domingo, 15 de junio de 2014

CEOE, por ahí, no. Que no está el horno para bollos

La Patronal española CEOE ha vuelto a poner encima de la mesa un documento con sus ideas y propuestas que ha denominado  "Propuestas de CEOE para mejorar el clima de negocios y el entorno empresarial". Lo van a enviar al Gobierno tras el debate en sus organizaciones asociadas, aspirando  a que sus viejas propuestas en materia laboral sean traducidas  en leyes.  

Lo sorprendente ha sido  aparecer con estas propuestas extremas, al mismo tiempo que se inician conversaciones de diálogo con las organizaciones sindicales, para estudiar la posibilidad de que alcanzar un posible nuevo Acuerdo, que sirviera de referencia a la negociación colectiva para los próximos años, al finalizar la vigencia del actual II AENC, que supuso un serio y muy costoso esfuerzo de responsabilidad sindical, injustamente poco reconocido por parte de los poderes económicos y del propio Gobierno de Mariano Rajoy.  

La patronal española debería ser consciente del esfuerzo que ha representado el II AENC para CCOO y UGT cuyos equilibrios, tan difícilmente construidos en su negociación, se modificaron radicalmente pocos días después de su firma con la Reforma Laboral que decretó el Gobierno del PP siguiendo las demandas empresariales.

La patronal debería haber leído, aunque fuera sólo por profesionalidad, el amargo balance del resultado de la aplicación del II AENC en 2013 y 2014 que han hecho las Confederaciones Sindicales, CCOO y UGT, en los que, particularmente, se denuncian las deficiencias en las contrapartidas contempladas en el Acuerdo junto a la fuerte moderación salarial;  el incumplimiento, en muchas empresas, del compromiso de moderación en el reparto de beneficios y su reinversión productiva; el incumplimiento del impulso de los mecanismos de información y participación respecto al salario variable, o los referidos a la prioridad de mantenimiento del empleo impulsando fórmulas alternativas de flexibilidad interna como alternativa a la destrucción de empleo.

CEOE reclama “mejorar el clima de negocios y el entorno empresarial" con una vuelta más de tuerca a la Reforma Laboral, que ahonde el poder unilateral del empresario en la decisión sobre "la distribución irregular de la jornada, la movilidad funcional y el salario variable", “el periodo de prueba de un año, sin indemnización” o que “se desvincule para la calificación de nulidad de los despidos de las veracidad de las causas”, etc..

Unas propuestas de la patronal que han sorprendido y escandalizado a la mayoría de la sociedad española, pues en materia laboral pretende seguir insistiendo en la vieja concepción de unas relaciones laborales autoritarias, que no precisen diálogo y permitan tratar a las personas como una mercancía sin valor. 

Viejas propuestas, muy alejadas de la nueva concepción de la gestión empresarial y de la nueva organización del trabajo que están impulsando con fuerza las mejores de nuestras empresas, entendiendo que sus fortalezas están precisamente en la promoción del compromiso y la confianza de su gente, buscando mejorar la participación de sus trabajadores y trabajadoras, y no desde el miedo a poder ser despedidos sin garantías que son la base de las últimas propuestas de la CEOE.

Unas propuestas impropias, por no decir irresponsables, porque la patronal española es consciente de que algunas de ellas que responden a posiciones de extrema radicalidad, no caben en nuestro ordenamiento constitucional. Pero lo más negativo del documento de CEOE es la deslealtad y la grave distorsión que representa al valor de la autonomía de las partes y la negociación constructiva entre Patronal-Sindicatos, tan necesitada de reforzar en nuestro país. 

Lo más preocupante es la falta de conciencia de los  tiempos especiales que vive nuestro país, de la delicada situación que vive nuestra sociedad y en particular el mundo del trabajo, que aconseja no transitar por posiciones extremas. Vivimos momentos de extrema sensibilidad, en especial en los trabajadores y las trabajadoras, porque hay mucho desengaño acumulado sobre cómo se han gobernado las instituciones y mucha decepción  sobre cómo se han gestionado muchas empresas.

Frágiles momentos políticos, económicos y sociales que reclaman especial sensibilidad y moderación, en los que el buen tino debería ser el consejero principal  de todas nuestras instituciones y organizaciones sociales y políticas, y entre ellas, las organizaciones  patronales deberían ser una referencia positiva y no un agente más de agitación que nos sobra a toneladas. 

Así que por ahí no CEOE, que no está el horno para bollos.


viernes, 6 de junio de 2014

El riesgo de confundir los problemas y las soluciones

En Catalunya es recurrente oír en los últimos tiempos y desde diferentes ámbitos políticos independentistas el eslogan: "no hay solución a los problemas sociales sin independencia". Este  mensaje, potente y lleno de contenido, predetermina radicalmente una visión muy particular en dónde están los problemas sociales  y dónde, según estos sectores, está la única solución. Dicho sin rodeos, dicen: "sin independencia, nuestros males no tienen remedio", afirmación que es tanto como decir, y así lo está entendiendo una parte importante de la sociedad catalana, que en Catalunya no hay conflicto social porque es el conflicto territorial el que explica todas las injusticias en las que vivimos.

Pero, en cambio, más allá de los problemas reales que tenemos en Catalunya, la financiación o el respeto cultural, son dos ejemplos entre otros, que urgen su solución. La mayoría de los ciudadanos y ciudadanas sabemos que hay conflicto social -y muy grave- para los trabajadores y las clases populares, aunque el discurso  independentista aspire a diluirlo en el conflicto territorial, explicando que los déficits que padecemos nosotros (Catalunya) son a causa de ellos (España) un peso muerto, del que una vez liberados, los problemas se irán resolviendo, ya que nuestros males se encarnan en la cultura española del pelotazo, la corrupción, la improvisación, la falta de diálogo, la chapuza etc, frente a nuestras señas de identidad positivas, últimamente tan repetidas por el President Mas en su constante identificación consustancial del carácter catalán y de Catalunya repitiendo "un proceso tranquilo como somos los catalanes", "democrático como somos los catalanes", "pacífico como somos los catalanes", y así un largo etcétera de tópicos y generalidades que expresan una "superioridad moral" que sólo sirven de auto afirmación (algo muy poco útil en la negociación de cualquier conflicto sea personal o colectivo).   

Por muchos esfuerzos que se quieran hacer, por muchos tópicos que se quieran usar para disimular las responsabilidades propias, sabemos que nuestro déficit en la enseñanza es el fruto de una política catalana elitista que ha beneficiado a la enseñanza privada. Que la degradación urbanística de nuestro territorio es el resultado de una política catalana que durante años ha favorecido la especulación. Que la deficiente atención a las personas dependientes es el resultado de unas prioridades, de la política catalana, donde no ha estado la protección a los colectivos más necesitados. Que las elevadas tasas universitarias, los escasos recursos a la investigación, las listas de espera y el deterioro en la sanidad pública, son responsabilidad de una política catalana.

Como sabemos que es responsabilidad de la política catalana la degradación de nuestras costas y la ausencia de política industrial. De igual forma, nadie más que sus propietarios son los responsables de la venta de la mayoría de nuestras grandes empresas catalanas. Y nadie más que sus directivos son los responsables de la ruina de algunas de nuestras cajas de ahorros, y no hace falta ir muy lejos para encontrar las explicaciones del estropicio de la gestión de nuestro sistema financiero.

Y también sabemos, que el problema central de Catalunya está en los centenares de miles de personas sin trabajo, en la desigualdad social, en los casos de desnutrición infantil, en el aumento de la pobreza. Sabemos que los déficits sociales en Catalunya, como en cualquier lugar del mundo, lo explican -se han explicado durante siglos- por un reparto injusto de la renta, por la desigualdad en las oportunidades y por las injustas políticas económicas y sociales. 

Por esto sería bueno que la izquierda social y política, favorable o no al derecho a decidir, no independentista, reflexionara para encontrar las razones y los errores cometidos – posiblemente uno de ellos ha sido colocarse de perfil- que explican que el único, o el más importante, elemento capaz de movilizar las energías y las esperanzas del pueblo catalán sea la independencia empujada por los valores de la derecha más tradicional.

Sería bueno que esta izquierda no independentista hiciera oír su voz contestando al discurso "no hay solución a los problemas sociales sin independencia", porque si entre lo trabajadores y trabajadoras calara el argumento de que solo en la independencia está la solución de los problemas, podría suceder lo mismo que en el cuento del bizco que veía doble, que cuando iba paseando tranquilamente por la  dehesa, vio “dos” toros bravos; salió corriendo y se acercó a “dos” árboles, pero se subió al que no era y en cambio le cogió el toro que sí que era. 

Confundir las causas de los problemas y por ello también sus soluciones es un grave error. Un error que la izquierda catalana y los sindicatos deberían intentar evitar, por el bien de los valores que les distinguen, subir al falso árbol de la independencia para salvarnos y  nos pille el  toro verdadero de los problemas sociales. 

lunes, 2 de junio de 2014

RSC y Voluntariado Corporativo: sus beneficios pueden sumarse


Mucho se habla sobre la RSC, o Responsabilidad Social Empresarial y del nuevo papel que la empresa debería jugar en el siglo XXI. Sobre estas cuestiones los idealistas afirmamos que nuestra aspiración y nuestro empeño se dirigen a conseguir que la empresa sea una realidad para y por las personas. 

En esta lógica ha surgido un fenómeno, en unos casos de forma colateral, y en otros con mayor relevancia, que merece nuestra atención: se trata del Voluntariado Empresarial en el marco de la Acción Social de las empresas que, cuando es sincero y eficaz en sus resultados, se convierte en un valioso activo para las personas que en él participan, y también para la empresa si se compromete, lo promueve y lo impulsa.

En nuestro país contamos con experiencias notables por parte de algunas empresas en materia de Voluntariado Empresarial como son los bancos de tiempo, el apoyo a iniciativas concretas de los empleados,  las contribuciones compartidas o el apoyo financiero de la empresa a proyectos presentados por ONG y apadrinados por los empleados; así como otras acciones más sofisticadas como  los servicios Pro Bono a partir de los cuales las compañías prestan a través de sus empleados, sus servicios habituales a asociación sin ánimo de lucro de forma gratuita.

Son acciones que se enmarcan en la "innovación social", nacidas del entusiasmo y el compromiso de trabajadores y trabajadoras cuyas empresas han sabido canalizar y potenciar, y que contribuyen a construir lo que hoy se conoce como "voluntariado empresarial o corporativo" y que puede llegar a constituir una expresión más de la  estrategia de las empresas en su RSC.

La experiencia muestra la suma de beneficios que el voluntariado corporativo puede representar cuando va más allá del marketing y se gestiona con eficacia y profesionalidad. En primer lugar,  es una suma para los receptores de los resultados de las acciones, pero también para los empleados que los realizan y sus empresas. Y es una suma para la comunidad en la que se integran las partes involucradas. Además, son iniciativas que generan marcos necesarios de diálogo entre ONG y las empresas que permiten mejorar los escasos recursos de que disponen la mayoría de estas organizaciones para cumplir con su misión.    

La experiencia de la acción social de las empresas con participación activa de sus trabajadores comenzó en el mundo anglosajón con una lógica asistencial, pero ya ha evolucionado hacia un voluntariado que permite a las personas participantes aportar algo más que recursos económicos, también sus habilidades y competencias, posibilitando que su compromiso sea devuelto en compañerismo, cohesión, satisfacción, motivación y orgullo de pertenencia, aspectos todos ellos necesarios en el ambiente de trabajo y en las relaciones interpersonales donde se aspire a retener el talento y a mejorar el clima laboral y la propia imagen de la empresa.

La experiencia muestra que los programas de voluntariado empresarial más exitosos son aquellos que se cimentan en la integración de los conocimientos de las empresas  y las necesidades de la comunidad, aquellos en los que la empresa promueve, incentiva y reconoce el voluntariado de sus empleados, en el que desarrollan sus conocimientos y su experiencia profesional, su “expertise".

El objetivo es lograr la movilización de los trabajadores en busca de la mejora del entorno en el que opera la compañía, donde si cumple con el resto de compromisos para con sus empleados, proveedores, etc., pueda transmitir también su cultura y comportamiento ético como empresa ciudadana y responsable por medio de sus profesionales.

Queda todavía mucho camino por explorar en el campo del voluntariado empresarial como vía de implicación y compromiso en la tarea de sostener y fortalecer los valores de la solidaridad y el ejercicio de los derechos y responsabilidades con la comunidad. Mucho que explorar para desarrollar más y mejor el potencial, que es mucho, del voluntariado corporativo en los campos que reclaman compromisos y soluciones, en los que una sincera y eficaz gestión de este voluntariado puede aportar su grano de arena.

Son todavía escasas las empresas en nuestro país con programas de acción social que integran de manera efectiva a empleados y muy poco avanzaremos en este campo sin la complicidad y el impulso de los representantes de los trabajadores en las empresas y de sus sindicatos incorporando también en sus programas de acción  la exigencia de compromisos a las empresas para que faciliten  e impulsen la participación voluntaria de trabajadores y trabajadoras en su acción social para contribuir eficazmente a responder a las muchas necesidades de nuestra sociedad