miércoles, 28 de enero de 2015

Coletas y pantuflos, la política--espectáculo

El pasado sábado 24 de enero, con el lógico interés de quien se preocupa por la política y la cosa pública, me puse a escuchar con atención la entrevista en el programa La Sexta Noche a Pablo Iglesias, líder de Podemos. Este partido político, según la mayoría de las encuestas que lo sitúan como primera fuerza política en intención de voto para las próximas elecciones generales, tiene serias posibilidades de gobernar.

Una entrevista seguida por 2.100.000 espectadores, algo que evidencia el lógico interés por conocer las opiniones del político de más éxito de nuestro país aunque se presenta aún sin un programa concreto y evaluarle. Ha conseguido ciertamente ser el centro de atención pública e ilusionar a millones de ciudadanos con un mensaje genérico, de cambio y regeneración democrática, y ha sabido construir nuevos símbolos, con un nuevo lenguaje, alejado de complejos análisis, lo que le está permitiendo proponer soluciones aparentemente fáciles e inmediatas. Con un discurso de colega a colega, directo al rencor que siente la mayoría de la sociedad por estos años de crisis, convirtiendo así a Podemos en el espejo de la sociedad, un requisito esencial para ejercer el liderazgo social.

Era previsible el éxito de audiencia y a la vez su gran repercusión en las redes sociales de esta entrevista en La Sexta Noche, por el interés en escuchar y conocer directamente la opinión del protagonista y su análisis más detallado y preciso, que hasta hoy apenas se ha pronunciado, o que no ha sido más allá de las generalidades que impiden hacerse una opinión clara de lo que propone en caso de gobernar. En momentos tan particulares como los que estamos viviendo, muchas personas esperábamos oír su opinión sobre los temas centrales que un gobierno debe afrontar con algo más que vaguedades y eslóganes.

No hubo suerte y asistimos a un Aquí hay Tomate, un espectáculo impostado y teatral, con un rifirrafe entre un periodista provocador y previsible, propio de un troll, en argot de internet, y un político famoso, atacándose con descalificaciones e insultos que más allá del buen o mal gusto (sobre lo que no hay nada escrito), era muy decepcionante para quienes esperábamos algo más que ver las habilidades de un buen polemista, y nos quedamos con las ganas de un entrevista que se recordara como el debate entre el padre de Zipi y Zape, don Pantuflo, con El Coletas.

Lo que vimos fue la táctica recurrente de la ambigüedad en el mensaje político, evitando con ello tener que concretar políticas y propuestas evaluables, lo que es mucho más eficaz y por supuesto más rentable electoralmente, como estudia Murray Edelman (1919-2001), en La construcción del espectáculo político, donde explica que se deben evitar las promesas claras que puedan resultar incómodas para algunos potenciales electores.

Es evidente que la entrevista de La Sexta Noche consiguió con nota el objetivo de la ambigüedad, pues no entró en ningún tema al detalle, a pesar de su larga duración. No sé si el mérito se lo debemos al líder de Podemos o sucedió a pesar suyo. En todo caso no fue una entrevista política, más allá del beneficio en audiencia y publicidad que le pueda haber aportado a la cadena de televisión.

Porque si como se afirma hoy por algunos políticos, que los platós televisivos son el ámbito principal del debate político y se llega al electorado desde la política como espectáculo, sin duda podemos afirmar que el programa de El Coletas y Don Pantuflo fue una gran aportación a la ciencia política, y su altos niveles de seguimiento serían también una muestra clara del nuevo impulso de la participación ciudadana en la política que vive nuestro país. Pero también deberíamos aceptar que si la política es espectáculo, los ciudadanos y ciudadanas no seremos más que unos meros espectadores que cliquean un me gusta, no me gusta, o retwittean lo que ha dicho mi político favorito.

Esperemos, que el debate político sea algo más que un espectáculo y que un día podremos escuchar una entrevista con profesionales del periodismo, respetuosos con la persona y sus ideas, pero que quieran saber algo más que los titulares de las propuestas y las anécdotas, donde Iglesias responda con franqueza y humildad, aunque le incomode la pregunta y el debate político pueda ir mucho más allá de El Coletas y Don Pantuflo.

miércoles, 21 de enero de 2015

No hay sindicato sin emoción de militancia

Joaquim González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL 

Debate sindical *

El pasado 31 de diciembre José Luis López Bulla en su muy activo Blog ‘Metiendo Bulla’ cerraba el año con un artículo titulado ‘La fascinación del sindicalismo’ donde de nuevo propone a las direcciones  de CCOO y UGT, que inicien e impulsen, dentro y fuera de sus estructuras sindicales, el diálogo, el debate y la reflexión, que circulen el aíre y las ideas para superar la ‘crisis’ y afrontar  el porvenir y la renovación del sindicalismo del siglo XX, y para responder con eficacia a las exigencias de la realidad del mundo del trabajo, de los trabajadores y trabajadoras de hoy, del siglo XXI (1). 

Sugiere la necesidad de conocer el estado de ánimo y emocional de las gentes de los sindicatos, y cómo están viviendo los y las sindicalistas su compromiso con los valores y la misión de la actividad sindical, en unos momento de dificultades provocadas por la crisis, y por el profundo cambio representado por la globalización y la revolución tecnológica. También por el desconcierto ante los fuertes ajustes y los despidos en los propios sindicatos, y el lógico sentimiento de incomprensión que causan los constantes ataques y campañas que han debilitado el prestigio de la función de los sindicatos y la reputación de sus miembros. 

Son muchos los discursos, informes y artículos que se publican diariamente analizando el papel  de los sindicatos, unos defendiendo lo hecho, otros alentando al cambio, algunos, incluso, deseando su desaparición. Y se publicarán más propuestas y opiniones, unas críticas, otras de apoyo, afirmando la necesidad, que comparto, de transformar la relación con los problemas, la función y los programa de acción, porque entienden que los sindicatos deberían acometer una profunda renovación.

Pero, como apunta López Bulla, hay una pregunta imprescindible, que va más allá de los programas de acción y las plataformas reivindicativas, y que las dos confederaciones, igual que cualquier empresa u organización que viva el cambio deberían responder: ¿con qué emoción los dirigentes y cuadros sindicales ejercen su actividad día a día? ¿con qué nivel de ilusión los militantes sindicales viven su compromiso? Porque precisamente la emoción e ilusión de las personas comprometidas es la constituye la energía más determinante para el éxito en  sus objetivos.

Los cambios que se han producido y se siguen produciendo en la sociedad y en la política son muchos y muy profundos. Están exigiendo nuevas formas de comunicación, de lucha y de relación dentro de las empresas, pues deben revolucionar la gestión de las personas, de los equipos que tienen muy poco que ver con los viejos valores de las rígidas y piramidales jerarquías, las viejas estructuras de la empresa fordista, y las  organizaciones hechas a su semejanza, como son también los sindicatos. 

Cambios profundos en las formas de gestión que hagan de las organizaciones sindicales un ejemplo de participación activa, de modo que, en sus distintos niveles, sea la iniciativa de sus miembros y no la consigna, la base de un liderazgo centrado en empoderar, formar y habilitar a su militancia, en saber escuchar con intuición. Es preciso renovar las viejas formas de dirigir, gestionar y organizar las estructuras sindicales que hoy demuestran ser lentas y estrechas para organizaciones que precisan aprender y comprender constantemente las nuevas complejidades del mundo del trabajo. Nuevas formas de gestión y dirección que salgan del círculo del erre que erre, de la costumbre. Que rompan la monotonía y la falta de emoción tan extendida que viven tantos ámbitos de la militancia sindical. Urge mejorar y abrir de par en par las puertas de la innovación, formar a la gente, comunicar mejor dentro y fuera, mimar la discrepancia para potenciar la participación, y evitar vivir de lo que fueron aciertos del pasado. 

Conscientes de que, en la  mayoría de ocasiones, la auténtica exploración no puede limitarse solo a la búsqueda de nuevos territorios y nuevos programas de acción, sino que debe ser también capaz de aprender a ver con nuevos ojos la realidad presente. Porque es muy posible que también ahí estén muchas de las soluciones, empezando por la necesidad de recuperar el valor de la militancia y conseguir mirar hacia el futuro desde la acción, el coraje y la confianza, que han sido siempre valores intrínsecos del sindicalismo. Ofrecer a la militancia una organización con espíritu de servicio y transparente, donde se reconozca el esfuerzo y el  trabajo bien hecho de su gente, que es mucho. Unas organizaciones empáticas, capaces de escuchar, humildes e inquietas por  aprender y formarse, y donde la militancia  sepa  que está compartiendo su  implicación y su compromiso con los mejores.  

Como en el cuento de Eduardo Galeano en la historia del niño a quien su padre llevó a descubrir el mar, y fue tanta la inmensidad ante sus ojos, que el niño tartamudeando pidió al padre que le ayudara a mirar. Nuestras organizaciones sindicales ante la complejidad de los cambios, la dureza de las críticas y reproches que están recibiendo,  están en el momento de pedir a la militancia sindical: ‘ayudadnos a mirar’. Ayudadnos a mejorar, porque de estudios, informes generales y tesis, tenemos llenas las estanterías y los despachos. Ayudadnos a recuperar la emoción y la ilusión de representar a los nuestros, a la clase trabajadora. Porque sin esta emoción e ilusión podrá haber muchas estructuras, locales, anagramas, delegados, secretarías y órganos de dirección. Pero no habrá sindicato.


(1)                                               http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/12/la-fascinacion-del-sindicalismo.html



* Referencias anteriores de este debate

 

 

Isidor Boix: (2) DEBATE SINDICAL PARA SABER DÓNDE ESTAMOS, DE DÓNDE PARTIMOS

Javier Aristu:  El sindicato y el nuevo proyecto social

Paco Rodríguez: A VUELTAS CON LOS SINDICATOS

Ramón Alós: A PROPÓSITO DEL DESCONCIERTO DE LOS SINDICATOS

Soledad Gallego-Diaz: Ni se les ve ni se les oye

Paco Rodríguez:  HABLEMOS DE LA AFILIACIÓN SINDICAL

JLLB: SINDICATOS Y EL MONOPOLIO DE LA NEGOCIACIÓN

Magdalena Nogueira y otros: Sindicatos: De la concertación (social) al desconcierto (general)

Quim González: ¿TIENE CABIDA EL SINDICALISMO EN LA EMPRESA ABIERTA?

JLLB: LA PARÁBOLA DEL SINDICATO 



viernes, 16 de enero de 2015

27 de septiembre, ocho meses más ¡qué pereza!



Oír cacerolas, como ha sucedido estos días en cualquier calle de Catalunya, reclamando al President de la Generalitat que ponga las urnas para votar, ha sido un sarcasmo que invita a pensar en los contrasentidos políticos que vivimos.

Oír a los portavoces de ANC, arrogándose la voz de la sociedad civil, afirmar que si el President no convocaba elecciones antes de las municipales para que el pueblo catalán pudiera ejercer su derecho a decidir, repetirán las movilizaciones en la calle, pero dirigidas a Artur Mas, parece la escena de un cazador cazado.
Oír durante semanas al President de la Generalitat lanzar propuestas sobre sus condiciones y condicionantes para convocar las elecciones anticipadas sin cuidar la mínima y elemental consideración hacia los partidos políticos y la ciudadanía catalana que no son soberanistas, afirmando sin ningún disimulo, que convocará esas elecciones sólo si tiene la garantía de ganarlas, es algo que no deja de sorprender e incluso preocupar.

Oír, como si estuviéramos ante la quintaesencia de la generosidad patriótica, tácticas sobre los criterios de listas electorales: únicas o separadas, de país, listas del President, listas del procès, cuando la realidad, y no se le escapa a nadie, es la simple y terrenal razón de la imperiosa necesidad de maquillar debilidades y buscar un desesperado salvavidas político, no es nada gratificante para quienes creen que el juego electoral es algo más que un simple juego de cortos intereses partidistas.

Oír con grandilocuentes palabras explicar las conversaciones o negociaciones entre CDC y ERC para convocar dentro de ocho meses, el 27 de septiembre las, según nos dicen, más trascendentales elecciones de los últimos 300 años de la historia de Catalunya, no deja de causar perplejidad, cuando sabemos que el centro de la discusión ha estado, sin muchos disimulos, en quién atrapa a quién o quién gana a quién.
Pero hoy, y cada día que pasa más, la realidad de este debate, el proceso hacia la independencia, pierde interés o, al menos, tiene que compartir actualidad. Lo hemos visto en estas fiestas de Navidad y Fin de Año cuando de forma muy generalizada que, para la mayoría de los ciudadanos, el tema central de nuestras apasionadas conversaciones ha girado en torno a las próximas elecciones al Congreso de los Diputados y sobre las encuestas recientes que anuncian cambios radicales.

Las conversaciones  se han centrado en opinar sobre el nuevo cuadro político y el papel de los nuevos actores surgidos desde las elecciones europeas. El protagonismo de las discusiones no han sido el si o no a la independencia de Catalunya. Han sido sobre la bondad o maldad de las propuestas de Podemos. No han sido sobre Mas o Junqueras. Han sido entre quienes ven a Pablo Iglesias como un iluminado peligroso y quienes le ven como el esperado líder y futuro presidente del gobierno de España.

Ésta ha sido la agenda en la mayoría de las comidas, cenas y copas en estos días, junto a  la corrupción, la recuperación económica real o no, la precariedad laboral, el paro, la desigualdad y las miles de personas afectadas por la hepatitis C y no "el procès"  Porque es ahí donde la mayoría de la sociedad tiene puestas sus preocupaciones o esperanzas. Son las cosas de la vida de lo que han hablado con pasión y preocupación en la mayoría de los hogares españoles, y también en Catalunya. Una realidad muy distinta a la del pasado año, pues parece mentira que hayan pasado sólo dos meses desde aquel 9 de noviembre, donde el derecho a decidir, o mejor dicho, la independencia o no de Catalunya acaparó nuestras conversaciones.

Y ahora el 27 de septiembre, otra efeméride histórica más para el consumo interno. Otra vez en la noria de las elecciones permanentes y una coartada más para poder aplazar la gestión de gobierno y la solución de los problemas, sustituyéndolo por  más discursos grandilocuentes, más banderas, más himnos, mientras nuestras empresas, universidades, centros de investigación, escuelas, hospitales, personas dependientes seguirán esperando soluciones.

Qué pereza da volver a empezar otra vez más, con más publireportajes y debates monotemáticos en los medios de comunicación oficiales. Otra vez nos pasarán a toda velocidad la película para intentar que se difumine la cruda realidad de nuestro país, que reclama soluciones urgentes. Como aquel hombre de la fábula que tenía tanto miedo de sus huellas que, en lugar de caminar, siempre corría, cuando lo único que conseguía era aumentar el número de éstas, que es lo que le sucede a Catalunya, donde cada día aumentan los  problemas sin resolver. Sólo cabe esperar que toda la izquierda y el movimiento sindical muy en particular, esta vez encuentren su pancarta


martes, 6 de enero de 2015

EL PSOE Y SU PROPUESTA DE UN NUEVO ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES




Joaquim  González Muntadas 
Director de Ética Organizaciones SL



En estas fechas, ya prácticamente de convocatoria a las urnas, cada propuesta y cada palabra pronunciada por los diversos partidos políticos tiene, más allá de su envoltorio, una clara intención electoral y en muchos casos electoralista. Ya ha empezado el concurso de cometas, que es lo que parecen muchas propuestas de los programas electorales que se presentan al electorado como "soluciones fáciles y rápidas".

Por eso, tiene interés oír una iniciativa política y electoral que por su calado debería merecer atención, reflexión y debate. Me refiero a la que ha presentado el PSOE, concretamente su responsable de Empleo, 
María Luz Rodríguez, al afirmar que, en caso de gobernar, su partido se compromete a abrir y dirigir un proceso de diálogo y negociación con los agentes sociales para abordar la construcción de un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Una propuesta que va mucho más allá de la promesa, como se venía afirmado hasta ahora, de que su primera medida, si gobierna, sería dejar sin efecto la última reforma laboral del Partido Popular.

Es meritorio comprometer hoy la iniciativa de construir un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Es una propuesta ambiciosa, y muy arriesgada también, como podemos apreciar si repasamos la historia, llena de dificultades y conflictos, que se ha vivido en todas y cada una de las modificaciones que ha sufrido el actual Estatuto de los Trabajadores, nacido ahora hace 35 años.

Elaborar un nuevo Estatuto de los Trabajadores es una propuesta, por compleja y difícil, muy poco electoralista. Pero es una buena iniciativa proponer la elaboración de nuevas reglas que respondan a las diferencias entre aquella economía, aquella empresa y aquel mercado laboral de los años 80, cuando se aprobó el actual Estatuto de los Trabajadores, nacido para reformar las viejas y no democráticas leyes laborales del franquismo, y la realidad de hoy, en la que además inciden centenares de normas de la Unión Europea.Proponer nuevas reglas que atiendan la realidad de las nuevas tecnologías presentes en los centros y en los nuevos empleos, que respondan a las nuevas formas de trabajar y que regulen nuevos instrumentos de participación e información de los trabajadores y sus sindicatos, es una necesidad.

Significa atreverse a afrontar la realidad del actual mercado de trabajo, tan distinto de aquel donde apenas había tres millones de mujeres con empleo, frente a los ocho millones actuales tras su masiva incorporación, lo cual ha transformado las relaciones sociales, familiares y laborales profundamente, que nos exige una nueva mirada hacia los derechos y las obligaciones, como son la igualdad, la conciliación o la salud. Poco tiene que ver con aquel mercado de trabajo de los años 80 donde el 18% eran jóvenes menores de 25 años, cuando hoy, los de esta edad, no alcanzan el 5%.

Un nuevo Estatuto de los Trabajadores que, además de regular las relaciones laborales, actualice los derechos sindicales de información y participación y la negociación colectiva. Dos capítulos que hace muchos años esperan reformas profundas, pero en la dirección contraria a las producidas en la última reforma laboral, ya que precisan cambios que aclaren y fortalezcan el papel de los sindicatos en los centros de trabajo, cambios que ayuden a racionalizar y mejorar la calidad de nuestra negociación colectiva, la que en los países más avanzados constituye el instrumento más importante y eficaz para afrontar los cambios, una asignatura pendiente desde hace mucho en nuestro país.

Así que es una buena noticia que en el acalorado debate político que vivimos, centrado en reformas territoriales y modelos de estado, se coloque también en el centro la discusión sobre el modelo de relaciones laborales e industriales que queremos y necesita nuestro país, y evitar así lo que ha sido nuestra costumbre, los parches y las reformas improvisadas, cuando no impuestas, con nefasto resultado.

Esperemos que esta difícil propuesta --aunque muy necesaria, que necesitará de un fuerte liderazgo, autoridad y credibilidad de quien aspire dirigir su negociación-- tenga suerte y pueda contar con el compromiso de todos, especialmente de los agentes sociales, para construir unas relaciones laborales del siglo XXI, más justas y útiles para impulsar el cambio de modelo productivo que necesitamos.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿TIENE CABIDA EL SINDICALISMO EN LA EMPRESA ABIERTA?

Quienes por su actividad profesional, como es mi caso, conozcan los variados materiales que las escuelas de negocios editan y publican sobre las nuevas filosofías en la gestión de los recursos humanos, comprobarán que, cuando se refieren a la "nueva empresa", a la "empresa abierta" e innovadora en la gestión de las personas, en su gran mayoría ignoran, o está prácticamente ausente, el  papel del sindicalismo y la función de los representantes sindicales. Y de manera explícita o implícita, sostienen que en las empresas con nuevas formas y estilos de gestión participativa y abierta, los sindicatos son un agente extraño, por no decir  distorsionador.

La renuncia de muchas empresas a facilitar las condiciones que promuevan la implicación de la representación sindical en las nuevas formas de gestión y cambio, es una de las razones de la desconfianza o rechazo que en muchas ocasiones expresan los representantes sindicales, dificultando el éxito de las iniciativas innovadoras  o devaluando en gran medida su sentido al dejar fuera a determinados colectivos de trabajadores de la empresa y generar con ello dos mundos en las relaciones laborales. Uno, el representado por los sindicatos, impermeable al cambio y gestionado con las viejas formas y valores. Otro, donde prima la relación individual, la formación, la carrera profesional, la diversidad y la participación en la marcha de la empresa, donde la representación sindical tiene poco que ver y decir.

Dos mundos dentro de algunas empresas que el sindicalismo necesita unir si aspira a intervenir y participar más que hoy en la marcha de la empresa y desmentir esa interesada creencia de que su hábitat natural sólo está en la vieja empresa, representando exclusivamente el trabajo poco cualificado, demandante de escasa formación, y que el sindicalismo solo puede germinar frente a las viejas maneras de gestión y ante la organización del trabajo rígida y jerárquica. 

El movimiento sindical debería ser el primer interesado en desmentir, con hechos e iniciativas, la creencia de que solo puede representar derechos colectivos a costa de no atender los individuales y profesionales, algo que de ser verdad le apartaría definitivamente de amplios y diversos colectivos de trabajadores y trabajadoras cualificados, preocupados por su carrera profesional, por su retribución variable, interesados en participar e intervenir en la marcha de la empresa. Unos colectivos a los que el sindicalismo no debería renunciar a representar y no debería permitir ser excluido de la gestión de las carreras profesionales, de la información y discusión de los criterios de la retribución por objetivos y resultados, ni estar al margen de los nuevos canales de comunicación abiertos en esas empresas que borran jerarquías y generan nuevos e informales liderazgos. 

El sindicalismo no debería renunciar a ser parte activa y proactiva en aquellas iniciativas que impulsan la formación, ni en las acciones que promueven el emprendimiento interno en la empresa.  Ni debería estar al margen de los criterios de Acción Social que realiza la empresa, ni del voluntariado corporativo de éstas cuando participan en él un porcentaje muy considerable de personas.

Y como parte implicada más relevante que es, urge dar un firme paso al frente para exigir su papel activo en aquellas empresas que declaran su compromiso de Gestión por Valores, y reclamar su protagonismo en las políticas de Responsabilidad Social, entre otras razones, porque será la mejor forma de convertir en realidad muchas de las buenas palabras y buenas intenciones. 

Pasar a la ofensiva con propuestas de negociación y acción que respondan a los nuevos conocimientos, a  los cambios tecnológicos y a las nuevas formas de trabajar y de relacionarse los trabajadores, con iniciativas que permitan atender y representar a las nuevas diversidades en los centros de trabajo y nuevas iniciativas que estimulen la participación de los trabajadores y trabajadoras en la vida sindical para participar en la marcha de la empresa.


Claro que sí, el sindicalismo no solo tiene cabida en la nueva empresa, sino que puede y debe ser, con su implicación y compromiso, una fuerza determinante para el éxito de los cambios en la empresa y la humanización del trabajo. Y para esto, el sindicalismo, con todo el descaro del mundo, tendría que pasar a la ofensiva con nuevas iniciativas que respondan a los cambios profundos que se están viviendo las empresas más dinámicas e innovadoras. Porque puede y debe. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

QUIN GOIG!

Joaquim González Muntadas
Ex Secretario General de FITEQA CCOO

El jueves 20 de noviembre,  se celebraron los actos del 50 aniversario de CCOO de Catalunya. No asistí,  las razones son largas de explicar y a buen seguro que no vienen al caso. Por esto, no pude escuchar la intervención que hizo Montse Maresma, en el acto central, en nombre del Comité del Cincuentenario. Me perdí la fuerza de su voz y no pude sentir el amor con que la hizo. Con el mismo intenso amor, seguro,  conel que ha realizado el trabajo en sus años de militancia en CCOO, en su empresa, en la dirección de su Federación (FITEQA CCOO) y enla CONC. 

Por la profundidad y la fuerza de estas breves palabras, me apetece compartir su contenido, en este blog,  en el que José Luis López Bulla me da cobijo de tarde en tarde, con las muchas personas que, como yo, no tuvieron la oportunidad de escucharlas en el Casino l’Aliança del Poble Nou, para comprobar  que sintetizan el sentir mejor que discursos de muchas páginas.

Quin  goig Montse i quin orgull.   

Companyes, companys, autoritats, secretaris generals, amics i amigues; 

QUIN GOIG !
El de la celebració dels 50 anys del nostre sindicat, 

QUIN GOIG !
el que feu, el que fem plegats avui i aquí, els que hi som i els que no han pogut ser-hi.

QUIN GOIG! 

quina responsabilitat i quina il·lusió dirigir-me a vosaltres. (i quins nervis, no tants però, i sabeu de que parlo, com els de les assemblees complicades a la fàbrica, les de les vagues,  les dels preacords ...)

I fer-ho en nom del Comitè del Cinquantenari, gairebé sempre n’hem sabut de donar nom a les coses oi?, un Comitè que les CCOO de Catalunya voldrien fos la veu de les moltes i moltes persones que al llarg delsanys i ara mateix s’han compromès, estan compromeses  i vinculades amb el sindicat, moltes i diverses, moltes i tossudes, moltes i mai indiferents, moltes i honrades, sí, d’una estirp de titans, que deia l’estimat poeta, homes i dones reals que teníem, en un temps,  per cognom la fàbrica,  el ram: el Paco de Solvay, l’Aurora de banca, en Carles de PESA, la, en...tants i tantes homes i dones treballadores dins i fora de la feina, homes i dones lluitadors, homes i dones solidàries, convençuts, tossudament convençudes i convençuts de que només junts, organitzadament junts, podem. convençuts de que si pensem, decidim i actuem col·lectivament som més forts, més útils que si ho femsumant individualitats per genials que siguin, o si esperem que ens vinguin instruccions i consignes des de fora. 

Amb 50 anys començar a dir que venim de lluny, que hem viscut, no és gosadia;

Al llarg dels anys, aquesta organització dels treballadors i les treballadores,  hem anat guanyantrepresentativitat i legitimitat tant en la proposta,  la reivindicació i la mobilització,  com legitimitat i representativitat per signar convenis i acords. 

El sindicalisme i en la part que ens toca les CCOO hem sigut importants, útils, en la construcció delsequilibris del segle XX als centres de treball i a la societat, en la millora de les condicions de treball i de vida de la nostra gent, en la construcció de Catalunya.

Hem demostrat que quan ens hi posem, sabem. 

I ens han passat coses i no sempre ho hem fet bé.

Hereus, com som, d’un gran llegat de lluites socials i de valors ètics, preservar aquest patrimoni ésimprescindible. 
Els reptes avui són grans, els canvis, i no a millor, molts, dins i fora dels centres de treball. 
Ras i curt, els drets conquerits, els convenis, el sindicalisme, no son els responsables de l’atur, de la fragmentació del mon del treball, de la precarietat. 
Ara bé  en aquesta realitat, avui més de defensa que de conquesta, com CCOO, pot, ha de continuar, sent l’espai d’autoorganització dels treballadors i treballadores? Fer sindicalisme no és pas més senzill avui que ho era fa 50 anys. Avui quan el treball quotidià, valent i durde tantes i tants homes i dones del sindicat no només queda en l’anonimat, masses vegades es qüestionà, de vegades es menysté.

Es difícil? , cal? també

CCOO amb els peus plantats als centres de treball- que siguin les sabates el nostre pedestal- ensrecomanava Joan Brossa,  en el cor els ideals de llibertat, justícia, i solidaritat que inspiraven fa 50 anys la creació d’ aquella primera Comissió Obrera i el cap endreçat en l’estudi, el coneixement de la realitat, la reflexió, el debat i l’organització, CCOO cal, igual o potser més que mai.

Companys i companyes:
PER MOLTS ANYS,
LLARGA VIDA A LES CCOO,
SALUT I BON TREBALL.

martes, 25 de noviembre de 2014

50 aniversario de CC.OO. de Catalunya

El próximo día 20 de noviembre se celebra el 50 aniversario de la fundación de CCOO de Catalunya. Medio siglo de unas Comisiones Obreras forjadas por aquellas personas que actuaban de portavoces de las reivindicaciones laborales de sus compañeros y compañeras de trabajo, compuestas por hombres y mujeres presentes en centenares de empresas, capaces de vencer el miedo a la represión política  y a las represalias laborales.

Recordar y celebrar en estos días la reunión de cerca de trescientas personas hace cincuenta años en la Iglesia de Sant Medir, en Sants de Barcelona, es reconocer la historia de CCOO en Catalunya y la del conjunto de España, y es reconocer, sobre todo, la entrega, la inteligencia, el compromiso y la lucha de miles de trabajadores y trabajadoras que en los primeros años hicieron de Comisiones Obreras una organización determinante también en la lucha por las libertades democráticas. Y  más tarde, en la democracia, trasformada ya en el primer sindicato confederal y en la principal organización social, un instrumento esencial en la lucha por los derechos sociales y la mejora de las condiciones trabajo.

La historia de CCOO de Catalunya, como la del conjunto del movimiento sindical español y mundial, está escrita con las luchas y sacrificios de sus protagonistas,  hombres y mujeres que han dirigido y participado en miles  negociaciones, acuerdos, movilizaciones, conflictos y huelgas, sin los cuales no se podría entender el progreso social, ni la mayoría de los derechos laborales y sociales conquistados.

Pero el sindicalismo, y en particular CCOO, además de historia, tiene presente. Un presente que precisa tanta voluntad, inteligencia y arrojo de sus militantes como la demostrada por aquellas personas presentes aquel 20 de noviembre de 1964 en la Parroquia de Sant Medir. Voluntad, inteligencia y arrojo para representar el mundo del trabajo que cada día resulta más complejo por la diversidad de la clase trabajadora y la globalización de los mercados.
Este Aniversario es una buena ocasión para el reconocimiento y agradecimiento a los miles de militantes que durante estos 50 años han dedicado lo mejor de sí mismos a la noble causa sindical. Y reconocer y valorar también a las decenas de miles de sindicalistas que hoy están en las empresas, en un entorno más hostil que ayer, como expresan las encuestas de valoración social, que mantienen el orgullo de representar a sus compañeros y compañeras de trabajo en las ingratas y difíciles condiciones que representa la grave y larga crisis económica y las nuevas leyes pensadas precisamente para debilitar la función sindical.

Medio siglo de compromiso de sindicalistas que responden a la definición que hizo hace más de 100 años Pablo Iglesias fundador de UGT el año 1888: "los representantes de la clase obrera son los que tienen que dar la cara con más frecuencia, los que tienen que alentar a los trabajadores en los momentos de desaliento, los que tiene que darles ejemplo arrostrando las arbitrariedades de los patronos, de las autoridades y de todo el mundo..... De modo que no pueden ser de madera de vividores que engañan a los suyos; por el contrario han de ser hombres  incorruptibles que dan ejemplo a los suyos de cómo han de cumplir la lucha".

Una definición que describe a la inmensa mayoría de hombres y mujeres que hoy, sin grandilocuencia, trabajan en las pequeñas, grandes y medianas empresas, dando la cara en estos momentos  difíciles y con la pasión de unos ideales tan nobles como son el representar a los tuyos afrontando: regulaciones de empleo, suspensiones y cierres de empresas, negociación de difíciles y complejos convenios y acuerdos. 
Un trabajo honrado y silencioso que precisa de tanta valentía y compromiso como la exigida en aquellos tiempos heroicos, en décadas pasadas, que debería merecer el reconocimiento de la sociedad en este 50 aniversario de historia de compromiso y que se podrá conocer en la exposición: “CCOO, 50 años de historia de Cataluña desde 1.964 hasta 2014”, en el Museo de Historia de Catalunya.

Feliz 50 Aniversario CCOO y mucha inteligencia y valentía para encontrar la respuesta a los cambios del mercado laboral. Cambios profundos que han modificado el qué, el cómo, el quién y el dónde se produce, que demandan del sindicalismo nuevas formas, ideas y propuestas.
Adelante CCOO, la clase trabajadora, Catalunya y la sociedad española os necesita. 




jueves, 30 de octubre de 2014

DOS DÍAS, UNA NOCHE


Se está proyectando en los cines de nuestro país la hermosa película Dos días, una noche, escrita y dirigida por Jean-Pierre y Luc Dardenne. Con un argumento sencillo y real como la vida misma, la última película de los hermanos Dardenne muestra, mejor que decenas de ponencias, la compleja realidad del mundo del trabajo enla Europa de hoy. 

De manera especial trata la realidad laboral de muchas pequeñas empresas donde no existe organización sindical que pueda mediar y canalizar el conflicto de forma colectiva, quedando así solo la relación individualizada y muy desigual de cada trabajador con su empresa.

La película nos muestra las contradicciones entre los intereses individuales y los colectivos. Cómo la crisis y el paro pueden hacer perder la confianza y debilitar la dignidad de las personas. En la película no hay juicios de valor, ni buenos ni malos, sólo realidades, necesidades, prioridades y miedos.  

La historia es muy simple: los jefes de Sandra, una trabajadora belga de una pequeña empresa manufacturera deciden despedirla ante las dificultades económicas que vive la empresa. Pero, en lugar de asumir la responsabilidad de la decisión, presentan al resto de la plantilla la posibilidad de que si la mayoría vota a favor de renunciar a la paga anual de mil euros que estaba comprometida, Sandra puede mantener su puesto de trabajo. 

La trabajadora, animada por su marido y una compañera de trabajo, tiene un fin de semana, Dos días y una noche, para tratar de convencer a la mayoría de sus dieciséis compañeros de trabajo para que el lunes voten rechazar el cobro de los mil euros para evitar su despido. 

No es mi intención explicar más el argumento, sólo decir que la película muestra sin exageraciones ni panfletos, el dilema que hoy se vive en el mundo del trabajo, cada día más fragmentado y dispar donde convive la realidad de las grandes empresas y los sectores públicos con negociación colectiva y representantes sindicales con la realidad, cada vez más numerosa en Europa, de millones de trabajadores y trabajadoras de pequeñas empresas sin convenio, sin presencia sindical y sin derechos.

Más allá del resultado final de la votación, si Sandra gana o pierde, si consigue conservar o no su puesto de trabajo, la película nos muestra un magnífico ejemplo de dignidad obrera, de valentía y de resistencia frente a la adversidad

La lección no la determina el resultado final, sino la difícil decisión de luchar por conseguir la solidaridad de sus compañeros y mantener su puesto de trabajo. O mejor dicho, la valentía para conseguir la conciencia de grupo, esa conciencia que durante décadas ha sido la esencia y la principal base que ha permitido a los trabajadores y trabajadoras construir y mantener sus organizaciones sindicales y la lucha por la conquista de los avances vividos en derechos, mejora de las condiciones de vida y trabajo y progreso social. 

Hora y media de película que pasa volando, pues describe esa geografía tan presente en nuestro mundo del trabajo real, pero al mismo tiempo tan ausente o disimulado por los medios de comunicación: el paro, la pobreza, la depresión, la solidaridad o el miedo. Es un valioso documento que va más allá de las historias habituales que presentan un mundo del trabajo compuesto por empleados irreales de sectores absolutamente minoritarios como los tecnológicos, los medios de comunicación, las finanzas o la moda. 

Por esto, como recomienda a sus alumnos el profesor de Derecho del Trabajo, Eduardo Rojo, en su artículo Dignidad, solidaridad, respeto, miedo, egoísmo, individualismo: el mundo del trabajo hoy”, hay que ver este película, donde “aunque no haya mucho contenido jurídico, hay mucha realidad social, mucho mundo del trabajo frágil y precario”. 

Creo que este consejo puede ser igualmente útil para aquellas personas comprometidas con la causa sindical y para quienes se preocupan por las relaciones laborales, pues encontrarán evidencia de que éstas son mucho más que leyes y normas, por muy importantes que éstas sean. 

Es determinante el factor humano, el que se teje desde las relaciones individuales y colectivas, que construye la unidad, el compañerismo y la solidaridad que han sido y son los cimientos del sindicalismo tan necesitado hoy de reforzar y tan imprescindible en las empresas para poder decir, como se oye en el final de película: “Hemos luchado bien”.