Quim
González Muntadas
Con admiración a Aina
Vidal Sáez, diputada de En Comú Podem
Qué
alegría titular estas líneas con el grito ¡ESPERANZA! y dejar atrás dos artículos
tan distintos al de hoy publicados en estas mismas páginas de NUEVATRIBUNA.ES,
los pasados 2 de agosto y 18 de
septiembre, titulados ¡INUTILES!
y ¡QUE GRAN ERROR!, que expresaban,
creo, el sentimiento de frustración de miles de mujeres y hombres de izquierdas
y progresistas de este país. Vimos con seria preocupación el riesgo de que se
frustrara la oportunidad de poner en marcha un Gobierno de progreso capaz de
afrontar con urgencia los grandes retos de nuestro país, teniendo en cuenta los
intereses de los sectores más necesitados de la sociedad, y abrir una nueva
etapa de acción política de unidad de las izquierdas.
Hoy
es un día de alegría y de ESPERANZA para hacer realidad el contenido del
acuerdo de GOBIERNO DE COALICIÓN PROGRESISTA, firmado por PSOE y Unidas Podemos
como base del gobierno que presidirá Pedro Sánchez. Un gobierno que se
compromete en la defensa de la libertad, la tolerancia y el respeto a los
valores democráticos, que aspira convertir España en un referente de la
protección de los derechos sociales en Europa, que se empeña en el crecimiento
y la creación de empleo de calidad; en la lucha contra el cambio climático, en
impulsar políticas que garanticen la
seguridad, la independencia de las mujeres, la justicia fiscal, la corrección
de los gravísimos déficits de nuestro sistema educativo y el fomento del diálogo para garantizar la
convivencia en Catalunya y la normalización de la vida política.
Alegría
y esperanza que no ocultan las muchas y grandes dificultades a las que se deberá
enfrentar, y que precisará de mucha
inteligencia política y también del compromiso, apoyo y la movilización social
del mundo de trabajo y los sectores progresistas a la hora de defender las
reformas necesarias, que deberán ser profundas, y que sufrirán la contestación
radical de las fuerzas de las derechas política y económica en la defensa de
sus privilegios, como descaradamente nos han anunciado.
A
pesar de estas previsibles dificultades, como dijo Hannah Arendt, tenemos
derecho a esperar milagros, no porque seamos supersticiosos, sino porque los
seres humanos, cuando actúan libremente y en comunidad, “están en condiciones de realizar lo inverosímil
e incalculable”.
Podemos
mirar el futuro con esperanza si los sectores progresistas hacemos nuestro el
cambio que vamos a vivir, si desde el compromiso y la movilización, el mundo
del trabajo recupera su protagonismo, empujado por quienes creemos que solo la
política del bien común podrá construir una sociedad más igualitaria y
justa. Como soporte a los objetivos del
programa del gobierno de coalición progresista, vemos múltiples iniciativas en
las redes sociales, como la de José Luis López Bulla desde su Blog Metiendo
Bulla, un buen ejemplo de impulso de movimientos, foros, espacios
abiertos de diversos sectores profesionales, etc.
Esperanza,
como la definió Vaclav Havel, “no es la convicción de que algo saldrá bien,
sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga”. Pero en este
caso, por el bien de nuestro futuro y de la justicia social, debe salir bien.
No se puede frustrar la ilusión que hoy vivimos millones de personas. Así que hoy
podemos gritar ¡Viva la
esperanza!