"La Industria 4.0 se va a introducir, más pronto que tarde de lo que nos imaginábamos. Los sindicatos deben estar preparados para el enorme impacto sobre el empleo, las condiciones de trabajo y los derechos de los trabajadores, y centrar su atención en lograr una transición justa". Jyrki Raina, Secretario General de IndustiALL Global Unión.
Primero fue la máquina de vapor, luego la electricidad; en los años 70, la automatización, y las TIC en los noventa. Ahora ha empezado una cuarta ola, una nueva revolución industrial que transformará el qué, el quién, el cómo y el dónde se producen los bienes y servicios.
Hablamos de la Industria 4.0, concepto que fue acuñado en Alemania para describir la fábrica inteligente con todos sus procesos informatizados e interconectados por internet y se caracteriza por la incorporación masiva de robots autónomos, de análisis e integración de los grandes datos de información de forma horizontal y vertical, y por la extensión del “Internet de las cosas”. Se refiere a la posibilidad de interactuar a través de la red mediante el uso de microprocesadores dentro de los objetos, reduciendo con ello el tiempo y las acciones humanas, y que ya vemos hoy en muchos procesos de la industria química, energética, alimentaria, del sector de la automoción o en la gestión del almacenamiento y la distribución. O muchos productos de consumo, como es el caso del refrigerador que de forma automática conecta directamente con el supermercado al quedarse sin existencias, etc.
Hablamos de un nuevo modelo de producción en el que las máquinas se relacionan entre sí desde una nueva conectividad, aportando mayor flexibilidad en los tiempos de reacción y permitiendo menos residuos y producciones en lotes más pequeños, casi "a medida"; y que por lo tanto representa un cambio profundo en la industria y en la producción, que modifica la naturaleza de las relaciones entre proveedores, fabricantes y clientes. Y al cambiar la relación entre el trabajador y la máquina, así como las condiciones de trabajo, cambian también las relaciones laborales.
La pregunta es cómo reaccionará e intervendrá el sindicalismo frente a este cambio y esta nueva realidad que empieza a estar presente en algunas empresas. Por el bien de los trabajadores y trabajadoras, esperemos que sea con iniciativa e interés. En esta línea estamos viendo buenos ejemplos en algunos países europeos, muy especialmente en Alemania, donde el sindicalismo ha situado esta cuestión en el centro de sus estudios, análisis, debates y propuestas para la acción sindical. Una actitud especialmente positiva -esperemos que cunda el ejemplo- ya que, por la historia, sabemos que los sindicatos no son organizaciones especialmente acostumbradas a abrir los brazos para recibir la innovación.
Más allá de reconocer las muchas y profundas dificultades que están sin resolver por parte del sindicalismo ya sea nacional, europeo y global, es esperanzador ver que desde los sectores más avanzados se producen hoy rigurosos trabajos y llamamientos para evitar el riesgo de inacción o reacción tardía frente a esta nueva Revolución Industrial.
Ese sindicalismo, el más innovador, sabe que la Revolución Industrial 4.0 implicará una nueva reorganización en un mundo en el que probablemente algunos puestos de trabajo desaparecerán y otros nuevos emergerán, y habrá profundos cambios en los derechos y los deberes del trabajo dentro de la empresa. Sabe también que esta nueva tecnología traerá grandes beneficios para las empresas y en particular a las grandes multinacionales al ofrecer un acceso instantáneo y actualizado de la información sobre la producción en las cadenas de suministro, al posibilitar la planificación y la respuesta más rápida a las tendencias comerciales. Un sindicalismo que con razón se pregunta dónde quedan los derechos de los trabajadores en esta “empresa inteligente” pues intuye los riesgos que se pueden derivar para sus derechos, ya que la nueva tecnología facilita una mayor capacidad de control y supervisión de la conducta y del rendimiento de los trabajadores.
Pero también es consciente de la oportunidad que puede representar la conquista de nuevos espacios de creatividad e innovación para la acción sindical y la negociación colectiva, en la construcción de soluciones que mejoren y humanicen el trabajo de las personas, nuevas fórmulas de reparto del trabajo; mayores competencias profesionales y mayores niveles de participación y más justo reparto de sus beneficios, evitando que la mistificación y la adoración a la tecnología devalúen el valor del trabajo y que el avance tecnológico solo sirva para destruir y precarizar el empleo, crear mayor desigualdad y hacer más ricos a los ricos. Esperemos que ahí, en la Industria 4.0 y la empresa del futuro estén también presente con fuerza los sindicatos para garantizar una transición justa. De su capacidad e iniciativa dependerá.