viernes, 26 de septiembre de 2014

¡CATALANS!: Por favor, debatamos antes de que nos pille el tren

Hoy podemos decir, sin duda alguna, que la táctica que ha venido desarrollando el movimiento independentista en Catalunya ha sido brillante y que merece un 10, dado que ha conseguido invertir a favor de su causa,  en menos de cuatro años, las encuestas de opinión. 

Ha sabido llegar a los marcos mentales (“frames”, concepto acuñado por George Lakoff, lingüista y profesor de la Universidad de Berkeley, en a su libro “No pienses en un elefante”) de la mayoría de la ciudadanía en Catalunya,  consiguiendo lo más difícil a la hora de construir un proyecto: que, los convocados a la movilización y a la acción,  sientan la épica y el convencimiento de que están haciendo historia. 

Ha sabido aprovechar a su favor los fuertes aires resultantes de la grave crisis económica que vivimos, presentándola no tanto como el resultado de unas malas políticas de derechas o izquierdas, sino como responsabilidad del gobierno español, obviando así toda responsabilidad, con estas políticas, de CiU. Ha sabido aprovechar el desprestigio de los políticos, la indignación por los recortes, el deterioro de la marca España, los errores garrafales y el electoralismo a la hora de tratar los problemas territoriales por parte de las fuerzas políticas y los gobiernos de España. Ha aprovechado también la manifiesta inquina que desprenden los medios de comunicación de la derecha española más extrema hacia Catalunya y los catalanes. Medios que son presentados como la voz de España o de los españoles,  cuando no son más que una minoría,  aunque con potentes altavoces. 

Y, todo hay que decirlo, han contado con la ventaja posicional que representa la ausencia durante meses de la izquierda social y política catalana en el campo de juego del debate. Consecuencia de sus dudas, complejos y contradicciones a la hora de contraponer argumentos y debatir alternativas a la independencia, dejando así el atril a la derecha centralista con argumentos que hacen sonrojar a un demócrata. O en manos de algunos con posiciones que destacan por su extremado ataque a derechos inalienables de la lengua y la cultura catalana, lo que ha representado el mejor regalo para el independentismo.
  
Un silencio, el de la izquierda social y política, que le ha llevado durante demasiado tiempo: a unos contemplar el baile de la fiesta por la independencia desde el balcón con las manos en la cabeza de preocupación  y a otros a responder con medias palabras, argumentando que aún no toca el debate sobre independencia, no toca debatir sí o no. Sentados y tristes en un rincón de la plaza, para que nadie diga que no están con la mayoría social, pero sin bailar, o bailando solos, porque, aunque el cartel de la entrada anuncie "por el derecho a decidir”, la música, la letra, el baile, la alegría y el entusiasmo del público, como repiten insistentemente por la megafonía, responde al son de la independencia.

El otro gran acierto del independentismo, que merece otro diez en táctica, ha sido, cuando se anuncia y se presume por tantos foros la muerte de las ideologías, el haber sabido crear e impulsar instrumentos y plataformas a favor de la independencia que permitieran disimular al partido hegemónico en este proceso, ganando a la vez la prestigiosa y cotizada marca de “trasversales” y de “sociedad civil” y superar, como tantos predican, la tan dichosa división de derechas e izquierdas. Hoy lo que toca y manda es algo más potente y menos terrenal: el patriotismo y  “la libertad de un pueblo”.

Por esto vemos en los balcones, en las fiestas mayores de las ciudades y pueblos, en los pasillos de los institutos o de la universidad de Catalunya, la movilización por la independencia, un movimiento que ha sabido encontrar ese lenguaje positivo y amigable, para los marcos mentales de una sociedad  democrática,  como son “votar es democracia”, “democracia frente a leyes”, “independencia es futuro”, “España es el pasado” y etc, etc.

El mensaje positivo que ha sabido construir el independentismo, debido también a la ausencia de un debate de lo sustantivo sobre la independencia, sus contenidos y consecuencias, merece ser respondido por algo más que las consignas, tristes y grises, como son: la ley, los fiscales y la nada movilizadora “todo está bien y no hay nada que tocar” del Partido Popular. Porque aquellos catalanes que no compartimos la opción de la independencia, que creemos que sería un error, subrayo un error no un delito, necesitamos, porque somos los primeros interesados, se vote o no el 9 de noviembre, que de una vez por todas se abra el debate en serio con propuestas, positivas y también ilusionantes. Contraponiéndole un proyecto real  de reformas profundas que permita un debate real más allá de las emociones y más propio del Siglo XXI en una sociedad moderna, como es Catalunya, que no necesita ir a encontrase a si misma en los romances de tres siglos atrás.

Es urgente abrir el debate real, no se puede secuestrar por más tiempo la discusión  sustancial, que no es otra que el sí o no a la independencia, y ahí están llamados, no pueden esperar más para hablar y dar su opinión, los grandes, medianos y pequeños empresarios, los colegios profesionales, las universidades, las patronales con sus empresas etc. No pueden esperar más los sindicatos para abrir al debate en sus estructuras, con sus afiliados y con los trabajadores en las empresas. 

Debatamos por favor, al menos para evitar que cuando llame a mi puerta algún voluntario de la ANC estas próximas semanas para preguntarme qué Catalunya quiero para el futuro, yo haya podido leer, estudiar y escuchar algo más que la propaganda de colorines de unos y el BOE de otros. 

Por favor, abran los medios de comunicación públicos y privados el debate de lo sustantivo y abandonen el espectáculo en sus tertulias. Elaboren estudios, contrasten  opiniones y análisis. Por favor, comportémonos como un país maduro y democrático.  Guarden los panfletos. Atrevámonos a debatir con rigor y libertad. Debatamos antes que nos pille el tren.
  


jueves, 4 de septiembre de 2014

Repsol, empresa que mejor concilia": un reconocimiento a los sindicatos




Joaquím González Muntadas 
Director de Ética Organizaciones SL



Un año más los medios de comunicación informan que Repsol es la empresa de España que más se ha destacado en la implantación de acciones para fomentar la diversidad y trabajar para la conciliación  y el equilibrio entre la vida laboral y personal de sus trabajadores y trabajadoras. Digamos que Repsol es la empresa donde, sin ser la perfección de nada, sus relaciones laborales expresan un serio esfuerzo por avanzar en el campo de la conciliación entre el trabajo y la vida personal. Algo tan imprescindible y, a la vez tan descuidado en la sociedad española, que provoca que seamos uno de los países de Europa más atrasados en materia de conciliación y horarios. Un déficit del que se habla mucho y se hace menos, y del que pagamos las consecuencias en nuestra calidad vida y de trabajo, también con la pérdida de eficiencia social y empresarial.

Aunque los medios de comunicación y las entidades que otorgan estos reconocimientos y premios nunca lo mencionen o lo desconozcan, el reconocimiento a la política laboral de esta gran empresa precisa ser complementado, y es bueno que se conozca, con el conocimiento del activo papel que han jugado CCOO y UGT a la hora de alcanzar estos objetivos. Pues desde los diversos ámbitos de participación sindical que existen en esta empresa cuyas relaciones laborales están fuertemente sindicalizadas y con unos altos índices de afiliación. Los sindicatos han intervenido con sus propuestas e iniciativas en la elaboración y puesta en marcha de forma muy activa de las mismas.

La positiva mención de "Repsol, la empresa que mejor concilia vida personal y laboral", debería ser un reconocimiento también a estos sindicatos por su capacidad de iniciativa y de propuesta que, junto con la indiscutible y especial sensibilidad de la Dirección de la Empresa en la gestión de las personas, son parte muy activa de los buenos resultados en esta materia.

Junto a ese merecido reconocimiento otorgado a "Repsol como primera empresa en conciliación en España" es de justicia que se valore una práctica sindical constante y valiente, realizada año a año, que ha sabido ir más allá de la rutina de la negociación colectiva que ha sabido construir propuestas innovadoras y ambiciosas en materias de igualdad, diversidad, conciliación, teletrabajo, capacidades diferentes, participación, salud y seguridad, organización del trabajo, estabilidad en el empleo, salario variable, política industrial. Una práctica sindical que no ha querido estar ausente en la los aspectos de la RSC, que aporta sus opinión y valoración a la Memoria SocialAnual y que ha creado una activa y estable Red Sindical de diálogo social con los sindicatos de los países latinoamericanos donde Repsol tiene centros de trabajo.

Una práctica sindical que ha sabido construir, desde la propuesta, la acción y la negociación, un particular y valioso instrumento como es su Acuerdo Marco, referencia de la negociación colectiva para el conjunto de las empresas que conforman este grupo industrial y a sus más de 17.000 trabajadores en España, que de no existir, es muy posible que las relaciones laborales y sindicales en este grupo industrial fueran muy distintas, en especial para muchos de los miles de trabajadores y trabajadoras de las empresas filiales que no pertenecen al núcleo principal (como sucede, en no pocos, grupos de empresas donde nada tienen que ver los derechos y política empresarial de quienes pertenecen a las empresas del núcleo, con el resto de filiales o empresas que componen el grupo empresarial).

Es obligado también reconocerle a la acción sindical su parte en el éxito porque nos permite ilustrar con precisión el valor del sindicalismo y tener un ejemplo más, entre los miles que se pueden encontrar, del liderazgo cooperativo y cercano a la realidad que precisa defender y conquistar nuevos derechos, tanto colectivos como individuales, que los cambios sociales y económicos y el en particular el mundo del trabajo demandan. Porque podrán surgir mil leyes, y buenas leyes, que hablen de políticas de igualdad y diversidad, que hablen de mil derechos, derecho a la conciliación, a la formación, a la información, etc., pero si no hay trabajadores organizados en sindicatos interesados y comprometidos en promoverlos, defenderlos y aplicarlos, muchas se quedarán en las puertas de las empresas y no germinarán en los centros de trabajo.

Por esto es bueno que se conozca el buen trabajo que realizan los sindicatos, en esta y en miles de empresas más. Estas actividades deberían explicarse más y mejor a la sociedad, porque ahí están también muchas de las respuestas a preguntas hoy tan de moda en algunos círculos, como: ¿para qué sirven, en estos tiempos tan modernos, unas organizaciones tan centenaria.

martes, 2 de septiembre de 2014

RSC, SINDICATOS Y ACUERDOS MARCO GENERALES

RSC, Sindicatos y Acuerdos Marco Globales



Joaquim González Muntadas 
Director de Ética Organizaciones SL


El sindicalismo empezó desconfiando de las iniciativas empresariales de “responsabilidad social” por su percepción, y muchas veces realidad, de que constituyen tan sólo operaciones de marketing como respuesta a la por lo general difusa exigencia de la sociedad en relación con los problemas medioambientales o sobre las condiciones de trabajo en las empresas de los países emergentes proveedoras de las multinacionales del mundo más desarrollado. Pero una vez más la vida se encargó de demostrarle también al sindicalismo que sólo con cautelas y denuncia de las malas intenciones del otro no se construye ningún proyecto ni es posible la iniciativa social.

Pronto una parte del sindicalismo entendió que esos compromisos unilaterales de algunas empresas, “voluntarios” los llamaban (como si los pactados no lo fueran), son también exigibles socialmente. Y se empezó a construir una nueva práctica sindical propositiva que ha culminado a fecha de hoy en unos 100 “Acuerdos Marco Globales” (AMG), suscritos por otras tantas multinacionales en el mundo, la mitad en el sector industrial. Acuerdos promovidos y firmados con las empresas por Federaciones Sindicales Internacionales, por las organizaciones sindicales de sus casas matrices, o por ambas. Unos acuerdos que suelen incluir en su ámbito de aplicación la empresa matriz y sus filiales y, en las mejores prácticas, también toda la cadena de valor. En su contenido recogen la revisión sindical de los compromisos empresariales de RSC, los sistemas de auditoría de los derechos en toda o parte de su cadena de valor y los órganos paritarios de seguimiento.

Unos 100 Acuerdos Marco, pero que sólo corresponden a un 1% de las multinacionales del mundo. En España tenemos el privilegio de contar con una experiencia que es hoy referencia en el sindicalismo mundial, me refiero al Acuerdo Marco con Inditex, firmado con la multinacional gallega creada por Amancio Ortega, y hoy presidida por Pablo Isla, con La Federación Sindical Internacional “IndustriALL Global Union” dirigida hoy por Jyrki Raina.

El paso de los compromisos empresariales unilaterales a los AMG no significa solamente ponerle la firma sindical al Código de Conducta. Supone también conferir al sindicato una posición, y una responsabilidad, distinta. Se ha pasado del necesario grito, de la denuncia, ante violaciones de derechos básicos cuando se producen, y se conocen, a asumir por parte sindical la responsabilidad de participar en la prevención de tales violaciones, a tener una activa intervención en el seguimiento de las condiciones de trabajo en las cadenas de producción de las multinacionales. Ello exige instrumentos pactados con éstas para que el sindicalismo organizado pueda acercarse a su cadena de valor, se le abran puertas para que sean los propios trabajadores de esta cadena los que se organicen solidaria y coordinadamente, y puedan contribuir a tales objetivos. Si hiciera falta algún ejemplo de ello, de nuevo Bangladesh viene a dárnoslo. En el sector textil-confección la puesta en práctica del ACCORD suscrito con IndustriALL y UNI por parte de 160 multinacionales ha significado ya multiplicar por 5 la afiliación sindical en este sector de este país tan martirizado por la irresponsabilidad y la codicia de sus instituciones y de muchos de sus empresarios. 

¿Pero, por qué sólo un 1% de las multinacionales? Cuando los contenidos, compromisos de RSC, y la implicación sindical que pueden representar los AMG, parece que deberían interesar a todas las multinacionales y a todos los implicados, pero en realidad no es aún así. En mi opinión ello no se debe tanto a que algunas multinacionales consideren la política de RSC solamente como una operación de marketing, que aún las hay, sino que no han entendido o no participan del sentido de la corresponsabilidad sindical, probablemente lo mismo que seguramente debe suceder en otros ámbitos más inmediatos en la propia empresa y en el día a día en su relación con las organizaciones representativas de los trabajadores. O, también se da el caso, porque las estructuras sindicales, empezando por las de la casa matriz, no han entendido, aún, cuánto les interesa la defensa de los derechos del trabajo en el mundo, y no sólo por solidaridad, sino también para proteger sus propios derechos. 


En un mundo cada día más globalizado, con estructuras de producción y comercio cada día más internacionalizadas, es evidente la carencia de un ordenamiento jurídico internacional eficaz, es decir con instrumentos coercitivos capaces de hacer frente a las violaciones de los derechos humanos. Existen ciertamente los Convenios de la OIT, pero ésta es impotente para hacer frente a sus violaciones. Sólo la Organización Mundial del Comercio podría intervenir eficazmente para bloquear el comercio de productos sin garantías laborales o medioambientales en su fabricación. Pero hasta ahora no quiere.