Hemos
leído y oído la información que está apareciendo referida a la empresa Abengoa,
los errores en la gestión, el concurso de acreedores y la fuerte relación
que la empresa ha mantenido con los centros de poder estatales, autonómicos y
locales desde su fundación en Sevilla en 1941. Una relación que ha merecido la
consideración de ser la empresa más politizada del Ibex 35, dado que en
su Consejo de Administración se han sentado personas muy relevantes procedentes
del ejercicio de importantes responsabilidades públicas y a quienes se les
supone una sensibilidad especial con los derechos laborales básicos, o cuando
menos que los conozcan.
Hemos
sabido además que a muy pocas fechas de la presentación del concurso de
acreedores y del desplome del valor de la empresa, sus principales gestores,
los ya expresidente y ex consejero delegado, se embolsaron respectivamente
11,48 y 8 millones de euros de indemnización por su “cese anticipado".
También han salido a la luz informaciones sobre las viejas y autoritarias
formas de gestión de las personas en esta empresa, que, por el sector al que
pertenece, debería suponerse del siglo XXI.
Una
gestión autoritaria más propia de una vieja fábrica de montaje fordista que
provoca que los 4000 trabajadores de su sede central no tenga comité de empresa
y que el Campus Palmar Altas, sea conocida por los propios empleados como
"Palmatraz". Han sido muchas las noticias que han ido apareciendo en
la prensa local sobre el trato a los becarios, o los controles asfixiantes, o
las continuas prolongaciones de la jornada laboral. Como ejemplo, en junio del
pasado año el Diario Andalucía información.es, citando fuentes de la
Inspección de Trabajo, informaba de “una multa de más de 300.000 euros en 24
filiales de la provincia de Sevilla por imponer horas extras gratis”, o las
denuncias de despidos masivos que se están produciendo en estas semanas sin diálogo
ni negociación en las distintas empresas del grupo industrial.
En
los tiempos difíciles que se avecinan para los trabajadores y trabajadoras de
Abengoa éstos encontrarán a faltar, en el disgregado mundo de las decenas de
empresas que forman este grupo industrial, que durante los años pasados no se
hayan construido unas buenas organizaciones sindicales que trabajaran por la
unidad de los trabajadores. Seguro que encontrarán a faltar la fuerza de la
organización y de la unidad para defender el futuro de la empresa, su empleo y
sus derechos. Sin duda ahora, en estas circunstancias, muchos trabajadores y
trabajadoras de Abengoa sentirán la ausencia del principal instrumento que hace
decenas de décadas inventaron los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo:
los sindicatos.
Sentirán
la necesidad de promover la coordinación entre los cientos de centros de
trabajo y empresas que componen su grupo empresarial, cuando comprueben que
todo lo que sucede en un centro de trabajo de su grupo industrial, por muy
lejos que esté, no es indiferente para el resto de los miles de trabajadores y
trabajadoras de Abengoa. Por esto, en estos momentos de grave crisis, sentirán
la ausencia de los necesarios instrumentos de información y participación
sindical para conocer cómo y hacia dónde va la empresa. Algo que es un derecho
contemplado en nuestra legislación y que ha sido mejorado, desde la negociación
colectiva, en muchas empresas como la suya, también grandes y globales.
Todo
esto, y seguro que mucho más, podrán sentir los trabajadores y trabajadoras de
Abengoa en estos momentos de grandes desafíos para su empleo y condiciones de
trabajo. Pero, sin lugar a duda, también sentirán el total apoyo de las
organizaciones sindicales, de sus expertos y técnicos, pagados por las cuotas
de afiliados y afiliadas de otras empresas, con su experiencia, presencia e
interlocución institucional. Y sobre todo podrán contar, con toda seguridad,
con la solidaridad organizada en los sindicatos del resto de los trabajadores y
trabajadoras de pequeñas, medianas y grandes empresas.
En
muy pocas fechas veremos el desenlace y las posibilidades de reestructuración
financiera e industrial de esta gran empresa, si será capaz o no de resistir el
feroz ataque de su competencia en un sector tremendamente agresivo e interesado
en reducirla. También veremos el grado de compromiso de las entidades
financieras y de las administraciones públicas para evitar que desaparezcan los
miles de puestos de trabajo, el conocimiento tecnológico acumulado y el valor
social y económico para Sevilla, Andalucía y España.
Junto
a su compromiso de apoyo en búsqueda de soluciones, también es el momento para
que las organizaciones sindicales incorporen entre sus prioridades cambiar y
modernizar las relaciones laborales en esta empresa y construir, desde la
afiliación masiva, las nuevas y más maduras relaciones laborales e
industriales, con nuevos instrumentos de representación y nuevos compromisos
de la empresa de diálogo y participación. En conclusión, iniciar una nueva
etapa más abierta y más propia del Siglo XXI.