Joaquim González
Muntadas
Director Etica
Organizaciones SL
Día a día
oímos y leemos desde múltiples y diversos foros propuestas y opiniones de cómo
deberían ser y qué deberían hacer nuestras organizaciones sindicales para
mejorar su función. Y si escuchamos con atención a algunos líderes de CCOO y
UGT podríamos afirmar que hay conciencia en el mundo sindical de la necesidad
de actualizar sus programas, repensar sus medios y revolucionar las formas con
las que relacionarse mejor con su afiliación y poder garantizar mejor la
participación de los trabajadores y trabajadoras en los centros de trabajo.
Pero al mismo
tiempo, lo que no deja de ser sorprendente, podemos comprobar lo poco que se
opina, se escribe y analiza sobre la actividad patronal y la parte de
responsabilidad que tienen estas organizaciones en las serias limitaciones que
padecen nuestras Relaciones Industriales y Laborales de las que son también
protagonistas principales.
Se analizan
poco las consecuencias, para unas relaciones industriales maduras y entre los
representantes de las empresas y los de los trabajadores, del muy escaso
interés que expresan la mayoría de los empresarios por la función y actividad
de las asociaciones patronales que les representan, como reflejan de forma
clara las encuestas de opinión empresarial.
Tampoco se
aborda qué significan las bajísimas tasas de afiliación a las patronales,
exceptuando contados casos. La baja afiliación, la poca implicación y la
cooperación entre empresas es una expresión más de la sociedad española poco
amiga del asociacionismo. Desconfía de todo aquello que significan estructuras
estables de representación, ya sean partidos políticos, sindicatos, patronales,
asociaciones o entidades mil, lo que se acentúa si además éstas requieren una
adhesión estable y el pago de una cuota.
Es preciso
hablar también, y sin compasión, cómo se habla desde todos los sectores de
opinión de las organizaciones sindicales, de los errores y de los aciertos de
la patronal si queremos mejorar nuestras relaciones laborales. Es preciso
hablar de su parte de responsabilidad en las dificultades que impiden
modernizar nuestras relaciones laborales o sobre la escasa independencia de
muchas patronales del poder político de sus respectivos territorios.
Es necesario
hablar de esos pequeños y particulares intereses de algunos sectores patronales
que han imposibilitado durante décadas, y seguirán impidiendo si no se corrige,
la necesaria reforma de la vieja y disgregada negociación colectiva,
dificultando además la desaparición de miles de minúsculos convenios
provinciales vacíos de contenido. Esto ha supuesto graves impedimentos para la
necesaria construcción de amplios convenios colectivos sectoriales que
posibiliten, combinados con la negociación de determinadas materias en las
empresas, modernizar y superar una negociación colectiva con miles de convenios
colectivos vacíos de contenido.
Es conveniente
no olvidar que la única razón de existir de éstos es el interés en mantener
asesorías y asesores patronales enemigos de las relaciones laborales basadas en
la participación, el diálogo y la mediación en el conflicto de los agentes
sociales, un tejido asesor cuya razón de ser se halla precisamente en la
judialización de los conflictos.
Es necesario
hablar también de la importante e irremplazable función social que tienen que
tener en una democracia avanzada las organizaciones patronales. Así como
valorar y reconocer socialmente el esfuerzo que realizan miles de empresarios y
empresarias que ponen a disposición su tiempo y los recursos de sus empresas
para ejercer la función de representar a las empresas de sus sectores y
territorios.
Y es
necesario, porque los cambios económicos y sociales lo demandan y los nuevos
retos lo exigen, que el mundo patronal español afronte también sus reformas,
que repiense sus actuales estructuras, como algunos lo están haciendo ya con
fusiones y alianzas.
Es necesario
que los empresarios más innovadores y con más éxito de cada sector se impliquen
en sus organizaciones patronales, como es habitual en la mayoría de los países
europeos, como una expresión más de su responsabilidad social empresarial con
la articulación democrática de la sociedad.
La pregunta es
si la patronal española está también revisando su función, en unos momentos en
los que por diversas razones la gran mayoría del tejido asociativo político y
social de nuestro país se están mirando hacia adentro para reconocer sus
déficits y acometer sus reformas.
La duda
razonable está en si habrán dirigentes empresariales, igual que lo son algunos
líderes sindicales, que sean conscientes de la necesidad que tiene el mundo
patronal de actualizar el discurso, de repensar sus medios, de revolucionar sus
formas, para garantizar el interés y la implicación de la mayoría de los
empresarios.