PUERTOLLANO, 21 de marzo de 2018
Joaquim González Muntadas
Ex Secretario General de FITEQA CCOO
Había una vez un viajero que caminaba de un pueblo a otro
y en el camino encontró un monje en tareas de labranza. El viajero le dio
los buenos días y le preguntó ¿sabe usted cómo son las gentes del valle,
porque es ahí a donde me dirijo?
El monje le contestó preguntándole ¿Cuál fue su
impresión del pueblo de la montaña del que viene usted?
Terrible, replicó el viajero. Si le soy sincero, me
alegro de dejarlo atrás. La gente no es hospitalaria, no colabora ni me ha
valorado el trabajo que he hecho. Por mucho que lo intenté, nunca pude sentirme
parte de ese pueblo. Así pues, dígame, ¿qué puedo esperar
encontrar en el valle?.
Siento decirle, contestó el monje, que creo que sus
experiencias en el valle serán muy parecidas.
Unos meses más tarde, otro viajero, que realizaba el mismo
viaje de la montaña al valle, se encontró con el mismo monje y le
deseó los buenos días.
Buenos días, respondió el monje y le
preguntó: ¿Adónde se dirige usted?
Voy al pueblo del valle, replicó el
viajero ¿Sabe cómo son las gentes de ese lugar?
Sí, respondió el monje, pero dígame, ¿de
donde viene?.
Vengo de la montaña.
¿Y cómo le fue por allí?
Estupendamente. Me hubiera quedado de no ser por mi
propósito de seguir viajando. Me sentí como un miembro más del pueblo. Los
ancianos me dieron muchos consejos, los niños bromearon y rieron conmigo y la
gente en general se mostró muy generosa. Me entristece dejarlos. Siempre
guardaré un recuerdo muy especial de todos ellos.
El monje, con un sonrisa en los labios, respondió: creo
que su experiencia en el valle será muy parecida a la que usted ha tenido
en la montaña. Que pase usted un buen día.
Lo mismo le deseo, y gracias, replicó el viajero, y continuó su
camino.
Rafael Martinez Parras era como ese segundo viajero. Era
una de esas pocas personas que donde van mejoran el entorno, mejoran el
ambiente, los equipos y las organizaciones. De esas pocas personas que
facilitan el trabajo y la vida de los demás gracias a su inteligencia y su
empatía. Rafa era de esas personas que contagian, allí donde están,
compañerismo y solidaridad. Lo sabemos bien muchas de las personas que
estamos hoy aquí. También muchas más que les gustaría estar. Todas las que
hemos tenido la gran suerte de disfrutarle y compartir militancia codo con codo
con él.
Rafa, a lo largo de su rico y largo viaje de
militancia sindical, asumió diversas tareas y responsabilidades
importantes en CCOO. En cada una de ellas dejó la semilla del esfuerzo,
del trabajo. Y por ello, como el segundo viajero del cuento, Rafa
recibió la admiración y la amistad de la mayoría de las personas con las
que se relaciono durante toda su vida. Cosechó el reconocimiento y el
aprecio de sus compañeros y compañeras, también de los directivos y
representantes de las empresas e instituciones con la que trató.
Rafa trabajó mucho, sacrificando muchas horas lejos
de su Puertollano y de su familia. Por esto hoy quiero agradecerle a Pili, su
esposa, la comprensión y generosidad que siempre tuvo, y que permitió esa
dedicación tan plena y rica que Rafa tuvo con al sindicalismo, lo que le hizo
tan feliz.
Trabajó mucho, con inteligencia, humildad y siempre,
siempre, con un escrupuloso respeto hacia los demás. Rafa fue radicalmente leal
con sus ideales y valores. Siempre auténtico con lo que hacía y sincero con lo
que pensaba, algo tan necesario, pero tan poco común en estos tiempos llenos de
populismo y demagogia.
Siempre entendió que la mejor lección es dar ejemplo,
y esa fue precisamente su principal arma de liderazgo. Un liderazgo que
transmitía ilusión y seguridad a las personas que representaba y a los equipos
de los que formó parte.
Rafa cambió muchas veces de responsabilidad, digamos
que viajó y cambió varias veces de pueblo, que fue de la montaña al
valle. Y en todas las ocasiones me trasladó, como el segundo viajero, su
pesar por tener que dejar lo que estaba haciendo, donde había construido
compromisos con las personas y equipos, con las que había compartido tanta ilusión
y estrechos lazos de amistad y complicidad. Esa fue su fuerza, la más potente
que puede tener un sindicalista. El compromiso y la sinceridad que explican que
en todas las responsabilidades que asumió en CCOO mejorara la relevancia
del cargo y dejara una huella imborrable.
Así fue al frente de la Sección Sindical de Repsol
Petróleo.
Y cuando asumió la dirección de CCOO en el Grupo
Repsol. Con la creación, negociación y gestión del Acuerdo Marco de este grupo
industrial, convirtiéndolo en una referencia del sindicalismo de clase y
solidario en España y en Europa. También en América Latina, con la
innovadora experiencia de la Red Sindical
Latinoamérica-España con Argen tina, Perú, Brasil, Bolivia y
Colombia, de la que Rafa fue el primer coordinador y que representó un
ejemplo y referencia de sindicalismo solidario e internacional.
Luego asumió la Secretaria de Salud
Laboral de la Federación de Industria Textil Químicas y Afines de
CCOO (FITEQA), para lo que estudió muchas horas y se formó, hasta
convertirse en unos de los cuadros sindicales de CCOO con más conocimientos en
la materia, con lo que, junto a su capacidad de trabajo, consiguió situar
esta secretaria en una de las de mayor relevancia de nuestra Federación y sus
resultados como unos de los más brillantes de nuestra Confederación y un
orgullo para Fiteqa. Rafa innovó política y herramientas sindicales en
seguridad y salud en el trabajo. Ahí están los avances plasmados, primero
en el Grupo Industrial Repsol, luego en los polos químicos,
sobre la coordinación en seguridad y prevención de riesgos entre la empresa
principal, las auxiliares y las contratas, lo que ha merecido el comentario de
muchos especialistas en la materia y el estudio de profesores de derecho del
trabajo.
Y en la última etapa de FITEQA, como secretario
de organización, lo que asumió con un entusiasmo e ilusión más propias de
un aprendiz que las de un veterano. Cuando tuvo que afrontar un doloroso
ajuste ajuste económico y reducir de las estructuras y
plantilla, lo hizo con especial sensibilidad y eficacia. Hizo un
trabajo ejemplar, negociando, razonando, con cada colectivo y persona
afectada,. Aplicó, por decirlo de otra manera, su sensibilidad de sindicalista
y trató a los demás como le hubiera gustado que le trataran a él.
Amigos y amigas, así fue Rafael Martínez Parras, un
militante, un dirigente sindical valiente, inteligente y auténtico. Podría
estar hablando de Rafa horas y días, porque ha sido parte de mi vida social,
profesional y personal durante cerca de 30 años. 30 años en los que compartimos
piso, viajes, tertulias, plato y copa. En los que también compartimos
preocupaciones y alegrías por nuestros hijos y nuestros nietos. Ah, también por
nuestro Barça.
30 años de ilusiones, pasiones y también de miedos
compartidos. Pero sobre todo, lo que más hemos compartimos
con él sus amigos, compañeros y familiares, fueron carcajadas, muchas
carcajadas de alegría y felicidad.
Por
todo esto digo, le decimos, Rafa te echo, te echamos, mucho de menos.
Gracias por tanto, compañero y amigo. Gracias hermano del
alma.