miércoles, 17 de octubre de 2012

NO ABANDONAR LOS SECTORES INDUSTRIALES TRADICIONALES


Joaquim González Muntadas | Secretario General de FITEQA CCOO



Desde hace unos meses se van encadenando noticias esperanzadoras para algunos sectores como el textil y los sectores de la industria de la moda española, al empezar a corregirse la tendencia iniciada hace una década de deslocalización hacia China y otros países, en los que ahora se ve que no todo eran ventajas. Se evidencia por ejemplo, que no solo importan los costes salariales por minuto de producción sino el coste final, incluyendo costes de transporte, de personal trabajando en el extranjero, de adaptación de servicios informáticos, de formación de los trabajadores en destino, logísticos, de implantación y mantenimiento de las máquinas e instalaciones, etc.
Esta tímida pero novedosa "relocalización industrial" puede suponer una oportunidad para muchas empresas y comarcas muy castigadas por la crisis y necesitadas de actividad industrial tras la destrucción de su tejido productivo, algo que no deberían perder de vista los sesudos ‘informes, estrategias o alternativas industriales’, ya que el 85% de las empresas, el 65% de la producción y el 74% del empleo en nuestro país corresponde a actividades industriales manufactureras de baja o media intensidad tecnológica. Deberíamos aprovechar cualquier oportunidad que pueda suponer recuperar la producción, y mirar con atención, por no decir mimo, a los sectores industriales tradicionales y con ellos a las pequeñas y medianas empresas, porque desde esa base podremos generar el esperado y lento cambio de modelo productivo tan reclamado como poco concretado por todos, Administraciones Públicas, Gobiernos, patronales y sindicatos.
Surgen dudas sobre si tendremos empresarios que respondan a la demanda de actividad, si habrá crédito, hoy casi imposible, para que su iniciativa no quede estrangulada, si tendremos profesionales de oficio, si tendremos industria auxiliar, etc. Esperemos que sí y que no sea demasiado tarde para corregir el grave error que ha representado para nuestra economía y nuestra sociedad que sectores como el textil, el calzado, todos los que conforman el Sector de la Moda u otros sectores industriales metalúrgicos, madera..., con historia y oficio, que antaño generaron miles de puestos de trabajo y conocimientos, hayan sido relegados -por no decir maltratados- por las políticas europeas, la legislación y las Administraciones Públicas, los bancos, y también por algunos creadores de opinión que los habían estigmatizado como sectores sin futuro.
Desde los gobiernos se alentó a deslocalizar la producción porque España se ‘merecía algo mejor’, sectores más punteros, con mayor valor añadido e innovación, llamados insistentemente por voces políticas, económicas y sociales, que como refleja la débil realidad industrial, no han acabado de llegar.
Las razones por las que no han llegado aún, o no suficientemente, las conocemos: ineficiente realidad educativa y formativa, baja inversión, escaso esfuerzo en I+D+i, falta de cooperación y alianzas empresariales, así como el precio del suelo que expulsó del centro de las ciudades a miles de empresas generando unas plusvalías que sirvieron para cambiar y abandonar la actividad empresarial por otra mucho más rentable, la actividad inmobiliaria.
Estas empresas y sectores punteros no han llegado porque no hemos entendido, como saben bien los países potentes y avanzados industrialmente, que esto no se improvisa, ni se inventa, ni se construye solo con los discursos. La ‘nueva economía’ no ha llegado porque cuando desaparece una pequeña industria o un taller auxiliar, muere también una célula de potencialidad innovadora propia y externa. Porque una empresa puntera, de alto valor añadido, casi siempre resulta de la evolución de un producto, de aprovechar experiencias de procesos y de mejorar un oficio. Por poner un ejemplo, una empresa de material de precisión de última generación para quirófano, muchas veces es el fruto de la evolución y la innovación de una antigua fábrica de tenedores y cucharas. Ésta ha sido la historia de muchas empresas industriales punteras de Centroeuropa, donde enseñan que cerrar una instalación industrial es algo más que apagar la luz de un local.
Por esto, Administraciones Públicas, patronales y sindicatos, empresarios y trabajadores de sectores industriales, debemos redoblar nuestros esfuerzos para crear las condiciones adecuadas que permitan impulsar un nueva reindustrialización. Una de las medidas más urgentes y funcionales está en favorecer la cooperación entre las empresas para dotarles de tamaño y capacidad, revirtiendo la realidad de que en España existían más empresas industriales manufactureras que en Alemania, cuando en conjunto generan menos de una cuarta parte de su valor añadido.
Es necesario que los empresarios dejen atrás lo antes posible sus históricas reticencias a la cooperación y decidan actuar creando redes estables capaces de nivelar el coste de las transacciones, garantizando un mejor resultado en calidad y en tiempo de respuesta a las exigencias del mercado, en particular a las exigencias de las grandes marcas y empresas de las que muchas son proveedoras.
Es el momento de reforzar la cooperación empresarial entre las pequeñas y medianas empresas, tanto en el ámbito territorial como en el de la especialización de las diversas conglomeraciones, valorando y reconociendo la investigación aplicada, a partir de los procesos que interactúan hasta llegar a la comercialización. Se puede aprender del buen ejemplo de la integración y cooperación de la investigación en el sector químico, o entre fabricantes y proveedores en el sector del automóvil.
Al tiempo que estas noticias abren tibias esperanzas y nuevas oportunidades, hay que subrayar que difícilmente se transformarán en realidad sin jóvenes cualificados que encuentren en estos sectores industriales una oportunidad de trabajo reconocido, remunerado y profesionalmente gratificado en términos de salario, formación continua, estabilidad y seguridad sin unas relaciones laborales que posibiliten un mutuo compromiso y la necesaria complicidad que debería aportar la Negociación Colectiva y más en concreto los convenios sectoriales que erróneamente la reforma laboral pretende debilitar y que la acción sindical por el contrario deberá fortalecer.