Los acontecimientos que están sucediendo estos días en Argentina
con las iniciativas, o amagos, de nacionalización de YPF REPSOL, abren algunos
interesantes, importantes y no solamente teóricos, interrogantes sobre cuál
debería ser la posición de un sindicato de clase frente a una tal iniciativa
que, sin meditar demasiado las consecuencias, podría calificarse de medida de
izquierdas y progresista, ya que estamos hablando de la nacionalización de una
empresa. Si aplicáramos el manual clásico, parece que debería provocar el
aplauso, mucho más si estamos hablando de una empresa del sector del petróleo,
con todas sus connotaciones económicas, sociales, políticas, y casi ideológicas
como tienen las petroleras. En todo caso ésta sería, parece, la inercia pseudoideológica.
Pero quizás las cosas no sean tan sencillas y conviene preguntarse y analizar
qué intereses están en juego, y, también, cuáles son los intereses que
organizamos y representamos desde el sindicalismo, y en nuestro caso, desde
FITEQA-CCOO; cuáles son los intereses de los trabajadores españoles de Repsol
en particular y los de los trabajadores de la industria, más en general, cuál
es el interés de la economía del país, de España y también de Argentina. Cuáles
son desde la perspectiva de una empresa cada día más “global”, en el marco de
una acción sindical también cada día más global, desde la propia Red Sindical
creada a precisamente iniciativa sindical española hace ya algunos años.
La
siguiente pregunta que entiendo nos deberíamos hacer es cuales son las causas
que motivan esta acción política, con las conocidas “amenazas” de
nacionalización. Las causas alegadas son confusas, improvisadas,
contradictorias incluso con la política del Gobierno Argentino en los últimos
años, también en los últimos meses. Unos dicen que responden a impulsos
nacionalistas, otros a juegos de disimulo de problemas más profundos. Es
evidente que la gestión pública por sí misma no garantiza lo mejor para los
ciudadanos en general o para los trabajadores en particular, como hemos podido
comprobar cuando la corrupción, el nepotismo o el despotismo, han sido un
elemento determinante en esta política pública, para lo que no es necesario
marcharse a Corea del Norte, al Túnez de Ben Ali o al Egipto de Mubarak. Desde
aquí no nos corresponde especular sobre ello porque no conocemos
suficientemente la realidad Argentina para opinar, pero si conocemos que las
inversiones realizadas en los últimos años por Repsol, el destino de los
beneficios obtenidos, desmienten las razones que se esgrimen para la
nacionalización como son las aducidas faltas de compromiso y de inversión de
Repsol en Argentina.
La pregunta
necesaria es cómo se sitúa el sindicalismo, en este caso español, cuando el
bien que supuestamente se pretende expropiar afecta de forma clara al proyecto
y al futuro industrial, y con ello también a los trabajadores. Interés de los
trabajadores e interés de la economía nacional a la que de manera tan directa
puede afectar una empresa energética como es Repsol.
Nos
referimos a trabajadores españoles, y también a no españoles, del petróleo.
Ésta es la perspectiva en la que entiendo nos deberíamos situar CCOO como
sindicato mayoritario que representa los intereses de los cerca de 20.000
trabajadores de Repsol en España y, más allá, formamos parte de una
estructura sindical supranacional en el ámbito de Repsol en América Latina.
FITEQA-CCOO
hemos impulsado la Red
Sindical Internacional en el marco de esta empresa ya global,
estamos avanzando en la definición de intereses sindicales supranacionales y
seguimos con mucho interés la actitud de los trabajadores y los sindicatos de
YPF, los que en el momento actual argentino están precisamente adoptando las
posturas más prudentes en relación con este tema y planteando como prioridad el
desarrollo industrial eficaz en la explotación de los recursos naturales de su
país.
Los
trabajadores de Repsol España tienen conciencia de que son parte de un Grupo
Industrial Global y que las tensiones a muchos kilómetros de su puesto de
trabajo también afectan de forma directa a sus condiciones de trabajo, tanto
presentes como futuras. Así lo vivieron los trabajadores de Repsol en España,
con una congelación salarial pactada en su momento por CCOO y UGT para hacer
frente a las consecuencias negativas de la crisis económica (el “corralito”) de
Argentina. En aquellos momentos difíciles Repsol, con el apoyo de los
Sindicatos españoles, lejos de abandonar sus inversiones, cuando posiblemente
era la solución más cómoda y como hicieron muchas otras empresas, saneó la estructura
financiera de YPF hasta dejarla sin deuda alguna, mantuvo todos los puestos de
trabajo y desarrolló una importante política de inversiones que hasta hace bien
poco ha sido bendecida por las instituciones públicas argentinas, gobierno
central y regionales.
Pero hoy
una, quizás la principal, de las razones, de imposible disimulo, que explica el
cambio de actitud del gobierno argentino hacia YPF y es el valor extraordinario
de la explotación y del futuro desarrollo del descubrimiento realizado por
Repsol en Vaca Muerta, que representa un cambio radical para los activos
energéticos de Argentina
La
explotación de Vaca Muerta exige enormes inversiones, lo que obliga a Repsol a
la búsqueda de socios e inversores internacionales de primer nivel. Pero
la opción de mérito está en que el esfuerzo no debe situarse sólo en el
desarrollo y la explotación de los recursos, sino que la gran oportunidad para
Argentina consiste en conseguir (y por los instrumentos de información
presentes en la relaciones industriales y laborales de este grupo industrial
que garantizan un alto nivel de seguimiento de la política de la empresa, me
consta que Repsol está comprometida en ello) la creación y desarrollo de una
industria auxiliar con altos niveles de innovación, construyendo así un nuevo
sector industrial estratégico de la economía argentina, lo que por supuesto es
también interés de Repsol YPF.
Otra podría ser la perspectiva si se asumiera la opción que por
ejemplo proclaman en un reciente artículo “Ecologistas en acción”, que afirman:
“la expropiación sería una buena noticia ya que un Gobierno en un país
con una democracia parlamentaria es más susceptible de avanzar hacia el
desmantelamiento de empresas públicas contaminantes”. Desde luego
nuestra perspectiva, y nos atrevemos a afirmar que lo es asimismo del
sindicalismo español y supranacional, también de los trabajadores argentinos de
YPF, no es el desmantelamiento de las empresas de la energía, sino una defensa
del medioambiente compatible con el desarrollo industrial.
Por eso
creo que Argentina se equivoca por no aprovechar al máximo la voluntad
inversora de Repsol, su demostrada capacidad tecnológica, lo que le ha hecho
líder mundial en el descubrimiento de nuevos yacimientos y su capacidad para
generar alianzas para ese colosal proyecto que es la explotación de Vaca
Muerta.
Por otra
parte, mas allá de las decisiones políticas que pueda tomar el Gobierno
Argentino, están las reglas y leyes internacionales que deben garantizar que
cualquier decisión sea negociada en el marco de colaboración que ha presidido
las relaciones de Repsol con la República Argentina a lo largo de más de 12 años.
Los
actuales acontecimientos y el conflicto provocado por la actitud del Gobierno
Argentino entiendo que sobrepasan la dimensión empresarial de Repsol y
constituyen una muy mala noticia para la necesaria estabilidad y seguridad de
las empresas españolas en la zona, lo que puede derivar en negativas
consecuencias económicas para ambas partes. Por todo ello no deberíamos
disimular nuestro apoyo a las gestiones y esfuerzos que el Gobierno
Español esta realizando, uniéndolos al llamamiento a la necesidad de huir de
formas estridentes o de una sobreactuación teatral que puedan herir
sentimientos o alimentar bajas pasiones de nacionalismos, porque no está el
horno para bollos, por eso una vez más el camino es diálogo y diplomacia, mucha
diplomacia y por supuesto legalidad.