Lo sorprendente ha sido aparecer con estas propuestas
extremas, al mismo tiempo que se inician conversaciones de diálogo con las
organizaciones sindicales, para estudiar la posibilidad de que alcanzar un
posible nuevo Acuerdo, que sirviera de referencia a la negociación colectiva
para los próximos años, al finalizar la vigencia del actual II AENC, que supuso
un serio y muy costoso esfuerzo de responsabilidad sindical, injustamente poco
reconocido por parte de los poderes económicos y del propio Gobierno de Mariano
Rajoy.
La patronal española debería ser consciente del esfuerzo que ha
representado el II AENC para CCOO y UGT cuyos equilibrios, tan difícilmente
construidos en su negociación, se modificaron radicalmente pocos días después
de su firma con la
Reforma Laboral que
decretó el Gobierno del PP siguiendo las demandas empresariales.
La patronal debería haber leído, aunque fuera sólo por
profesionalidad, el amargo balance del resultado de la aplicación del II AENC
en 2013 y 2014 que han hecho las Confederaciones Sindicales, CCOO y UGT, en los
que, particularmente, se denuncian las deficiencias en las contrapartidas
contempladas en el Acuerdo junto a la fuerte moderación salarial; el
incumplimiento, en muchas empresas, del compromiso de moderación en el reparto
de beneficios y su reinversión productiva; el incumplimiento del impulso de los
mecanismos de información y participación respecto al salario variable, o los
referidos a la prioridad de mantenimiento del empleo impulsando fórmulas
alternativas de flexibilidad interna como alternativa a la destrucción de
empleo.
CEOE reclama “mejorar el clima de negocios y el entorno
empresarial" con una vuelta más de tuerca a la
Reforma Laboral , que ahonde el poder
unilateral del empresario en la decisión sobre "la distribución irregular
de la jornada, la movilidad funcional y el salario variable", “el periodo
de prueba de un año, sin indemnización” o que “se desvincule para la
calificación de nulidad de los despidos de las veracidad de las causas”, etc..
Unas propuestas de la patronal que han sorprendido y
escandalizado a la mayoría de la sociedad española, pues en materia laboral
pretende seguir insistiendo en la vieja concepción de unas relaciones laborales
autoritarias, que no precisen diálogo y permitan tratar a las personas como una
mercancía sin valor.
Viejas propuestas, muy alejadas de la nueva concepción de la
gestión empresarial y de la nueva organización del trabajo que están impulsando
con fuerza las mejores de nuestras empresas, entendiendo que sus fortalezas
están precisamente en la promoción del compromiso y la confianza de su gente,
buscando mejorar la participación de sus trabajadores y trabajadoras, y no
desde el miedo a poder ser despedidos sin garantías que son la base de las
últimas propuestas de la
CEOE.
Unas propuestas impropias, por no decir irresponsables, porque
la patronal española es consciente de que algunas de ellas que responden a
posiciones de extrema radicalidad, no caben en nuestro ordenamiento
constitucional. Pero lo más negativo del documento de CEOE es la deslealtad y
la grave distorsión que representa al valor de la autonomía de las partes y la
negociación constructiva entre Patronal-Sindicatos, tan necesitada de reforzar
en nuestro país.
Lo más preocupante es la falta de conciencia de los
tiempos especiales que vive nuestro país, de la delicada situación que
vive nuestra sociedad y en particular el mundo del trabajo, que aconseja no
transitar por posiciones extremas. Vivimos momentos de extrema sensibilidad, en
especial en los trabajadores y las trabajadoras, porque hay mucho desengaño
acumulado sobre cómo se han gobernado las instituciones y mucha decepción
sobre cómo se han gestionado muchas empresas.
Frágiles momentos políticos, económicos y sociales que reclaman
especial sensibilidad y moderación, en los que el buen tino debería ser el
consejero principal de todas nuestras instituciones y organizaciones
sociales y políticas, y entre ellas, las organizaciones patronales
deberían ser una referencia positiva y no un agente más de agitación que nos
sobra a toneladas.
Así que por ahí no CEOE, que no está el horno para bollos.