miércoles, 20 de diciembre de 2017

La contradicción de no votar a los “míos”

Joaquim González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL

Siento la necesidad de compartir una extraña sensación al haber tomado la decisión de no votar a los “míos” mañana,  21 de diciembre. La extraña sensación de romper por primera vez la costumbre o inercia de votar la candidatura que formalmente ha venido representando a la mayoría de las personas con las que he compartido una larga vida de militancia política, primero, en Bandera Roja, luego en el PSUC. La extraña sensación de votar distinto a mi círculo de amistades que en su gran mayoría simpatiza, incluso milita, en Comú-Podem y vota la candidatura encabezada por Xavier Domènech, político del quien tengo muy buena opinión y mejores referencias por parte de personas autorizadas de mi entorno cercano que le conocen personalmente.  

He tomado la decisión de no votar a los “míos” por el comportamiento que han mantenido los   principales líderes de Comú-Podem en estos últimos tiempos en relación con la independencia de Catalunya. Comportamiento que ha hecho sentirme muy lejos de esta organización política,  especialmente de sus más influyentes dirigentes. Porque muy lejos les he sentido de lo que siempre he entendido que deberían representar los valores y principios básicos y esenciales de una opción política de izquierdas, muy lejos también de las propuestas concretas que tales valores y principios se deberían desprender.

Me he sentido lejos de los “míos”, cuando he visto y sentido la soledad y distancia en la que han vivido aquellos dirigentes de Comú-Podem con los que más me he sentido identificado, como es el caso de Joan Coscubiela.

Me he sentido muy lejano de la imagen de Ada Colau, la indiscutible y principal líder de esta organización, recibiendo, junto a Puigdemont en la Plaza de Sant Jaume, a los alcaldes independentistas con el objetivo de impulsar el falso referéndum del 1 de Octubre. Me he sentido muy lejos del trabalenguas incomprensible o la adivinanza con que la alcaldesa de Barcelona explicaba su posición ante la votación del 1 de Octubre, precisamente en unos momentos en los que a los líderes políticos se les debía exigir claridad y nitidez ante una situación de tan especial trascendencia política y social como la que estábamos viviendo.

Me siento muy lejos de aquellos cargos públicos y sector de militantes de Comú-Podem que han decidido romper el acuerdo de gobierno con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona. Pero todavía más lejos del silencio de los concejales y de la alcaldesa a la hora de dar su opinión con ocasión de la consulta a la militancia sobre el acierto o error que para cada uno de ellos y ellas representaba el sí o el no de esa decisión. 

Me he  sentido muy,  pero que muy lejano de Jaume Asens, de sus declaraciones a favor de la DUI, de su felicitación a los diputados de Catalunya Sí Que Es Pot que no mostraron su papeleta aquel viernes 27 de octubre en el Parlament de la Catalunya, donde se aprobó la independencia y la república de Cataluña. O de su apoyo a la marcha de Carles Puigdemont a Bruselas. Muy lejos de la posición de la alcaldesa de Badalona en todo aquello que se refiere a la apuesta por la  independencia de Catalunya. 

No votaré a aquellos que se supone que son los “míos”, y no lo hago impugnando su valía política, ni tampoco negando el trabajo de algunos de sus diputados en el Parlamente durante esta última legislatura. Ni negando sus aciertos en tantos otros frentes de reivindicación y de lucha. No votaré a los “míos” a pesar que ahí están personas que aprecio y de los que admiro su historia y trabajo en el PSUC e IC. 

Pero no quiero de ninguna de las maneras y bajo ningún concepto que se difumine, agüe o no se cuente mi voto como un voto contra la independencia de Catalunya. Por esto no les voy a votar. 

Quiero que se cuente mi voto como un voto a favor de la Constitución y de su reforma por vías de diálogo y negociación. 

Quiero que no se pueda poner mi voto el día 21D por la noche en el limbo de los “ni sí ni no, sino todo lo contrario”, o que se sume a un ficticio y engañoso bloque, “el del soberanismo”, para así maquillar un fracaso, si los partidos independentistas no consiguen la mayoría en votos.  

Por esto he mirado hacia la candidatura de Iceta y el PSC, muy consciente que muchos de sus candidatos nunca han sido, ni serán, de los “míos”. Pero reconozco que hay también en esta candidatura,  además de la claridad a la que aspiro que tenga mi voto mañana en estas tan especiales elecciones, personas que, con toda rotundidad, puedo decir que sí son de los “míos”. Un ejemplo claro es Eva Granados, así como otras personas comprometidas con el mundo del trabajo, como Manuel Zaguirre o Manuel Gómez Acosta. 

Por todo ello votaré la candidatura del PSC encabezada por Miquel Iceta.




sábado, 9 de diciembre de 2017

Miquel Iceta, el carpintero que necesita Cataluña

Ha empezado la campaña para las elecciones del 21D, así que cada candidato o candidata ha centrado su mensaje y sus promesas respondiendo, por supuesto, a su ideología. Pero, además, dadas las particulares circunstancias que durante estos últimos años estamos viviendo en Catalunya, el eje electoral lo marcan especialmente las diferencias    de dónde encuentra y explica cada cual las razones del conflicto que  estamos viviendo, así como sus soluciones. 

Unos entienden que el conflicto es entre territorios, entre un Estado reprensor y un territorio ocupado y oprimido. Otros lo explican por el caduco, dicen, Régimen del 78. Otros afirman que la solución, tan pronto se derrote electoralmente a los partidos independentistas, vendrá sola.

Pero hay un candidato,  por suerte, que  huye de la simplificación y nos advierte que no es suficiente con derrotar electoralmente a los partidos independentistas. Que además, insiste, es preciso derrotar al sectarismo que habita entre nosotros y que cada día se extiende y recrudece más. Que entiende que es preciso y urgente restaurar la fraternidad y la normal convivencia social hoy muy arañada. Que es urgente construir puentes y derribar esos muros, cada día más altos, que dividen a la sociedad catalana. Que la solución no vendrá de la mano ni de héroes, ni de mártires, ni tampoco de magos llenos de supuesta buena voluntad que piensan que por la sola negación del problema éste desaparecerá. 

El problema social que tenemos es tan grave y complejo que precisa de la mano de  un buen operario para cerrar de una vez este largo ciclo de rauxa y entrar de lleno, ya es hora, en el ciclo del seny. Como explicaba el maestro de historiadores Jaume Vicens Vives (1910-1960) en su libro NOTICIAS DE CATALUNYA, escrito en 1953, esos dos resortes sicológicos colectivos han estado presentes a lo largo de nuestra historia. Y han provocado que tras la rauxa que ha impulsado las numerosas revueltas y revoluciones fracasadas, vividas a lo largo de la historia de Catalunya, la reacción de esta sociedad ha sido siempre recuperar “el seny”, y con ello, nos dice Vicens Vives: “dejar y cambiar el arma de la causa perdida por la herramienta del trabajo de cada día para construir el reagrupamiento del país hacia su refugio esencial que es el trabajo, el que, de verdad, entierra decepciones y despierta nuevas esperanzas”.

Para abrir este necesario nuevo periodo, para provocar este cambio en la sociedad catalana, necesitamos un buen operario. Necesitamos un buen carpintero que construya esos puentes imprescindibles para recuperar el pulso de una sociedad normal y moderna. Necesitamos puentes para enterrar de una vez los pitidos dedicados al que piensa contrario y guardar las banderas. Necesitamos que  vuelvan a la primera página de los periódicos los problemas graves que tenemos en la enseñanza y también los éxitos que cosechamos en el campo de la investigación sanitaria. Necesitamos que vuelvan a ser noticia las luchas sindicales por la mejora de las condiciones de trabajo, y la de los vecinos por unos barrios y ciudades más limpias, sanas y habitables. Necesitamos estremecernos y reaccionar ante la noticia de que  cientos de personas mueren semanalmente ahogadas en el Mediterráneo, etc. 
  
Necesitamos puentes para que mi amigo Canals vuelva hablarse con su nuera, para que a mi amiga Noemi le vuelva apetecer ir a cenar con sus amigas del alma porque el tema de conversación vuelva a ser el de sus hijos, sus suegras, el trabajo o las vacaciones. 

Necesitamos puentes para recuperar la afección mutua entre las sociedades catalana y del resto de España, que en otros periodos nuestra historia común ha sido profunda y fraternal. Y que ahora estamos en riesgo de perder.



Por esto necesitamos buenos operarios de la política, para que el día después del 21 de diciembre se pongan a “construir puentes y no trincheras ni fronteras” en frase textual de Miquel Iceta.  Quien, por lo que ha venido demostrando en estos años en el Parlament y defiende en su programa de gobierno, bien podría ser el mejor operario carpintero que hoy necesita Catalunya para que dejemos de recordar jornadas históricas que no lo fueron, y de esperar nuevas derrotas que no se deberían volver a repetir.

martes, 14 de noviembre de 2017

Las prisas del independentismo catalán

Tenemos prisa, ahora o nunca, llevamos esperando 400 años, no podemos esperar más…. Podríamos llenar páginas con las expresiones de los líderes del procés que reflejan las urgencias y el ritmo acelerado con las que han impregnado su estrategia política hacia la independencia de Catalunya. 

El objetivo lo merecía, dijeron. Si no había mayoría social, era igual, teníamos prisa. Si no estaban a punto las estructuras mínimas e indispensables de un Estado, como han reconocido los responsables que habían sido elegidos, nombrados o contratados para el efecto, era igual, teníamos prisa. Si la actual Constitución no permitía circular por esa vía, anunciando un peligroso choque de trenes con graves consecuencias económicas, de convivencia, de reputación etc, era igual, teníamos prisa. Por ello hemos saltado todos las obstáculos  legales y democráticos en el Parlament los días 6 y 7 de septiembre. No había otra forma, llevamos 400 años esperando, no podemos esperar más, dijeron.  

Y las prisas llevaron al día 27 de octubre, la fecha soñada por la mitad de la ciudadanía catalana y temida por la otra mitad. Se llenaron las calles de emoción,  lágrimas, banderas esteladas, tractores y carteles. Gritos de “Hola, República”. Se había culminado el procés. Se había llegado al final del trayecto. Ese que la CUP, como siempre, supo explicar con su excelente vídeo en el que tiraba por un barranco una vieja furgoneta que representaba el procès, y anunciaba: “Ara comença el Mambo”. 

Es cierto que empezó el mambo. Sólo hay que ver lo sucedido en estas pocas semanas. El estropicio que ha representado esa estrategia de los líderes independentistas de deprisa, deprisa, que ha dado la vuelta completa a la rotonda para llegar al mismo punto de partida. Pero con una sociedad, la catalana, más preocupada, más insegura, menos libre a la hora de expresar sus opiniones. Una sociedad más débil, pues se ha llevado por delante relaciones personales, de trabajo y familiares. Más dividida y más sectaria, puesto que ha provocado la ruptura y división en todas las organizaciones políticas, empresariales, sindicales y profesionales catalanes.

Quizás ahora, cuando se vuelven a discutir las estrategias y se presentan los programas electorales para las elecciones del 21-D, puede ser un buen momento para volver a ver la excelente película Colors (1988) de Dennis Hopper y aprender de la historia que Robert Duvall le cuenta a Sean Penn cuando después de una  agotadora carrera  persiguiendo a un pequeño traficante en Los Ángeles, vuelve agotado, frustrado y enfadado: Un toro viejo y un toro joven (nosotros, para evitar malas interpretaciones,  podríamos cambiarlos por dos vacas y unos toros, que para el efecto podría ser lo mismo) están pastando tranquilamente en lo alto de una colina.  En un momento dado el toro joven le dice al toro viejo: "¡Toro viejo, toro viejo! ¿Por qué no bajamos corriendo y montamos a una de esas vacas?"  A lo que el toro viejo le contesta: "¿Y por qué no bajamos andando, y las montamos a todas?”.

Un sabio consejo de Robert Duvall recordando que las prisas no son buenas, y los atajos demasiadas veces pueden llevar a un barranco como el del vídeo de la furgoneta de la CUP. Pues casi siempre se llega más lejos desde el respeto a las aburridas leyes,  con lentas reformas, con diálogo y suma de esfuerzos entre diferentes.

Se abre una nueva etapa, el 21-D donde, sin renunciar a ninguna idea o principio, debería permitir la oportunidad de reconstruir puentes y guardar, al menos por un tiempo, esas armas tan peligrosas que las banderas han demostrado ser, cuya tela -como oí hace unos días a una joven en la radio- no abriga nada aunque uno se envuelva en ella. 


Volvamos a ser una sociedad normal, antes de que sea tarde. Aprovechemos el 21-D para dedicar nuestros esfuerzos a las personas, olvidadas desde hace tanto tiempo, en lugar de discutir solo de las esencias. Hemos tocado fondo, muchos catalanes y catalanas estamos agotados, de verdad. Miren hacia atrás y vean los resultados, de una idea que está al margen de la realidad española y europea. Unos resultados que no son para sentirse orgullosos ¿verdad?. 


sábado, 14 de octubre de 2017

El sindicalismo catalán y el "procés"

Uno de los éxitos más determinante del discurso del independentismo en Catalunya ha sido el haber conseguido que también algunos sectores de la izquierda y del sindicalismo en Catalunya hayan hecho suyo la repetida  idea que  “Lo nacional y lo social van unidos”, como si fuera un axioma que significa que "no hay solución a los problemas sociales sin independencia". Así lo han venido repitiendo los principales líderes del movimiento independentista y así lo  expresa también, con meridiana claridad, el MANIFIESTO de Sindicalistes de CCOO per la Independència i la República Catalana cuando afirma  “la independència de Catalunya i la construcció de la República Catalana és l’única solució per aconseguir una societat méjusta, socialment progressista i lliure”. 

Es un mensaje potente y eficaz que se repite desde todos los sectores ideológicos, sean ultra liberales o antisistema, que apuestan por la independencia. Ha servido para arraigar la idea en gran parte de la sociedad catalana, de que la esencia de los problemas sociales que padecemos y su solución se explica principalmente partiendo de dónde se ejerce el gobierno.Y no por el ideario de las políticas que se aplican. Dicho de otra manera, nos dicen que lo esencial no es si el gobierno es de derechas o de izquierdas, progresista o conservador. Así, dicen, lo determinante es si gobierna desde la Plaza Sant Jaume o desde la Moncloa. 

Lo que explica, que durante estos últimos años el eje sobre el que ha girado la discusión y la movilización social en Catalunya, también por una parte de la izquierda catalana y de las organizaciones sindicales, haya sido el conflicto territorial, respondiendo a la idea de que “lo nacional primero y lo social después”. Y ha servido para reafirmar la tesis del nacionalismo  entre amplios sectores de la clase trabajadora: ”sin independencia, nuestros males no tienen remedio”.

Esta tesis ha permitido a la derecha nacionalista, que ha gobernado durante décadas Catalunya, diluir su responsabilidad de los déficits que padecemos en aquellas materias de las que ha tenido plena responsabilidad por estar transferida sus competencias. Entre ellos el grave déficit en la enseñanza, fruto de su política elitista que ha beneficiado a la enseñanza privada, o la grave degradación urbanística de nuestro territorio, resultado de una política catalana que durante años ha favorecido la especulación, o la deficiente atención a las personas dependientes, resultado de unas prioridades de las que ha estado ausente la protección a los colectivos más necesitados, o las elevadas tasas universitarias, los escasos recursos a la investigación, las listas de espera y el deterioro en la sanidad pública.

Constituye un grave error aceptar, desde una parte desde el sindicalismo y la izquierda, que"no hay solución a los problemas sociales sin independencia”. Es aceptar la falacia del enemigo externo común y afirmar que los déficits que padecemos nosotros (Catalunya) son a causa de ellos (España), en lugar de responsabilizar a las injustas políticas económicas y sociales que han compartido el Govern de Catalunya y el Gobierno de España y que provocan  un reparto injusto de la renta y la desigualdad de oportunidades.

Como lo es aceptar que las causas de nuestros déficits están provocados por los problemas territoriales y, por ello, insistir en que sólo desde la independencia será posible la solución de los problemas de los trabajadores y las trabajadoras catalanas.

Un error que debería evitar el sindicalismo catalán, y más en concreto CC.OO y UGT como más representativos y por ello más responsables y no caer en el el error de confundir como le sucedió  a aquel bizco que veía doble, que cuando iba paseando tranquilamente por la  dehesa vio “dos” toros bravos, salió corriendo y se acercó a “dos” árboles. Lo grave es que  se subió al que no era y le cogió el toro que sí que era.

Esperemos que el sindicalismo catalán evite cometer ese grave error, por el bien de los valores e intereses que representa, de subirse,o dejar que le suban, al árbol equivocado de la independencia para evitar que nos  pille el  toro verdadero que son los problemas sociales.


Vienen jornadas trascendentales que reclaman a las dos grandes organizaciones sindicales de Catalunya, CCOO y UGT, acierto y claridad en sus planteamientos y valentía para defender su autonomía.  


domingo, 17 de septiembre de 2017

Catalunya, cuidado: hay riesgo de que se rompa la convivencia



En Catalunya vivimos tiempos de fuertes emociones, de toques de corneta, de estrategias y aventuras que nadie sabe, a ciencia cierta, cómo acabarán. Pero lo que sí sabemos ya es lo que estamos viendo estos días. Negarlo sería una irresponsabilidad. Se está sembrando el campo del virus del sectarismo que puede acabar generando una peligrosa división social.

Quien tenga dudas acerca de estos riesgos,  o considere que son exageradas las afirmaciones de este primer párrafo, sólo tiene que repasar las muchas sandeces y las delirantes fábulas que se han dicho y escrito sobre confabulaciones y conspiraciones contra Catalunya y los catalanes durante el conflicto de los vigilantes de Eulen en el aeropuerto de El Prat de Barcelona. Y, más graves todavía, las muchas estupideces que se han vertido en relación con los atentados de las Ramblas de Barcelona y Cambrils, que deberían avergonzar sólo repetirlas. Unos comportamientos que indican que estamos demasiado cerca de una peligrosa y temeraria práctica como es la exhibición de superioridad moral y el desmesurado apasionamiento con "la causa”.

Empiezan a verse nubarrones que pueden amenazar la normal convivencia social. Es evidente que está terminando la “revolución de las sonrisas” cuando aparecen las sectarias respuestas y las descalificaciones que amplios sectores nacionalistas dedican a las personas y organizaciones que ahora, ya sin complejos, han empezado a romper su silencio y a expresar su oposición a la independencia de Catalunya, o incluso hacia aquellos, partidarios del derecho de autodeterminación pero que anuncian que no piensan participar en el 1 de Octubre, por entender que no tiene las garantías democráticas suficientes.

Es precisamente las muchas iniciativas que en estos días están surgiendo desde diferentes ámbitos en toda Catalunya, que  rompen ese largo silencio  que ha servido para disimular la discrepancia. Lo que provoca esas duras reacciones que marchitan ese "buen humor" del que tanto han venido alardeando los sectores independentistas  durante estos años.

Quizás lo que de verdad, se descubre en estos días, es que en realidad lo que ha facilitado esa imagen de buen rollo y “germanor”  ha sido precisamente el silencio mantenido durante estos largos años por parte del sector de catalanes y catalanas que no participan de la causa independentista. Quizás el mérito de esta ausencia de división social en Catalunya tenemos que buscarlo en el fair play de esa otra mitad de la ciudadanía catalana, no independentista, que se ha tragado en silencio y educadamente la incomodidad y anomalía que representa que las instituciones públicas en Catalunya les ignoren sistemáticamente.  

Quizás es ese fair play el que ha garantizado la falta de crispación porque ha decido convivir, sin darle mayor importancia, con la invasión abusiva, por parte de las instituciones de mayoría independentista, de los espacios públicos que compartimos toda la ciudadanía - independentistas y no independentistas- como han hecho con sus  banderas “esteladas” en ayuntamientos y rotondas, en muchos casos tan inmensas y ridículamente exageradas como la que ondea en la Plaza Colón de Madrid. 

Quizás ha sido el silencio de esa otra mitad de la población lo que permite explicar la tranquila convivencia social de estos últimos años y el que ha permitido presentar una Catalunya irreal, obviando con ello la comprobación de que las dificultades del proyecto de secesión no están fuera de Catalunya. Porque están en la de propia sociedad catalana de la que al menos la mitad se niega a fracturarse y a ver la solución de sus problemas fuera de España y Europa.

Por todo ello no está de más advertirnos de que “cuidado que se está rompiendo la convivencia” cuando se rompen o se ignoran las reglas de juego compartidas. Ya que, como escribía el 21 de noviembre de 2000 en un breve artículo Rosa Montero en el diario El País, “el sistema democrático no es más que un inmenso, hermoso, transparente castillo de naipes. Se sostiene en el aire de milagro, no apoyado en la fuerza bruta, sino en el respeto colectivo a la palabra dada; en la aceptación, libre y generosa, de las reglas del juego”, y continuaba diciendo: “Que no se nos olvide esa fragilidad en la joven España”.


Así que atención, porque parece que los  catalanes y catalanas que callaban han decido hablar.

lunes, 11 de septiembre de 2017

El discurso de Joan Coscubiela

Al escuchar el discurso de Joan Coscubiela del día 7 de septiembre en el Parlament de Catalunya, y ver las caras de susto de los miembros del Govern de la Generalitat, empezando por su President sentado en primera fila. Un discurso que se ha convertido en una pieza para la historia del Parlament  de Catalunya y que ha provocado la reacción inmediata de amplios sectores y notables líderes del mundo del  independentismo con duros ataques y la descalificación inmediata, cuando no el insulto hacia el portavoz parlamentario de Catalunya Sí que es Pot

Un discurso, y una escena en el Parlament, que me recordaron  una  historia sobre el valor de las leyes y la democracia que hace un par de años colgó en su muro una amistad de  Facebook. Una historia, que como el discurso de Joan Coscubiela, nos advierte del riesgo de no respetar las reglas y el abuso de poder y, por ello, de la importancia de defenderlas como base de la convivencia democrática.

La historia dice así:

El primer día de clase, un profesor de “Introducción al Derecho” entró en el  aula y preguntó el nombre del estudiante que estaba sentado en la primera fila:
- ¿Cuál es su nombre?.
- Mi nombre es Nelson, señor.
-¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! – Gritó el maestro desagradablemente.
Nelson estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió de la habitación.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, pero nadie habló.
-¡Muy bien! – Vamos a empezar, dijo el profesor.
-¿Para qué sirven las leyes? preguntó el maestro – los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
-Para tener un orden en nuestra sociedad.
No! Respondió el profesor.
-Para cumplirlas.
No!
-Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
No!
-¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta!
Una muchacha habló con timidez:- para que se haga justicia
 –¡Por fin! Es decir, por la justicia.
-Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan vil del profesor, pero sin embargo, continuaron respondiendo:
-          A fin de salvaguardar los derechos humanos
-          Bien, ¿qué mas ? – preguntó el maestro.
-          Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien…
 Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta:
-          “¿Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula?”
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
- Quiero una respuesta por unanimidad!
- ¡No! – Todos contestaron con una sola voz.
- Se podría decir que he cometido una injusticia?
--¡Sí!
-¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? Para qué queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Nelson – dijo. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período. Aprendan que cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.

Cuando escuché las palabras de Joan Coscubiela, advirtiendo al President del Govern y a la Presidenta del Parlament de que "es muy grave cogerle el gusto a la antidemocracia y al autoritarismo", sentí un orgullo profundo por haber compartido con Joan muchos años de militancia sindical y política, y me recordó al profesor que preguntó a sus alumnos: ¿Para qué queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Y les recuerda que cada uno de nosotros tenemos la obligación de hablar cuando somos testigos de una injusticia.

Así  que Joan, como dice la ranchera, "no te arrugues cuero viejo, que te queremos de tambor".


domingo, 20 de agosto de 2017

15 DIES A BRUSSEL•LES AMB PAU i EL CHU CHU TREN

Ha de ser màgia que uns sons que amb prou feines entens et despertin els cinc sentits que fa que els repeteixis com un lloro amb teatral entonació tal com si fossin una seriosa i intima conversa.

Ha de ser màgia el que de cop i volta et transportin a una nova dimensió quan escoltes: Avi! , Avi,! Avi! com si fos el crit d'un seguidor anomenant a l'ídol del seu equip. Un crit que fa que tu tanquis els ulls, respires fons, i et diguis per a tu mateix: atenció!, que aquest sóc jo. I aquest individu que crida és el personatge que et fa sentir el tipus més afortunat de l'univers.

Però, sents que estas sol davant del perill quan ell va corrent cap a tu com un huracà de somriures i baves. Aquí estàs tu, preparat, com aquest parallamps en la tempesta, per rebre la desbordant energia que com una guspira que de sobte et converteix en nen.

Màgia, màgia, perquè s'atura el temps i fa desaparèixer l'espai.

Màgia perquè fa que el món sencer es concentri en aquest instant, que es juntin el teu passat, el teu present i, sobretot, el teu futur. Que tot, absolutament tot el que sents és en els teus braços, agafat de la mà o jugant a la pilota.

Màgia de la bona, de la que fa que només repeteixis amb ell, una vegada i una altra, Chu Chu Tren! Chu Chu Tren! Així, de cop i volta et converteixes en una vella màquina de vapor fumejant, i vegis el tren, en les tres caixes de cartró lligades o en els quatre llapissos posats un rere l'altre o a terra amb les seves vies i vagons de fusta y de colors o en els carrers de Brussel·les en el que si pugen i baixen passatgers. Tots són el Chu Chu tren.

Tots són el “Chu Chu Tren de la felicitat", perquè tots són el tren del Pau i també del seu Avi.

Aixi que, visca totes les iaies i els avis del món !

Agost 2017

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Debe ser magia que unos sonidos que apenas entiendes te despierten los cinco sentidos que hace que los repitas como un loro con teatral entonación tal como si fueran una seria e intima conversación.

Debe ser magia lo que de repente te transporten a una nueva dimensión cuando escuchas: Avi! , Avi ,! Avi! como si fuera el grito de un seguidor llamando al ídolo de su equipo. Un grito que hace que tú cierres los ojos, respiras fondo, y te digas para ti mismo: atención !, que este soy yo. Y ese individuo que llama es el personaje que te hace sentir el tipo más afortunado del uniré

Pero, sientes que estás solo ante el peligro cuando él corriendo hacia ti como un huracán de sonrisas y babas. Aquí estás tú, preparado, como este pararrayos en la tormenta, para recibir la desbordante energía que como una chispa que de pronto te convierte en niño.

Magia, magia, porque se detiene el tiempo y hace desaparecer el espacio.

Magia porque hace que el mundo entero se concentre en ese instante, que se junten tu pasado, tu presente y, sobre todo, tu futuro. Que todo, absolutamente todo lo que sientes está en tus brazos, de la mano o jugando a la pelota.

Magia de la buena, de la que hace que repitas con él, una y otra vez, Chu Chu Tren! Chu Chu Tren! Así, de repente te conviertes en una vieja máquina de vapor humeante, y ves el tren, en las tres cajas de cartón atadas o en los cuatro lápices puestos uno tras otro o en el suelo con sus vías y vagones de madera y de colores o en las calles de Bruselas en el que si suben y bajan pasajeros. Todos son el Chu Chu tren.

Todos son el “Chu Chu Tren de la felicidad”, todos son el Tren de Pau y también de su avi.

Asi que, ¡viva todas las abuelas y los abuelos del mundo!