Quim
González Muntadas
Junto a la pandemia sanitaria que estamos padeciendo y
que ocupa prácticamente la totalidad de la información y el debate nacional, se
ha abierto un nuevo frente de discusión. La propuesta de negociar un gran Pacto
de Reconstrucción Social y Económica en el que, con la referencia de los Pactos
de la Moncloa, el gobierno de España, las comunidades autónomas, los
municipios, los partidos políticos y los agentes sociales, sindicatos y
patronal, se pongan de acuerdo en objetivos y medios para superar la crisis.
Es una propuesta ambiciosa, pero en España tenemos una
larga experiencia de concertación social. Se han firmado, en democracia,
diversos e importantes acuerdos de las Confederaciones Sindicales de CCOO y UGT con las
organizaciones empresariales CEOE
y CEPYME. Y de todos ellos con el Gobierno de España de
turno. Ha habido también Acuerdos Tripartitos en varias CCAA. En algunas
incluso han institucionalizado por ley el dialogo social, como es el Consejo
del Diálogo Social de Castilla León, creado en el año 2008, una institución que
promueve el dialogo tripartito entre los Agentes Económicos y Sociales y la
Junta de Castilla y León, y cuya rica experiencia ha sido objeto de estudio e
interés en varias instituciones europeas y por la OIT.
No deberíamos por ello considerar como un arrebato el
reclamado Pacto, aunque la historia reciente de nuestros partidos políticos
nada tenga que ver con la larga experiencia mencionada de diálogo y acuerdos.
Más bien esta última etapa expresa todo lo contrario, está llena de
confrontación y sectarismo, incluso en este momento tan excepcional de crisis
sanitaria. La gravedad de la situación y que el noventa por ciento de la
sociedad reclame llegar a grandes acuerdos ante la crisis económica y laboral,
constituye un poderoso acicate para que todos los obligados protagonistas
trabajen a favor de un acuerdo.
Ciertamente la negociación no es nada fácil, es muy
compleja, y su éxito dependerá en gran medida del Presidente del Gobierno Pedro
Sánchez, que es quien la promueve y la debe dirigir. Gaetano Sateriale, una de las cabezas
mejor amuebladas del sindicalismo europeo, publicó en 1999 una guía para la
negociación colectiva en la empresa. Comparaba las negociaciones en las que
participan varios actores, con intereses propios, diversos y a veces
contradictorios, con un concierto. Y alguna razón tendrá cuando conocemos como
“concertación social” los acuerdos de patronales, sindicatos y gobiernos.
“Concertar” es una palabra que
hace referencia a un arte difícil. El diccionario lo
define como: “poner de acuerdo las diferentes voces o instrumentos de una
composición musical”. Así que, para concertar, se precisa que, por lo menos,
cada uno sepa tocar su instrumento, para después saber tocar juntos. Se tiene
que decidir primero qué tocar, para después afinar bien los instrumentos antes
de empezar. Porque de lo contrario, desde la improvisación, en lugar de la
música y la armonía de sonidos, sólo se oiría ruido. En todo concierto la
figura del director es esencial, determinante, porque, aunque normalmente no
toque ningún instrumento, da el tiempo a cada uno y, sobre todo, sugiere la
interpretación justa (los subrayados, los acentos, los tonos, el volumen del
sonido, etc.). Un director de orquesta pierde varios kilos en cada ejecución.
No es solo bracear y gesticular. Es, sobre todo, la atención que debe poner a
todo lo que se desarrolla en su orquesta.
Ahí está el reto de Pedro Sánchez, ser el
director de esta compleja orquesta para tocar la muy difícil, pero no
imposible, partitura. Un reto que, como le respondió en el Parlamento a Pablo Casado, presidente del
Partido Popular, Sánchez ha asumido con compromiso, empeño y con sus cinco
sentidos. El reto de llevar a buen puerto esta negociación, de dirigir este
concierto. A favor del acuerdo tendrá, de lo contrario mucho defraudarían, a los
“primeros violines” que son, por las materias a tratar, los representantes de
las empresas y de los trabajadores: CEOE, CEPYME, CCOO y UGT, y que han demostrado que saben
llegar a acuerdos en cientos de empresas en crisis o en transformación.
Acuerdos muchas veces más difíciles, con intereses más antagónicos que los que
pueden confluir en este Pacto, con mayores sacrificios y costes de imagen que
los pudieran derivar del mismo.
Así que deseemos inteligencia y profesionalidad al
director de esta orquesta para que el concierto, o sea la concertación, sea un
éxito. Conscientes sin embargo de que, si no cambian su actitud, Pablo Casado,
jefe de la oposición, y otros líderes territoriales, pueden provocar, con el
bombo que tocan, arruinar este concierto.