recursos a partir de una visión integrada del mercado y del producto, la patronal española del textil y confección, el CIE, se rompe y retrocede varias décadas.
Justo cuando es más necesario que nunca aunar el sector de la moda y crear un eficaz sistema moda como tienen otros países, integrando calzado, piel, complementos, vestuario, etc.; exprimiendo al máximo las evidentes fortalezas competitivas que ello podría representar. En este objetivo, cuando las patronales deberían aportar liderazgo y cohesión, se dividen.
Precisamente ahora, en un sector de pequeñas y pequeñísimas empresas necesitadas más que nunca de liderazgo empresarial y de compromiso de sus grandes empresas y marcas para que puedan ejercer de locomotora que empuje y ayude a la necesaria reindustrialización y a recuperar producciones que en su día fueron deslocalizadas. Precisamente ahora, la patronal se disgrega y se debilita.
Ahora, cuando las empresas de retail, las distribuidoras y las marcas de la moda necesitan relacionarse con todo el proceso productivo, diseño, materia prima, textil de cabecera, confección y vestuario. Y cuando son más necesarios los esfuerzos para mejorar la formación y las cualificaciones profesionales en el sector, la patronal española decide confrontarse entre sí y poner en riesgo el diálogo social que ha sido un valor constante en la última década, debilitando con ello el convenio colectivo del sector. Un convenio que constituye el único ámbito que proporciona a un sector industrial disperso y de pequeñas empresas. La entidad y el volumen que necesita para exigir, ahora más que nunca, el apoyo social y político como sector generador de riqueza y de empleo industrial mayoritariamente femenino.
Hay mucho trabajo pendiente en el sector textil-confección de nuestro país, importante para el mercado laboral y la economía, y muy importante para algunos territorios. Hay muchos cambios que acometer en sus relaciones laborales e industriales para mejorar las condiciones de empleo de sus trabajadores, y también para mejorar su competitividad.
Hay muchos ámbitos de diálogo y negociación por crear en un sector que necesita mejorar su imagen y atraer talento. Hay muchos apoyos que conquistar para un sector con futuro, a pesar de que muchos lo hayan enterrado una y mil veces. Un sector con futuro, aunque sus patronales hoy se empeñen en ir en sentido contrario al de los tiempos. Esperemos que quieran y sepan rectificar antes de que sea demasiado tarde.