viernes, 31 de agosto de 2012

QUE EL ÁRBOL NO IMPIDA VER EL BOSQUE


Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO.

Justo al revés del conocido dicho, el título de este artículo advierte del riesgo de que lo general impida atender lo concreto, o dicho de otra manera, que la positiva y necesaria fuerza que está desplegando el movimiento sindical en el ámbito de la acción sindical sociopolítica, no nos puede hacer descuidar ni un ápice la acción sindical en la empresa, que ya de por sí es difícil y con resultados socialmente menos reconocidos.

Como la Reforma Laboral ha reducido los derechos del sindicato en las relaciones colectivas, al tiempo que se impone una importante disminución de medios para la acción sindical, corremos el riesgo de que la acción sindical general solape o diluya lo que debería ser también una actividad principal: la acción sindical desde la empresa, desde cada empresa, para la atención, reflexión  y dedicación a la organización del trabajo, la defensa del empleo, el tiempo de trabajo, el salario fijo y variable, la clasificación y promoción profesional, la formación, los derechos de información y de participación, la política de igualdad, el cambio tecnológico, la subcontratación y externalización de actividades, … 

Corremos el riesgo de profundizar, aún más, en la disfunción histórica que ha vivido el sindicalismo español: fuerte e influyente en la sociedad, donde ha obtenido evidentes e indiscutibles éxitos en las movilizaciones y en la concertación social, tanto a nivel estatal como autonómica, incluso local, pero un sindicalismo menos fuerte en los centros de trabajo y en los sectores, en los que se ha transformado muy poco la estructura y el contenido de los convenios colectivos.

La negociación colectiva no siempre ha sabido ser el instrumento real y suficientemente útil de regulación de las condiciones de trabajo en la empresa, en parte,  por la dificultad que hemos tenido a la hora de percibir, medir y calcular el cambio real vivido en la mayoría de las empresas, que han pasado del fordismo a la nueva empresa pos-fordista,  y ante el cual nuestra política reivindicativa y organizativa no ha sabido -en algunos casos no ha querido- adaptarse suficientemente, y ha creado muchos convenios colectivos poco eficientes en relación a los problemas reales de la empresa y de sus trabajadores.

Sabemos que para una parte de la sociedad, e incluso para algunos trabajadores y trabajadoras, los sindicatos son percibidos como organizaciones superadas por los profundos cambios habidos en el mundo del trabajo y con dificultades para adaptarse e innovar  propuestas  programáticas y organizativas nuevas. Y es precisamente ahora, en plena crisis económica e industrial, con los profundos cambios que se están viviendo en muchas empresas, cuando debemos desmentir esta percepción;  es  precisamente ahora cuando es más necesaria la presencia sindical en las empresas, ahora más que nunca es necesario cuidar y atender el desafío que supone tratar de mejorar las condiciones de trabajo y la defensa del empleo. Es preciso fortalecer la presencia del sindicato en el centro de trabajo, este es nuestro Talón de Aquiles, para que con ella, la acción general no deje sin atención o interés el trabajo sindical en la empresa ya que los cientos de convenios colectivos  aún pendientes de renovar son también una expresión de esta necesidad.

El gran esfuerzo movilizador que exige al movimiento sindical como contestación a la actual política económica y social, no puede dejar en segundo plano la actividad y razón de ser del sindicato en el centro de trabajo, precisamente, y hay que decirlo, donde no vivimos de la misma forma la crítica y las tensiones de la calle y de algunos medios de comunicación. El centro de trabajo donde la pregunta de para qué sirve un sindicato está menos planteada porque la respuesta deriva de la acción sindical diaria e incluso se expresa con contundencia por los trabajadores y trabajadoras con su afiliación y con su voto en las elecciones sindicales.

Al sindicalismo confederal no le faltan ni ambición ni recursos para estar a la altura de lo que los asalariados esperan legítimamente de las organizaciones sindicales pero, para poder ejercer el necesario liderazgo social, debemos atender también en los centros de trabajo toda la complejidad del mundo del trabajo, encontrando soluciones prácticas desde nuestra capacidad de organizar la afiliación en las empresas, y sustentando las secciones sindicales como el instrumento más sólido, eficaz y transformador en la representación de los trabajadores y trabajadoras.