Después de más de 150 años pocas prendas se han
mantenido tan fieles a sí mismas como los jeans (pantalón vaquero de tejido resistente de algodón
llamado también denim).
Han sido muy polivalentes. Valen tanto para estar en la mina y en el jet privado, en el campo y en la
fábrica, en la última planta de la sede de una multinacional de consultoría
financiera, en las montañas con el ganado, en los desiertos y en las discotecas
de moda. Además, pocas prendas
pueden decir que siguen estando de moda --incluso más-- desde el primer día.
Cuando conoces a un joven diseñador que, con ilusión desbordante, dice "he creado una
empresa de moda que diseña, confecciona y comercializa jeans",
lo que provoca es sorpresa por no decir extrañeza.
Pero cuando sabes que la fabricación de
los jeans se hace en Europa, más concretamente
en Sabadell --ciudad
de gran tradición textil que ha sufrido un fuerte declive--, la sorpresa se
convierte directamente en incredulidad.
Y la primera pregunta es: ¿es posible? Porque sabemos que las empresas de jeans hace décadas que dejaron Europa y
España al no poder competir con los menores costes de Asia,
donde junto con Turquía se localizó prácticamente toda la producción mundial.
La respuesta es: sí, está ahí, en el proyecto llamado: COMPANION HANDCRAFTED
DENIM Barcelona.
La explicación está en esa fórmula que oímos y leemos a diario y que a veces
tanto cuesta imaginar. Es decir, en la innovación y en practicar que si no puedes competir con un producto más barato,
ni de más calidad, hay que fabricar uno diferente. Se trata de
una Innovación que no siempre precisa de grandes inversiones en investigación y
desarrollo, pero requiere de mucha ilusión, imaginación y poco miedo al riesgo.
Este joven diseñador formado en la Escuela Superior de Diseño de Sabadell, tras
trabajar en la empresa número uno de la moda mundial, decide diseñar, fabricar
de forma artesanal, y vender jean sexclusivos
y de calidad excelente. Y los puede fabricar en Sabadell porque llevan
incorporando mucho valor añadido que el cliente valora y aprecia.
Así, hay quien paga más
de 200 dólares por esta prenda hecha con el mejor denim procedente de
Japón, Italia o EEUU, cargado de imaginación, que desprende
exclusividad desde el primer pespunte hasta la piel de su etiqueta o los
botones de cobre.
Es un pantalón confeccionado con telas tejidas en antiguos telares, cosidos en
máquinas clásicas de más de 100 años, comercializados a través de una página
web en inglés porque su mercado es global, tan global, que los pedidos que
salen de Sabadell se reciben en Australia, EEUU, Chile, Alemania o cualquier
otro país.
Cuando oímos pregonar sobre la necesidad de nuestras empresas de buscar nuevas
ventanas de negocio, éste es, aunque pequeño, un buen ejemplo. Se trata de vender un pantalón tan especial que alguien, desde
la otra parte del mundo, lo compra porque lo aprecia y valora.
Cuando oímos hablar de mercado global tenemos que saber que no se refiere sólo
a las grandes marcas de refrescos, del automóvil o de la moda. Porque también puede ser global el minúsculo
taller de este joven que es consciente de que hoy su tienda es el mundo y de que sus clientes
potenciales son millones de personas que pueden y saben apreciar la
exclusividad de su producto.
Mucho se habla de los nuevos negocios tecnológicos, de las star-ups o el spin-off, y más se debería
hablar. Somos un país con un retraso abismal en comparación con otros.
Pero las instituciones y la sociedad también debe mirar, atender y valorar
estos proyectos que representan los cambios profundos en la industria
tradicional, capaces de incorporar esa innovación que mejora la funcionalidad y
las prestaciones de los productos, esa innovación que mejora el diseño o los
procesos, la innovación que,
en este caso, es capaz de convertir en una novedad un pantalón que se creó en
el año 1873.
Yo me he comprado uno de estos pantalones, que además dicen que representan un
ahorro porque están concebidos para durar mucho tiempo al poder arreglarlos
cuando sea necesario, y porque durante su proceso fabricación se ha garantizado
la sostenibilidad social y ambiental.
Cuando me comentan que se perciben como especiales, deseo explicar la hazaña de
este joven emprendedor, que dejó la estabilidad que suponía trabajar en la
empresa de moda más solvente e importante del mundo, para construir su propia
marca de jeans de 200 dólares, fabricarlos en
Sabadell y venderlos, por ejemplo, en Berlín, creando trabajo y riqueza aquí.
Es
un buen ejemplo, claro que sí, y a veces puede ser más clarificador que cientos
de conferencias y discursos.