"Ya no temo al patrón,
él me teme a mí" (Iqbal Masih)
El 12 de Junio es el Día Mundial Contra el Trabajo
Infantil, fecha en que la Organización
Internacional de Trabajo (OIT) pone en primer plano
la situación en la que viven y trabajan en el mundo más de 120 millones de
niños y niñas de 5
a 14 años.
En lugar de estudiar y jugar en la escuela y en los parques, fruto de la
pobreza de sus padres, son explotados trabajando en condiciones inhumanas para
obtener su sustento y el de sus familias. Niños sin infancia, que nos enseñan
la cara más cruel del injusto reparto de la riqueza y de una sociedad
llena de desigualdades y conflictos, que obligan a centenares de miles de
familias a huir de la inseguridad, física y económica.
Este día Contra el Trabajo Infantil es una buena ocasión
para recordar a Iqbal Masih, el niño pakistaní de 12 años que
murió asesinado por los mercenarios pagados por los fabricantes de alfombras de
ese país el 16 de abril de 1995, ahora hace 20 años. Iqbal Masih, cuando apenas
tenía cinco años, fue vendido por su padre por 16 dólares a una fábrica de
alfombras para poder pagar la boda de su hermano mayor.
El Frente de Liberación del Trabajo Forzoso consiguió su
libertad cuando Iqbal tenía diez años, y se convirtió en un activista y líder
de otros miles de niños y niñas en la lucha contra la esclavitud. Fue el
presidente de la sección infantil del Frente de Liberación del Trabajo Forzado
de Pakistán (BLLFP), y muy pocas semanas antes de su asesinato, recibió el
Premio Reebok de Derechos Humanos.
Ese niño, que de mayor quería ser abogado, luchó contra la
esclavitud de unas condiciones de trabajo y de vida que él conocía bien por ser
muy parecidas a las de otros miles de compañeros suyos, y su lucha no fue
inútil. El alcance mediático de su muerte y las fuertes movilizaciones de
protesta en las calles de la India y Paquistán de niños descalzos,
marcaron un antes y un después en la conciencia social mundial frente a la
explotación infantil.
El conocido grito de Iqbal: "Ya no temo al patrón, él
me teme a mí", resume el sentido de su lucha en la organización de
otros niños esclavos y su participación en campañas internacionales de apoyo.
Una lucha que pocos meses después de su muerte se tradujo en nuevas y potentes
iniciativas por todo el mundo contra la explotación infantil, como las amenazas
de bloqueo de muchos países al comercio de objetos fabricados con trabajo
infantil. Esto a su vez consiguió poner en marcha proyectos de acción
solidaria destinados a pagar a los padres pobres y ofrecerles otras
alternativas que mandar a sus hijos pequeños a trabajar a las fábricas de
alfombras, cristalería o ladrillos, minas etc.
Han sido muchos los avances que se han vivido en este
campo, desde el asesinato, hace veinte años, de este joven luchador y
sindicalista. Han sido, y hay que decirlo bien alto, muy importantes los
avances en la conciencia social y la lucha por erradicar una de las peores
formas de explotación y abuso, que pone en peligro la salud, la seguridad y la
educación, y que atenta a la más elemental dignidad de las personas y
de toda la humanidad.
Queda mucho por hacer, empezando porque los Estados
cumplan con las promesas que hacen en las convenciones y declaraciones
internacionales, como dedicar mayor cantidad de recursos y atención a los
planes de acción o incrementar el nivel de apoyo local, nacional e
internacional para lograr una educación gratuita, obligatoria y adecuada a la que
tengan acceso todos los niños y niñas.
El Día Mundial Contra el Trabajo Infantil ha querido
centrar el foco a exhortar a los Estados a respetar y hacer respetar las
convenciones y leyes existentes sobre trabajo infantil y educación. Y en 2015
de manera muy especial, en conseguir una educación de calidad gratuita y
obligatoria. En este día en el que la OIT nos llama a la acción,
miremos hacia atrás para recordar, a los niños y niñas, hombres y
mujeres, que desde diferentes frentes, sindical, social, económico, religioso o
político, han luchado por impedir la explotación infantil. Y a ese niño héroe,
que cuando tenía 12 años gritaba con razón: "Ya no temo al patrón, él me
teme a mí" y precisamente por eso, porque le tenían miedo, le
asesinaron.