lunes, 21 de noviembre de 2016

28 NOVIEMBRE, POR UN PACTO DE ESTADO POR LA INDUSTRIA

Abrimos una nueva legislatura que debería ser determinante para corregir políticas y afrontar en serio las reformas que tenemos pendientes, pero seguimos, parece que por mucho tiempo, en un clima político preñado de desconfianzas y en una batalla permanente de todos contra todos, lo que añade serias dificultades para acometerlas con un mínimo de éxito. Seguimos con la demostrada incapacidad de los protagonistas políticos e instituciones para escucharse, dialogar y sumar compromisos y voluntades necesarias para  afrontar los desafíos que reclaman respuestas en  la actual situación y en tantos campos.

En contraste con este ambiente general de falta de diálogo, el próximo día 28 de noviembre, en la sede del Consejo Económico y Social, tendremos un buen ejemplo del valor de la suma de voluntades y el acuerdo entre diversos, con la firma de la ‘Declaración de los Agentes Sociales por la Industria’ por parte de siete organizaciones empresariales que representan a los sectores industriales de la química, automoción,cemento, papel, petróleo, alimentación  y la siderurgia (FEIQUE,ANFAC, AFICEMEN, ASPAPEL, AOP, FIAB,, UNEDIS)y las Federaciones Sindicales del ámbito industrial de CCOO y UGT.

Esta iniciativa exige cambios, reformas y acción política en los campos de energía, infraestructura y transporte, formación, empleo, I+D+i, internacionalización, unidad de mercado nacional y europeo en materia de regulación en el ámbito industrial y ambiental, financiación, sostenibilidad, etc. Políticas, en definitiva, que potencien la industria, que es la condición indispensable para generar crecimiento económico y empleo de calidad necesario para mantener y ampliar nuestro Estado del Bienestar.

Nada nuevo, si se quiere, porque la mayoría de estas demandas son propuestas y exigencias que se vienen repitiendo por todas las fuerzas políticas, económicas y sociales; las vienen reiterando los medios de comunicacióny los profesionales en la materia. No hay un solo discurso, debate o exposición que haga referencia a las urgentes necesidades como país que no nos recuerde la necesidad de potenciar la industria y reclamar el repetido y necesario cambio de modelo productivo. Y ahora, más recientemente, ante la acelerada transformación tecnológica, no añada también la demanda de iniciativas, recursos y atención política para acompañar e impulsar la digitalización y la Industria 4.0 en nuestra economía y empresas. 

Por ahora, solo llegamos a repetir eslóganes, pues la cruda realidad es que se reduce la inversión en I+D+i; se cierran centros tecnológicos; se sigue deteriorando el mercado de trabajo, avanzamos poco, por no decir  prácticamente nada, en la formación profesional; y seguimos a cuestas con la siempre pendiente reforma educativa, que debe ser la base de cualquier transformación y cambio productivo. De igual forma que seguimos, profundizando cada día más, en una total y absoluta falta de coordinación de recursos, objetivos y estrategias entre el Gobierno Central y las Comunidades Autónomas, y éstas entre sí, a la hora de dirigir los recursos y afrontar sus políticas industriales o  sus particulares iniciativas en torno a la Agenda Digital.

Por esto, el principal valor  de la  Declaración de los Agentes Sociales que se firmará el próximo 28 de noviembre -y esperemos no se convierta en un papel mojado más-, por los representantes de empresas y trabajadores de los más importantes sectores industriales, es la acertada reclamación de un Pacto de Estado por la Industria que promueva la suma de esfuerzos y voluntades para convertir la apuesta por la industria en el centro de las preocupaciones de la acción política en nuestro país. Que construya los necesarios compromisos a largo plazo entre las administraciones públicas: central, autonómicas y locales; los partidos políticos, agentes económicos, sociales, la comunidad del conocimiento, en definitiva, del conjunto de la sociedad.

Un Pacto de Estado que responda a los nuevos retos que nos exige la acelerada transformación tecnológica y digital de la industria, la economía y la sociedad. Que sitúe la mejora competitiva de la industria y la creación de empleo de calidad en una de nuestras principales prioridades, también en los ámbitos que les son propios a las organizaciones firmantes como es la negociación colectiva. Que convierta esta nueva legislatura que empieza, en la Legislatura de la Industria. Y para ello, debemos pasar, sin más dilación, de las palabras a los hechos, antes que se nos vuelva a escapar, una vez más, el tren del futuro.



viernes, 11 de noviembre de 2016

LA HORA DE CC.OO Y UGT: CON INTELIGENCIA Y AUTONOMÍA

“I governi passano, il sindacato resta”. Luciano Lama.

El 25 de enero de 2012, tras cuatro años de grave crisis económica y destrucción de más de dos millones de puestos de trabajo, con 5,4 millones de personas desempleadas y más de 1,5 millones de familias con todos sus componentes en el paro, las confederaciones sindicales de CCOO y UGT y las organizaciones empresariales firmaron un acuerdo para el empleo y la negociación colectiva. Era el II ANEC, una clara expresión de los agentes sociales y económicos de aunar sus voluntades y sumar esfuerzos y compromisos para hacer frente a la acelerada destrucción de tejido productivo y al constante cierre de empresas y despidos.

Como no puede ser de otra forma, estaba cimentado en la coincidencia en el diagnóstico sobre la grave crisis económica y la necesidad de hacerle frente. Se trataba de mejorar las exportaciones, cortando la sangría que representaba nuestro alarmante déficit comercial; de invertir la tendencia, vivida durante décadas, de una mayor inflación con respecto al resto de la Unión Europea, evitando la pérdida constante de competitividad de nuestra economía. Para ello, como refleja la introducción del propio acuerdo, se precisaba incrementar la productividad, acentuando los esfuerzos en innovación, calidad e internacionalización de nuestros productos y servicios, para lo cual, la modernización de las relaciones laborales, la participación de los trabajadores y la negociación colectiva podría ser importantes palancas.

El II AENC, un acuerdo sin parangón en cualquier otro país europeo en lo que se refiere a su contenido y objetivos, asumía la contención del crecimiento de los salarios, pero acompañada del compromiso empresarial de moderación en el reparto de sus beneficios y su reinversión en innovación y renovación tecnológica para mejorar la competitividad de las empresas. Significaba también la apuesta de afrontar, de una vez, la reforma de nuestra estructura de la negociación colectiva, con criterios novedosos de racionalización, tanto para los convenios colectivos de los sectores, como para su encaje y articulación con la negociación en el ámbito de las empresas. Representaba un paso de gigante en la política sindical, con nuevos criterios para afrontar el eterno dilema de la flexibilidad de jornada o la flexibilidad salarial, y las posibilidades de ésta como alternativa, en muchas casos, a los despidos, junto a la participación de los trabajadores y sus representantes frente a la desregulación y al autoritarismo tan extendido aún en las formas de gestión de nuestras empresas.

Pocas semanas después, la soberbia de la mayoría absoluta del Gobierno de Mariano Rajoy, sumado a una visión reaccionaria de amplios sectores empresariales, hicieron propio el para qué negociar si lo podemos imponer. Se lanzaba así un torpedo a la línea de flotación del esfuerzo de concertación del II AENC, un paso de gigante en las relaciones laborales en nuestro país. Un Acuerdo que aspiraba reforzar y convertir la negociación colectiva en la principal y más segura herramienta para modernizar las relaciones laborales, mejorar la productividad y la competitividad de las empresas. Una apuesta en la  dirección contraria de la impuesta por la Reforma Laboral, claramente dirigida a debilitar la negociación colectiva y promocionar la desregulación, con fatales consecuencias sobre el deterioro de nuestro mercado de trabajo y las condiciones salariales y de trabajo de amplios colectivos de trabajadores y trabajadoras, especialmente los más jóvenes. Constituyó una oportunidad perdida por el vaciamiento de una de condición indispensable: el necesario equilibrio entre las partes, en este caso entre los empresarios y los trabajadores, los sindicatos y las patronales.

Ahora se abre una nueva etapa económica, con crecimiento de la economía, a la par que una nueva etapa política con una legislatura y un gobierno sin mayoría absoluta. Por ello, la inteligencia de CCOO y UGT puede intervenir incidiendo en las reformas aún pendientes y necesarias en el plano social, industrial y laboral. Una nueva etapa de recuperación del protagonismo sindical para proponer y negociar, y si es preciso movilizar, acordando con el gobierno unas materias y con la patronal otras, con objetivos recogidos en la propuesta  RECUPERAR A LAS PERSONAS, CONSTRUIR JUNTOS EL PROGRESO, la agenda de prioridades de ambos sindicatos. Vienen nuevos tiempos y con él nuevas oportunidades para el sindicalismo confederal. Los necesita el país, la economía y, sobre todo, los trabajadores y trabajadoras. Los necesita el futuro.


martes, 1 de noviembre de 2016

Seat: Escuchar a los millennials, una buena iniciativa

Los millennials somos creativos y buscamos nuevos caminos porque no tenemos lugar alguno en lo ya establecido, porque el presente nos obvia o no nos paga. (Anna Castro Barquero. Barcelona. Cartas al Director El  Pais 11 de mayo 2016)



Cuando en nuestro país se habla de “millennials” o “de generación Y”, lo habitual es hacerlo sobre una juventud atrapada en la economía irregular, empleos de bajos salarios, falsos becarios y en prácticas, jóvenes trabajadores viviendo en una competencia feroz. Por eso es una buena noticia que la empresa SEAT haya puesto en marcha una interesante iniciativa bajo el nombre "El futuro del trabajo en SEAT” dirigida a sus empleados menores de 30 años, al colectivo de ‘millennials’, cuyo objetivo es promover una “escucha activa”, como lo ha definido el vicepresidente de Recursos Humanos de esta empresa,Xavier Ros, para conocer qué dice y piensa sobre el futuro y las nuevas formas de trabajar este colectivo, que hoy representa el 24% de su plantilla.


Promover la participación y conocer la opinión de los ‘millennials’ debería ser una necesidad para toda empresa y organización que piense afrontar el futuro con éxito. Intentar, saber sus ideas sobre: cultura y liderazgo, desarrollo y aprendizaje, compensación, salarios y rendimiento, es una necesidad para toda empresa que quiera adaptar sus relaciones laborales a los tiempos y a la nueva organización del trabajo que incorporará la transformación digital. Además de una buena idea que reconoce que la innovación es una fuerza potencial que está dentro de las empresas, entre las personas que trabajan en su interior. Es una experiencia que debería interesar a otras muchas empresas y organizaciones y una necesidad para no cometer graves errores en la gestión de las personas.

Porque hablar del futuro de la economía, la digitalización y la Industria 4.0 sólo desde los foros y seminarios especializados o en los ámbitos académicos o institucionales, dejando fuera la creatividad de los trabajadores y trabajadoras, especialmente, en este caso, de los jóvenes, será una política incompleta. Diseñar los cambios, como están haciendo tantas empresas, sin facilitar, ni promover la participación en todos los colectivos que la forman despreciando conocer cómo están viviendo los cambios y cómo intuyen el futuro los jóvenes, y los no tan jóvenes, trabajadores, también desde la imprescindible participación de los sindicatos, será un grave error que no suelen cometer las mejores empresas.

Como tampoco suelen cometer, las mejores empresas, el error --que esperemos que SEAT no lo haya hecho-- de dirigirlo sólo al colectivo de indirectos, dejando fuera a quienes están en producción. Porque es repetir y seguir manteniendo, en las puertas de la 4ª Revolución Industrial, aquella vieja división jerárquica del trabajo taylorista, que es necesario superar, entre inteligencia y fuerza. O sea, que unos trabajadores piensan y otros sólo ejecutan, porque esto es pasado. Ya que los cambios que se anuncian de transformación,  digitalización, acceso y uso de las tecnologías colaborativas en el trabajo y la conectividad casi permanente, la necesidad la mayor flexibilidad o la disminución de las jerarquías en la organización del trabajo, se darán en todos y cada uno de los niveles, secciones, estatus y departamentos de las empresas.

Es bueno saber qué piensan y sienten de verdad estos jóvenes que crecieron en una era de rápido desarrollo de las nuevas tecnologías, que casi no recuerdan cómo era el mundo sin Internet, activos en las redes sociales online, sobre las formas de trabajar, la responsabilidad, la autonomía y la flexibilidad, el trabajo colaborativo, la formación continua y digital, etc.. Qué piensan y demandan, más allá de los estereotipos que los han definido como individualistas, idealistas, impacientes, faltos madurez y poco amantes del esfuerzo.

Porque comprobaremos cómo se contradicen esos estereotipos cuando se responde desde un empleo estable, afiliado a un sindicato fuerte, como los implantados en SEAT. Cuando intuyen en el horizonte un futuro abierto, con motivaciones para su formación continua y progresión profesional y unas condiciones de trabajo y salariales dignas, etc. En estos casos, sus exigencias y lo que esperan de una empresa a la hora de  otorgarle su compromiso e implicarse en el trabajo, es muy probable que no sea tan diferentes a la generación de sus padres.


La iniciativa "El futuro del trabajo en SEAT” podría ser una buena oportunidad para las organizaciones sindicales en esta empresa. Para conocer y explorar, ellos también, como ven estos jóvenes a los sindicatos y su papel de representación colectiva.  Cuáles son sus prioridades y demandas,  qué les exigen y qué esperan aportar ellos “al futuro de los sindicatos en SEAT”. Porque deberían saber que, de igual forma,  esta empresa es hoy lo que es también por sus sindicatos, así seguirá siendo en el futuro.