Pero esa
luz, o incluso el resplandor de la movilización sostenida en la calle, no nos
debería hacer olvidar que para muchos de los problemas de la clase trabajadora,
en particular los relacionados con su puesto y condiciones de trabajo (salario,
futuro profesional, formación, etc.), es imprescindible buscar la solución a
través de la acción sindical y la negociación colectiva, y ésta sólo es posible
en y desde los centros de trabajo, por mucha oscuridad que percibamos en ellos.
Las soluciones están ahí, aunque en muchos de ellos nos sintamos débiles, pero
donde nadie más que el sindicalismo, la fuerza organizada de los trabajadores y
las trabajadoras, las puede plantear y conquistar. Y ello incluso, o mejor
dicho con más motivo, si hay poca luz, porque no podemos hacer lo del paisano
de la metáfora:
Había un paisano que estaba
buscando afanosamente algo alrededor de una farola. Un transeúnte pasó junto a él y se detuvo a contemplarlo. No pudo por menos que preguntar:
— ¿qué se le ha perdido?, ¿qué busca Vd.?
Sin dejar de gemir, el paisano,
con la voz entrecortada por los sollozos, pudo responder a duras penas:
— Busco mi anillo que he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz, he venido a buscarlo junto a este farol.
Así como el
paisano no encontrará su anillo en la calle, aunque esté más iluminada, el
sindicalismo tampoco encontrará su función si no se corrige el déficit de la
poca organización en la empresa, la sección sindical. Ahora más que nunca,
precisamos articular una ofensiva, casi tan potente en medios y esfuerzos como
los desarrollados en todas las movilización generales, que trate de desatascar
la negociación colectiva y construya un nuevo cuadro reivindicativo para
atender la nueva heterogeneidad de intereses en las empresas. Son intereses
cada día más complejos de representar, y la ausencia de atención sindical
facilita, en muchas ocasiones, la total libertad de maniobra para el
empresario. Cuando los convenios colectivos son rígidos en su estructura
salarial y en su clasificación profesional, con decenas de categorías
profesionales pensadas para el trabajo fraccionado en tareas e incluso
repetitivo y poco cualificado todavía, revelan que en la mayoría de empresas,
están desfasados con la realidad y necesidades de estas.
Salvo
excepciones, la negociación pone de manifiesto que en España ni los partidos de
izquierda, ni lo sindicatos, hemos sabido cortar, como sí han hecho en otros
países europeos, con el viejo pensamiento fordista que hoy sigue
mayoritariamente vigente en nuestra sociedad. Así lo reflejan las muchas
empresas verticalmente organizadas y sin participación de los trabajadores. Así
lo defiende, con uñas y dientes, nuestra anticuada derecha política y
económica, como ha reflejado la última reforma laboral. Un pensamiento
reaccionario, retrógrado, cuya superación hemos de conseguir con urgencia si
aspiramos a cambiar el modelo productivo de este país.
La nueva
empresa precisa de un marco laboral distinto al actual, que supere el viejo
postulado de que "la organización del trabajo es facultad exclusiva del
empresario", como se recoge aún en muchos convenios colectivos, y como la Reforma Laboral
pretende perpetuar. Hay que corregir urgentemente ésta, que además ha impulsado
de forma abusiva la opción de incidir en el volumen del empleo, en su cantidad,
a través de los despidos como respuesta a los cambios en el ciclo económico, en
lugar de incentivar la opción de su calidad, del coste del producto, a través
de la mejora de la productividad, salarios, los cambios organizativos, la
formación etc. convirtiendo la flexibilidad interna en la principal herramienta.
El II AENC
podría o puede seguir siendo un buen instrumento. CCOO y UGT lo firmamos con la
intención de avanzar en un nuevo marco laboral. Y así podría ser si muchas de
las patronales dejaran de jugar con ventaja pretendiendo reducir su contenido exclusivamente
al capítulo salarial, y éste sólo a la moderación de los salarios, obviando el
resto de materias que refuerzan la negociación colectiva y el papel de los
sindicatos.
El Movimiento Sindical tiene muchos retos a los que responder:
seguir combatiendo las injustas políticas iluminando las calles con la
movilización social, y también para ello, desarrollar un esfuerzo añadido para
impulsar la afiliación y organizarla en las empresas -sección sindical-, para
generar la energía que nos permita encender también todas las bombillas en los
centros de trabajo para la acción sindical, y para que, como aconseja el dicho
catalán, "Que el llegir no ens faci perdre l'escriure".