viernes, 21 de octubre de 2016

¿Un Ministerio del Futuro?

“El mundo cambia a cada momento sin esperarnos, y por eso debemos repensar nuestro modo de vivir cada día”,  Kristina Persson,  Ministra del Futuro del Gobierno de Suecia.



El futuro y el largo plazo son conceptos con los que tenemos grandes dificultades para relacionarnos, pues centrados en el corto plazo, en la actual legislatura, en nuestra generación, en la proximidad territorial, en el beneficio rápido frente la inversión, en la reducción de costes y los resultados inmediatos frente a la responsabilidad social y la implicación de los trabajadores en el futuro de la empresa, practicamos, como lo ha definido el filósofo Daniel Innerarity “un imperialismo que ya no es espacial, sino temporal, del tiempo presente que lo coloniza todo”. Las propuestas y la gestión política solo responden a un presente que hace que el futuro quede desatendido, donde nadie se ocupa de él, pues no es objeto de preocupación ni atención política, tampoco de movilización social.

Posiblemente para corregir este déficit, el gobierno sueco, presidido por el socialdemócrata Stefan Löfven, creó en febrero de 2015 el Ministerio del Futuro. Su objetivo fue traer el largo plazo a la gestión política de hoy  incorporando el futuro en la gestión de cada ministerio,  dirigido por Kristina Persson, una mujer de 70 años con una larga y solvente experiencia profesional, hasta que concluyó la misión de anticipar el futuro para la sociedad sueca. en abril del año 2016, que resumió con la afirmación: "El trabajo ha sido el cemento del estado de bienestar sueco. Si el mercado de trabajo no funciona, Suecia no funcionará”.


Reconciliar competitividad y generación de empleo, trabajar para conseguir un desarrollo inclusivo y sostenible han sido las bases del proyecto del Ministerio del Futuro, desarrollado desde tres ejes estratégicos: el primero tiene que ver con “el futuro del trabajo”, el segundo con “la transición verde y la competitividad” y  el tercero con "la cooperación global”. Ha contado con una amplia participación social articulada en torno a múltiples comisiones de estudio, plataformas de reflexión y discusión y grupos de investigación con todos los agentes económicos sociales, profesionales y académicos;  sindicatos, patronales, asociaciones profesionales, universidades, ONGs etc, y con el objetivo común de analizar y describir los desafíos y las oportunidades, de proponer prioridades políticas para mantener los niveles de bienestar del país en el medio y largo plazo.

Un ministerio para identificar las nuevas tendencias y los puntos críticos, para estudiar y comprender los cambios que se avecinan, y situar el futuro en un lugar privilegiado en la agenda de las preocupaciones, los compromisos políticos y las urgencias sociales. Porque sería bueno que las medidas inmediatas y las reformas de hoy estén pensadas con la responsabilidad del largo plazo, pues de ello dependerá el mantenimiento y mejora de los servicios públicos esenciales, la demografía, la inmigración, el medio ambiente, el sistema de pensiones, la educación y la formación. Y de cómo se resolverán las inquietantes preguntas sobre el futuro del trabajo. Cómo y cuánto las nuevas tecnologías, la automatización, la digitalización y la continua transformación de la empresa afectarán en las condiciones el empleo y el futuro del mercado de  trabajo.


No se trata de predecir el mañana, pues si siempre ha sido más que difícil, hoy lo sería todavía más. Se trata de incluir el futuro y sus incertidumbres en el horizonte del pensamiento y la acción de hoy. Para ello sería bueno mirar y aprender, en este caso del gobierno de Suecia, de su Ministerio del Futuro, de una iniciativa que expresa un compromiso político que nos debería  ayudar a salir del corto plazo en el que vive la gestión política de nuestro país y que esconde altas dosis de egoísmo, mediocridad y, sobre todo, una evidente falta de proyecto colectivo. Y si no, solo tenemos que repasar, cada día,  las portadas y los titulares de nuestros medios de comunicación para comprobar lo lejos que estamos de estar viviendo un serio debate social y político sobre el futuro de las nuevas generaciones y nuestro país. Que hace, que mientras nosotros estamos con  nuestras cosas,  otras sociedades nos esperen andando y preparándose para el futuro que ya está aquí.