miércoles, 12 de febrero de 2014

FELICIDADES Y ÉXITOS PARA INDUSTRIA CC.OO.

Joaquim Gonzalez Muntadas 
Ex Secretario General de FITEQA CCOO

El próximo día 20 de febrero en Madrid las actuales Federaciones de la Confederación Sindical de CCOO, FI y FITEQA, se fusionan para crear juntos la nueva federación sindical INDUSTRIA CCOO, como hicieron el 16 de mayo de 2012 en Bruselas las tres Federaciones Europeas del Metal, de la Química-Minería y  del Textil-Piel y, un mes más tarde en Copenhague, las federaciones internacionales de estos mismos sectores, crearon IndutriALL Global Union.

Los afiliados y afiliadas de FI y FITEQA y las personas que conocen la actividad y los  resultados de ambas organizaciones se pueden preguntar por las razones de esta fusión, pues,  tanto una como la otra, ganan las elecciones sindicales, tienen uno de los porcentajes de afiliación más elevados de CCOO, una economía saneada y disponen, cada una por separado, de los recursos necesarios para atender bien su actividad.  

La respuesta es muy simple: aspiran a ser mejores, más útiles en los cambios que día a día vive el mundo del trabajo, la economía y, de manera muy particular, la industria en el mundo, en Europa, y en España. Se fusionan por la demanda y las exigencias de la globalización económica, las fusiones de los grandes grupos industriales, la subcontratación de actividades y las nuevas formas de organización de producción que han difuminado, incluso borrado, las viejas fronteras sectoriales que dividían la industria según su especialización y actividad, y a las que respondían la formas de organización del movimiento sindical internacional y en nuestro país. 

Las formas de gestión y organización de las empresas cambian  profundamente por la concentración y centralización en la toma de decisión de las políticas empresariales, permitiendo a las empresas tener una mayor fortaleza, lo que exige a las  organizaciones sindicales la construcción de  respuestas comunes y coordinadas más allá del ámbito de una empresa, un sector determinado o, incluso, más allá de las estrechas  fronteras de un país, para garantizar que la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras de ambas federaciones sea eficaz.  

Las dos Federaciones que se van a fusionar comparten diversos sectores industriales. El energético, con valor estratégico para la propia industria y la economía general del país. El automóvil, donde junto a las empresas metalúrgicas intervienen las industrias del plástico, caucho, vidrio y textil, por lo cual los trabajadores y trabajadoras de estos sectores tienen los mismos problemas y dificultades, viven los mismos avances,  y necesitan participar y defender las mismas alternativas sindicales en el conjunto del sector industrial. 

De la misma forma, las dos Federaciones comparten numerosos centros de trabajo en  los complejos químicos, donde solo se distingue a los trabajadores que pertenecen a la empresa principal o a las empresas de servicio contratadas por el color de su ropa de trabajo, pero donde unos y otros están vinculados por los mismos problemas o las mismas soluciones de empleo, de salud y seguridad, de medio ambiente.  

Ambas federaciones comparten numerosos Grupos Industriales dirigidos con férrea unidad de gestión empresarial y donde la lógica sindical requiere,  tanto para negociar y pactar, como para combatir las políticas laborales e industriales de la empresa, que la representación sindical se organice y responda con idéntica unidad y con la fuerza sindical que  evite la dispersión organizativa. 

El día 20 de Febrero de 2014 se fundirán diversos sectores industriales que padecen las mismas necesidades y los mismos déficits. Se fundirán realidades que exigen parecidas respuestas, que demandan nuevas iniciativas acompañadas de la fuerza organizada de la afiliación en los centros de trabajo. Sectores que padecen la crisis y que expresan el retroceso de la industria en nuestro país, que exigen mayor presencia e intervención sindical con nuevos y sólidos instrumentos de participación de los afiliados y los trabajadores, que constituyan la fuente de propuestas e iniciativas sindicales que permitan afrontar, en defensa de los intereses de los trabajadores, los profundos y permanentes cambios que están viviendo las empresas industriales y el mundo del trabajo.

La creación de esta nueva Federación es una buena noticia para los trabajadores y trabajadoras de la industria. Su impulso se debería sentir en el conjunto de afiliados y afiliadas y en los centenares de militantes,  para que sientan que ha nacido una nueva organización, y que su compromiso y entusiasmo se irradie a los miles de centros de trabajo como base imprescindible de la salida de la crisis y de la garantía de progreso social.

Es una buena noticia para el conjunto de CCOO y los trabajadores de nuestro país. Y es también una extraordinaria oportunidad para adquirir nuevos conocimientos y mirar el futuro con valentía, adquiriendo y renovando conocimientos, esos que aportan la suma de diversidades y experiencias, y que en este caso son dos federaciones que llevan consigo sectores productivos que representan la base del movimiento sindical internacional, y lo más heroico de la historia de la clase trabajadora, como son las luchas de los mineros o la de las obreras del textil, que ha escrito los primeros renglones de muchos derechos laborales, sociales  y políticos que hoy toca defender y ampliar.

Felicidades CCOO por haber sabido tener más Industria y muchos éxitos para INDUSTRIA CCOO, la clase trabajadora los necesita. 


lunes, 10 de febrero de 2014

EFICIENCIA Y PRODUCTIVIDAD. En polémica con López Romito (dejando de lado a Schumpeter)

Joaquim González Muntadas

Citar a Schumpeter en vano –y especialmente sin venir a cuento--  no encuentra buen acomodo en un debate con punto de vista fundamentado. Menos todavía si quien lo hace es un colega del famoso economista austriaco. Es lo que ha hecho Francisco S. López Romito a través de una fabuladora interpretación de mi artículo “Enterrar la vieja empresa y renovar el sindicalismo” (1).  López Romito tilda mis planteamientos como «sindicalismo amarillo» en Destrucción creativa y sindicalismo amarillo, donde el autor coge el rábano por las hojas.  Porque traer a colación, en su polémica con un servidor, a Schumpeter digamos que es algo forzado.  Más todavía,  el autor pone en mi boca cosas que ni he dicho en mi artículo ni se me han pasado por las mientes. Por ejemplo, de ¿dónde saca –o de donde infiere— que «González Muntadas dé por universal e inmodificable a la empresa capitalista y aliente a los trabajadores y sus organizaciones sindicales a aceptar su sino»? Esta es una pregunta pertinente, por no decir indispensable, para enhebrar una conversación honesta. Si eso fuera verdad, tenga por seguro López Romito que no hubiera dedicado cuarenta años de mi vida al sindicalismo confederal, de clase, en Comisiones Obreras.

Creo firmemente en el sindicalismo confederal y en su capacidad para intervenir en las empresas, sectores y en la economía para conseguir, en expresión de Bruno Trentin, la «humanización del trabajo»  un objetivo, precisamente hoy más necesario y actual que nunca, a pesar de la innovación y el avance tecnológico, que, como sabemos, no en todos los casos, ha repercutido en mejorar las condiciones de trabajo y vida de la clase trabajadora. Pero sí es indudable que son inseparables ciertos niveles de eficiencia y productividad de las empresas para garantizar la mejora de vida y trabajo, y también que ello se asienta en la mejora constante de la profesionalidad y la calidad del trabajo.

Por eso, como reitera de forma insistente el artículo que critica López Romito, entiendo que es preciso situar en el centro de la acción sindical y en la negociación colectiva los temas de la organización del trabajo y sus correspondientes derechos de información y participación de los trabajadores y sus sindicatos. Un objetivo, aunque difícil, que está y ha estado presente durante décadas en la opinión mayoritaria de CCOO y de forma muy particular en la Federación de Industria Textil Químicas y Afines de CCOO (FITEQA) donde he militado durante años ejerciendo la responsabilidad de Secretario General y que , con estrecha unidad con UGT, han entendido que el centro de la acción reivindicativa – el convenio de la Industria Química y los de importantes empresas del ámbito de esta Federación son una referencia de ello – está en la conquista y el ejercicio de nuevos derechos que nos defiendan del autoritarismo, la discriminación y la discrecionalidad tan  propios de la vieja empresa que urge enterrar con nuevos derechos de participación arrancados con la pala del sindicalismo confederal organizado en los centros de trabajo.  

La realidad nos demuestra, y no tengo duda que López Romito lo sabe también, que desde la chatarrería –esto es, desde la empresa que no innova o no es obligada por la acción colectiva a ponerse al día--  se está fisiológicamente o en puertas de la crisis o en crisis permanente y es por esto que tampoco tengo dudas que mí interpelante sabe muy bien, que desde ese territorio, el de la empresa vieja, no se mejoran las condiciones de trabajo de los asalariados y sus familias. Y, por extensión, tampoco la economía general, ni las conquistas del Estado de bienestar ya que a estas alturas --observando los efectos devastadores de la crisis y en estas páginas no creo que nos debamos recordar--  que esta ha golpeado con más saña allá donde el modelo productivo era o es aproximadamente pura chatarrería.

Por esto creo que, desde la óptica sindical, la pregunta que hoy interesa a la clase trabajadora, insisto desde la óptica sindical, no es tanto la que se formulaba hace muchas décadas Joseph Alois Schumpeter con la que inicia el artículo de réplica Francisco S. López Romito “¿Puede sobrevivir el capitalismo?  Ni creo incluso tampoco la respuesta del insigne economista cuando afirma que: “No, yo pienso que no puede hacerlo”.

Y en cambio son muchas las preguntas que tiene hoy sobre la mesa el sindicalismo global, europeo y español y que las respuestas no son nada fáciles como estamos comprobando. Preguntas que van desde: ¿cómo se afronta la nueva acción sindical internacional ante la globalización y conscientes de todas las contradicciones que están provocando? A como se abordan y armonizan la defensa los derechos individuales y  los colectivos, la igualdad de oportunidades, la profesionalidad, la flexibilidad y la seguridad, la información y la participación en la nueva realidad del  actual mundo del trabajo cada vez más heterogénea.

Preguntas que algunas se salen del guión tradicional más pensado para la vieja empresa taylorista y que hoy se percibe insuficientes para liderar a esos amplios colectivos de trabajadores y trabajadoras de esas empresas con nuevas las formas de gestión empresarial, donde, en algunos casos desde la iniciativa empresarial se han incorporado nuevos instrumentos y canales de información y participación de los trabajadores, pero eso sí, individual, sin el sindicato. Ahí tenemos otra pregunta como el sindicalismo recupera o reconquista su espacio su espacio y expresa su utilidad en la nueva empresa.   

No, no es sindicalismo amarillo, que sería el peor insulto que puede recibir un sindicalista y un sindicato, pero como López Romito sabe bien el sentido de esta expresión, es por lo que no me siento aludido y por ello ofendido porque supongo que no era su intención o incluso puede ser una mala interpretación. Pero, sí, son preguntas ante los cambios en el mundo del trabajo que obligan al sindicalismo a innovar nuevas formas y reivindicaciones o dicho de otra forma, que entre la disputa (ya secular) entre liberación desde el trabajo y liberación del trabajo, el que firma este artículo, está de parte de quien sostiene que hoy es posible, humanizar y enriquecer el trabajo dependiente con mayores grados de libertad sin tener que esperar la superación del capitalismo para obtener algún resultado.

Y es precisamente la tarea del sindicalismo la demostrar día a día que eso está dentro de las cosas posibles, organizando en afiliación, innovando y transformando las reivindicaciones en conquistas y progreso sin miedo a los cambios como se refería Luciano Lama en su despedida como dirigente de la CGIL, a los sindicalistas con estas palabras: «no tengáis miedo a los cambios, el miedo no es una virtud sindical».


(1)