lunes, 19 de noviembre de 2012

HUELGA GENERAL DEL 14 N Y LA "GENERACIÓN OLVIDADA"


Joaquim González Muntadas | Secretario General de FITEQA CCOO

"España encabeza el fracaso escolar y el desempleo juvenil en Europa”. Este titular nos ha acompañado en todos los medios de comunicación y sintetiza los datos recogidos por la UNESCO en la edición 2012 del estudio anual "Educación para Todos" (EPT). "Indigno y una vergüenza para Europa que entre sus países miembros haya algunos con el nivel de paro juvenil como el de España, que el pasado julio alcanzó el 52,9% y pide a Europa que actúe” declaraba hace unos días en Bruselas el presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz. "No es aceptable e insoportable que haya un Estado miembro donde el paro de los jóvenes roce el 50%. Es indigno, una vergüenza para Europa. Hace falta que Europa actúe" afirmaba François Hollande hace unas semanas en un encuentro con la prensa en París.
Y el Gobierno español sigue sin proponer, sin dialogar y sin actuar frente al desempleo juvenil, cuando es difícil encontrar un problema más grave y urgente al que responder. Más bien al contrario, provoca conflictos: ideológicos, de administración y organización en la enseñanza, reduce y cierra centros de investigación, inventa virtuales e ineficaces modelos de contratación, aunque, eso sí, se esfuerza en hacer propaganda de planes de empleo en las empresas para jóvenes que se frustran uno tras otro, como nos demuestra el incremento mensual del desempleo juvenil.
Tanto por las causas como por las acciones políticas a realizar, la experiencia de las crisis pasadas, también muy graves, difíciles y muy distintas, no sirve: en las crisis económicas vividas en los años 1977-85 y 1991-94 se afrontó una reconversión del aparato productivo en la que nuestra industria necesitaba transformarse y especializarse en sectores para nosotros bastante nuevos y de fuerte demanda, como eran la química, farmacia, electrónica, aeronáutica etc., y paralelamente acometer una fuerte reducción de la capacidad instalada, a la vez que se mejoraba la productividad de sectores que hasta entonces respondían esencialmente a nuestro mercado interior, protegido por aranceles a la importación y premiado con desgravaciones fiscales en la exportación, como el textil y confección, el cuero y el calzado, la siderurgia o el naval.
La Reconversión Industrial se abordó con Planes de Reestructuración de sectores enteros que fueron acompañados por planes sociales a los que se destinaron ingentes recursos públicos, que también se destinaron a la renovación de instalaciones y maquinaria para su mejora tecnológica y productiva. Planes Sociales que facilitaron la salida con protección a los trabajadores de más edad y la entrada a los jóvenes con contratos temporales. Se impuso así un relevo generacional marcado por el abismo existente entre la formación de los trabajadores que salieron y los que demandaban entrar.
Se aplicaron instrumentos de negociación y diálogo sólidos, hoy ausentes, entre el gobierno, los sindicatos y la patronal, que permitieron poner en marca jubilaciones anticipadas, fondos para el empleo, planes sectoriales de reconversión, etc. La mayor diferencia es que hoy la crisis no es el resultado de una reconversión tecnológica, ni reclama un relevo generacional, ya que la diferencia de formación se ha acortado mucho entre una persona cualificada o titulada de 55 años y una de 35 o de 25 años, que son los que conforman la mayor bolsa de desempleo y de falta de expectativas de futuro.
Los desempleados de hoy no son iguales a los de crisis pasadas, y menos a los de los 90. Son más jóvenes y no pueden enlazar con la jubilación. Son más nuevos en el mercado de trabajo y tienen prestaciones más cortas. Viven en estructuras familiares que también han cambiado. Hoy hay más mujeres y jóvenes en paro que son ya responsables de la unidad familiar.
En crisis anteriores las redes de protección fueron los sistemas públicos de pensiones y desempleo, hoy debilitadas por el déficit, y también las familias. Hoy los jóvenes son los menos protegidos por el sistema de desempleo, no sólo porque tienen prestaciones contributivas cortas, sino porque cumplen difícilmente los requisitos de algunos subsidios. Y como ya han trabajado tienen hábitos de consumo y compromisos de gasto.
De no resolverse rápidamente, el mayor riesgo y principal problema para la cohesión social y nuestro futuro está en que puede acabar siendo estructural e irreversible. La imagen que mejor ilustra las consecuencias de una juventud atrapada en la nada, son las masas de jóvenes pegados en las paredes en las ciudades de algunos países del Norte de África. El riesgo es que no seamos capaces de evitar que la crisis sea un corte laboral difícil de recuperar para los jóvenes desempleados de hoy, especialmente de aquellos no cualificados que abandonaron los estudios para trabajar, y para los que han acabado los estudios y deberían empezar a trabajar ahora. Ambos grupos tienen todas las papeletas para no poder desempeñar más que empleos temporales.
Es precisamente la urgente necesidad de revertir esta situación uno de los principales objetivos de la Huelga General del 14 de noviembre. La exigencia de un cambio radical de la actual política económica del Gobierno para que atienda e impulse los sectores industriales; para que comprometa y promueva la necesaria inversión pública y privada en I+D+i, y para que se corrija la política educativa garantizando su calidad y equidad desde el diálogo necesario que el Gobierno del Partido Popular desprecia con su forma de gobernar.
La Huelga General y la movilización social del 14 de noviembre serán la gran pancarta que denuncia esta situación, exigiendo que "Europa y España actúen”, que se pongan en marcha urgentes y eficaces políticas de generación de empleo para los jóvenes, esa generación que cínicamente se ha bautizado como el calificativo de "generación perdida", que parece insinuar que es el resultado de un accidente fortuito y con escasas responsabilidades políticas y económicas, en lugar de lo que es: "la generación olvidada". Una cuestión que merece ser considerada como el primer y más urgente problema social que tenemos en España porque, como se gritó en las calles de todo el mundo el 7 de octubre en el día mundial por el trabajo decente: “¡Juventud sin empleo, sociedad sin futuro!”.