viernes, 26 de agosto de 2016

Los millennials son jóvenes pero no tontos

Muy pocos colectivos han sido tan encuestados, analizados y estudiados  como los millennials. Esa generación, nacida entre los años 1981 y 1995 que se hicieron adultos en el cambio de milenio, en plena prosperidad económica  y antes de la crisis. Un colectivo, que en el año 2025, representará el 75% de la fuerza laboral del mundo.

Se han publicado toneladas de encuestas y estudios sobre el comportamiento social,  la escala de valores y los compromisos políticos de esta generación. Se ha estudiado su relación con las nuevas tecnologías y las redes sociales, sus particulares hábitos de consumo y las formas de relacionarse. Pero, de lo que más se ha escrito y especulado ha sido sobre sus supuestos comportamientos, preferencias y aspiraciones en el terreno laboral.

Los grandes gurús y consultores de las nuevas tendencias en la gestión empresarial y de los RRHH, nos han explicado las grandes diferencias a la hora de valorar y situarse ante el mundo del trabajo entre los millennials y otras generaciones. Nos han dicho, que esta nueva generación no tiene interés en encontrar  un trabajo estable, porque era una reliquia del pasado. Que prefieren un trabajo temporal para tener tiempo libre y más vacaciones, Que rechazan la seguridad laboral, porque son fans de la flexibilidad y porque prefieren ir saltando de un trabajo a otro ya que son alérgicos al arraigo laboral y, por ello, a toda relación con la representación colectiva en la empresa.

Nos han explicado, e incluso teorizado, que esos jóvenes ya no percibían el salario como una de las formas más importante de reconocimiento y valoración de su trabajo. Que para esta generación pesan mucho más otros factores, menos prosaicos, como son: el buen ambiente en el trabajo, la flexibilidad horaria, el tiempo libre, o incluso, el buen nombre y reputación social de la empresa para la que trabajan.

Nos deben querer decir, que no es tan grave que la mayoría de sus empleos no sean estables y que los salarios sean ridículos por los niveles de responsabilidad y formación que tienen. Porque ello está dentro de las nuevas preferencias y aspiraciones de estas nuevas generaciones en contraposición a las anteriores que están  ancladas a un mundo del trabajo como son: la estabilidad del empleo, el salario digno, la relaciones laborales colectivas y la afiliación sindical.

Pero, parece que no era así  que los millennials, son jóvenes pero no tontos. Que las reiteradas teorías sobre sus preferencias que han servido, durante años, para construir justificaciones al generalizado deterioro de las condiciones trabajo, como si ello fuera una parte consustancial de la modernidad y de la nueva realidad social y económica; que esas justificaciones respondían a  las nuevas preferencias y aspiraciones de las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras, en lugar, a la avaricia y falta de escrúpulos de algunas empresas.

Pero no, ahí están, entre otros muchos, el resultado y conclusiones del reciente estudio mundial publicado por ManpowerGrup (Expansión 06/06/2016)  que nos revela que, entre las personas de 21 y 35 años,  lo que valoran y buscan es  un salario y seguridad en el trabajo por encima de otros factores.  El 83% afirma valorar la oportunidad de aprender y adquirir nuevas competencias al considerar un nuevo empleo. El 87% declara como prioridad la seguridad laboral cuando busca empleo y el  92 % valora el salario. Estos datos están muy por encima de factores que se venían identificando como típicos de millennials. La aspiración obtener un contrato fijo, (ese contrato “antiguo y obsoleto” para algunos como el presidente de la CEOE) sigue siendo,  para para los millennials,  la base principal para afrontar las necesidades vitales.

Sabemos, que más allá de que los tiempos cambian y las generaciones también y que cada una tiene necesidades, problemáticas y reivindicaciones específicas. Pero la realidad es que las dificultades y los intereses en el mundo del trabajo entre las distintas generaciones son comunes. Esa nueva generación, llena de líderes en influencia social, con mejor formación académica de media; comunicativa e innovadora social; que ha sido también tantas veces calificada de superficial, frívola, cómoda y, en el mundo del trabajo, individualista, escéptica y poco comprometida con la acción colectiva en las empresas, tiene la oportunidad de modificar las circunstancias que les condicionan.  


Es la hora de dar el salto a intervenir y afiliarse a las organizaciones sindicales para ejercer la transparencia, integridad y compromiso social. esos valores con los que se  le ha identificado a esta nueva generación. La hora de proponer, innovar y comprometerse con la modernización y acción de los sindicatos y estos la de realizar todos los esfuerzos necesarios para facilitar y promover el salto a la militancia sindical de las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras. Porque, de la fuerza e inteligencia del sindicalismo dependerán también sus condiciones de trabajo y su futuro. Y porque, al contrario de lo que algunos desearían, los millennials son jóvenes, si,  pero no tontos.