Joaquim González Muntadas
Secretario General de FITEQA CCOO.
Al conocer el 25 de noviembre las noticias del terrible incendio en la fábrica textil Tazreen Fashion de Bangladesh que causó 137 muertos, me asaltó, junto a los sentimientos de dolor, indignación y solidaridad, una preocupación. La misma que seguro han tenido las trabajadoras y trabajadores de las empresas españolas del textil, la confección y el calzado, y que espero de verdad que hayan tenido también los accionistas y directivos de las empresas españolas con proveedores en ese país. Incluso sería muy saludable que los consumidores, los compradores de las marcas de moda se hicieran la misma pregunta: ¿Se estarían fabricando en condiciones infrahumanas en esta empresa de Bangladesh algunas de las prendas de ropa que llevan nuestras etiquetas, de la ropa que nos hemos puesto o nos vamos a poner mañana? Y, si fuera así, ¿tendríamos que considerarnos responsables, por activa o por pasiva, de tan terrible suceso?
Tras la comprobación, se ha aclarado que las empresas españolas del sector no tenían a esta empresa como proveedora, y es una buena noticia. De la misma forma es muy mala noticia que importantes marcas líderes mundiales se proveyeran de una empresa que no garantizaba el más mínimo derecho a la seguridad del trabajo y con ello de los mínimos derechos laborales.
Estos 137 muertos en Bangladesh --unidos a los causados por los incendios del pasado mes de septiembre en Pakistán, en Ali Enterprise, fábrica del textil de Karachi, donde fallecieron 290 personas y que producía también para marcas multinacionales, como los 25 muertos en Golden Shoes, fábrica de calzado de Lahore-- constituyen no sólo un drama para los trabajadores y las familias directamente afectados, sino una terrible señal de alarma para el mundo empresarial, las instituciones y organismos internacionales, la sociedad entera. Como insistentemente se reclama desde el movimiento sindical, debemos asumir que el remedio pasa necesariamente por la globalización de todos los derechos laborales en el mundo.
La Federación Sindical Internacional, IndustriALL Global Union, exige la inmediata investigación de las causas del incendio de la fábrica textil Tazreen Fashion de Bangladesh, para que todas las partes implicadas, incluidas las potentes multinacionales que fabrican allí sus prendas, asuman su responsabilidad. Y para ello hay que empezar por las responsabilidades criminales que comportan las nulas medidas de seguridad en los edificios y en el trabajo, y seguir con las indemnizaciones a las familias de las víctimas, de los heridos y de los trabajadores que perdieron su empleo en el incendio.
Y que asuman la urgente necesidad de activar ya, un plan de emergencia de prevención y seguridad de las fábricas para que no se vuelvan a producir catástrofes como consecuencia de instalaciones eléctricas en constante riesgo, sin escaleras de incendios, sin salidas de emergencia, con ventanas con rejas, convirtiendo las fábricas donde trabajan miles de personas en auténticas ratoneras de muerte segura.
No existe excusa ni coartada para los cerca de ochocientos muertos por incendio en empresas textiles en Bangladesh en los últimos cinco años. No es una catástrofe natural, sino la consecuencia de la avaricia, la desidia y la mala gestión empresarial, porque hay instrumentos para evitarlo: auditorías, inspecciones, peritajes y cooperación y colaboración con los sindicatos locales.
Llevar el control de cientos o de miles de proveedores a miles de kilómetros de la sede central de la multinacional, esté en EE.UU o Europa, no es ni fácil ni barato, pero colocar, como se está haciendo, en el puerto de Chittagong prendas por uno o dos euros de coste de fabricación, debería hacernos intuir que es posible que las empresas pueden asumir el coste de garantizar que las personas que fabrican sus prendas no estén en régimen de esclavitud, aunque las leyes locales se lo faciliten y los corruptos gobernantes y empresarios sin escrúpulos de ese país lo promuevan.
No hay excusa para Wallmart, Carrefour, C&A, Casino, International Direct Group Inc, importantes y famosas marcas para las que estaban trabajando los 137 muertos y cientos de heridos. Como no habría excusa ni explicación para ninguna empresa de la moda española si hubiera estado en esta indeseable lista, por muchos esfuerzos que estuvieran haciendo, como así es, para mejorar y avanzar día a día en el control de las condiciones de trabajo y el respeto de los derechos laborales de sus proveedores.
Y ahí está. Ahí debe estar con toda su fuerza, el compromiso del sindicalismo internacional y de las organizaciones sindicales y de los trabajadores y trabajadoras de los países y las empresas multinacionales españolas para exigir el trabajo decente y para intervenir en su verificación, en toda su cadena de producción, en todas sus filiales, proveedoras, contratas y subcontratas. Aunque estén a miles de kilómetros de la sede de la multinacional y aunque los trabajadores y trabajadoras de esas empresas de su cadena de producción no lleven en su ropa de trabajo el logotipo de la multinacional. Ahí está el empeño sindical diario y constante por el trabajo digno en el mundo, ahí está también una respuesta clara a aquellos que nada inocentemente se preguntan ¿para qué sirven los sindicatos?: para combatir la injusticia y organizar la solidaridad.
Tras la comprobación, se ha aclarado que las empresas españolas del sector no tenían a esta empresa como proveedora, y es una buena noticia. De la misma forma es muy mala noticia que importantes marcas líderes mundiales se proveyeran de una empresa que no garantizaba el más mínimo derecho a la seguridad del trabajo y con ello de los mínimos derechos laborales.
Estos 137 muertos en Bangladesh --unidos a los causados por los incendios del pasado mes de septiembre en Pakistán, en Ali Enterprise, fábrica del textil de Karachi, donde fallecieron 290 personas y que producía también para marcas multinacionales, como los 25 muertos en Golden Shoes, fábrica de calzado de Lahore-- constituyen no sólo un drama para los trabajadores y las familias directamente afectados, sino una terrible señal de alarma para el mundo empresarial, las instituciones y organismos internacionales, la sociedad entera. Como insistentemente se reclama desde el movimiento sindical, debemos asumir que el remedio pasa necesariamente por la globalización de todos los derechos laborales en el mundo.
La Federación Sindical Internacional, IndustriALL Global Union, exige la inmediata investigación de las causas del incendio de la fábrica textil Tazreen Fashion de Bangladesh, para que todas las partes implicadas, incluidas las potentes multinacionales que fabrican allí sus prendas, asuman su responsabilidad. Y para ello hay que empezar por las responsabilidades criminales que comportan las nulas medidas de seguridad en los edificios y en el trabajo, y seguir con las indemnizaciones a las familias de las víctimas, de los heridos y de los trabajadores que perdieron su empleo en el incendio.
Y que asuman la urgente necesidad de activar ya, un plan de emergencia de prevención y seguridad de las fábricas para que no se vuelvan a producir catástrofes como consecuencia de instalaciones eléctricas en constante riesgo, sin escaleras de incendios, sin salidas de emergencia, con ventanas con rejas, convirtiendo las fábricas donde trabajan miles de personas en auténticas ratoneras de muerte segura.
No existe excusa ni coartada para los cerca de ochocientos muertos por incendio en empresas textiles en Bangladesh en los últimos cinco años. No es una catástrofe natural, sino la consecuencia de la avaricia, la desidia y la mala gestión empresarial, porque hay instrumentos para evitarlo: auditorías, inspecciones, peritajes y cooperación y colaboración con los sindicatos locales.
Llevar el control de cientos o de miles de proveedores a miles de kilómetros de la sede central de la multinacional, esté en EE.UU o Europa, no es ni fácil ni barato, pero colocar, como se está haciendo, en el puerto de Chittagong prendas por uno o dos euros de coste de fabricación, debería hacernos intuir que es posible que las empresas pueden asumir el coste de garantizar que las personas que fabrican sus prendas no estén en régimen de esclavitud, aunque las leyes locales se lo faciliten y los corruptos gobernantes y empresarios sin escrúpulos de ese país lo promuevan.
No hay excusa para Wallmart, Carrefour, C&A, Casino, International Direct Group Inc, importantes y famosas marcas para las que estaban trabajando los 137 muertos y cientos de heridos. Como no habría excusa ni explicación para ninguna empresa de la moda española si hubiera estado en esta indeseable lista, por muchos esfuerzos que estuvieran haciendo, como así es, para mejorar y avanzar día a día en el control de las condiciones de trabajo y el respeto de los derechos laborales de sus proveedores.
Y ahí está. Ahí debe estar con toda su fuerza, el compromiso del sindicalismo internacional y de las organizaciones sindicales y de los trabajadores y trabajadoras de los países y las empresas multinacionales españolas para exigir el trabajo decente y para intervenir en su verificación, en toda su cadena de producción, en todas sus filiales, proveedoras, contratas y subcontratas. Aunque estén a miles de kilómetros de la sede de la multinacional y aunque los trabajadores y trabajadoras de esas empresas de su cadena de producción no lleven en su ropa de trabajo el logotipo de la multinacional. Ahí está el empeño sindical diario y constante por el trabajo digno en el mundo, ahí está también una respuesta clara a aquellos que nada inocentemente se preguntan ¿para qué sirven los sindicatos?: para combatir la injusticia y organizar la solidaridad.