viernes, 24 de marzo de 2017

CC.OO., el reto de representar la diversidad


Entre los muchos méritos que los máximos dirigentes de CCOO pueden presentar en el balance de gestión del próximo XI Congreso que se celebrará en julio, se encuentra el de haber implantado un estilo de dirección donde ha primado el orden y la unanimidad en una organización compleja como es un sindicato. Y más en la actual sociedad, tan convulsa y particularmente crítica con todo lo que representa la autoridad y la jerarquía en las organizaciones y las instituciones.

Este buen resultado ha permitido aguantar e impermeabilizar a la organización de los brutales ataques que, por tierra, mar y aire, ha recibido el sindicalismo en estos últimos años. Pero cuando se abre un nuevo ciclo renovado en la dirección del sindicato, este resultado no debería esconder la necesidad de abrir, integrar y representar la diversidad que conforma hoy la clase trabajadora. No me refiero a pluralidad ideológica y política que siempre ha estado garantizada por los estatutos del sindicato, como en ninguna otra organización, sino a su creciente heterogeneidad y diversidad social.

Una clase muy distinta de cuando se crearon las actuales normas y estructuras de los sindicatos. Tan distinta como lo es la empresa actual de aquella del siglo pasado, en la que se formaron la mayoría de los actuales dirigentes sindicales. En esa época la complejidad el trabajo podía vencerse troceando en tantas partes como la estructura jerárquica permitía, o cuando la común regla de oro en la gestión y organización era la uniformidad en las condiciones de trabajo, el orden y la disciplina.

Pero hoy la mayoría de las empresas y el mundo del trabajo tienen muy poco que ver con aquella empresa y sociedad del taylorismo. Las empresas forman parte de sistemas entrelazados que requieren organizaciones más abiertas, más flexibles y planas. Y  sindicatos menos verticales, más abiertos a la diversidad y con estructuras que cooperen entre sí.

Se requieren nuevas cualidades y capacidades para dirigir las organizaciones de hoy, con nuevas formas y competencias que permitan gestionar las excepciones, la diversidad y la discrepancia, y que sepan administrar esta nueva realidad donde, en expresión de Daniel Innerarity: ¨el orden en una organización inteligente es el desorden domesticado”.

Sabemos que el sindicalismo tiene serios desafíos. Uno de ellos, como han venido insistiendo los máximos dirigentes de CCOO durante los últimos cuatro años, es repensar muchas verdades que ayer sirvieron para construir un pasado heroico y que hoy precisan actualizarse para seguir siendo útiles a los trabajadores y a las trabajadoras que aspiran a representar. De donde se deriva la necesidad de conjugar con acierto el pasado, presente y futuro, un reto que CCOO ha sabido condensar extraordinariamente bien en el eslogan: “hicimos, hacemos y haremos historia”.

Hay que honrar el pasado como se merece y reforzar el orgullo de la función del sindicalismo, de su historia y del valor de la militancia sindical, en particular en CCOO. Pero igual de imprescindible será, como se ha dicho, releer muchas verdades que el acelerado cambio social, económico, cultural y tecnológico  exigen adaptar y aprender, re-aprender y actualizar todo lo sabido. Conscientes de que nada aprende quien en todo ve la ocasión de confirmar y reafirmar lo que ya sabía. Si seque quiere afrontar el reto que apunta Unai Sordo en la reciente entrada de su  Blog,:“la adaptación a la nueva tipología de situaciones en el mundo del trabajo, la necesaria flexibilidad de las estructuras y recursos del sindicato".

Un reto para el que será imprescindible evitar el riesgo que corren aquellas organizaciones que perciben la pluralidad como un riesgo, la diversidad y las diferencias como un error a corregir, cuando precisamente constituyen todo lo contrario. No hemos de olvidar que un grupo de personas que expresan la pluralidad y la diversidad son más efectivas y obtienen mejores resultados que quienes, muy inteligentes pero demasiado similares, dan siempre la razón y permanentemente confirman que estamos en lo cierto.

Recordemos, que no es de la inercia y la rutina, ni tampoco de la jerarquía, de donde nace la creatividad de las personas, ni la innovación a la que debería aspirar toda organización, en particular hoy el sindicalismo, si quiere estar viva. Que ello es siempre el fruto de la duda, de la incómoda pregunta, también del conflicto leal y ordenado.